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✓ Día 4: Dance Reflect.

Mirror Sex: Sexo frente al espejo.

En la industria de la danza no es nada fuera de lo normal los problemas de alimentación o de autosuficiencia. Tienes que ser perfecto y, si no lo eres, puedes ir encontrando otra carrera a la cual dedicarte y puedas fracasar sin problemas o gritos por tu incompetencia.

Al menos así se sentía Park, eran tantas las veces que había pasado humillaciones en sus clases con distintos profesores debido a su peso, su vaga flexibilidad y mala postura que, ahora, era la perfección en persona. O al menos lo intentaba.

Delgado, ágil, buena flexibilidad y pies arqueados a la perfección. Nunca más tuvo que sentirse intimidado por nadie y lo lamentaba por sus compañeros que ahora sufrían esos maltratos. Porque ser bailarín de ballet era una tarea difícil, muy difícil si entrabas a una de las academias más prestigiosas del país dispuesto a ir lo más alto que tus pies te lleven.

Jimin amaba bailar, por lo que hacer dietas extremas con tal de obtener el peso ideal no había sido problema. Mucho menos el quedarse horas extra por cuenta propia para mejorar los pasos que más le costaban. Como ahora.

Las luces de la sala de práctica quizás eran una de las únicas del edificio que se encontraban encendidas, la música siendo puesta obligadamente desde su propio celular mientras calentaba un poco antes de posicionarse en medio frente al espejo. Sus cabellos castaños perfectamente acomodados, sus calzas rosas resaltaban sus tonificadas piernas, un short negro pegado por completo a su cuerpo y la maya negra por debajo de aquel, dejando su esplendida figura a la vista. Estaba muy orgulloso, a decir verdad.

Cuando oyó la música del violín y piano comenzar, sus pies iniciaron de inmediato con un corto vals, de izquierda a derecha, un giro con sus brazos en una "V" perfecta, un chassé, pas de bourreé, preparación en cuarta, y suspiró antes de prepararse para hacer tres pirouettes seguidas.

Fallando terriblemente cuando se desestabilizó en el segundo giro, costándole una seca caída contra el suelo de madera que le respaldaba.

-Mierda -gruñó.

Debía tener cuidado si no quería lesionarse por ser estúpidamente terco y quedarse tiempo de más luego de sus clases semanales. Pero los giros comenzaban a desesperarle, cada que debía hacerlos en clase, el profesor le veía y terminaba fallando, llevándose una pequeña reprimenda. ¿Lo peor? No tenía idea qué estaba haciendo mal. Sus brazos estaban inmóviles en un perfecto círculo al girar, sus ojos no se despegaban del punto fijo y su peso estaba cómodamente en el medio antes de elevarse. No encontraba el error.

Ignoró totalmente la música que siguió su curso y se dedicó simplemente a buscar la pirouette perfecta. Lo intentó, dos, tres o cuatro veces antes de que su mala acomodación en la punta le derribara una vez más por completo en el piso.

-Joder, eso dolió -gimió, atrayendo su pie hacia sí mismo, moviéndolo para ver si se había dañado con gravedad.

-Eres muy testarudo -una segunda voz le sacó por completo de sus pensamientos y maldiciones, obligándole a voltear hacia la entrada de la sala de prácticas, encontrándose a nadie más y nadie menos que su maestro cruzado de brazos mientras le veía.

-P-Profesor Min -casi de inmediato, el castaño se levantó del suelo importándole poco su pie en esos momentos-. Puedo-puedo explicarme-

-Te he estado observando -le interrumpió-, te tomaste muy a pecho mi regaño de hoy, ¿eh? -El pelinegro finalmente entró. Llevaba ropas normales y holgadas, acercándose a su alumno con una postura de envidiable confianza-. Son las once de la noche, ¿entiendes eso, Park? -Vio cómo el mencionado bajaba su cabeza, avergonzado-. Deberías estar en casa descansando para la clase de mañana temprano, hiciste un buen trabajo hoy, si te cuestan tantos las pirouettes deberías de habérmelo dicho.

-L-Lo siento, no volverá a pasar.

-¿Tu pie está bien?

-Ujum, creo que el impacto en mis piernas dolió más -recibió una negación inmediata.

