S*xdesk/ Daddy Kink
Pareja: La que desees imaginar.
Advertencias: Sex Desk/ Daddy Kink.
Lo hizo recostar contra la mesa. La camiseta, que ya tenía abierta, se arrugó bajo su peso y la madera fría hizo temblar la piel de su pecho. Giró la cabeza a un lado, la mano del alfa estaba sobre su nuca impidiendo alzarla. Las puntas de sus pies rozaban el suelo en una posición incómoda, pero, de alguna manera, placentera. Los pantalones rápidamente rodaron al suelo junto a la ropa interior, dejándolo con las piernas abiertas, el culo al aire y totalmente expuesto al otro detrás de él.
Allí estaba, con su entrada al aire, adornada por un tapón anal azul cielo, porque al alfa le había parecido gracioso y, retorcidamente, adorable. Sintió como sus manos pasaban por encima de la tela que cubría su espalda. Luego pasaron a su trasero y, en un jugueteo macabro, medio empujaba el tampón. Sintió cómo de inmediato su entrada lubricaba más de lo normal. Quizá hasta se salía por los bordes del juguete invitando al otro a empujar más dentro suyo. Suspiró. La risa corta del alfa se dejó escuchar.
El sonido de un plop resonó por la habitación y el sometido omega suspiró. Sintió cómo de inmediato, apresurado, salía todo su mancha, lubricando, escurriendo por sus piernas, mojándolo de más en una acción vergonzosa.
—¿Tanto has pensado en la gran polla de papá? — El omega apenas y balbuceó algo incoherente. El aroma del alfa lo estaba embriagado, se sentía mareado.
El alfa le dio un azote que hizo gemir complacido al otro. Sin ningún miramiento metió uno de sus dedos en aquella entrada que lo recibió gustoso, sin aprietos, sin reparo, en cambio, abriéndose y apretándose a su alrededor como que si fuera una costumbre.
—Estás realmente dilatado para papá — Sacó su dedo. No iba a dilatarlo, ya lo había hecho él mismo naturalmente. Sería una pérdida de tiempo meter y sacar sus dedos en un agujero que no iba a ser más que parecer desesperado por tragar algo grande y grueso.
Le dio otro azote, el omega gimió. Se removió bajo el apretón del alfa y el este le ayudó a subir una de sus piernas a la mesa. Así estaría más cómodo o, quizá, no, no importaba. Jaló la camisa azul que seguía cubriendo su cuerpo, era tan formal, pero en él lo hacía ver especialmente adorable, sobre todo cuando llevaba algún botón descuidadamente mal colocado, solo lo invitaba a tener pensamientos impuros sobre eso. La verdad, le gustaba verlo bien vestido con todo el traje bien puesto, pero le agradaba más aún sin él. Finalmente, se la quitó. La piel tersa del omega se erizó al instante ante el frío al que se vio expuesto, lo vio moverse incómodo y recostó su cuerpo en su espalda. lamiendo su cuello territorialmente.
—No te preocupes baby boy, papá no va a dejar que sigas pasando frío — Besó su cuello, esta vez succionando un poco, haciendo que el otro cerrara los ojos y gimiera despacito.
Apretó su pelvis contra su entrada, el pantalón que tenía apresado su miembro erecto y duro se mojó con la entrada del omega. Con una mano sostuvo el cuerpo bajo suyo para que no se deslizara hacia abajo, con la otra empezó a desabrochar su pantalón, liberando su duro miembro que no tardó en empezar a masajear.
Su erección no tardó en empezar a mojarse por sí misma, tan solo al estar observando el culo de su querido omega se ponía demasiado cachondo, quizá podría solo correrse con observar, pero no, prefería enterrarse en el delicioso cuerpo y correrse adentro, donde pertenecía toda su esencia.
Apuntó con su cabeza en la entrada, el omega gimió al sentirlo y de inmediato se contrajo esperando lo que venía, a esas alturas el olor del alfa lo tenía tan borracho que ya no pensaba ni dónde estaban ni lo que estaba haciendo. El alfa se metió dentro de un empujón.
—¡Daddy! — Gimió el otro, chocando su frente contra la dura mesa, jadeando, lubricando, poniéndose duro aún cuando sus pensamientos le gritaban que eso era un acto totalmente perverso.
El hombre ignoró su sollozo, agarró las caderas clavando con fuerza sus dedos y volvió a dar otra estocada, fuerte, segura, sin titubeos. El omega le respondió volviendo a dar un gemido, esta vez más fuerte. El vaivén continuó, su miembro se deslizaba gustoso una y otra vez por la entrada del pequeño omega, abriéndolo. Su pene era ordeñado de una manera deliciosa, se apretaba cuando estaba adentro, se abría gustoso cuando entraba. Gemía y se quejaba entre los bruscos movimientos del alfa. Le gustaba, a su cuerpo le encantaba que lo abrieran y se enterraran en él una y otra vez, por eso se lubricaba tanto, por eso estaba tan excitado, el alfa había dicho que eso estaba bien, que para eso había nacido, para ser el hueco de placer del pene de un alfa. También por eso lloraba, se sintiera tan bien aunque sonara tan mal. Se sentía extraño el momento en el que el alfa parecía ser muy grande y él demasiado pequeño y estrecho, le retorcía la idea de ser solo un hueco de placer, se sentía bien ser usado a su antojo y follado como le apetecía.
El alfa volvió a besar su cuello, lamió sus lágrimas. Le gustaba ver su pequeña carita intentando asimilar los sentimientos tan contradictorios que le provocaba estar con él.
—Cariño, si tu cuerpo se comporta tan excitado es porque realmente lo está disfrutando
El hombre dio otro golpe certero en la próstata, haciendo que sus manos se apretaran contra la madera de la mesa. La mano del alfa se deslizó lentamente por debajo, agarrando su miembro y comenzando un movimiento desesperado que acabó rápidamente con un orgasmo del chico bajo suyo. El alfa no tardó mucho más, se corrió dentro, abundante, espeso, directo. El omega gimió complacido, apretando el miembro, pidiendo silenciosamente que no se saliera, que lo llenara cada vez más profundo. Lloriqueó de puro placer, se movió hacia atrás, esperando que el alfa anudara en él, su nudo era muy grande, lo hacía sentir totalmente lleno y útil. El alfa lo agarró de las caderas y lo sostuvo, apretándolo contra su cuerpo y la mesa. Adoraba anudar en el omega.
— ¡Alfa! —Se removió y gritó cuando el nudo comenzó a hincharse en su interior, descargando aún toda su semilla dentro suyo. El alfa lo sostuvo contra la mesa para que no se moviera.
—Mi omega — Los dientes del alfa se clavaron en la piel de su cuello, volviendo a confirmar la marca que los unía. Podía sentir el lazo traer y llevar un montón de sentimientos.
—Te amo —El omega se movió solo un poco, buscando los labios de su alfa que encontró sin mucho esfuerzo.
—Yo también —Ronroneó. Ah, se sentía tan bien.
Solo esperaba que nadie entrara mientras seguían unidos, no quería volver a tener que pasar la misma vergüenza por tercera vez.
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