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✓ Día 6: Hot Boss.

Creampie: Práctica sexual consistente en la eyaculación en el interior de la vagina o el ano para luego retirar el pene y observar cómo el semen es expulsado.

Todo el mundo se apartó del camino cual estorbaban de un joven de cabellos platinados, se contemplaba en su rostro el enfado y nadie quería ser víctima de sus gritos o despidos a plenas siete de la mañana de un día lunes. Cada empleado le temía, cada empleado había sido testigo de los gritos, órdenes y la irritación de su jefe. Resumiéndolo, tenía un carácter de mierda, uno explosivo que solo soportaban por la elevada paga, sino, probablemente ni un alma dudaría de irse de aquel edificio.

De todos, había uno en especial que la pasaba peor.

Aquel a quien le mandaba trabajo extra sin razón, horas acumuladas y gritos que no merece, sin ningún tipo de explicación.

Ese era Min YoonGi, un empresario oficinista sobre analítica y controles de riesgos. Ni siquiera su trabajo allí era del más importante, pero su jefe lo había hecho conocido por la furia con la cual se desquitaba con el pobre pálido.

Todos odiaban a Park Jimin, sí todos, menos Min YoonGi; quien amaba sentir la tensión sexual palpable cada que entraba a su oficina a gritarle incoherencias.

El pelinegro estaba terminando con su papeleo, había llegado una hora antes a la empresa, decidido de poder adelantar su trabajo antes que su jefe llegara a mal lograr su mañana y darle carpetas extra que le corresponderían a la secretaria del primer piso.

Supo que él había llegado cuando se acortó todo murmullo en el exterior. Era un poco preocupante el terror que le tenían sus propios empleados. Al menos a él le preocuparía que todos le odiaran, pues algo mal estaría haciendo como jefe en todo caso.

Su puerta no tardó en ser abierta con fuerza, ignorando el hecho de que no había tocado siquiera. Solo observó al peli-gris llegar hasta su escritorio y estampillar con fuerza cinco portafolios distintos. Min no pudo evitar el contacto visual, viendo aquellos ojos azules luminosos siendo opacados por la fea mueca de enojo que se dibujaba por todo su rostro.

-Los quiero en media hora -fue todo lo que dijo, marchándose segundos después y cerrando la puerta de un portazo.

El pelinegro suspiró, sabía que debía tenerle paciencia, pero lo que menos quería ahora era más estrés.

Rellenó a su propio tiempo las planillas, importándole poco si se había pasado diez minutos del tiempo mandado. Se levantó de su silla y caminó por los pasillos con las carpetas en mano a la no muy alejada oficina general.

Tocó dos veces para anunciar su presencia antes de ingresar, estaba apurado, quería terminar con eso de una vez antes de seguir con su propio trabajo asignado.

-Te has pasado de la hora -ni siquiera estaba sorprendido de ver a su secretaria allí; la sostenía de la cintura y había repartido besos por su cuello. No le molestaba, en realidad, creía que Park necesitaba una manera de quitar todo su mal humor, y qué mejor que follando. Lo que le enojaba que todo el trabajo que tuviera que hacer la secretaria se lo trasladara a él.

-Lo siento, tenía otras cosas que planificar -dejó los portafolios sobre el escritorio, haciendo una pronunciada reverencia antes de marcharse. Incluso fingió no haber escuchado el "maldito inútil" que había salido de forma venenosa de los labios contrarios cuando estaba cerrando la puerta.

No tenía nada qué responder ni reclamar si quería seguir conservando su empleo, por lo que, como sus demás compañeros, se fue en silencio hasta su propia oficina para continuar sus tareas y terminar lo más rápido posible antes que irse a casa.

O al menos ese era su plan hace dos horas atrás, porque ahora había recibido una llamada de su jefe, avisándole sobre una reunión donde debía estar presente en quince minutos aproximadamente. Gruñó con pesadez.

A decir verdad, comenzaba a pensarlo, quizás en otra empresa tomarían más en cuenta y valorarían sus habilidades. Debería presentar su renuncia, total, sus ahorros le eran suficientes para coexistir por muchos meses hasta encontrar un empleo digno.

Caminó por los pasillos con esa única idea en mente, subiendo al ascensor sin mucha atención hasta que escuchó una tos a su lado y pudo ver al dueño de sus pensamientos de brazos cruzados mientras le juzgaba.

-¿Tienes lo que te pedí?

-Sí, señor -es lo único que suelta, no queriendo ser grosero pero manteniéndose indiferente para no crear ninguna clase de discusión.

Y todo se mantuvo en silencio para su suerte, uno no incómodo, pero la tensión en el ambiente crecía conforme los minutos pasaban. Realmente estaba deseando que las puertas del elevador se abrieran, intentando esquivar cualquiera de sus pensamientos que rondaban en torno a miles de fantasías con su jefe.

