11: I Love You, I Hate You, I Adore You
Ship: Aspros x Asmita
Palabra: En el reflejo.
Universo Alternativo.// Omegaverse.// Fantasía histórica.// Normal AU.
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Después de seis meses en el harem del palacio, por fin tenía su oportunidad.
No había conseguido quedarse con el puesto de primer o segundo esposo gracias a ese par de malditos entrometidos lamebotas de la corona. Pero eso no lo iba a detener.
"Casualmente", ninguno de esos seis inútiles logró dejar en cinta al rey Omega... Pequeña cortesía de él, pero bueno. En el amor y en la guerra todo se vale. Y él no iba a perder su oportunidad.
Si el resto quería jugar a los mejores amigos o la gran familia felíz, bien por ellos. Pero él no estaba para juegos, lo tenía muy claro. Quería el poder, y lo iba a lograr, al costo que fuera.
Estaba destinado a la grandeza, a tener el mundo a sus pies, a alcanzar todos sus objetivos, a tener todo lo que deseara... Él no iba a ser un simple peón.
Acudió con una gentil sonrisa a la cena con el rey, y respondió amablemente todas las preguntas que el Omega le hizo. Desde porqué había decidido aceptar formar parte del harem, hasta preguntas mucho más personales... Ciertamente, debía admitir que ese Omega tenía su encanto. No era tan estúpido como creía, al parecer, debajo de ese lindo cabello había un cerebro. Quizás sí fue él quién creó tantas estrategias que se adjudicaban, pero aún lo ponía en duda.
- Bien, Aspros...
- ¿Sí, majestad?- Sonrió amablemente, mirando al rey.
- Pareces alguien interesante, ¿sabes?- Mencionó el rubio, levantándose de asiento, hasta llegar a él, y acariciar su mentón con suavidad.- Un hombre con los pies sobre la tierra, que sabe bien lo que quiere, y capaz de lo que sea por lograrlo.
Vaya que lo era, querida majestad. Al fin se daba cuenta de su gran potencial.
- Me pregunto... Si acaso tienes ese mismo vigor en la intimidad.- Musitó el Omega, acercándose peligrosamente a sus labios, pero sin llegar a besarlo.
- Puede comprobarlo por usted mismo, alteza.- Respondió con una sonrisa confiada, atrayendo al rubio para finalmente besarlo.
Sin más conversación de por medio, Asmita dió por finalizada esa cena y fueron hasta la alcoba del rey Omega.
Aspros ingresó, observando a detalle todo. Notó de inmediato las hermosas y caras telas, la enorme y mullida cama, y lo que más llamó su atención, un hermoso tocador, con un espejo enorme... Vaya que iba a disfrutar esa noche.
Debía ganar la confianza del rey, ser delicado y amoroso, como un esposo ideal. Sin dudarlo, sostuvo en brazos a su esposo, cargándolo hasta la cama cual recién casados en su luna de miel. Odiaba esa maldita fachada, pero debía ser convincente.
Dejó al Omega en las suaves sábanas, besando delicadamente su cuello, conteniendo sus ganas de ser más brusco. La delicadeza definitivamente no era lo suyo, pero con tal de lograr su objetivo, sería capaz de lo que fuera.
- Esperaba más de ti.- Rió bajo el rubio, separándose un poco.- Cid dejó mis expectativas sobre los guerreros un poco altas, creí que serías algo similar.- Añadió con esa estúpida sonrisa arrogante.- Incluso Sísifo y Defteros fueron mucho menos tímidos.
Intentó mantener la compostura y no inmutarse, pero al escuchar el nombre de su hermano y de ese maldito inútil, siendo considerados mejores que él, se le borró la sonrisa, dando paso a una mueca de enojo.
- En fin, supongo que no puedo ser tan duro contigo. Kardia les dejó la vara alta a todos.
Y para rematar, ese maldito ramero imbécil de Kardia jodiendo sus planes hasta en ese momento...
- Quería ser un caballero, pero si prefieres ser tratado como una ramera, por mí bien.- Gruñó, sujetando ambas muñecas del rey, por encima de su cabeza.
- No recuerdo haberte pedido delicadeza.- Respondió con una sonrisa el Omega.- Ahora cállate y deja que tus acciones hablen por tí.
Una sonrisa se dibujó en sus labios ante la actitud descarada del Omega. Tenía un objetivo claro, pero si podía divertirse un poco en el proceso, no iba a desaprovechar la oportunidad.
- Sus deseos son órdenes, majestad.
- Espero que no me decepciones.
Esta vez fue Asmita quién le sujetó las mejillas, plantandole un beso profundo, y algo violento, mordiendole los labios.
Él no se quedó atrás, devolviéndole el favor al rey, llevando su mano hasta el largo cabello rubio, enredando sus dedos en él para profundizar aún más el contacto.
