9 de octubre/Mirror/CastielxNathaniel
9.-Mirror/ Castielx Nathaniel
Se miró al espejo para terminar de arreglarse, no estaba mal, aunque aún no se terminaba de convencer de tener la apariencia de un rockero, una estrella en ascenso. Estaba por atar su cabello en una coleta, cuando el pitido del celular llamo su atención. Lo saco de su bolsillo y miro la pantalla, sonrió al ver de quien era el mensaje.
Pensó en aquel chico rubio y su peculiar relación, en cómo habían pasado de amigos a enemigos y viceversa y como después finalmente se habían acercado más.
Cuando termino con Sucrette, había quedado casi devastado. Él en verdad había amado a la chica, y fue gracias a ese rubio idiota, que pudo irla superando de poco en poco.
Aun le resultaba un poco extraño la relación que llevaban y los cambios que se habían dado en ambos, de hecho, en él no tanto, había seguido rumbo a su sueño y le estaba yendo bien, la vida era favorable con él ahora, y el otro, bueno Nath, se había convertido en algo parecido a lo que él era, o peor.
Curioso, se suponía que los adolescentes maduraban, pero con él la cosa fue a la inversa, era como si todos esos años reprimidos hubiesen explotado y terminara rebelándose contra todo el mundo, haciendo cosas que dejaban muy difícil de creer, el cómo era antes, que lo hacían casi irreconocible, casi. Porque él sabía bien que había cosas que se mantenían igual. Su deporte favorito, su amor a las novelas policiacas y especialmente a los gatos. El que odiara que otros indagaran en su vida.
Miro el mensaje y sonrió, respondió afirmativamente.
El chico y él tenían una relación de amantes, o quizá debiera decir, amigos con derecho, se veían de vez en cuando, salían juntos, se divertían viendo películas, bebiendo y sí, follando.
La primera vez que ocurrió ambos estaban ebrios y no fue planeado, fue en una noche de películas, videojuegos, botanas, pizza y alcohol, mucho alcohol. Terminaron besándose por inercia quizá, o calentados por el líquido embriagante, los besos aumentaron, la ropa voló, y ... La cosa se dio.
A la mañana siguiente él estaba avergonzado, su cara semejaba su cabello, el otro sólo se encogió de hombres y sonrió.
" Si quieres no le digo a nadie" Ofreció. El otro asintió, tímidamente.
"No exageres, no estuvo mal, estábamos ebrios y en verdad no estuvo mal" le miro apenado, era verdad, lo había disfrutado, debía reconocer eso.
"No quiero que las cosas cambien entre nosotros, vale"
"Vale" "o mejor sí, digo si quieres podríamos repetirlo con plena conciencia, sin compromisos, no te afectes tanto"
Se lo pensó, dudo, después acepto y repitieron, y repitieron.
De pronto estar juntos se volvió demasiado cómodo y excitante, ninguno de los dos le había dicho a nadie más, no es como si se hubieran colgado la bandera arcoíris. Nadie más que ellos dos sabía. De cara a la calle, ambos eran mujeriegos que salían con diversas chicas y sí, a veces intimaban con ellas, pero sus encuentros juntos seguían.
Esa noche cancelo sus planes y fue directo a ver al rubio, en su departamento. Nathaniel, le recibió sonriendo y después comento.
─No tienes idea quien está de vuelta en la ciudad.
─No, pero imagino que vas a decirme.
─Es ella, ella volvió, la defendí de unos tipos de la pandilla, sabes piensa ir a tu concierto.
Su semblante cambio nada más oírlo. Ella aquí de nuevo, verla de nuevo, ella quien se fue y no se dignó a enviarle un solo mensaje, ella que le olvido como si fuese un sueño del cual despertó. Ella, su primera vez. Puesto que con Debra no había tenido más que manoseos sin llegar al final.
─Ok, estas de piedra amigo. ¿Aún no la olvidas cierto?
─No.
─Has salido con muchas chicas y, aun así.
─No significan nada, no la olvido por nadie, ni siquiera por ti.
Dijo en un tono de enfado, el rubio gimió y se llevó la mano al pecho.
─ ¡Ouch! Eso duele, me tratas como a las otras, a mí, que te di mi virginal culo, ¿cómo te atreves?
Dramatizó. Castiel, se sintió culpable, no debió decir eso, no es como si lo suyo fuera un noviazgo o estuvieran enamorados, no era así ¿verdad?
─Lo siento.
