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30: Gimme me

Ship: Manigoldo x Regulus

Palabra: En la ducha.
Universo de TLC.// Preguerra santa.// Semi AU.
Advertencias: Cambios en las edades.

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Después de casi dos días fuera del Santuario, por fin habían podido volver a casa. El sol ya estaba ocultándose, dejando el cielo de colores anaranjados y violetas, anunciando la cercanía de la noche.

Luego de ser recibidos por el Patriarca, entregarle a Athena sana y salva y acompañarlos hasta el cuarto templo, se despidió del grupo, que siguió subiendo.

Apenas estaba desempacando las pocas cosas que había llevado al viaje, cuando sintió una presencia conocida infiltrandose en su templo.

- Sí, buenas noches. Ponte cómodo en tu templo...- Rió suave al sentir al intruso detrás suyo, sin necesidad siquiera de voltear.

- Quería sorprenderte.- Susurró en su oído el joven veinteañero abrazado a su espalda.- ¿Qué tal estuvo el viaje?

- Eh... Bueno... Normal, supongo.- Respondió con un pequeño nerviosismo inusual. En los casi dos años que llevaban juntos, jamás se había sentido de esa forma, pero pequeños pensamientos intrusivos junto a la cercanía repentina le jugaron una mala broma.- Ya sabes... Degel y Cid queriendo estrangular a Kardia. Sísifo tratando de salvarle el trasero. Asmita controlando a esa fiera...

Regulus dejó escapar una risa divertida muy cerca de su oído, haciéndolo dar un pequeño respingo ante la calidez de su aliento rozándole el cuello.

- ¿Estás bien?- Preguntó el castaño.

- Sí, solo me dieron cosquillas.- Afirmó con una sonrisa confiada.- Estaba a punto de tomar un baño. ¿Me acompañas?

- Creí que nunca me lo pedirías.- Ronroneó el guardián de Leo, frotando su mejilla contra su cuello.- ¿Tendré un regalo de aniversario adelantado?

- No comas ansias. Falta solo un mes.

- Bien, esperaré entonces.

Después de un pequeño beso, cada uno se encargó de deshacerse de sus ropas, tomar únicamente una toalla para secarse al salir, y se dirigieron al cuarto de baño de la casa de Cáncer.

Por fortuna aún se encontraban en verano, y la temperatura del agua era agradable como para usar la bañera de roca caliza.

Los dos se adentraron en la pequeña piscina, dejando que el agua los cubriera poco a poco, hasta sentarse recargados en la orilla. Una vez cómodos, los suaves besos juguetones y roces no se hicieron esperar.

No parecía haber algo fuera de lo que usualmente hacían, pero una pequeña intriga no dejaba en paz al cuarto guardián. Y para su sorpresa, no era el único.

- ¿Qué haces, eh?- Preguntó con un ligero jadeo, al sentir las manos de Regulus masajeando su trasero debajo del agua.

- ¿Tú qué crees?

Manigoldo mostró una pequeña sonrisa. Ciertamente, la curiosidad estaba tentandolo fuerte.

Había tenido otras relaciones anteriores, pero con ninguna había tomado el rol de pasivo. No era falta de confianza en sí mismo, miedo o que lo considerara un daño a su hombría, ni nada de eso. Simplemente, no se había dado la ocasión, todos preferían dejarle el rol de activo.

Creía que si algún día surgía la oportunidad, bien, y sino, podía vivir con eso. No era algo que le quitara el sueño. Pero gracias a los chismosos de Sasha y Sísifo, no solo él, sino Degel y Cid también, terminaron escuchando mucho más de lo que debieron, y con información que no debían tener de cierta pareja a la que una misión le pareció un buen momento para "darse amor" después de un ataque de celos.

- ¿Podemos intentarlo?- Preguntó el castaño con una sonrisa seductora, acariciándole la mejilla.

Con un demonio... Sabía bien que Regulus tenía un lado muy seductor, atrevido y sexy. Pero en ese momento sentía como si lo estuviera devorando con la mirada.

- Por mí está bien.- Accedió con una sonrisa desafiante.- Pero te advierto que no soy fácil de complacer.

- ¿Me estás retando?

- Tal vez... ¿Crees poder conmigo?

- Pongamoslo a prueba.

Y sin más, Regulus lo calló con un beso, sujetando su cintura, abrazándolo y jugando con sus reacciones. Acariciar sus muslos, sintiendo los pequeños espasmos producto de la excitación, separando sus piernas lentamente, tentando ese lugar que pronto se atrevería a profanar.