Abrió los ojos enmedio de aquel beso, verificando que el Omega los mantenía cerrados. Pero de inmediato fue su reflejo en el enorme espejo lo que captó su atención.
Verse a sí mismo, encima de la máxima figura de autoridad del reino. Robándole el aliento con un beso, jalando su cabello, y teniéndolo con las piernas abiertas... Dioses, ¿había algo más excitante que eso?
Quizás Asmita tendría la corona, por ahora, pero él tendría a Asmita. Al costo que fuera.
Decidió dejar que sus instintos tomaran el control de la situación, desgarrando las ropas del Omega, sin darle tregua alguna para recuperar el aliento.
Cuando logró dejarlo desnudo, decidió tomarse unos segundos para observar su postre de esa noche. Su respiración estaba agitada, sus labios algo hinchados y rojos por los besos y las mordidas que le había dado. Su piel lucía blanca y perfecta, a pesar de haber estado ya en manos de cinco Alphas y otro Delta previamente... No podía marcarlo, pero nadie le impediría dejarle algunas mordidas en cualquier otra zona, y no iba a desaprovechar.
Al quitarse la ligera ropa que llevaba, por el rabillo del ojo pudo ver de nuevo su reflejo. Él con el torso descubierto, y las blancas piernas del Omega a cada costado, abiertas para él... Una perversa idea cruzó por su mente en ese pequeño instante, y no dudó en llevarla a cabo.
Sujetó al blondo con la siguiente fuerza para empujarlo boca abajo, justo frente a aquel espejo. Y en cuestión de segundos, ya estaba encima de él, dándole besos seguidos de mordidas en los hombros y la espalda.
Lo escuchó gemir y suspirar, y lo sintió removerse ante sus acciones. Incluso pudo ver sus expresiones torciendose por el placer a través del espejo.
- Solo mírate...- Susurró en su oído, mientras lo hacía alzar la cabeza para observar su reflejo.- Ni siquiera he empezado a hacerlo en serio, y ya estás así... Ahora observa fijamente tu reflejo.
Sin mediar una palabra más, comenzó a invadir el interior del Omega, sintiéndolo arquear la espalda y removerse, ahogando a duras penas un pequeño grito al morderse los labios. No sabía si de dolor o placer, y tampoco le importaba.
Lo único que le importaba, era lo endemoniadamente excitante que se veía. Teniendo a ese Omega en cuatro, sudando, respirando agitado, mordiendose los labios, apretando los ojos con fuerza, mientras él le sujetaba el mentón con fuerza.
Volvió a besarlo con fuerza, mientras embestía su interior, escuchándolo jadear y gimotear entrecortado, deleitándose a la par con la imagen en el reflejo del espejo.
Era sin duda alguna, una imagen que atesoraría en su memoria de por vida.
Sin salir de él, lo hizo incorporarse lo suficiente para dejar expuesto su frente desnudo, y le dijo que abriera los ojos. Asmita no se negó, observando su propio reflejo.
- ¿Esto era lo que quería, alteza?- Rió suavemente Aspros, cerca del cuello del rubio.- Solo observa lo jodidamente sexy que te ves gimiendo, y suplicando porque te follle... Un rey rogando a un plebeyo.
Asmita mostró una pequeña sonrisa. Complacido con su propia imagen reflejada.
Sabía perfectamente bien que Aspros era una amenaza en potencia, un mentiroso, un egoísta, embustero, manipulador y ambicioso, sediento de poder. Ese encuentro no había hecho sino confirmarselo.
Por algo dicen que la mejor forma en la que puedes conocer realmente a alguien es durante el sexo, porque en la cama todos somos iguales.
- Disfruta estas noches.- Susurró, observando fijamente los ojos de Aspros a través del espejo.- Tú eres el Delta, pero yo tengo el poder.
En un movimiento rápido, el Omega logró intercambiar las posiciones, quedando encima de Aspros, pero permitiéndole ver su reflejo.
- Te dejaré tomar el control, siempre y cuando no olvides quien tiene el poder.- Sonrió arrogante el Omega, acariciando la mejilla del Delta. Sabía de sobra que esa pequeña frase era suficiente para hacerlo enfadar y desear marcar su dominio.- ¿Crees que puedes controlar a un Omega dominante?
- Estoy seguro de ello.- Respondió seguro el Delta, jalando el cabello del Omega.- Esta misma noche tendrás a tu primogénito en el vientre gracias a mí.
- Eso ya lo veremos.
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Sí, sí. Ya sé lo que dije de este ship, y solo tengo una cosa qué decir: Última vez (al menos en este año), que dejó la elección de ships en manos de una ruleta.
Pero soy mujer de palabra, así que, por esta vez me tocó tragarme el orgullo y ponerme el traje anti-radiación para hacer este pequeño engendro de Chernobyl.
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