Día 12 Spanking (Shura x Camus)
Uno de los lados escondidos del joven español era disfrutar a rienda suelta los momentos que pasaba con aquel joven de cabellos escarlata.
Esta noche no sería la excepción.
La cita se había dado en un hotel lejos de la ciudad, lugar donde jamás tendrían la mirada de sus conocidos acechando ese par de amantes.
Ambos tenían sus vidas realizadas con quien creyeron que sería el amor de sus vidas.
Sin embargo no fue así...
Cuando Shura llegó como asistente del joven de cabellos escarlata, se quedó totalmente asombrado por su belleza digna de admirarse como un valioso rubí.
Aquel día Camus pasaba un mal momento después de que las cuentas en la oficina no le salían.
Era un recién egresado de la universidad en la carrera de contaduría, por lo tanto su experiencia era muy escasa.
Aunque Shura portara un anillo de matrimonio y Camus llevara uno de compromiso, no era impedimento para dejarse llevar por el deseo.
El español lo amaba con infinita locura, lamentablemente lo conoció en mal momento, justamente cuando ambos tenían a sus parejas.
Todos los viernes en aquella empresa, varios de los trabajadores sin excepción salían a las tres de la tarde y ese momento era perfecto para ellos dos.
Con el pretexto tan gastado avisando que tenían mucho trabajo en la oficina.
Cada uno llegaba a ese lugar por su cuenta, Camus era el primero en llegar, de esta manera esperaría ansioso Shura en la habitación donde derrochaban toda su pasión.
El joven de cabellos escarlata se encontraba en aquella habitación, colocándose únicamente una bata larga satinada negra mientras esperaba la llegada del español.
- Lamento la demora - Contestó Shura cerrando la puerta.
Con pasos largos y firmes hasta su objetivo, Shura se acercó al joven francés para tomarlo de la cintura y pegarlo a su cuerpo mientras acariciaba esos largos cabellos rojizos que se volvían su total adicción.
- Eres una tentación encantadora.
Camus sonrió, lo tomó de la camisa y lo acercó a su rostro, podía sentir el cálido aliento del contrario.
- Esperar cada semana es una tortura.
- Dejemos esa plática para después - Susurró Shura cargando al francés mientras este rodeó con sus piernas la cintura del español.
- Pronto me liberaré de mi matrimonio forzado y te llevaré conmigo a mi tierra natal.
Lo acostó sobre el colchón mientras mordía con fascinación el cuello del galo, poco a poco le fue retirando aquella bata que alguna vez le regaló y la aventó al suelo.
- Esta noche me toca amor mío - Susurró Shura pasando sus dedos por las piernas de su amante quien se estremecía ante ese contacto levantando inconscientemente su cadera.
En ese momento Shura se levantó de la cama y se acercó al tocador donde Camus había dejado varios artículos que usarían para esta noche.
Tomó un látigo y le hizo una seña al joven galo que se diera la vuelta, quedando en esa manera boca abajo.
De manera repentina el español se retiró su corbata, seguido de su camisa.
Tomó del mueble un artículo que le serviría a la perfección...
Correa de restricción.
Le fue ayudando poco a poco para colocarselo, la correa del cuello cuenta con una bola especial para amordazar en la boca del galo; de ahí bajaba una cinta más larga donde une dos correas inferiores más pequeñas bloqueando el movimiento del cuerpo dejándolo completamente atado.
- Haré esto como te gusta Camus.
Shura se acomodó sobre el cuerpo del galo, tomó su largo cabello rojizo y lo hizo a un lado.
Lentamente comenzó a repartir besos en toda su espalda hasta bajar a la altura de su cintura.
Veía el cuerpo de Camus estremecer ante las caricias y besos que le daba, aunque estuviera atado no era impedimento para darse cuenta que Camus lo estaba disfrutando.
Con las tiras del látigo fue recorriendo aquella pálida piel, en especial en sus partes más sensibles.
Un primer latigazo suave le dio en sus nalgas, Camus permanecía con los párpados cerrados mientras dejaba escapar unos audibles gemidos por causa de aquella bola en su boca.
Ahora llevó las tiras de ese látigo a sus piernas delineando cada espacio hasta llegar a sus pies.
Nuevamente subió de manera tortuosa y le dio otro latigazo en la otra nalga.
- Que sensibles - Susurró Shura dejando a un lado el látigo y se fue directo a la entrada de su amante para pasar su lengua por este estrecho lugar sin dejar de apretar sus nalgas.
Camus sentía como un torrente de sin fin de sensaciones recorría su cuerpo, se ganaba unos movimientos de penetración y después una sesión corta de latigazos suaves en sus nalgas.
Shura se relamía los labios al ver como la piel de Camus se tornaba de un tono rojizo.
- Ahora tu piel luce como tu hermoso cabello.
Después de halagarlo, el español se acercó y dejó una gran mordida en la espalda de su amante.
Los celulares de ambos vibraban en los bolsillos de sus pantalones que yacían en el suelo, pero ellos no tomarían aquellas llamadas, ambos se amaban y se necesitaban...
El mundo se puede venir encima pero ellos no dejarían aquella dulce labor.
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