4: Let's Make a Cake
Ship: Milo x Shaka
Palabra: Chocolate y crema.
Universo de Saint Seiya.// Omegaverse.// Post guerra santa.// Final Alternativo.// Post SoG
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La guerra santa había terminado, Hades había sido derrotado, Odin les había otorgado una nueva vida como recompensa por su valiente ayuda contra Loki, la Tierra estaba en paz...
Por fin podían tener unos momentos de descanso después de tanto dolor y sufrimiento. Y cada uno había tomado su rumbo.
Algunos como Mu, Camus y Death Mask, habían decidido aprovechar el tiempo para estar lejos del Santuario. Pero dejando en claro que volverían si eran requeridos.
Otros como Afrodita, Shura y Aldebarán habían tomado unas vacaciones, pero habían vuelto poco después.
Y los demás habían decidido permanecer en el Santuario, cada uno por sus razones. Algunos por no desear dejar su puesto vacío, otros por querer entrenar, y otros por simplemente no tener un destino a dónde viajar.
De esa manera, sin darse cuenta, pasaron más de tres años. En los que la paz siguió reinando, y luchar no fue necesario. En un ambiente así, los romances no tardaron mucho en surgir más libremente, ahora que Saori había permanecido en el Santuario, cambiando muchas cosas. Reformando varias leyes, y aboliendo completamente otras, cómo permitir abiertamente las relaciones amorosas, o que el uso de máscara para los santos femeninos y Omegas dejara de ser obligatorio.
Aceptar esos cambios había sido todo un proceso. Algunos los adoptaron muy rápido y sin ningún problema, otros tardaron un poco más, cada uno a su ritmo.
- ¿Está todo bien, Milo?
- Claro.- Asintió el Omega, sin prestar demasiada atención al Alpha rubio, mientras seguía colocando algo de crema batida en un pastel.- ¿Por qué no lo estaría?
Desde hace unos días, Shaka había notado a Milo actuando un poco extraño. Exactamente, desde el retorno de Mu al Santuario junto con sus dos discípulos, para darle una noticia a Athena y a todos sus compañeros.
Tenía una ligera sospecha de la causa, pero no quería adelantarse a sacar conclusiones, y prefirió preguntar directamente. Sin embargo, sabía lo orgulloso que podía llegar a ser el Omega de Escorpio, así que debía armarse con toda su paciencia.
- Estás actuando un poco raro desde que Mu nos dió a todos la noticia de su embarazo.
Al escuchar esas palabras, Milo por fin se detuvo de lo que estaba haciendo. Dejó a un lado la manga pastelera, suspiró, y volteó a ver a Shaka. Sabía que no podía mentirle, ningún detalle pasaba desapercibido para ese Alpha.
- Milo...
- No preguntes. Ni siquiera yo lo entiendo.- Suspiro, aceptando el abrazo que el rubio le ofreció.- Es solo que... No lo sé. Han pasado tantas cosas...
Vaya que lo habían hecho. La batalla en Asgard había provocado muchas cosas durante y al final de, no solo darles una nueva vida, sino todo lo que eso implicaba.
Algunas relaciones se fortalecieron aún más, fue el empujón de otras, y otras más fueron completamente destrozadas.
- ¿Es por...?
- Sé lo que pasó en Asgard hace tres años, Shaka.- Suspiró, apretándose el vientre con las manos al separarse un poco.- Creí haber sanado esa herida, pero... Creo que me equivoqué.
Shaka no dijo nada, sabía que Milo necesitaba desahogarse, y él estaba listo para escucharlo, contenerlo y consolarlo. Sabía que seguía siendo algo difícil de digerir para él.
- Sé que es demasiado egoísta, e incluso absurdo, pero... No puedo evitar sentir algo de envidia por Mu.- Admitió con vergüenza.- Quiero decir... Solo míralo. Escapó del Santuario y sobrevivió completamente sólo a los siete años. Logró cuidar solo a un cachorro huérfano a los once años. Ha sabido superar todo, y ahora... Tiene a Kiki, a ese niño de Asgard que adoptó también, un Alpha, y ahora, están esperando un cachorro.- Añadió, intentando no llorar.- Sé que está mal tener ese tipo de pensamientos, y que debería estar feliz por él, pero... No puedo evitar sentir envidia porque él tiene algo que yo siempre quise, y que probablemente jamás tendré... Todo por mi estupidez.
