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Τρία






—¿Has oído las nuevas? —preguntó cierta rubia a su hijo, mientras cepillaba su brillante cabellera dorada frente a su tocador. El muchacho, que estaba tirado en un sofá detrás de ella, levantó su vista de la pantalla de su celular y le prestó atención a su madre.

—Yoongi está enloqueciendo —continuó la mujer —Su hijo desapareció y lo anda buscando hasta debajo de las piedras.

—¿Hablas de Kore? Creí que lo tenía bajo llave en una cajita de cristal —se burló Jimin.

—Así era, pero... —se giró en su asiento  y bajó la voz —Hay rumores de que fue secuestrado.

El rubio miró atónito a Afrodita —¿De dónde sacaste esa información?

—Eris me lo dijo esta mañana —respondió.

Jimin rodó los ojos —¿Y le crees? ¿A Eris?

—Sonaba muy convincente —se justificó la diosa.

—Porque para eso es buena, mamá. El único talento que tiene esa víbora es sembrar cizaña.

—Ya sé. Pero míralo, esta es la foto que Yoongi anda enseñándole a todo el mundo —le pasó su celular, en cuya pantalla se veía una foto de Jin —¿no es hermoso? Hasta yo querría secuestrar a este muñequito —admitió soltando una risita.

—Vaya... Con razón lo tenían bien guardado —comentó el rubio —Ahora sí creo que pudo haber sido secuestrado, teniendo en cuenta como son los dioses —hizo una mueca de disgusto.

—La pregunta es ¿cuál de esos pervertidos pudo haber sido?

—¿Tal vez Hoseok? —sugirió Jimin.

—Lo dudo. Apenas ayer estaba ocupado causando un terremoto al otro lado del planeta —aclaró.

El rubio bufó —¿Y ahora por qué?

—Descubrió que en una de sus ciudades se hacían cultos secretos a Jungkook —se tapó la boca tratando de contener la risa.

El rubio se rió con ganas al mismo tiempo que su celular sonaba —Estos dioses y sus patéticas rivalidades —negó con desaprobación antes de cambiar su expresión de burla a una totalmente seria —Tenemos que averiguar quién está detrás de la desaparición de Kore. Hasta ahora creía que Yoongi era pacífico, pero ahora acabo de leer un mensaje de Hermes. Dice que Yoongi castigó severamente a un grupo de ninfas en un arranque de ira, por no haber encontrado a su hijo.

—Eso definitivamente suena a algo que él haría —suspiró Afrodita —desde lo de Iasión... no ha vuelto a ser el mismo. Y si no recupera a su hijo, las consecuencias serán catastróficas, para todos.





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Cuando despertó de su sueño, Jin se levantó y se acercó a la otra cama, inclinándose para observar a su durmiente anfitrión, quien rodeaba al perrito con sus brazos, como si fuese un peluche.

Reparó en los labios entreabiertos del chico, que se asemejaban a la silueta de un corazón. Además tenía unos lunares muy bonitos, con los que fácilmente podía imaginarse que formaban una pequeña constelación.

Cuando iba a fijarse en sus pestañas, se encontró con unos negros iris que lo miraban fijamente. Soltó un gritito y dio un pequeño salto en su lugar por el susto.

—¡Estabas fingiendo! —lo acusó.

—Y tú estabas observándome —replicó con su ronca voz mañanera.

Jin se levantó y acomodó su ropa —Sólo porque tenías un moco —dijo y “limpió” la nariz del contrario.

Éste soltó una ligera carcajada y se levantó. Tomaron el desayuno y Taehyung lo invitó a conocer el lugar. Seokjin aceptó con gusto. Tras salir de la residencia del pelinegro, se encontraron a un lugar parecido al bosque donde Jin había encontrado la cueva. Pero en vez de un camino de tierra, lo que atravesaba ese bosque era un caudaloso río.

Ese día el pelirosa navegó por primera vez en un bote, y le gustó la experiencia. La corriente hacía que el bote se meciera de forma casi imperceptible, lo cual a  Jin le pareció de lo más agradable, pues sentía como si flotara.

De vez en cuando observaba al anfitrión, que se encontraba sentado a su lado, en la proa. Éste le dedicó una brillante sonrisa y luego apuntó hacia uno de los costados.

—Es allí adonde vamos.

Seokjin dirigió su vista hacia donde el pelinegro había señalado, y se maravilló ante la hermosa vista. Era un hermoso campo, cubierto de césped y todo tipo de vegetación. Habían riachuelos y cascadas, y el aire que se respiraba era puro y fresco. Era algo así como un paraíso.

