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7: A Little Death

Ship: Izo x Ox x Shijima

Palabra: Velas derretidas.
Universo de Saint Seiya.// Omegaverse.// Headcanon.
Advertencias: Leve mención de vouyerismo.

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“Los Omegas que sirven a Athena tienen dos opciones: Consagrarse a la diosa, cubriendo su rostro con una máscara como símbolo de renuncia a su naturaleza Omega, comprometiéndose a mantener su castidad de por vida. O dar al menos un descendiente al servicio de la diosa."

Eran una de las tantas cosas jodidas que como Omegas debían aguantar. O tomabas la decisión de mantenerte virgen de por vida antes de los 12 años, o te jodías comprometiéndote a parir un cachorro para la diosa. No tenías una tercera opción si querías quedarte en el Santuario, y siendo un santo dorado predestinado, no era como si pudieras desertar y salir con vida siquiera.

Izo había decidido no consagrarse. Se negaba a usar una máscara, rechazando su naturaleza Omega, como si serlo fuera algo malo o algo que odiara o avergonzara. No, no odiaba ser un Omega, ni se sentía avergonzado de serlo. No rechazaría jamás su naturaleza Omega, no se negaría a sí mismo nunca. Pero ahora, con la guerra santa a la vuelta de la esquina, debía cumplir su "deuda".

- Gracias por aceptar.- Agradeció, mirando a sus dos cómplices.

- Ya habíamos hablado de esto, y te dije que estaba de acuerdo.- Suspiró aún algo nervioso el rubio.- Pero... Sabes que...

- Lo sé.- Asintió el azabache.- Pero si puedo seguirte el ritmo, creo que puedo soportar un parto aún si el bebé llega a ser más grande de lo normal.- Añadió.- Además, por eso elegí a un buen amigo como testigo.

Shijima asintió, con la suave sonrisa que lo caracterizaba.

Otra de las malditas condiciones de esa ya de por sí, estúpida regla... Si decidían parirle un hijo a su diosa, durante la cúpula, debía haber al menos un testigo que diera fé y certeza del suceso. Ese mismo testigo tendría la obligación de ayudar al Omega durante el embarazo y el alumbramiento, así como de criar y entrenar al cachorro si el Omega no sobrevivía al parto. Por eso la mayoría de las veces era un Omega, o a veces un Beta el elegido como testigo.

Para todos los demás, era una simple formalidad, un protocolo. Pero ellos tres sabían bien que no era así.

Shijima, otro de los tres Omegas de la orden dorada de esa generación. Quién ostentaba el título de "el Omega de Athena", que a ojos de Izo, lejos de ser algún tipo de bendición, era una condena.

Shijima tenía intrínsecamente prohibido relacionarse de forma romántica con cualquier persona. Debía mantener su castidad de por vida. La única diferencia al resto de Omegas consagrados, era que él no estaba sujeto a la regla de la máscara.

Ambos Omegas habían caído enamorados del mismo Alpha, habían tenido un pequeño episodio de rivalidad en su adolescencia, cuando Izo volvió de Japón. Pero después de ser confrontados por el resto de sus compañeros, y de que tuvieran una pequeña conversación para limar asperezas, lograron resolver sus diferencias y llegar a una resolución pacífica.

Ambos declararon sus sentimientos al mismo tiempo, dejando que fuera Ox quien eligiera a uno de los dos.

En su momento, fue una situación en extremo incómoda. Ox no supo ni qué responder a la primera, algo así era un shock demasiado grande para cualquiera. Que tus dos amigos de la infancia se te declaren al mismo tiempo, pidiéndote que elijas a uno de los dos... ¿A qué persona cuerda le gustaría estar en esa situación?

A los tres les tomó tiempo procesar, digerir y asimilar toda la información. De un modo u otro, los tres estaban involucrados en ese asunto, y los tres iban a terminar afectados de una u otra forma con la resolución.

Después de unos días de distanciamiento, siguieron varios días de largas e incómodas conversaciones frente a frente. Exponiendo cada uno sus sentimientos, lo que pensaban, y tratando de encontrar una resolución que perjudicara lo menos posible. Hasta que finalmente habían llegado a una, unas semanas después. Misma que habían mantenido los últimos años.