-Terco Park -suspiró-, ponte en posición -el menor se quedó unos segundos analizando, hasta que entendió a lo que se refería.

Colocándose frente al espejo, sus pies listos en cuarta al igual que sus brazos. Observó a través del cristal la cabellera negra mirándole y poniéndose detrás de sí mismo.

-Cuatro cosas que estás pasando por alto: eje, coxis, alineación y el plié.

Jimin mordió su labio inferior en el momento que una mano se apoyó sobre su hombro y otra en su brazo.

-Tus hombros tienen que ir alineados con tus caderas, debes ser una sola línea -lo siguiente que sintió fueron sus manos en su espalda y pecho-. Tu eje es hacia adelante, no atrás, pero tu peso sigue en el medio, ten cuidado con el arco. El plié debe ser grande para tener el suficiente impulso de girar tres veces.

Cada palabra intentaba ser almacenada con dificultad mientras era toqueteado en distintas zonas por su profesor favorito y el más joven, recibido hace pocos años por lo que sólo se llevaban cuatro años de diferencia. Aún así, era uno de los mejores de su academia.

Pero finalmente ocurrió lo que temía e hizo que sus mejillas explotaran en rojo vivo.

-Coxis acomodado, no saques cola sólo porque tu eje esté adelante -su diestra fue a su pelvis y la izquierda a su trasero, empujando a la misma vez hasta poder acomodarlo en la posición perfecta. Pero Jimin no podía pensar con claridad, estaba realmente avergonzado y rogaba que el contrario no se percatara de aquello-. Muy bien, Park, ahora gira.

Tomó aire, antes de impulsarse y subir a la punta, sus brazos redondeados en primera, y es entonces cómo logró realizar los tres pirouettes sin mayores complicaciones, logrando caer en una pequeña cuarta frente al espejo de forma delicada y elegante. Tal descripción del ballet.

-Fue perfecto -el castaño sonrió con aquellas palabras-, realmente eres un alumno excepcional y brillante, no dejes que simples regaños te afecten, tienes mucho potencial, apuesto a que llegarás muy lejos con el baile, Park.

-Gracias...gracias, profesor Min, sus palabras son de mucha ayuda, las tomaré siempre en cuenta -el menor le observaba con gran admiración, mientras que el rostro inmutable del pelinegro comenzaba a deformarse en una sonrisa ladina en su dirección. No tardó mucho en acercársele lo suficiente como para que Jimin retuviera el aliento, viéndolo realmente sorprendido. Min aprovechó aquello y tomó su mentón con una de sus manos, alzándolo hasta que sus ojos conectaran y, arriesgándose, susurró de forma seductora:

-¿Cuál gracias, cariño? Es tu turno de ayudarme -no hubo momento que le dejara reaccionar al castaño, solo se lanzó a la captura de los labios ajenos, reclamándolos como suyos de forma indirecta mientras los movían al unísono. Un beso desordenado que tomó de imprevisto al bailarín. Ni en un millón de años creyó que alguna vez podría estar besándose con el atractivo profesor de danza con el que cualquiera de los estudiantes fantaseaba.

Jadeó apenas su inferior fue succionado, como una invitación a que sus lenguas se conocieran por primera vez. Aceptando gustoso el intercambio de saliva entre sus bocas y el roce constante de sus lenguas. Las huesudas manos de YoonGi se atrevieron a recorrer el torso contrario, hasta detenerse en su firme y estrecha cintura, pegándolo a su cuerpo de forma posesiva.

-P-Profesor -Jimin quiso decir algo al respecto, no terminando de entender qué era lo que estaba ocurriendo, pero ninguna palabra pudo salir de su boca cuando el pelinegro comenzó a succionar con fuerza su cuello y clavículas. Sus dedos dedicándose a amasar el gran culo perteneciente a Park, aquel que tantas veces había observado disimuladamente y deseando a su alumno en cada práctica con aquellas ropas tan apretadas que lo delineaban.

-Te he deseado tanto, Park Jimin-murmuró, su voz probablemente dos tontos más graves al ser víctima de la excitación-, permíteme hacerte mío -si sus mejillas estaban rojas, probablemente ahora lo era todo su rostro; el imponente y atractivo Min estaba insinuándole follar.