Pasados unos segundos, sentó a su amante en el borde de la bañera, manteniendo sus piernas separadas, para tener acceso al festín que deseaba tomar entre sus labios.

- Reg...

Al escucharlo gemir bajo su nombre, el quinto custodio mantuvo el ritmo de su boca, antes de pasar ambas piernas por encima de sus hombros e introduciendo uno de sus dedos.

Manigoldo sabía que lo mejor era tratar de relajar los músculos, así como mantener separadas sus piernas, y eso hizo. Por suerte, el agua junto a la boca de Regulus, estaba haciendo todo más fácil.

Antes de darse cuenta, ya estaba gimiendo el nombre del heleno, apretando sus hombros con sus rodillas, y acariciando sus cabellos, moviendo sus caderas en busca de más.

- Ya puedes.- Jadeó en el oído de Regulus.

El chico entendió el mensaje, soltó sus piernas y se acercó para besarlo mientras ambos volvían al agua.

Al tenerlo de frente, Regulus se tomó su tiempo para besar su cuello y acariciar cada rincón de su cuerpo, haciéndolo perderse en esas sensaciones, hasta que sin aviso, invadió su interior.

El italiano arqueó la espalda, soltando un pequeño quejido inicial, pero relajándose rápidamente con los besos en su cuello y pecho, y las caricias en sus muslos, invitando a sus piernas a mantenerse abiertas.

- Mani...

- ¿Sí?

- Esto... Se siente bien.- Gimió, iniciando un lento vaivén.- ¿Te gusta a ti?

- Reg... Sí.

Pronto morderse los labios dejó de ser efectivo para silenciar sus gemidos, cuando Regulus comenzó a aumentar el ritmo, velocidad y fuerza de las embestidas, dando en el punto exacto de su interior para hacerlo delirar.

Sentía sus piernas débiles, abriéndose para su amante, apretandolo en su interior, envolviendolo con su calor. Hasta que Regulus de un momento a otro lo sujetó de la cintura para dejarlo sentado en su regazo.

- Lindo canalla...- Sonrió el peli-violeta, comprendiendo la indirecta.

- ¿Por qué no me muestras un poco de la fuerza de tus piernas?- Susurró en su oído el griego, besando después su cuello.

Manigoldo sonrió, aceptando el desafío, e inició con pequeños saltos sobre el miembro de Regulus. En esa posición llegaba aún más profundo, dando un golpe firme y certero en el punto exacto con cada salto, dificultandole mantener el ritmo. Sin embargo, no era el tipo de hombre que se rindiera fácilmente, y en ese reto no iba a ser la excepción.

En segundos, la velocidad de los saltos aumentó, aferrándose a los hombros de Regulus, mientras las manos del menor de los dos lo ayudaban a mantener el ritmo y el equilibrio.

- Reg... Más... Más rápido.

- Cómo órdenes.- Jadeó el castaño en su oído, sosteniendolo de la cintura.- Mani... Te amo.

- Y-Yo también... Ah.

Regulus se encargó de llevar su mano libre a la erección de su amante, iniciando un estímulo por todo lo largo, sin dejar de arremeter contra su interior.

Pronto, el guardián de Cáncer perdió hasta el más mínimo vestigio de vergüenza, gritando el nombre de su amante a todo pulmón, moviéndose en su regazo, arañando su espalda y tratando de aguantar. Pero con tanta estimulación era una tarea realmente difícil, y pronto llegó su primer clímax, derramándose en la mano de Regulus.

Al más joven le tomó unas cuantas embestidas más terminar, luego de abandonar su interior.

- ¿Qué hiciste en el tiempo que estuve fuera?- Sonrió con la respiración agitada el cuarto custodio, recargado en el pecho de su amante.- ¿Estuviste practicando acaso?

- Algo así.- Respondió el guardián de Leo, acariciándole la espalda.

- Así que era plan con maña para atraerme a tus fauces, ¿eh?- Bromeó el peli-violeta.- Y bien, ¿qué tal estuve?

- No quiero sonar atrevido, pero... Aprietas rico.- Admitió con un leve sonrojo Regulus, ante la mirada enternecida de Manigoldo.- Aunque, si debo ser honesto, creo que te prefiero dentro.

- Dame cinco minutos y con gusto te doy la revancha, gatito.

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