Al final, ambos Omegas se habían hecho bastante cercanos. Izo ya había manifestado abiertamente no tener ningún tipo de problema por los sentimientos de Shijima a su Alpha, y por saber que era mutuo. Los dos se sabían amados, aunque solo uno podía serlo en público, solo uno podía mantener ese contacto físico, y solo uno cargaría el fruto de ese amor... Todo por culpa de esa maldita ley que estaban forzados a seguir los santos de Virgo.

El testigo tenía la obligación de preparar todo para el momento de la concepción. Desde las sábanas, hasta las velas que se requerían por protocolo.

Se trataba de velas con un efecto afrodisíaco. Con el propósito de contribuir a garantizar el embarazo. También marcaba el tiempo establecido para ese propósito. Cuándo la última vela se consumiera, significaría que el tiempo había pasado y habría que esperar un mes para saber si la concepción se había logrado o habría que volver a intentarlo.

El aroma de las velas era demasiado suave y atractivo, mezclado con el de las feromonas y ambos y todos los demás efectos del celo, hacían que la temperatura de la habitación, al igual que el de sus cuerpos, se elevara con cada segundo que pasaba.

Como guerreros tenían prohibido relacionarse de forma romántica, incluso para una misión como esa. Solo debían concebir el cachorro, sin ningún tipo de toque o interacción demás. Otra misión del testigo. Pero, ¿quién iba a delatar todo lo que estaba sucediendo?

¿Quién se iba a enterar de cómo Izo engullía de forma hambrienta cuánto podía el miembro de su Alpha, recibiendo unas caricias en el cabello mientras lo hacía?, ¿o cómo le dirigía una mirada disimulada al Omega pelirojo, que observaba todo, apretando sus piernas con timidez, mientras intentaba contener sus deseos por no querer faltar a su voto y a su diosa?

¿Quién se iba a enterar de cómo en el momento de la penetración, Shijima se acercó lo suficiente para ayudar a Izo a lograrlo, y que en ese pequeño instante, Capricornio aprovechó la cercanía para robarle un beso?

- Lo siento. No pude resistirme.- Jadeó el azabache, observando el sonrojo en las pálidas mejillas del otro Omega.- La oferta sigue en pie, si cambias de opinión.

- Saben que no puedo hacerlo.- Respondió el Omega pelirojo, mirando a los ojos a ambos.- Estoy bien. No se preocupen por mi.

En un momento de impulsividad, dejándose llevar por la locura de Izo, Shijima se acercó hasta el rostro de Ox, dejando un corto pero intenso beso en sus labios. A la par que Izo comenzó con el vaivén de su cadera.

Después de eso, Shijima retomó su posición inicial, como un simple observador.

Sabía que estaba cometiendo una traición a su diosa por amar a alguien más que a ella. Por tener ese tipo de pensamientos, por sus deseos de romper su voto de castidad y sentir los placeres y dolor de la entrega...

Pero no podía, no debía fallar. Tenía muchas responsabilidades sobre sus hombros como santo de Virgo, cómo el Omega de Athena. Responsabilidades a las que no podía fallar por placeres carnales y deseos egoístas.

Pero enmedio de esa pelea de su mente contra su corazón, le era imposible no escuchar los pequeños quejidos de Izo, seguidos segundos después por los gemidos del Omega.

Al alzar la mirada, podía darse cuenta del escándalo que tenía frente a sus ojos. Cómo el Omega pelinegro gemía, moviéndose con frenesí, siendo sostenido por las fuertes manos del Alpha que ambos amaban.

Mirar el sonrojo y las expresiones de placer de ambos, el sudor perlando sus cuerpos desnudos, y el reflejo de la luz cada vez más tenue de las velas reflejándose en su piel...

Era difícil no ceder a semejante panorama. Desear aceptar la propuesta de Izo y tomar ese lugar aunque fuera por unos minutos. Sentirse lleno, provocar los jadeos de ese Alpha que lo hacía perder la cabeza, sentir su calor...