Con una acumulación de estrés y deseo, ¿quién se negaría en su lugar?

-Enséñeme todo lo que puede hacerme, profesor -y como si esa sola frase fuera un detonante, el pelinegro volvió a besarlo.

Demandante y sucio, importándole poco el lugar en el que se hallaban o la hora en el reloj. Sus manos recorriendo el cuerpo del contrario para aprender a conocerse, saber dónde tocar y buscar el placer de ambos.

-Ponte en la barra.

Aquel mandato le tomó un poco por sorpresa a Park, un tanto confundido, fue hacia la barra del centro frente al espejo, viendo a través de este los movimientos del mayor. Apagó algunas luces y cerró la puerta con seguro hasta llegar detrás suyo. Se soresaltó cuando sintió sus shorts siendo bajados de un segundo al otro y su maya siendo retirada con delicadeza hasta desprenderse de su cuerpo, dejándolo sólo con sus calzas transparentes a la disposición de YoonGi.

-Tienes un cuerpo hermoso, probaremos tu flexibilidad ahora. ¿Quieres? -El castaño tragó saliva antes de asentir, no tenía idea de lo que estaba por venir-. ¿Cuál es tu pierna lastimada?

-L-La derecha.

-Bien, sujétate bien -lo próximo que sintió, fue su muslo derecho siendo tomado hasta subirlo arriba de la barra en la cual sus manos se aferraban con fuerza, quedando flexionada y colgante, solamente sosteniéndose con su pierna izquierda evitando que cayera-. Esta posición le queda espléndida a tu culo, bebé. Sólo para mí.

Jimin respiraba agitado, sintiéndose demasiado expuesto al contrario, solo pudiendo observarlo por el espejo cada uno de sus movimientos y expresiones. Sentía su erección solo por la candente situación y la expectación del momento.

Unos besos en su espalda desnuda hizo que cada uno de los vellos de su cuerpo se erizaran, arqueando su espalda ante el contacto de su lengua que se deslizaba por toda su espina dorsal, dejando una que otra marca como símbolo de pertenencia.

-Prometo comprarte unas nuevas -el susurro en su oído lo descolocó, pero no tardó mucho tiempo en darse cuenta a lo que se refería, cuando el sonido de sus calzas rompiéndose lo espantó.

-¡Profesor! -Reclamó con un puchero, eran de sus favoritas y de las únicas que no se habían roto todavía por el grosor de sus muslos.

-Lo siento, te llevaré de compras -la declaración lo hizo sonrojar, creando la posibilidad en su mente de pasar más momentos con su mayor fuera de las clases de ballet.

Min sonrió con sonora al ver que el contrario no portaba ropa interior y ahora tenía en frente a su pequeño y apetecible agujero rosado. Se le hizo agua a la boca de solo contemplarlo, y decidió complacer cada uno de su pensamientos en esos momentos.

Se arrodilló, tomando ambas carnes para separarlas dejándolo completo a su merced.

-Quiero que te observes mientras te hago sentir bien, cariño -fue todo lo que dijo antes de comenzar a besar la zona: repartió besos y mordidas hasta delinearlo, complacido con los gemidos y jadeos que soltó Park sólo por sus jugueteos. La saliva cayendo directamente a su entrada para que la bienvenida de la lengua del pelinegro fuera mucho más sencilla y grata.

-¡Oh, Min! -Chilló, apretando fuerte la barra de la cual se sostenía mientras su cadera incitaba en irse hacia atrás para follarse a sí mismo con la lengua contraria que comenzaba a salir y entrar a su propio ritmo, desesperándolo y enviándole miles de sensaciones a su entrepierna-. ¡A-Ah! M-Mierda sí, se-se siente bien, profesor -no recibió contestación, pues el nombrado estaba más concentrado en penetrarlo con dos de sus dedos. Los gemidos agudos de Jimin eran un completo deleite que le invitaba a aumentar la velocidad de sus actos.

-Estás siendo tan escandaloso, apuesto que hasta la secretaria escuchará tus gritos, Park -el castaño lloriqueó por aquellas palabras, excitándole aquella posibilidad. Mientras los dedos en su interior se volvían tres, expandiéndole lo más posible para dilatarlo. YoonGi creyó que era suficiente, por lo que los retiró lentamente, observando lo húmedo y necesitado que había quedado su interior.

