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Día 14 Fingering (Aiacos x Camus)

Había sido invitado por el chico más popular de la escuela, Camus no era el tipo de personas que le gustara pasar el rato bebiendo con los compañeros de su salón.
Cuando Milo le dijo que haría una fiesta en su casa, el joven galo se quería negar, de no ser por la insistencia de Shura fue que terminó cediendo ante esa absurda idea.

Ahora se encontraba en el sillón mirando a los demás como se emborrachaban sin motivo aparente.
Le dio un trago a su bebida y nuevamente se acomodó en el sillón.
En ese momento pasó Shura a su lado con una lata de cerveza, Camus logró tomarlo del brazo para poder hablar con él.

- Shura, ya estás muy tomado y yo ya quiero irme a mi casa.

Su amigo de cabellos azabaches le regaló una sonrisa, producto del alcohol que había ingerido.
Tomó a Milo de su hombro y lo acercó con ellos, quedando frente a Camus.

- Mi buen amigo Milongas, Camus ya se quiere ir a su casa - Contestó Shura colocando su brazo alrededor del cuello de su amigo.

- ¿Porqué? La fiesta apenas comienza... Aunque si gustas ir un rato a mi habitación en lo que Shura se toma unos tragos, no tengo problema.

En ese momento Camus no le pudo responder porqué otro compañero de la escuela de cabellos lilas se lo llevó lejos junto con el español para que pudieran bailar aquella canción pegadiza que sonaba de fondo en el estéreo que se encontraba en la sala.

Camus se levantó del sillón y subió las escaleras, ni tiempo tuvo de preguntarle a Milo sobre su habitación.
Habían varias puertas a lo largo del pasillo, mientras caminaba para buscar aquella recámara, escuchó ruidos provenientes de uno.
Se acercó a la puerta para escuchar de quien se trataba, las voces que se oían eran de Aioria y de Shaka.
Estaban muy ocupados, lo mejor sería no interrumpir.

Siguió con su búsqueda, hasta que llegó al final del pasillo.
Lentamente abrió la puerta y al ver que estaba solo dedujo que era la recámara de Milo.

Rápidamente cerró la puerta, se quitó su suéter y se dejó caer en la cama esperando que el tiempo pasara rápido para irse a su casa.
Estuvo por cerrar sus párpados pero los ruidos de la puerta del baño lo puso en alerta.

- ¿Quien eres tú?

Camus se quedó perplejo al darse cuenta que frente a él estaba alguien idéntico a Milo, con la diferencia que su cabello era un poco más obscuro, al igual que su tono de piel.
Además entró en mal momento porqué ese hombre solo tenía en la cintura una toalla cubriéndolo.

- Yo...  - Comenzó a titubear nervioso.

- ¿Te perdiste?

- Si, lamento entrar así... Mejor me voy - Camus estuvo por tomar la perilla de puerta y salir de ahí pero aquel caballero lo detuvo.

- Espera...

En ese momento Aiacos lo jaló sin querer y ambos terminaron muy juntos invadiendo el espacio personal de cada uno de ellos.

- Quiero saber tu nombre.

- Camus - Respondió directo, aquel agarre del contrario comenzaba a ser cómodo para él.

- Mucho gusto belleza, mi nombre es Aiacos. Soy hermano de Milo.

En ese momento tomó su mano  y depositó un beso en el dorso, sin dejar de admirar la sutileza de su mirada.

Aiacos lo invitó a sentarse con él, ambos comenzaron a platicar un poco de sus vidas, así como las pocas ganas de unirse a la fiesta.

Mientras pasaba el tiempo, Camus escuchó a lo lejos que Shura estaba muy tomado, así no podrían regresar a casa, no dejaría que el español maneje así el auto.

- Si quieres quédate aquí.

- No puedo hacerlo, es muy incómodo.