- Milo, es perfectamente normal que te sientas así. No te atormentes por eso.- Le tranquilizó, tomando su mano.- Y además, no tienes la culpa de lo que pasó.
- Si yo no hubiera insistido en tratar de hacer entrar en razón al imbécil de Camus, no habría terminado siendo emboscado, ni cayendo por ese estúpido precipicio.- Musitó con rabia contenida el peli-violeta.- Si eso no hubiera pasado... Yo...
Shaka lo abrazó, besando su frente, mientras le acariciaba la espalda, dejándolo llorar.
Poco después de volver al Santuario, habían iniciado una relación, misma que no tardó mucho en prosperar y hacerse formal. Milo expresó desear tener cachorros, y Shaka aceptó, pero a pesar de intentarlo muchas veces desde hace casi dos años, simplemente no lo lograban.
Por consejo de Saori, visitaron a un especialista, y después de someterse ambos a varias pruebas y exámenes físicos, descubrieron la razón. Shaka no tenía ningún tipo de anomalía, todo estaba en orden. Era Milo quién tenía el problema.
Al parecer, había sufrido una lesión que había cicatrizado mal, y si bien, no era algo mortal o que le pudiera causar problemas de salud a futuro, sí le dificultaría muchísimo quedar en cinta. Y de lograrlo, requeriría muchos cuidados para conseguir llevar el embarazo a término.
Al rastrear el origen del problema, llegaron a la conclusión de que la lesión se había producido mientras estuvieron en las tierras congeladas de Asgard. Desde ahí, Milo recordaba que sus celos y reglas comenzaron a ser irregulares o a veces ausentarse por dos o tres meses, cuando antes había sido totalmente regular. Después de la caída que lo había dejado inconsciente por un día completo, cuando Shaka lo encontró y prácticamente lo salvó de morir congelado.
Para Milo, recibir ese diagnóstico hace unos meses había sido un golpe fuerte, un verdadero desafío en más de un aspecto. Desde ver su plan de vida frustrado y que seguramente tendría que resignarse a qué nunca sucediera, hasta ser consciente de que su sufrimiento había sido causado por el que creyó su "mejor amigo".
Camus, de alguna forma, se enteró de todo, y apareció en el Santuario, pidiendo perdón a Milo. El octavo guardian no quiso escucharlo y le pidió que se fuera, necesitaba tiempo para asimilar todo, y verificar si realmente podía perdonar y olvidar antes de aceptar o rechazar sus disculpas. El aguador pareció comprender, y retirarse sin hacer más escándalo.
Desde ese encuentro hace meses, ninguno se dirigía la palabra, solo sabían que el Delta de Acuario seguía viviendo en Asgard, y nada más. Milo ya había admitido sentirse atrapado entre la espada y la pared por momentos, quería mantener su amistad, pero a la vez le era imposible no sentir demasiada rabia por todas las acciones de Camus, que se cuestionaba si su amistad realmente tenía el mismo valor para el Delta que para él, o si terminarla y cortar la comunicación definitivamente al final iba a ser lo mejor.
- Solo hiciste lo que creías correcto.- Le consoló el rubio, acariciando su espalda.- Querías salvar a tu mejor amigo, no hay nada de malo en eso.
- Fuí un completo estúpido por siquiera creer que éramos amigos.- Suspiró el Omega.
- Tú fuiste un buen amigo hasta el final. Arriesgaste hasta la vida por él más de una vez. Ibas a buscarlo a Siberia para evitarle represalias, fuiste y sigues siendo un gran apoyo para su discípulo desde su ausencia, nunca lo dejaste morir solo, le perdonaste la vida en la invasión de los espectros, incluso le perdonaste su traición en Asgard y peleaste a su lado.