Al final, igual que en todas las ocasiones anteriores, todo eso pudo más que él y su voluntad. Otra vez, no pudo resistirse más al deseo de usar sus manos para intentar calmar sus deseos, sintiendo bastante mojada esa zona, y como sus dedos se deslizaban sin problema alguno.

A pesar de no ser la primera vez que sucedía, no pudo evitar sentirse avergonzado por lo excitado que estaba al observar, y peor aún, al darse cuenta de que Izo, igual que siempre, lo miraba a los ojos, incitándolo a no conformarse solo con sus manos y su imaginación.

Bien decían que entre Omegas se entendían mejor. No hubo necesidad de palabras para que se acercara al Omega azabache, recibiendo un beso mucho más intenso y largo que el primero. Pero esta vez le siguió el juego, dejándose hacer por la boca de capricornio, mientras eran observados por Ox.

- La regla dice que nada de Alphas, pero no dice nada de otro Omega.- Susurró Izo, acariciándole el pecho, sacándole un suspiro.

- Izo...

- Si solo uso la boca y las manos no debería haber un problema, ¿o sí?- Insistió el pelinegro, dejando un corto beso en su cuello.- Te dije que está bien para mí ser dos Omegas. Eso implica ayudarte también.

Sin duda, el custodio del décimo templo tenía un lado bastante seductor, capaz de hacer ceder a cualquiera.

Lo siguiente que supo, fue como Izo terminó enmedio de sus piernas, haciéndolo gemir usando solo su boca y manos. Mientras el azabache recibía las embestidas del único Alpha en la habitación.

No comprendía cómo Izo podía mantener el ritmo sin ahogarse, pero su mente estaba dando vueltas, sintiendo el contacto de otro por primera vez en su vida. Capricornio era un Omega también, sabía dónde y como tocar para hacerlo delirar.

Se perdió en esas sensaciones, hasta que lo único que pudo percibir fue la tenue luz de las velas, antes de que todo se distorsionara, cuando sintió algo bastante parecido a una descarga eléctrica.

Su mente quedó dando demasiadas vueltas, hasta que sintió sus mejillas ser besadas por dos pares de labios distintos. No tuvo necesidad de abrir los ojos para saber de quienes se trataba.

- ¿Estás bien?- Escuchó la voz de Ox, cerca de su oído.

Shijima solo asintió con cansancio. Realmente había sido demasiado intenso.

- No quiero molestar, pero el nudo está a nada de formarse.- Dijo Izo, acariciándole los hombros y pecho.- ¿Te molesta acompañarme?

- Para eso soy su testigo, ¿no?- Respondió, después de dejar un pequeño beso en los labios de Izo, y después de Ox.- Es mi deber acompañar al Omega en el momento del nudo y tranquilizarlo.

Ahora era su turno de acompañar a Izo. Por eso permaneció a su lado, tomando su mano, escuchándolos jadear a ambos, hasta que el momento llegó.

Notó como Izo se mordió los labios para evitar gritar, mientras le apretaba la mano con fuerza. Seguramente había sido doloroso, pero Izo se contuvo, aunque la pequeña lágrima que escapó de su ojo lo delató.

- Está bien, no tienes porqué aguantar sólo.- Mencionó el pelirojo, dejando un pequeño beso en su cuello, mientras le limpiaba la lágrima.

- Estoy bien. He aguantado dolores peores.

- ¿Estás seguro?- Le preguntó ahora Ox, preocupado por él estado del Omega.

- No se preocupen por mí.- Respondió el pelinegro, mostrando una pequeña sonrisa.- No soy un Omega frágil, ni un principito en apuros, puedo con esto... Creo que incluso me gusta sentir un poco de dolor de vez en cuando.

Solo pudieron devolverle la sonrisa a Izo, y después besar sus mejillas.

Shijima miró la última vela derretirse, hasta que se apagó por completo, dejando tras de sí solo un suave aroma floral.

- Justo a tiempo.

- Nunca falló en una misión, y esta no iba a ser la primera por una miserable vela.- Bromeó Izo, notando el detalle de las velas.- Aunque... Podría perder a propósito algún día. Si decides ir más lejos.

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