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Voyerismo

Lex caminó molesto por los pasillos de Industrias Wayne. No podía ser posible que el idiota de Bruce Wayne tuviera el descaro de reírse en su cara cancelando sus ayudas a último momento y llevándose todos sus inversores a un proyecto, que según su visión de los negocios, no iba hacia ningún lado.

Estaba dispuesto a gritarle a la secretaria de Wayne si no lo dejaba pasar para poder gritarle él personalmente, pero se sorprendió al no verla. La verdad, le importó poco y simplemente abrió la oficina de Bruce, pero estaba vacía. Cruzó hasta el escritorio de Bruce como si fuese el suyo propio. Una curiosidad y molestia interna lo llevó a abrir los cajones a ver si encontraba algo, pero los cajones de Bruce Wayne era exactamente como su personalidad: Aburrida.

—Qué estupidez —Maldijo al aire segundos antes de sentir la puerta abrirse. Algún mecanismo interno lo hizo agacharse y ocultarse bajo la mesa. Se maldijo internamente por esa reacción tan infantil y cobarde. Suspiró, pero los sonidos ahogados de un beso alertaron todos sus sentidos.

Arrugó el entrecejo ¡Genial! Mira que ahora tener que escuchar algo así. Miró dentro del pequeño espacio bajo el escritorio. Era ridículo. Un hombre poderoso como él acurrucado en un espacio tan incómodo como ese. Vio un pequeño hueco que dejaba entrever al otro lado de la oficina ¿Por qué Bruce Wayne tenía un escritorio con agujeros? Quién sabe. Aún así, miró a través del mismo.

Frunció el ceño. Alguien, por favor, le dijera qué hacía Clark Kent besándose con Bruce Wayne en la maldita oficina. Estúpido Clark, mira que pensar que lo que había pasado entre ellos dos la última vez era especial y único, y estaba allí, a punto de revolcarse con Wayne. Rodó los ojos. Aún más patético.

Volvió a mirar solo un poco. Ahora que Clark desnudaba a Bruce, no podía no admitir que el hombre podía ser estúpido, pero estaba lo suficientemente bien formado para equilibrar esa balanza. Además, debía admitir que ver al reportero pueblerino toquetearlo y manosearlo por todos lados tenía un punto caliente que nunca antes se hubiera imaginado. Al menos no era malo en eso, ya lo sabía.

Y ahora estaba Wayne, desnudándolo con esa sensualidad que siempre estaba desbordando ¿Cómo es que lo lograba? ¡Maldición! Él también se pondría duro con eso. Bueno, ya estaba duro solo con eso, pero no era algo con lo que debía ocuparse en ese momento.

—¡Maldita sea, Kent! —Lo escuchó quejarse antes de oir de nuevo los inconfundibles sonidos de un beso húmedo y demandante.

Ahora estaban desnudos, y la verdad, ambos parecían como dos obras de artes griegas, exceptuando que lo de abajo no era exactamente tan pequeño como los clásicos lo representaban. Lex Luthor era un hombre capaz de reconocer la belleza donde la veía, y Clark restregándose contra Bruce de esa manera, lo era.

La última vez que recordaba sentir las manos del reportero sobre su cuerpo, fue suave, tranquilo, casi desesperantemente erótico, pero ahora, jugando con Bruce, empujándolo de esa manera contra el sofá dejándolo boca abajo, con el culo al aire, apoyado contra uno de los laterales del sofá, se le provocaba lascivo. Apretó su mano contra su dura entrepierna. No, no, no, no. No pensaba caer tan bajo como para masturbarse mientras miraba a esos dos.

