✓ Día 3: Gentle Night.
Somnophilia: La somnofilia es un tipo de parafilia en la cual la excitación sexual y/o el orgasmo son obtenidos al mantener relaciones sexuales consentidas con una persona cuando esta esté dormida.
La cálida noche de julio caía sobre Seúl; una ciudad donde, en aquellas horas, las luces de cada edificio predominaban, dejando una agradable vista para cualquier ojo que la observara desde lejos. Y aquel era el caso del hombre parado frente al ventanal de su oficina en uno de los edificios más caros y altos del lugar.
Sus cansados y oscuros ojos reflejaban la vista que obtenía desde tal altura, perdiéndose maravillado unos pocos minutos. Un bostezo lo sacó de sus pensamientos y se estiró en consecuencia. Volviendo a su silla de trabajo y escritorio en donde su laptop continuaba prendida con documentos y observaciones de varios de sus pacientes.
Ser uno de los psicólogos más codiciados de Seúl era un trabajo cansador, su paga era muy buena, demasiado exquisita como para dejarlo, y amaba lo que hacía. Pero aburrido era solamente tener que escuchar constantemente a empresarios millonarios tener problemas con sus esposas, que amantes, y el trabajo, o sus hijos. Pero callado, simplemente se encargaba de solucionar los problemas de esas personas. O al menos hasta donde le era posible.
Apagó todo cuando decidió que era suficiente, para su suerte, al otro día era sábado, por lo que ese día se decidió adelantar trabajo antes del lunes. Apagó las luces de su oficina antes de salir, su pent house era iluminado por los faros y la extravagante luminosidad del exterior. Pasó por la sala y se perdió entre los pasillos hasta llegar a su tan esperada habitación. Cual compartía con su preciado esposo.
Entre la oscuridad, pudo deslumbrar su delicada figura dormida, algo obvio al ser pasadas las tres de la madrugada. Sus rubios cabellos descansaban de forma desordenada sobre su almohada y su cuerpo simplemente cubierto por una de sus camisetas desacomodada hasta su abdomen, sus piernas al completo descubiertas de forma tan sensual, pero su vista no pudo evitar reposarse sobre su culo adornado con una preciosa lencería negra, de tela tan delgada que aseguraba poder romperla solo con sus dientes.
Min tuvo que reprender todo el deseo que se instaló en segundos mientras apretaba sus puños con fuerza. Porque él era un fetichista, su más grande filia haciéndose presente como lo era llamada la somnofilia. Él tenía un gran problema cuando veía dormir a su esposo, especialmente si se observaba tan deseable como en esos momentos.
Recuerda habérselo comentado años atrás, y nunca pareció haber tenido problemas sobre aquello. Pero YoonGi era demasiado derecho y correcto, nunca le pareció bien hacerlo sin antes tener toda clase de consentimiento por parte del contrario. Por lo que soltó un pesado suspiro, y se decidió por caminar al baño privado de su cuarto, pero es entonces cuando notó algo inusual, lo que parecía ser una carta reposaba sobre su mesa de noche.
Se acercó hasta tomar entre sus manos el papel, deleitándose con la preciosa caligrafía del menor.
"Yoonie, sé que esta semana ha sido muy dura y estresante para ti. Por favor, úsame para lo que necesites."
Leer aquellas palabras hizo que un escalofrío recorriera la espalda del pelinegro. Realmente se hallaba muy excitado en esos momentos y no tardó mucho más en resignarse a sus pensamientos y acercarse a la cama matrimonial. Quitó su camisa con algo de prisa, sus pantalones estúpidamente caros regados por el piso. Cuando estuvo simplemente en bóxers, se subió sobre el colchón devorando con la mirada a su chico que dormía tan plácido en sus ensoñaciones.
Tomó sus gruesos muslos, abriéndolos para él mientras se colocaba entre ellos. Acarició sus piernas con gran dulzura y aprecio. Lentamente se fue acercando hasta su rostro, depositando cortos besos sobre sus labios, delineándolos con su afilada lengua hasta bajar por su mandíbula y besar sus descubiertas clavículas. Todo con gran cuidado y delicadeza, no pretendía que el rubio se despertara aún.
Dejó cortas mordidas sobre su blanquecino cuello, deseando repoblarlo de marcas, sin recordar cuándo fue la última vez que le había tocado por su ocupado trabajo.
Se reprendió mentalmente por eso, pretendiendo comenzar a hacerlo más seguido, sabía cuánto le gustaba a Jimin tener sexo. Soltó un suspiro a la vez que tomaba la remera y la subía hasta que su lindos y erectos pezones se dejaron ver. Ansioso por escucharlo gemir, llevó su boca hasta el derecho en donde comenzó con cortas lamidas hasta poder succionar con más confianza.
—Agh... —fue un jadeo lo que consiguió a cambio, sintiendo una pequeña descarga de adrenalina, se decidió en chuparlos con más fervor. No tuvo que hacer demasiado para que aquellos sonidos pecaminosos salieran de la boca contraria, sintiéndolo removerse bajo su tacto. Tuvo que desistir, realmente no pretendía despertarle aún.