Y realmente, ¿cómo no hacerlo? Su empresa había sido heredada de su padre por lo que tenía 28 años próximos a cumplir, era joven y hermoso, su piel ligeramente bronceada, sus cabellos platinados peinados perfectamente cada día, sus pequeños ojos azules lucían su inocencia, y sus belfos gruesos eran una tentación que le incitaba a probarlos. Su cuerpo era magistral, los ajustados trajes azules que usaba no dejaba mucho que imaginar. Curvilíneo y de gran trasero, era toda una obra maestra, y lo lamentaba tanto por su carácter de porquería.

Tuvo que obligarse a salir de sus pensamientos cuando todo se apagó y se detuvo de un momento al otro. Una pequeña luz de emergencia en el techo del ascensor era lo único que les dejaba ver.

-¿Qué mierda? -Gruñó Park, intentando apretar los botones para que se abrieran las puertas, pero nada funcionaba. Intentó ver por la ranura algún rastro de luz pero estaba todo oscuro-. Puta mierda, es lo único que faltaba -el peli-gris sacó su celular, intentando llamar a su secretaria, pero al parecer tampoco había señal.

-Cálmese, señor, seguro hubo un fallo en la electricidad.

-¿Cómo quieres que me calme? Hay una reunión en diez minutos.

-¿Cree que podrán dar una conferencia sin luz en todo el edificio? -YoonGi alzó una ceja, al parecer, saliendo victorioso de la discusión.

Su jefe se resignó, manteniéndose sereno pero era notable su irritación, probablemente él tampoco era su persona favorita con la cual haberse quedado atrapado en un sitio tan angosto. Finalmente, cuando los minutos pasaron, a YoonGi se le ocurrió un tema de conversación para pasar el rato, y también, sacarse un propio peso de encima.

-Señor -murmuró, era una total costumbre y por respeto llamarle así, aunque él fuera mayor por dos años, Park tenía más superioridad-, quiero presentar mi renuncia.

Si el rostro del menor era sereno y enfadado, ahora se había desfigurado en una mueca de completa sorpresa que intentó disimular torpemente. Se había volteado a gran velocidad para examinarlo y buscar algún rastro de mentira en sus palabras, pero no las halló, y aquello fue lo que más le preocupó.

-¿Qué? ¿Por qué renunciarías, Min?

-Es personal.

-Dímelo si no quieres que la rechace -el pelinegro frunció su ceño, estaba por completo seguro que algo así e indagar en la vida personal de sus empleados no era legal, pero si insistía, no iba a mentirle.

-Deseo encontrar una empresa que valore y requiera tanto de mis habilidades como de mis estudios, pienso que merezco algo mejor, y sin ofender señor Park, pero cada vez se vuelve más difícil y pesado soportar sus malos tratos hacia mí. Asíque presentaré mi carta de renuncia uno de estos días, no le haré mucha falta -el pálido se mantuvo tranquilo luego de soltar aquellas palabras. Lo que decía era cierto, tenía que avanzar en su vida, tener un empleo digno y quizás conocer al amor de su vida, no podía seguir así a sus treinta años.

Claro, pero fue interrumpido.

-No renunciarás -fue una simple y concisa frase que lo descolocó por completo de sus cables.

-¿Disculpe?

-No te irás, Min, te necesito aquí.

-¿Para qué exactamente? ¿Para que siga haciendo el papel de secretario porque la suya está muy ocupada colándose en su oficina? -Ni él supo cómo aquellas palabras salieron tan libremente de su boca, sorprendiéndose a sí mismo por ser tan lanzado con esa clase de comentarios. Jimin igual volteó a verlo estupefacto.

-No puedes hablarme de esa manera.

-Lo sé, pero estoy harto, Park -suspiró mientras sonaba algunos huesos de su cuello-. Voy a renunciar.

-No, no lo harás.

-Sí lo haré, que sea mi jefe no decide mi futuro ni mi jodido trabajo. Me voy a ir de esta empresa de mierda.

-¡No te irás! -En definitiva aquel empujón no se lo esperaba, mucho menos por estar sacándolo de sus casillas.

-¿Por qué mierda quieres que me quede tanto? ¡Consíguete a alguien más que quiera ser tu puto asistente! -YoonGi había vuelto a acercarse pero no reparaba que el peli-gris lo jalara de su corbata sorpresivamente, atrayéndolo hacia él hasta quedar a una muy corta distancia.

-No quiero a otro que no seas tú, Min -fue todo lo que soltó antes de adherirse a sus labios, impactado pero a la vez llevadero.