Suspiró. Oh, Dios. Ahora Clark estaba arrodillado detrás de Bruce, haciendo quién sabe qué cosas con esa lengua que, por experiencia, sabía que era muy buena y sabía conocer el punto débil de quien estaba debajo suyo. Maldición, se apretó más, ¿sería tan lamentable de solo correrse con esa imagen? Al menos no le ganaría en lástima a la cara roja y excitada de Bruce, que parecía que en la vida había sentido tal atención. La escenita que estaban montando solo lo hacía querer ir allí, agarrarlo del pelo y meter su miembro en su boca sucia y desesperante para que, al menos, por una vez, la usara para algo que le proporcionara algún beneficio a su persona.

Admitiría que la cara de orgasmo de Bruce era linda y que, si tuviera la oportunidad, le gustaría verla de nuevo. Clark no parecía estar muy lejos de su deseo, porque en cuanto vio que su amante había alcanzado su primer clímax, lo había girado en el sofá y se había acomodado entre sus piernas de manera brusca, desesperada.

Uh, Clark estaba tan duro, casi tanto como Lex. El hombre se quedó mirando con detenimiento cada movimiento del otro: Desde el momento en que acariciaba a Bruce, la forma como se inclinaba para besarlo, su mano traviesa bajando para guiar su miembro hacia la entrada de Bruce y cada gesto cambiante de su cara cuando comenzó a entrar en el interior del millonario. Además, el espectáculo de sonidos de las voces de ambos, provocó en algún momento que Lex hubiera soltado algún suspiro frustrado también, que se había confundido con los demás sonidos libidinosos de la habitación.

Se dejó llevar un poco por la imagen, acariciando perezosamente y sobre la tela su propia erección mientras se deleitaba en ver el fuerte cuerpo de Clark balancearse hacia adelante y hacia atrás penetrando a un ritmo constante y rápido el de Bruce. Además, la mano de Bruce masturbándose al mismo ritmo era simplemente algo celestial para sus ojos. Por qué esos dos estaban tan acompasados era un misterio que ahora no iba a salir de su cabeza.

Detuvo sus propios movimientos antes de venirse en sus propios pantalones y verse aún más miserable. Sin embargo, terminó por darse el gusto de ver terminado el espectáculo (tampoco tenía a dónde correr) de semen, gemidos y besos torpes entre los dos hombres. Vaya todo lo que podía verse a través de un ridículo roto en una mesa.

Cerró los ojos un momento, la cosa ahora era salir de allí sin ser visto. Solo esperaba que al menos tuvieran la decencia de irse a lavar o algo para tener la oportunidad de salir. Esperó un momento a que su deseo se hiciera realidad, no podía tener tan mala suerte.

—¿Lex? —La voz confundida de Bruce lo hizo abrir los ojos. Genial, allí estaba Wayne mirándolo con confusión, debajo de su mesa. Patético a la máxima potencia.

—¿L-lex? —Oh, sí, y la vocecita inocente de Clark, haciéndose el que no acababa de disfrutar de una buena ronda de sexo en un sofá caro en la oficina del jodido Bruce Wayne.

—Parece que tienes un pequeño problema —La voz burlona de Bruce junto a su dedo apuntando a su entrepierna era lo último que necesitaba.

—¡Vete a la mierda, Wayne! —Se levantó, golpeándose sin querer con el borde de la mesa y maldiciendo por lo bajo. Las manos de Clark sobre su brazos para ayudarlo y las de Bruce en el otro lado con algo de preocupación por el golpe no era algo que necesitara en ese momento para bajar los ánimos de sus partes bajas.

—Deja que te ayudemos.

Y Clark arrodillándose frente a él y los labios de Bruce sobre los suyos fue lo único necesario para convertirse en ese ser patético y lamentable que no quería convertirse. Pero ya que estaba, ¿no sería acaso un crimen no disfrutarlo?

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Arriba en la imagen les dejo la referencia del escritorio en el que estaba pensando, más o menos.

Por culpa del Kinktober he desarrollado un amor y pasión que no sabía que tenía por el Lex x Clark x bruce. Necesito más de ellos. Es que no sé porque veo a Lex encajando tan bien entre los dos.

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