Tras bajar del bote, Seokjin se puso a correr entre la hierba alta y extendió sus brazos, extasiado. Todavía le parecía irreal todo lo que estaba viendo. Era como un mundo dentro de otro.

Detrás de él iba Taehyung, quien no dejaba de sonreír como bobo al ver lo bien que el pelirosa lo estaba pasando. Pensó en lo maravilloso que sería tenerlo ahí a su lado por el resto de su vida.

Una pequeña y borrosa voz le decía que estaba loco, que apenas conocía al chico y que no debía confiar en él. Pero como no se escuchaba claramente, Taehyung decidió prestarle más atención al ardiente deseo que sentía por el joven desde el primer momento en que lo vio.

—¿Qué piensas? —preguntó al ver al pelirosa sentarse a observar una pequeña cascada.

—Este lugar es magnífico —suspiró —por poco olvido que estamos dentro de una cueva...

Taehyung hizo una mueca y metió sus manos dentro de sus bolsillos. Jin se levantó y lo encaró —¿Qué es este lugar, Tae? —preguntó en voz baja.

El pelirosa observó al contrario y pudo notar que se había puesto nervioso. Pasaron unos segundos antes que el pelinegro suspirara y dijera en un susurro —Estos son los campos Elíseos.

El ceño del pelirosa se arrugó, al recordar lo que había leído en los libros de historia de la biblioteca de su padre. Los campos Elíseos formaban parte del Inframundo, que a su vez eran el reino del dios Hades.

Dio un paso atrás, al darse cuenta de que todo encajaba. El perro de tres cabezas había sido la primera pista. Pero en los libros de Historia decían que se llamaba Cerbero, no Yeontan. De todos modos, eso no tenía importancia.

Lo que verdaderamente le preocupaba era que se había metido al reino de los muertos, y tenía al mismísimo rey frente a él.

—Eres Hades —dijo en un hilo de voz.

—Uh, sí, pero... —no pudo terminar su oración porque el pelirosa había huido en cuanto oyó la palabra “sí”.

—¡Jin! ¿A dónde vas? —exclamó —Sabes que es imposible que te escondas de mí ¿cierto?

El azabache ya veía venir la reacción del pelirosa. Por eso no le había dicho desde un principio quién era en realidad; sabía que igual que el resto, terminaría asustándose y alejándose de él.

Jin también se regañó a sí mismo por estar escondiéndose. Era el jodido inframundo, ningún alma podía salir de allí. ¿En qué lío se había metido? Su cuerpo entero temblaba contra la húmeda pared de piedra que se encontraba en un hueco tras una gran cascada.

Soltó un grito aterrado cuando una silueta negra apareció frente a él y al instante tomaba la forma de Taehyung. Quiso alejarse pero el azabache lo acorraló y le tapó la boca, inmovilizándolo.

—Escúchame —pidió suplicante el azabache —no te haré daño. Por favor, no me tengas miedo.

El pelirosa sólo lo miró aterrorizado, pues todos sabían lo cruel que era el infame dios. Bueno, al menos eso decían las leyendas y los libros de historia.

—¿No gritarás? De todos modos, no tiene caso, somos los únicos vivos en este lugar así que... —explicó y esbozó una sonrisa de disculpa.

Jin negó y el azabache quitó su mano y se alejó lentamente. Su cuerpo aún temblaba y su pecho subía y bajaba con rapidez cuando se aclaró la garganta.

—¿Ahora qué? ¿Vas a llevarme al Tártaro y torturarme? —preguntó, aún receloso.

—¿Qué? No —respondió el azabache, un poco ofendido por la pregunta —¿Por qué lo haría? No soy un monstruo.

El pelirosa se sintió un poco avergonzado de repente. El chico había sido realmente agradable durante todo el tiempo que llevaba de conocerlo. Pero su reputación era tan marcada y estaba tan extendida que aún tenía sus reservas.

—Lo siento —murmuró —pero nada de esto tiene sentido. Se supone que los vivos no pueden entrar aquí.

—En realidad sí pueden, así como tú pudiste. Es sólo que todos son devorados por Yeontan —se encogió de hombros —y por lo tanto nadie sale de aquí.

—Pero impediste que lo hiciera conmigo —le recordó —¿por qué?

El azabache se lamió los labios.

“Porque desde el primer momento en que te vi, una extraña sensación se apoderó de mí, que me hace querer estar contigo a todas horas y desearte como no tienes idea, maldición, me muero de ganas por hacerte mío aquí mismo y no dejarte ir nunca más”

—Porque el color de tu cabello me llamó la atención —respondió rápidamente.