- Lo sé... Solo un perfecto imbécil como yo perdona todo eso.- Intentó bromear el peli-violeta.
Shaka le dió un pequeño beso en los labios, silenciando sus palabras por unos segundos, siendo correspondido.
- No lo eres.- Mencionó el rubio, acariciando sus mejillas.- Eres un guerrero honorable, con un gran sentido de la justicia, la lealtad, la amistad y el amor. Tienes un corazón enorme, y sé que jamás le darías la espalda a un aliado, aún si tu vida dependiera de ello. Eres de esas personas que luchan y aman hasta el final. Eres el Omega que cualquiera podría desear a su lado.
El guardián de Escorpio esbozó una tímida sonrisa, con las mejillas suavemente sonrojadas. A veces incluso él se sorprendía por lo expresivo y romántico que Shaka llegaba a ser en privado.
- Auch...
- ¿Qué pasa?- Preguntó el rubio, después de que soltara ese quejido.- Milo...
- Sí.- Murmuró, apretándose el abdomen.- Maldición...
- Tranquilo, todo estará bien.- Le tranquilizó, sosteniendolo en sus brazos, dejándolo sentir su aroma para calmar un poco las molestias del celo.- ¿Quieres ir a recostarte?
Milo asintió débilmente en respuesta, dejándose llevar hasta su habitación. El celo era horrible, pero Shaka siempre lograba calmarlo y hacerlo sentir mejor, incluso sin necesidad de sexo. No había estado de humor desde hace unos meses, tras frustrarse por no lograr un embarazo, y el Alpha le había dado su espacio, comprendiendo que necesitaba tiempo.
Después de dejarlo en su recámara, fue a buscarle algo de comida a la cocina. Sabía que las cosas frías y dulces como las fresas con crema batida y chocolate solían ayudar a Milo durante esa época del mes, así que no dudó en llevarle algunas.
- Gracias.- Sonrió Milo, tomando una de las fresas.- ¿Quieres?
Inesperadamente, Shaka le robó un beso, que no tardó mucho en ser correspondido. Percibiendo el dulzor de la fruta y los endulzantes.
- Solo de esta forma.- Sonrió sutilmente, jugando con uno de los mechones de Milo.
Milo sonrió de forma felina, antes de colocarse una fresa en la boca, ofreciéndole un poco al Alpha.
Shaka no tardó mucho en entender el mensaje, dándose su tiempo para lamer un poco de la crema y el chocolate sobre la fresa, hasta quitarlos casi por completo, y entonces morder la fruta suavemente, hasta quitar un pequeño trozo muy lentamente. Todo ante la atenta mirada de Milo.
- ¿Todo en orden?- Rió suavemente el Alpha, admirando las mejillas enrojecidas de su Omega, sabiendo de sobra cuan alto voló su imaginación por las acciones de su boca con esa fresa.- Es dulce... Pero no tanto como tú.- Añadió, después de quitarle el trozo restante de fresa con un beso.
Lo siguiente que sintió fue a Milo saltandole encima, devorando sus labios con hambre, mientras los aromas de sus feromonas comenzaban a mezclarse.
- Quiero volver a intentarlo.- Suspiró el peli-violeta sobre su regazo, frotando su trasero contra él.- Es el momento perfecto.
De inmediato besó los labios de su adorado Omega, pasando sus manos por debajo de su ropa, hasta lograr quitársela. Milo no tardó más que un par de segundos en hacer lo mismo con él.
- ¿Qué haces?- Cuestionó Milo, observandolo tomar algo de la crema batida, para después colocarla en su pecho.
- Algo de dulce no le hace daño a nadie, ¿no lo crees?- Sonrió, usando otro poco de crema mezclada con chocolate para mojarse los labios, y acercarse a besar al Omega.
Milo suspiró al separarse de aquel beso. Shaka podía engañar a cualquiera con esa apariencia tan pulcra y formal, pero era un amante de lo más pasional y bastante creativo.