Próximamente, fue repartiendo sus besos y mordidas por su torso, abdomen y pelvis hasta llegar a sus muslos, aquellos que tanto amaba y adoraba tocar. Todo en el cuerpo del menor le incitaba a morder y recorrerlo con sus huesudas manos. Adoraba cada parte de su esposo y hacer el amor con él solo lo confirmaba mil veces más.
Se obligó a preparar sus propios dedos con su saliva, diciéndose a sí mismo que era suficiente, ya queriendo penetrar al pequeño cuerpo bajo suyo. Ensalivó lo necesario para que su húmedo interior fuera resbaladizo y fácil, hasta ingresar el primer dígito en el ano del rubio. Pudo presenciar su erección aún debajo la lencería y el momento exacto en el que Jimin separó sus labios para poder respirar pesadamente. Movió su dedo, sacándolo y volviéndolo a ingresar repetidas veces hasta que el segundo pudo entrar. Usó las tijeras para expandirlo, atento a todas las expresiones faciales de su amante.
Lo intentó, pero no pudo seguir esperando, bajó su propio bóxer para dejar libre su hinchada polla, el presemen hizo el trabajo de lubricación por lo que, con todo el cuidado que su razón le permitió, fue penetrando. Gimiendo ronco ante la estrechez que le daba la bienvenida después de las semanas sin haberlo hecho.
—Mierda, Jimin, eres delicioso, bebé —tomó nuevamente las piernas entre sus manos logrando pegar su pelvis contra el cuerpo contrario, comenzó con leves empujes, escuchando los gemidos del rubio ir en aumento tal cual sus estocadas. El sudor iba cayendo por su frente, apegando sus cuerpos con el calor del verano mientras más se intensificaban los movimientos.
—Mhg, ah, ¡a-ah! —Pudo encontrar su próstata con tanta facilidad como lo era manipular su cuerpo a tal antojo—. ¡Uhg!
—Amor, sé que estás despierto —susurró de forma áspera justo en su oído mientras dejaba una coqueta mordida en el cartílago de este. Tan pronto como dijo esas palabras, unos brazos envolvieron su cuello y las caderas de Jimin tomaron sentido propio incitando a penetrarlo con la fuerza que no usaba por el cuidado.
—Mmm hyung —gimió, entrecerrando sus ojos, estaba tan adormilado y sin casi ningún pensamiento llegaba a su cabeza además del placer que sentía—, hyung, m-más —articuló con dificultad.
Y YoonGi le dio lo que pidió, aumentando la velocidad y fuerza de sus penetraciones sin perder de vista el punto donde hacía a su marido delirar. Alzó sus piernas más alto para poder apegarse más a su pareja, quien gimió en respuesta por la nueva posición. Continuó con sus empujes, entremezclando los sucios sonidos de sus cuerpos contra los gemidos de ambos.
—¡YoonGi! Vo-voy a-¡ya casi!
Min asintió, por más que sus palabras sean casi inentendibles, los jadeos y gemidos del menor eran suficientes para sentirse al borde. Dando unos últimos empujes antes de que el grito del rubio le avisara por su orgasmo, golpeando su abdomen con su esencia. Sintió el temblor en sus piernas y sus tartamudeos en susurros. Volvió a penetrarlo con fuerza buscando su propia liberación, deleitándose con los agudos gemidos por la sobreestimulación mientras intentaba retenerse sujetándose de las desordenadas sábanas.
—Eres tan bueno para mí, cariño —finalmente se vino dentro del agujero del menor quien sintió que por fin volvía a respirar.
Ambos estaban por completo agitados y cansados. YoonGi fue quien se alejó primero, retirándose del interior mientras veía su propio semen manchar los muslos de Jimin. Le miró por completo, las preciosas y sonrosadas marcas que había dejado por cada parte de su cuerpo, sus piernas temblando por el reciente orgasmo, sus cabellos desaliñados y las lágrimas que terminaban de bajar por sus sonrojadas mejillas.
—Eres un precioso desastre ahora mismo, bebé —sonrió, orgulloso del resultado que había dejado.
—T-Te extrañé —murmuró, estabilizando su respiración—, te habías tardado.
—Lo siento —se disculpó, dejando un pico en el puchero de sus labios, buscando una toalla en el baño para poder limpiarle—, y gracias, supongo que necesitaba esto.
—Gracias a ti por follarme tan bien —el pelinegro soltó una risa, y una vez dejó todo listo, volvió a la cama con su esposo. Atrayéndolo en un abrazo para darse mutuo calor—. Hay que hacer esto más seguido.
—¿De verdad lo crees?
—Despertar mientras me follas es tan excitante, hyung, de verdad sácate esa culpa conmigo —Min aspiró el aroma dulzon de los cabellos del menor, aquel shampoo que usaba era su favorito.
—Entonces no te asustes si mañana amaneces con mi polla en ti.
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