Sus bocas se unieron en un solo compás, demandante y casi agresivo que les incitaba a jugar con sus lenguas en una guerra por sucia dominancia. Pero cuando las pálidas y huesudas manos bajaron hasta el culo del más bajo y dio un fuerte apretón, el control le fue cedido con un bajo gemido avergonzado.

El pelinegro le quitó su chaqueta azul y desamarró en un ágil movimiento la corbata negra, no tardando mucho en dejarlo sólo con su camisa blanca desordenada en la parte superior. Acorraló a Jimin contra la primera pared del ascensor que se le cruzó, sin que haya ningún segundo donde sus labios se hayan separado.

-¿Qué crees que estás haciendo, Park? -Preguntó cuando se separaron, observando al más bajo respirar agitado debajo de él. Por más que sus fantasías podían ser realistas, nunca creyó que algo así podría suceder.

-Vamos a elevar un poco la temperatura aquí dentro, ¿quieres? -Una sonrisa coqueta se deslizó por sus belfos, y nunca creyó que aquella faceta de su jefe existiría. Su delgado cuerpo fue bajando hasta quedar de rodillas frente suyo. Se veía tan pequeño en esos momentos a comparación de cada mandato que era gritado, quizás ahora podría gritar otras incoherencias.

Vio a Jimin muy concentrado en su trabajo, bajando el cierre de sus pantalones formales y quitando el cinturón hasta poder dejar vía libre para sacar su pene de entre su bóxer. No muy erecto, y aquello fue motivo para que las pequeñas manos del peli-gris comenzaran con un lento vaivén. Lo sintió recorrer cada una de sus venas resaltantes, pasar el pulgar por el glande, como si estuviera inspeccionando el tamaño, como si fuera lo más interesante del mundo. Y entonces Min cayó en cuenta que quizás sería su primera vez con un hombre.

Pero no tuvo tiempo de consultar nada antes de que el menor metiera su polla dentro de su boca, ahuecándose, lamiendo la punta y chupando. Cada sensación era una maldita perdición de la cual sus jadeos se veían acompañados. Ni siquiera había podido meter todo dentro, pero el placer era grato y las succiones un glorioso premio.

Poco a poco, sus caderas comenzaron a tomar su propio control, moviéndose de adelante hacia atrás, follando su boca, tomándolo de sus platinados cabellos adorando las arcadas y gemidos que repercutían en su anatomía.

-Se siente bien, ¿cierto, Park? -Todo lo que obtuvo fueron aquellos azulados ojos mirándole con bellas lágrimas sobresaliéndo-, nunca conocerías esta sensación con la zorra de tu asistente, y tu boquita se siente tan bien tragándose mi polla, bonito.

Jimin gimió por la rudeza, pero finalmente le dejó respirar luego de unos segundos, saliendo por completo y dejándole recuperar el aire perdido. Le observó nuevamente, un tanto confundido por no haberse corrido en su garganta.

-Oh, me vendré dentro de tu lindo culo, cariño, asíque levántate del suelo ahora -Park no tenía idea de qué eran todas aquellas sensaciones que estaba sintiendo, por primera vez se sentía bien el obedecer y no el mandar, estar del lado receptor de las órdenes. Las palabras sucias de su empleado le excitaban y solo ansiaba complacerlo en lo que quisiera-. Quítate el pantalón.

Hizo lo dicho, casi de inmediato, mientras el pelinegro copiaba sus acciones para quedar al completo desnudos en la parte inferior. Tomándolo del cuello, lo pegó a una de las cuatro paredes del elevador, dejando su culo alzado a su propia vista. El menor solo se quedó en espera de órdenes, de comentarios o de acciones.

-Me encantas, Park, no sabes cuántas veces fantaseé con algo así -sintió sus propias mejillas sonrojarse por aquello, ¿realmente había pensado e imaginado de forma sexual sobre él? No pudo seguir procesándolo cuando uno de sus dedos se coló en su interior, espantándolo por el imprevisto-. Espero me disculpes, pero no traigo condones ni lubricante en mi billetera.

-E-Está bien -suspiró, sintiendo la saliva caer en su entrada y el intruso comenzar a moverse de a poco.

-¿Es tu primera vez con un chico?

-¿Lo parece?

-No, pero estoy viendo qué tan cuidadoso debo ser.

-No lo seas -había sonado tan convincente que asintió. Ingresando un segundo dígito para intentar expandirlo. Supuso que sus sospechas eran ciertas, asíque lo haría disfrutar como nunca, no queriendo que aquello terminara allí y podrían hablar para una repetición. En pocos minutos, cuatro dedos eran los que le llenaban y sacaban más de un gemido que intentaba retener, supo que estaba listo, por lo que los sacó.