No estaba seguro si era por la hipersensibilidad causada por el celo, pero sentir la lengua de su Alpha lamiendo sus pezones, provocando un choque de temperaturas con el frío de la crema y la calidez de su boca, lo estaba haciendo delirar.
No obstante, Shaka no se conformó con eso, y continuó su recorrido por todo su abdomen, hasta llegar a su ingle.
Al sentir el frío de la crema y el chocolate sobre su miembro, no pudo contener el pequeño gemido que se le escapó, apretando las sábanas en sus manos, mientras arqueaba la espalda.
Shaka comenzó a dar pequeñas lamidas por todo el largo, desde la base hasta la punta y de vuelta. Parecía que quería hacerlo perder la cabeza del placer y la desesperación.
- Shaka...
El Alpha sonrió orgulloso, para después colocar otro poco de crema en la punta del miembro de su Omega, y luego hacer una pequeña presión con sus labios.
- Ah...
Colocarse algo de crema batida en la boca, y finalmente introducir toda la erección de su Omega en su boca, fue el paso final para esa felación.
Podía oírlo gemir su nombre, sentir con se agitaba, arqueaba la espalda, movía la cadera, y jalaba su cabello en busca de más de esa sensación. Y él no se la negó, hasta sentir el calor de su climax en la garganta.
- Estás más dulce de lo normal.- Le sonrió el rubio, limpiando los restos que habían escurrido por sus labios.- Pero... Me pregunto si es igual más abajo.
Solo con esas palabras, Milo ya intuía lo que seguía, y no pudo hacer una sonrisa satisfecha por ello.
Shaka pasó las piernas de su Omega por sus hombros, llegando más abajo, hasta ese pequeño rincón de su cuerpo, deseoso de recibirlo, pero se tomaría su tiempo.
- ¡Dioses!
Gimió Milo al sentir de nuevo la textura de la crema mezclada con el chocolate en ese lugar. Vaya que Shaka a veces dejaba ir su imaginación demasiado lejos... Pero no iba a quejarse, al menos no por ahora.
- Shaka... Oh, cariño...
Si sentir los líquidos había sido excitante, el sentir la lengua de Shaka haciéndose cargo, era como tocar el cielo. Sentirlo recorrerlo de arriba a abajo, abrirse espacio en él, explorar cada rincón...
- Sigue...- Gimió, acariciando las hebras doradas de su Alpha, incitándolo a seguir.
Fueron minutos de delicioso placer, sintiéndose al límite, hasta que Shaka decidió darle una pequeña tregua, levantándose para besar su cuello y después sus labios.
- ¿Estás listo?
- Por supuesto.- Jadeó, con una sonrisa orgullosa.
Su flexibilidad resultado de sus entrenamientos, junto a toda la preparación y juego previo, hacían de la penetración un momento sumamente sencillo y nada doloroso. Estaba acostumbrado a las proporciones de su Alpha, los dos se conocían ya bastante bien, así que coordinar sus movimientos era algo que lograban muy fácil y rápido.
Las rápidas embestidas, junto a los frenéticos movimientos de cadera, elevaban aún más el deseo de ambos. Milo no pudo evitar arañar la espalda de Shaka, a la par que el Alpha rubio le mordía el cuello y los hombros, lo que seguramente dejaría unas cuantas marcas más tarde. Pero después se preocuparían de eso.
La llegada del orgasmo fue quizás más intensa que cualquier otra, después de esos meses de abstinencia.
El nudo, aunque incómodo, no era algo doloroso para el Omega de Escorpio, gracias a su flexibilidad. Pero los obligaba a quedarse juntos por los minutos que durara.
El cansancio fue tal, que ambos se quedaron dormidos, abrazados, hasta varias horas después.
- Bien, fuiste increíble y todo, pero... Ahora estamos todos pegajosos y la cama llena de chocolate y crema batida.
Los dos se quedaron callados por un par de segundos, antes de romper a carcajadas.
- Bien, y ahora que de todos modos tenemos un gran desastre que limpiar... ¿Te parece mejor aprovechar el tiempo?
- Ven aquí, Virgo.
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