Aiacos se acercaba más a él, sin pensarlo; Camus colocó sus manos sobre el pecho desnudo del hermano de Milo.

- Quédate conmigo - Susurró Aiacos tomando su mentón dispuesto a probar de aquellos labios apetitosos en tonos carmín.

- No me gusta que jueguen conmigo.

- Yo no soy así.

En un impulso fue Camus quien acortó ese momento, desde que miró a Aiacos sin ninguna prenda que cubriera su torso, no paraba de intentar controlarse porqué le daban unas ganas inmensas por querer dejarse llevar con el guapo hermano de Milo.

- Quédate a mi lado esta noche y todas las demás...

Camus asintió, en ese momento Aiacos posó sus labios con los de aquel joven.
Bendita la hora en la que ese joven de cabellos esmeraldas entró a su habitación.

Aquel beso comenzó a ser más intenso, Aiacos pasaba sus manos debajo de la playera del contrario.
Camus dejó escapar un gemido ante ese cálido tacto.

No sabía si fue por causa del alcohol o el tiempo que no había tenido algún encuentro sexual con alguien más pero cedía ante Aiacos.

De un movimiento repentino, Aiacos le retiro su playera de color verde, nuevamente se unió en un beso más demandante mientras lo acostaba lentamente en la cama.
Camus pasaba sus manos en aquella alborotada cabellera, los besos de Aiacos bajaban por su cuello, su pecho... Hasta llegar a su vientre.

- Aiacos.

Al escuchar que aquel adorable joven lo llamara por su nombre, lo incitaba a llegar más lejos.
Se incorporó un poco de la cama y le retiró su pantalón, así como de sus boxers.
Aprovechó para retirarse de una vez la toalla que traía en su cintura, se acomodó entre las piernas del joven galo, se aseguró de humedecer dos de sus dedos con la saliva de su boca, lentamente llevó un dígito a ese estrecho lugar.

- ¡Oh...! - Gritó Camus arqueando su espalda al sentir la intromisión de ese dedo colarse en su interior.

Aiacos aprovechaba también para minimizar el dolor repartía besos en la entre pierna de Camus. Después de que sintió su cuerpo relajarse llevó otro dedo más a su interior.

- ¡Oh Aiacos no te detengas! - Gritó Camus al sentir una extraña corriente recorrer su cuerpo, era muy agradable. Apretó con fuerza la colcha de esa cama.

Para Aiacos la imagen que tenía de  Camus en ese momento era única.
No tenía la más mínima intención de bajar y estar en la fiesta de su hermano, sin embargo al ver a Camus no pudo evitar acercarse y besarlo, era muy hermoso.

Aiacos dejó de darle placer con sus dedos, rápidamente los sacó, tomó su miembro y lo llevó hasta la dilatada entrada del galo.

- ¡Camus...! - Gritó Aiacos al sentir como aquellas paredes envolvían su miembro, podía sentir como se contraían y lo apretaban de una manera muy exquisita.

Camus cerró sus párpados y se dejó llevar por esos movimientos. Antes de seguir, Aiacos se dio cuenta que el rostro de Camus cambió a uno más serio.

- ¿Sucede algo?

- Después de esto me vas a desechar así como si nada ¿No es así?

- Claro que no - Aiacos se fue acomodando detrás de Camus, hizo a un lado su cabello esmeralda y le susurró al oído - No pienso dejarte... De mi cama y de mi vida no sales belleza.

Luego de decirle esto se acercó a su cuello dejándole una marca muy notoria, nuevamente se acomodó llevando su miembro a la entrada del galo.
En esta posición los brazos de Aiacos lo mantenían abrazado, dejándole besos en su hombro y su cuello, respirando su aroma de su piel y su cabello.


Afuera, en los pasillos; Shura intentaba mantenerse de  pie, por más que buscaba a Camus no lo encontraba.
Sin darle mucha importancia nuevamente se bajó a la sala con los demás para seguir la fiesta.

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