El pelirosa se llevó una mano a su pelo casi en un acto reflejo, totalmente confundido.

—Me agradas, Jin —añadió el azabache con timidez y se acercó un paso —te garantizo que nada malo te pasará mientras estés aquí.

El constante sonido del agua cayendo a sus espaldas fue lo único que se escuchó después. El pelirosa había permanecido en silencio después de eso y durante todo el camino de regreso a la morada del pelinegro.

Tomó una ducha y se cambió de ropa, usando algunas prendas que Taehyung, o mejor dicho Hades, le prestó. El azabache se encontraba dando vueltas en uno de los grandes salones, angustiado por lo recientemente sucedido.

Apostaba que Jin ahora lo rehuiría y se marcharía. Se desordenó el cabello y apretó los labios mientras esperaba que el pelirosa saliera de la ducha. Comenzó a armar discursos en su cabeza, para intentar convencer a Jin que se quedara con él un poco más.

No entendía por qué se estaba sintiendo así de atraído a alguien tan rápido. Es decir, se había fijado antes en otras personas, incluso experimentaba regularmente los placeres carnales con musas y ninfas, las cuales eran encantadoras. Pero nunca antes tuvo esta abrasadora necesidad de tener el cariño de alguien más, en este caso, el de Jin.

Sin embargo, olvidó todo lo que quería decir, y su respiración se detuvo, al ver a Jin en la puerta, quien venía con intención de hablar con él. El chico vestía de negro de pies a cabeza, resaltando la palidez de su piel, y dándole a su rostro, especialmente a sus ojos, un aire de picardía. Definitivamente, el negro le quedaba espectacular.

Su rostro era solemne y su forma de caminar denotaba elegancia en su máxima expresión. Se acercó a Taehyung y luego de tragar saliva, habló —Tengo que decirte algo.

La tristeza invadió el semblante de Taehyung, quien hizo un puchero al imaginarse lo que Jin le diría. No estaba listo para dejarlo ir. Quería tirarse al piso y llorar como un niño pequeño.

¿Qué le estaba pasando? ¿Desde cuando él se comportaba así?

—¿Quieres irte, verdad? —preguntó sintiendo presión en su pecho.

La duda se reflejó en el precioso rostro del pelirosa —No podría irme ni aunque quisiera ¿cierto?

—Por ti podría hacer una excepción —musitó cabizbajo.

El pelirosa contuvo un “aww”. Quería apretujar las mejillas del pelinegro, pero considerando que era el rey del lugar, tal vez no era lo más apropiado.

—Lo que venía a decirte, es que también me agradas —admitió con las mejillas sonrojadas —y... uh... no conozco a nadie más ahí afuera. Um, así que ¿puedo quedarme un poco más? Al menos hasta que tenga un buen plan para, ya sabes, ahí afuera —soltó una risa nerviosa —pero sólo si tú quieres. No quiero ser una molestia.

El rostro del monarca se iluminó ante aquello y se levantó de un salto, para luego acercarse y envolver sus brazos alrededor del delgado cuerpo de Jin, el cual se tensó ante la sorpresiva muestra de afecto. Sin embargo, segundos después también se encontraba correspondiendo al acogedor abrazo del Rey de los muertos.

De repente Taehyung se dio cuenta de lo que había hecho y se sorprendió por sus propias acciones. Él no era impulsivo, ni tan demostrativo. Algo definitivamente andaba mal con él.

No obstante, decidió disfrutar de las ventajas que le daba su muy nueva personalidad atrevida, y se sumergió en todo lo que ese cálido abrazo le hacia sentir.

Era tan bonito... Como demonios alados en el estómago.

O mariposas, como dirían los mortales.

Poco después se separaron y Jin miró al pelinegro con cara de “¿qué rayos fue eso?”, por lo que Taehyung enseguida explicó —Lo siento, es que es... lindo tener algo de compañía.

El pelirosa pareció entender.

—Ya sabes, nadie viene aquí por voluntad propia —añadió haciendo una mueca de tristeza.

Una suave sonrisa se formó en los labios de Jin y comentó —Bueno, yo tampoco recibía visitas, aparte de las ninfas. Supongo que somos almas solitarias.

—Almas solitarias que se hacen compañía —dijo Taehyung.

A Jin le gustaba como sonaba eso. En ese momento se dio cuenta que vez el inframundo no era un lugar tan frío como lo pintaban.



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Hola mis mortales 💅🏻 ok no.

Que alguien me detenga de escribir tanta pendejada, porfa.

Gracias por leer :3 ❤️




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