-P-Profesor, por favor...

-¿Qué necesitas, bonito?

-Lo necesito, f-fólleme, fuerte -las piernas de Jimin temblaban, se sentían entumecidas y no tenía idea de cuánto podría soportar así, pero quería ser bueno, quería ser bueno para YoonGi y demostrar que lo soportaría.

-Lo que desees.

Min finalmente retiró sus prendas, una por una fue cayendo al suelo hasta encontrarse completamente desnudo. El menor se deleitó con la vista de su figura y abdominales, claro que era profesor de ballet, su cuerpo era perfectamente sexy y su miembro se erguía orgulloso de su grosor y tamaño. Tuvo que apartar la vista hasta los ojos felinos que le examinaban para no arrodillarse y probar semejante pedazo de carne.

No pudo percatarse el momento en el cual su glande ingresó, sintiéndolo tan bien en el interior. Gimió ahogado cuando parte por parte su pene fue entrando hasta llenarlo por completo, hasta hallar su próstata sin ningún tipo de esfuerzo.

-¡Mgh! ¡Min, fóllame! -No pudo resistirse, y el pelinegro tampoco cuando agarró las caderas contrarias, encantado con aquella posición, y comenzaba a entrar y salir, fuerte y certero. Enviando miles de sensaciones a ambos-. ¡Ah! ¡Sí, sí, sí, profesor, m-más! -YoonGi quiso reírse al ver la nueva faceta desvergonzada de su alumno, pero solo pudo dedicarse a embestir su apretado agujero que se amoldaba perfectamente a su polla. Todo en aquel castaño parecía un pecado absoluto.

Tomó con una de sus manos el miembro rojizo y desatendido del menor, llevándolo al mismo vaivén que las penetraciones, sacándole más gritos desde su garganta al estimular correctamente su punto dulce. Pegándose a su cuerpo y moviéndose lento solo para poder rozar su interior constantemente y ver cómo poco a poco las lágrimas salían de los ojos avellanas por la estimulación desbordante. Viendo cada cosa ocurrente por el reflejo tan candente que mostraban, con el sudor empapando sus cuerpos y sus expresiones de placer y lujuria pura. La cabeza del menor reposó sobre su hombro, llorando y gimiendo por la sensación tan fuerte que le brindaba.

Fue suficiente tortura cuando su interior se apretó aún más, dando como anuncio un pronto orgasmo y decidió continuar con sus embestidas frenéticas y fuertes. Gruñó y gimió sintiendo su éxtasis próximo, sujetando con fuerza su cintura y follándolo cual animal. Perdido entre los gemidos y la estimulación de su polla, se vino en el interior dando una muy certera puntería que hizo que Park se desmoldara en sus brazos, corriéndose contra el espejo.

Sus respiraciones agitadas fueron todo lo que se escuchó en el salón, saliendo de Jimin y ayudándolo a bajar la pierna de la barra, viéndolo caer de rodillas apenas tuvo que sostenerse por sí mismo. Se veía tan pequeño y desprotegido que YoonGi fue en busca de su bolso por una toalla, agua y la vestimenta que le correspondía.

-¿Estás bien? -Preguntó, limpiando el sudor de su frente, las lágrimas de su rostro y quitando las rotas y manchadas calzas por su semen. Era un absoluto desastre.

-S-Sí, solo...eso fue algo intenso -le ayudó al menor a vestirse mientras intentaba recuperar su respiración. Ambos estuvieron listos luego de pocos segundos, abriendo las ventanas para que lo empañado de los espejos y el olor a sexo pudiera disiparse.

-No creo que sea necesario que vengas mañana.

-P-Pero...

-Caminas cojeando, te lastimaste el pie y te quedaste sin calzas. Yo creo que lo único que querrás hacer es quedarte todo el día en cama -un poco avergonzado, Jimin asintió, tomando su bolso para irse a casa ya casi siendo media noche-. ¿Te irás caminando?

-Eso pensaba.

-Te llevo conmigo, cariño -Park se sonrojó, dándose cuenta que esto que comenzaba entre ambos, sería para rato.

Y no podía estar más ilusionado por eso.

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