Preparó su erección con el presemen y poco a poco fue ingresando hasta que estuvieron por completo unidos. Repartió besos por su nuca y cuello esperando a que se acostumbrara, sus manos dejando caricias en sus brazos y torso, escuchando sus suspiros calmados.

-¿Puedo moverme?

-Hazlo, Min.

Nada más fue necesario cuando lo tomó de sus caderas y comenzó a moverse, al inicio lento, en un vaivén soportablemente tortuoso donde su pelvis apenas se alejaba, intentando encontrar su punto dulce. Pero mientras los gemidos de Jimin comenzaban a incrementar de volumen, sus embestidas también lo hicieron, el chapoteo de sus pieles impactando, resonando en esos cuatro muros. El peli-gris estaba por completo recargado mientras intentaba estabilizarse sosteniéndose apenas con sus manos.

-A-Ah, Min, ¡ahí! -Cuando encontró su punto no dudó en mantenerlo, encantado con los gritos que comenzaban a desgarrar su garganta anteriormente profanada. Las penetraciones eran fuertes y certeras, sus manos se unieron para que encontrara un mejor agarre-. ¡Mgh! ¡Sí, se siente bien! -Echó su cabeza hacia atrás apoyándola en el hombro del pálido, sintiendo el gran miembro expandiéndolo, rozando su próstata con cada empuje que le hacía delirar, totalmente perdido en las sensaciones.

-Me aprietas tan bien, voy a llenarte.

-S-Sí, sí, hazlo, e-estoy por llegar.

-Vengamos juntos, bonito.

Luego de aquello se dedicó a simplemente embestirlo, sin importarle que sus gritos puedan ser oídos por el resto de los empleados, o sus dedos rasguñándole por encontrarse al borde de ser liberado. Solo tres empujes en su próstata fueron necesarios para que se corrieran al mismo tiempo, sintiendo lo bien que se cerraba en torno a su polla, exprimiéndole al completo.

Salió de su estrecho agujero, observando deseoso cómo su propio semen comenzaba a escurrirle, ensuciando sus mejillas hasta sus muslos y perdiéndose más allá. Una imagen tan sucia que sintió que volvía a endurecerse, su orgasmo había sido potente y aún tenía energías para más, deseando ver su roja entrada escurrirle.

Pero antes de que pudiera hacer un comentario sobre una siguiente ronda, las luces y la energía volvieron de repente, espantándoles.

-¡Mierda! -Jimin gritó, agachándose en busca de sus ropas para vestirse a gran velocidad. No le quedó opción de hacer lo mismo mientras el elevador seguía bajando hasta la planta de conferencias. Se vistieron en cuarenta segundos récord. Y pocos segundos después, las puertas fueron abiertas, dejando ver a todos los empresarios esperarlos, al parecer soltando un suspiro de alivio al verlos.

-¡Señor! No sabíamos dónde se encontraba.

-Nos quedamos encerrados en el ascensor, me disculpo -hizo una corta reverencia, antes de señalar el salón de reuniones-. Podemos comenzar.

Todos asintieron, ingresando y haciendo demasiado escándalo para buscar sus propios asientos, momentos en los que Jimin aprovechó para organizarse.

-Min, dame las carpetas -mandó, obteniéndolas casi de inmediato-. Deja esto en la mesa principal -casi le lanza unos papeles a la cara, y YoonGi alzó una ceja. Por seguro que su trato de mierda no cambiaría. Empujando su lengua contra su mejilla en una mueca disconforme, hizo lo dicho.

El peli-gris se paró detrás de la mesa principal, con su secretaria detrás, con quien nuevamente estaba demasiado apegado. El pelinegro se cruzó de brazos, por completo disconforme con la situación en la cual se encontraba ahora.

-Oppa -antes de que pudiera comenzar a hablar, la muchacha le interrumpió en un susurro-, tiene algo goteando por tus zapatos -esa simple frase le hizo entrar en un cortocircuito. Abrió sus ojos alarmado, volteando para ver que era cierto, era jodidamente cierto.

-Debo ir al baño, lo lamento, s-si me disculpan -más tarde se reprendería por haber tartamudeado frente a ocho empresarios importantes.

Volteó a ver a Min, quien tenía una maldita sonrisa de completa satisfacción en su cara, quiso quitársela de un golpe, pero sólo pudo salir corriendo lo más rápido que pudo del salón. Sonrojado, avergonzado y malditamente caliente de nuevo.



























NOTA VIEJA:
Realmente nunca me vi haciendo un reto como este, personalmente porque me avergüenza y no creo escribir bien smut. Pero está siendo divertido y espero a ustedes igual les esté gustando, voy un par de días atrasada pero estoy intentando retomar le nivel nuevamente <3 nos leemos.

Coloreas a Dιᥱᥣ ♡

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