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13 de octubre/ Victuuri o es Yuuvic/Suits



13 de octubre/ Victuuri o es Yuuvic/Suits


Estaba en su casa, viendo la televisión con mucho entusiasmo. Entonces toco el turno de su favorito, lucia emocionado, pues estaba participando en la final de los juegos de invierno, la categoría de patinaje artístico. Así que veía el evento y como siempre le echaba porras a su ídolo, su modelo a seguir, ¡su amor platónico! Viktor Nikiforov! A quien tanto él, como su amiga Yuuko y su amiga y maestra Minako, habían apodado, muy asertivamente "Nalgas de oro"

Y es que el patinador ruso, tenía una muy buena parte trasera, además de que solía ganar siempre el oro. El adolescente suspiro como colegiala enamorada al verlo. Ojalá algún día pudiese conocerlo. Ojalá algún día pudiera patinar junto a él.

Contemplo las figuras que hacía en el hielo aquel patinador, contemplo su técnica, su arte, pero también contemplo sus prendas. Le encantaban los trajes sensuales, creativos y hermosos que el platinador usaba, pero también le gustaba mucho verlo con el traje de su equipo y la sudadera rusa, o mejor aún amaba verlo vestido de traje en las entrevistas, le quedaba tan bien. Víctor era un poema de hombre.

"Ojalá algún día te conozca Viktor, dios del patinaje, haz que lo conozca"

Rezo con fervor. Le pidió a dios, si es que existía, a los ángeles y las deidades. Al universo mismo.

Él solo había pedido por conocerlo, como un fanboy haría, pero nunca imagino que sus ruegos fueran escuchados a tal magnitud que terminara siendo su pareja.


8 años después.


Se despertó aun somnoliento, había estado soñando con Viktor otra vez, algo muy usual desde su adolescencia. Sonrió al percatarse de que aquel sueño, recuerdo, había terminado con su deseo cumpliéndose, no sólo conoció a su ídolo, si no que este se había dedicado a entrenarlo y tenían una relación muy cercana.

Él se había vuelto un patinador profesional, ok antes de que Viktor, llegase a su vida, su carrera estaba yendo en picada, pero ahora había remontado de manera única.

Esa noche sería la fiesta de los patinadores. Emocionado comenzó a buscar que traje llevaría, quería lucir atractivo, para su entrenador, sacar a su Eros, interior.

─Yuuri ¿qué haces?

Preguntó el ruso entrando a la habitación y viendo todo el tiradero de ropa que había sobre la cama del japonés, este se sonrojo un poco al ver a albino con tan solo una bata de dormir puesta, la cual estaba abierta revelando gran parte del torso del hombre.

─Buscaba que ponerme esta noche, creo que no tengo nada apropiado.

─Oh, vayamos de compras entonces, no quiero que te pongas nada desagradable, estarás a mi lado como mi pupilo, tienes que lucir fabuloso.

"Como una diva" pensó Yuuri ,con una sonrisa. Definitivamente no podía hacer quedar mal a su ídolo.

─ ¿De qué tipo de traje prefieres, Prada, Dior, Armani?

─Del tipo que no cueste más de 1000 Yens.

Víctor le miro con horror, ¡no! Sin duda su cerdito, tenía que aprender a vestirse. Se dio la tarea de enseñarle moda, y modelaje también, por que no.

Lo llevo a una tienda de prestigio y eligió varios trajes para que se probara su alumno y varios para él mismo. Propuso que ambos modelasen las prendas y cada uno elegiría el del otro. Yuuri acepto con el de Víctor, pero le dijo que no podía permitirse para él, una de esas costosas prendas. Sólo ver el precio hacía que le doliera el estómago.

Sin embargo, le siguió el juego a Víctor, probándose todos los trajes que él había elegido. Uno a uno se los puso y camino torpemente ante su entrenador, el cual daba su opinión de los mismos. Hasta que finalmente Yuuri, salió con un traje Gussi, que a Víctor le pareció adecuado.

─! Amazing! te vez como todo un Eros. Nos llevamos ese.

─Víktor, no puedo pagarlo.

─Oh, es un regalo. Es mi turno.

Aplaudió emocionado y su sonrisa de corazón, apareció decorando su bello rostro.

Se metió en los probadores y se puso el primer traje de los que había elegido para él. Al salir yuuri, lo contemplo con verdadera gula. Víctor lucia demasiado suculento. Tan delicioso con su querido katsudon, si es que no más.

─Te queda estupendo.

─No está mal, pero no es lo que busco.

El ruso volvió a los probadores, no tardó mucho en volver a salir, llevando un diseño que parecía haber sido hecho a medida para él y que acentuaba muy bien las finas líneas de su cintura y cadera. El japonés sintió que se le hacía agua a la boca.

─Me gusta, pero sigue sin ser excepcional.

Entro de nuevo al probador y así siguió con unos cuatro o cinco trajes más, siempre diciendo que le quedaban bien, pero que no era el indicado y Yuuri, pensaba que todos le quedaban de maravilla y que verlo en aquel sensual desfile le estaba excitando. Porque a diferencia de él, cada que Víctor, salía no solo caminaba torpemente hasta su compañero y al espejo. No señor, Víctor se contoneaba y pavoneaba como un modelo en plena pasarela. De pronto el chico sintió mucho calor, si ese juego seguía no resistiría más, sentía que Víctor, deliberadamente estaba invocando a su Eros.

Víctor salió de nuevo. Esta vez llevaba un traje de Hugo Boss, el cual, hacia ver al ruso, precisamente como un Boss, de la mafia rusa, o como el modelo más cotizado del mundo, o como una figura erótica que...Los ojos de Yuuri, se oscurecieron, involuntariamente llevo su cabello hacia atrás y sonrió como un predador. Su postura cambio y llamo hacia el ruso.

─Te quedas con ese.

Ordeno. Víktor, noto el cambio y sonrió complacido. Ese era el traje perfecto. Había logrado sacar a su Eros. Era hora de que ese Eros, le pagase el traje que le había regalado. Camino lentamente hacia él. Se supone que los regalos, no se cobran, pero bueno, ya no sabía si era él quien se estaba cobrando o era su Eros, quien se estaba provechando.

─Bien, me llevaré ese a la fiesta.

─Pero por ahora quítatelo. También me quitare el mío. No queremos que se arruguen ¿verdad?

─Definitivamente no. ¿Así que te ponen los trajes cerdito?

─En estos momentos, llámame, Eros.

La sonrisa llena de confianza, seguridad y sensualidad que le dedicaron hizo temblar de excitación al albino. Bueno que pidió privacidad en la tienda y nadie los molestaría en ese probador.

Lo cierto era que desde hace un tiempo ya no era solo el entrenador de su cerdito, si no su amante, así que lo del regalo, o el cobro eran solo tonterías, ellos realmente se amaban y deseaban.

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