3: Fell From Heaven
Ship: Cid x Lacaille x Tsubaki x Rusk
Palabra: Sobreestimulación.
Universo de TLC.// Headcanon.// Cambios en las edades.
(Solo para que quede claro, y evitar cualquier malentendido, aquí todos los personajes son mayores de edad.)
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Todo estaba perdido... Había logrado salvar la vida de su mejor amigo, y las de los jóvenes santos de bronce, pero ahora esos temibles dioses del sueño estaban fuera de control.
Solo quedaba una opción, un plan que sabía de sobra, le costaría la vida... Pero no dudó en hacerlo.
La tristeza que inundó su alma era demasiada. Perdió a las personas que más amaba, los vió morir frente a sus ojos y nada pudo hacer para salvarlos. Sus amigos seguían cayendo a diario, inevitablemente los vería morir a ellos también... Simplemente quería morir, pero al menos usaría ese deseo para vengar a sus amados.
En esos últimos instantes, dónde vió pasar su vida frente a sus ojos, solo pudo pensar en ellos. Desde como los conoció a cada uno, hasta como su relación fue evolucionando poco a poco, y cada momento a su lado...
Era la primera vez que yacían los cuatro juntos. La primera vez que se atrevían a tanto, dejándose llevar por el momento, y las sensaciones.
Unos suaves besos, unos más tímidos que otros, pero todos cargados de deseo, amor y entrega, elevando poco a poco el calor en el lugar. En la habitación de esa pequeña cabaña enmedio del bosque, ocultos del Santuario y cualquier testigo, sabiendo de sobra el escarmiento público que solía perseguir a relaciones como la suya.
Pero en momentos como ese, nada de eso les importaba. En ese momento solo existían ellos, y absolutamente nada ni nadie más. Lo único que importaba era su satisfacción y entrega.
- Ah...
Con los ojos vendados, su cuerpo desnudo, sentado en la orilla de la cama, y dejándose hacer por sus tres amantes.
Desde sentir unos besos, lamidas y juguetonas mordidas suaves en su cuello y hombros. La humedad alrededor de su pecho. Hasta la traviesa lengua que probaba su miembro. Todo al mismo tiempo, poniendo a prueba su resistencia y autocontrol.
No sabía quién hacía cada acción por la venda en sus ojos, pero lo estaban volviendo loco. Los tres lo conocían ya a la perfección como amante, los tres conocían su cuerpo, sus zonas sensibles, dónde tocar, dónde besar, dónde morder, con qué intensidad y con qué velocidad hacerlo para despertar su más oculta lujuria.
El ritmo no tardó demasiado en intensificarse. El primero fue quién lamía su cuello, que comenzó a deslizarse desde el lóbulo de su oreja, hasta recorrer todo su cuello y llegar a sus hombros, haciendo algunas succiones que seguramente dejarían unas marcas más tarde.
El siguiente fue quién atendía su pecho, que se unió al del cuello, dejando un par de mordidas, y apretando un poco con sus manos lo que no alcanzaba a abarcar con la boca.
Y el último fue quien se encontraba entre sus piernas. Pasaron de tímidas y lentas lamidas, a ser devorado por completo y hasta el fondo, sintiendo esa cálida cavidad recibiendolo con gusto.
Dioses... Era demasiado, incluso para él. Todos sus puntos erógenos estaban siendo atacados con fuerza y sin piedad alguna al mismo tiempo. Sentía como si estuviera envuelto en un fuego que se hacía cada vez más y más intenso, gimiendo entrecortado los nombres de los tres por intervalos, antes de enredarse con sus propias palabras.
No sabía quién fue el primero en montarse en su regazo, solo supo que el caliente interior recibiendo su duro miembro, lo hizo terminar de mandar su autocontrol al diablo. Gimiendo sin control o pudor alguno.
Los otros dos no descuidaron sus tareas, manteniendo la estimulación en el resto de su cuerpo, coordinandose con los pequeños saltos y movimientos de cadera del chico en su regazo. Él no se quiso quedar completamente quieto, y no tardó en ayudar a marcar el ritmo de la cadera del contrario con uno de sus brazos, y atraer con el otro a quién torturaba su cuello, en un hambriento beso, para después hacer lo mismo con los otros dos.
Pudo escuchar los dulces gemidos del amante en su regazo, y sentir su simiente mojando su abdomen. Supo que tendría apenas unos segundos para tomar aire, y no se equivocó.
Quién recién había terminado y quién besaba su cuello intercambiaron lugares, ahora tenía un nuevo jinete montandolo. Uno mucho más atrevido, y algo más brusco. A la par que su cuello tenía un pequeño momento de mimos.
Fueron minutos intensos, antes de volver a sentir lo mismo. De nuevo, apenas unos segundos para respirar, y otro jinete en su regazo.
Una tercera y última vez que resistió. Después de sentir las paredes internas contraerse con fuerza, y arremeter con fuerza contra ellas, sintió el tibio semen de su amante sobre su vientre bajo. Esa sensación, mezclada con la de una mordida en su cuello, y la estimulación en su pecho, fueron suficiente para llevarlo a un glorioso orgasmo, llenando las entrañas de uno de sus amantes.
Después de ese intenso clímax, casi sintió que se desmayaba. Sentía que todo le daba vueltas, su respiración estaba vuelta loca, al igual que los latidos de su corazón. Pudo sentir a los tres besando cada centímetro de su piel, hasta llegar a su rostro.
Sentir las suaves caricias de los tres, y los dulces besos. Los típicos mimos post orgasmo, a los que hacía lo posible por corresponder. Hasta que sin darse cuenta, quedarse dormido por el agotamiento.
La primera, de muchas noches inolvidables al lado de las tres personas a las que más amaba, y que había perdido sin poder hacer nada.
Bueno, no importaba ahora. Dentro de poco, estaría de nueva cuenta con ellos.
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