─Sé, como sea, se me han quitado las ganas de tirar, vete a tu casa, y bueno Cassy, mírate al espejo, mírate realmente tal cual eres, al de ahora, no al de esa época, has cambiado y no lo quieres reconocer, te aferras a tu yo anterior.
─Y tú te empeñas en negar tu yo anterior, deberías mirarte bien, también.
─Vale esta noche ambos nos veremos al espejo y a reflexionar. Nos veremos en una semana, luego de tu concierto, entonces hablaremos, ¿te parece?
─Vale.
Y así, fue esa noche Castiel, realmente trato de hacer conciencia buscándose a sí mismo en el espejo, en la música, en sí mismo.
El día del concierto la vio, hablaron y sintió tantas cosas que lo dejaron confuso, pero noto que ya no era lo mismo, una parte suya quería aferrarse de nuevo y la otra decir adiós para siempre a aquel enamoramiento juvenil.
Esa noche recibió un mensaje de Nath, Amber, se había puesto mal. Pospuso su velada. Mejor, pensó, pues le daba tiempo a pensar.
A los pocos días fue a la cafetería dónde ella trabajaba, su carácter y comportamiento, fue como cuando recién la conocía, acido, sarcástico, colérico. Un hijo de, bueno, su madre era una dama así que no usaría la frase. Pero la vio interactuar con ese compañero suyo y todo estuvo dicho. Todo.
Hablaron, se encontraban a menudo, se llevaban bien, había cariño, camaradería, pero nada más. Ella le dijo que aún lo quería, que quería volver, una parte suya quiso decirle sí, la otra, la otra impuso y le dije que no. Ella estaría bien con ese chico u otro y él, él también tenía a su chico. No tenía por qué seguir ocultándole.
Se dio cuenta de que sí la había olvidado, sólo que necesito verla para aceptarlo. Le olvido, la remplazo, por él.
Le pidió verlo esa noche, le pidió una cita en un hotel, quería algo especial. Espejos había dicho él, los enfrentaría a ambos en un cuarto con espejos, una prueba psicológica quizá, un seguro.
─Bueno, ¿la viste supongo? Yo lo hice, la trate mal, debo admitir, sólo querría ayudar, pero fui un pesado.
─ ¿Y eso?
─Celos, tal vez.
Castiel sonrió, Nath, era tan directo ahora, decía lo que quería, no se iba con rodeos, hablaba y ya. Lo abrazo.
─La vi, hablamos, la vi de nuevo en su trabajo, creo que retomaremos la amistad.
─Ah.
─ Me vi al espejo, me estoy viendo ahora ¿y tú?
─Me estoy viendo ahora, pero este cuarto es para un fetiche sexual.
─Quiero jugarlo. Vamos a vernos Nath, vernos en todo, como somos realmente, individuales, juntos, piel con piel, unidos en uno. Vamos a vernos.
─Suena a propuesta indecorosa, ja, ja, Ja, sabes, yo le hice una ella.
Confeso picándome y no lo dudaba, este nuevo Nath, era capaz de esos comentarios mordaces, pero sabía que su propuesta, aunque real, había sido una chanza, si ella decía que sí, yo sabía que él, no la tomaría.
─ ¿Que te dijo?
─Me dijo que en mis sueños. No me interesaba realmente, lo sabes ¿no?
─Lo sé, sólo yo te intereso realmente.
─Que arrogante rockerito.
─Sí gatito, lo soy, antes mentí, bueno más bien estaba equivocado, sí la he olvidado.
─Ah...
Mientras hablaba lo iba desnudando y admiraba sus reflejos en aquellas paredes tapizadas de espejos, podían ver cada ángulo de sus cuerpos. Acabaron con todas las prendas dejándose desnudos.
─Por ti, la olvide por ti, gracias a ti. Realmente me he visto, te he visto.
Lo abrazo e hizo que ambos mirasen sus reflejos, así juntos, abrazados, desnudos. Lo beso.
─ ¿Qué somos Castiel?
─Reflejos, reflejos de lo que fuimos y de lo que seremos, reflejos que convergen.
─Hablo en serio. Sé que te dije que esto sería libre y lo es, pero...Necesito saber dónde estoy parado, me estas confundiendo.
─Quiero que sigamos siendo amantes, pero no como antes, quiero exclusividad, quiero que el mundo lo sepa, quiero que seas mío en todo sentido.
─De acuerdo, ah, ya era hora.
Sonrió y lo aventó a la cama, para dar rienda suelta al deseo y para que ambos se mirasen con ojos lascivos mientras hacían el delicioso y observaban a detalle, cómo eran unidos sus cuerpos y saciadas sus almas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro