Έξι
Había algo en la boca de Jin, que volvía loco a cierto chico de rizos negros. No estaba seguro si era su forma tan definida o la textura suave y acolchada de sus labios, o si era el exquisito sabor, que no se comparaba ni al mejor producto de los viñedos de Dionisio, que era digno de los dioses olímpicos.
Taehyung acababa de descubrir que besarla era la cosa más maravillosa que había experimentado en su larga existencia. Había besado a centenares de diosas, musas y ninfas antes, pero con ninguna de ellas se había sentido así.
Tan vivo.
Explorar esa cavidad caliente y húmeda, le daba un sentimiento totalmente nuevo y explosivo, era tan e incluso más glorioso que el sabor de la victoria después de una batalla.
Por eso, cuando finalmente le dio un respiro al pelirosa, sintió sus mejillas arder en vergüenza por lo intenso que se había puesto por un momento. Éste lo miró con los ojos muy abiertos, brillando por la mezcla de emociones que lo inundaba en ese instante.
Jin había fantaseado durante cientos de años sobre cómo sería su primer beso. Gracias a los libros que había leído y las películas que había visto, ya tenía en mente los escenarios ideales donde deseaba que se diera ese momento especial.
Y el Inframundo definitivamente no estaba entre sus opciones.
Sin embargo, el pelirosa sintió sus expectativas ser ampliamente superadas por la realidad en la que se encontraba ahora mismo. No podía pensar en otra cosa que no fuesen los brazos de Taehyung estrechando con fuerza su cintura o sus labios acariciando su boca de forma enérgica y al mismo tiempo con suma delicadeza, como si se contuviera para no asustarlo.
Aún así, se sintió un poco abrumado por todo lo que sentía, tanto en su cuerpo, como en su corazón. A su cuerpo, sin duda, le encantó. Sintió ráfagas de calor en sus mejillas, en el pecho, que fueron bajando más y más, despertando en él pensamientos de lo más inapropiados, de esos que nunca diría en voz alta frente a su padre.
Y por dentro tampoco era muy diferente; ese dios frente a él era sin duda todo lo contrario a lo que siempre se había imaginado. Le había impresionado todo sobre él, como gobernante era justo y responsable, y como anfitrión, le había atendido maravillosamente.
Incluso le había dado apoyo emocional, lo trató como un igual, y gracias a él, por primera vez se sintió poderoso. ¿Podría decirse entonces que ya eran amigos? Jin no estaba seguro de cómo debería definir lo que sucedía entre ellos, pues también sentía una innegable atracción hacia el azabache.
Sin embargo, sólo llevaban una semana de conocerse, y Taehyung ya le había confesado que tenía sentimientos hacia él e incluso se habían besado. ¿Era demasiado pronto? ¿Podría un sentimiento real desarrollarse en tan poco tiempo? Las dudas hicieron que el pelirosa se quedara callado por unos minutos, lo cual inquietó ligeramente al azabache.
—¿Jin? ¿Qué sucede? ¿No te gustó? —preguntó éste haciendo un puchero. El pelirosa quería lanzarse sobre él y llenar de besos ese atractivo rostro que podía ser tan intimidante como adorable, pero se contuvo. Debía enfocarse en lo más importante.
—No es eso —lo tranquilizó con una suave sonrisa —ese fue mi primer beso —admitió sorprendiendo al azabache —y fue perfecto, más de lo que me había imaginado. Pero ¿estás seguro de lo que dices? Apenas me conoces.
El azabache tomó las manos de Jin y depositó un beso en cada una —Lo que sé hasta ahora me dice que eres el dios más increíble que he conocido. Tienes todo lo que me gusta, Jin. Y si yo no te gusto ahora, sé que puedo llegar a conquistarte, si me das una oportunidad.
El pelirosa se quedó mirando a Taehyung, preguntándose cómo era posible que esa criatura tan dulce, haya estado solo durante todo ese tiempo. Luego recordó que existían los prejuicios. Si tan solo los mortales y dioses dejaran de juzgar por las apariencias o por los rumores...
—Yo... quiero que seas mi compañero —continuó el azabache ante el silencio del contrario —Quédate conmigo, y te convertiré en rey. Gobernaremos juntos, y desarrollarás todo ese potencial que has reprimido durante toda tu vida. Pídeme lo que quieras, y te lo daré. Por favor, dime que al menos lo considerarás —suplicó tratando de no sonar tan desesperado.
Ni siquiera Taehyung sabía por qué se estaba comportando así. Lo que sí tenía claro era que desde que conoció a ese chico del singular cabello rosa, habían despertado repentinamente en él sentimientos que ni siquiera sabía que existían dentro suyo. Sentía una inexplicable devoción hacia Jin, que lo consumía poco a poco y se intensificaba con cada día que pasaba.
Por lo que lo único que necesitaba en esos momentos, era que el pelirosa aceptara quedarse con él, pues tan solo con imaginarse que era rechazado, sentía una punzada dolorosa justo en medio del pecho.
Se sintió aturdido al finalmente comprender por qué los mortales se comportaban de forma algo vergonzosa cuando estaban enamorados. ¿Acaso era eso lo que le sucedía? ¿Estaba enamorado de Jin?
Probablemente su lado racional le diría que eso era absurdo, que era demasiado pronto para saberlo. Pero su lado racional estaba temporalmente encerrado en un pequeño rincón, a causa de una oportuna flecha que le dio por error.
Pero eso, por supuesto, Taehyung no lo sabía.
Y como un muy sutil método de persuasión, el azabache volvió a besar los irresistibles labios del pelirosa, a lo cual éste no opuso ni la más mínima resistencia. De hecho, luego de cada pausa, le correspondía más ansioso, tratando de seguirle el ritmo.
Al día siguiente, luego de consultarlo con la almohada, Jin decidió dejarse llevar por lo que estaba sintiendo. Después de todo, se trataba sobre sentimientos, y no existía una regla que determinara el tiempo en que debería sentir o dejar de sentir atracción e incluso afecto hacia ese apuesto dios.
—Lo he estado pensando y... he decidido quedarme un poco más y considerar tu oferta —comentó el pelirosa, mientras daba un paseo con Taehyung por los bosques contiguos al río Estigia. Los ojos del azabache se iluminaron inmediatamente y la alegría inundó su interior.
—¿Me darás una oportunidad para conquistarte? —preguntó, sin molestarse por esconder su entusiasmo.
—No. Porque de hecho también me gustas, y mucho —admitió sonriendo —pero sí estoy considerando quedarme aquí y... ya sabes, lo que me dijiste.
—Ser mi compañero. Gobernar a mi lado —dijo, a lo que el pelirosa respondió con un asentimiento. A pensar de que creía que era una auténtica locura, tratándose de dioses, Jin no podía esperar menos.
—Quiero que seas feliz si decides quedarte, Jin. Así que haré todo lo que esté en mis manos para que estés cómodo aquí. Quiero que llegues a verlo como tu hogar, como nuestro hogar —dijo el azabache, con determinación.
El pelirosa notó que aunque el rostro de Taehyung estaba completamente serio, sus ojos permanecían suaves, mirándolo de forma cariñosa. “¿Cómo podría negarme?” pensó Jin. Estaba convencido de que con esos ojos, el azabache podría ser capaz de conquistar el mundo entero.
Pasaron tres días más, y en ese lapso de tiempo, el pelirosa había adquirido más y más confianza al aprender sobre lo que sería su rol en el inframundo si decidiera quedarse, asumiéndolo un par de veces de forma no oficial. Le gustaba sentir todo ese poder y autoridad al que accedía gracias a Taehyung.
Su relación con él no hacía más que estrecharse, y no sólo de forma emocional. Cuando no condenaban almas malditas al Tártaro, o concedían el descanso eterno a las almas benévolas, eran incapaces de mantener sus manos apartadas del otro.
Con cada beso que compartían, la timidez de Jin iba desapareciendo gradualmente. Al ir explorando el terreno del placer físico —que hasta ese momento, había sido desconocido para él— sus dudas fueron reemplazadas por la curiosidad y el deseo, que quemaban su interior como las ardientes llamas del Tártaro.
Mientras se estremecía al sentir las grandes manos de Taehyung por todas partes, y sus húmedos besos en el cuello le producían cosquillas, se preguntó si estaba dispuesto a llegar más lejos.
Su cuerpo respondió por él, cuando un gemido escapó de su garganta tras sentir un roce en su dura entrepierna.
Se puso a pensar que ocho días atrás, había estado corriendo de un grupo de ninfas, y ahora, se encontraba sobre la cama del sexy azabache, tan excitado que su respiración se encontraba agitada y el cuerpo entero le temblaba, todo a causa de ese dios que se encontraba encima suyo.
Se mordió el labio con fuerza cuando las manos del monarca se colaron bajo su ropa y acariciaron su pecho y su vientre, tras previamente haberse colocado entre sus piernas, moviendo sus caderas de adelante hacia atrás, simulando embestidas y rozando sus respectivas erecciones.
—¿Esto te gusta? ¿Quieres más? —preguntaba jadeante el azabache cada vez que hacía algo nuevo. Quería asegurarse que Jin disfrutara del sexo de principio a fin.
—S-sí, continúa... Así —respondió el pelirosa todas las veces. La piel le ardía, igual que su corazón, al ver que el azabache se esforzaba —con éxito — por satisfacerlo.
Los roncos gruñidos que emitía el azabache indicaban que estaba igual de excitado que Jin, pero se estaba conteniendo, pues sabía que el joven bajo él nunca había tenido relaciones antes, por lo cual debía ir con cuidado y ser paciente.
Sin embargo, a Taehyung se le dificultaba bastante mantener el autocontrol, cuando todo sobre el pelirosa exudaba sensualidad: su hermoso rostro, completamente ruborizado, sus apetecibles labios hinchados por los besos, su níveo cuello con pequeñas marcas rojas... Y esos ojos penetrantes e inocentes a la vez, que lo miraban con deseo.
Siguieron con su sesión de besos y caricias, mientras se despojaban de sus ropas entre suspiros. Cuando sólo les quedaba una prenda a cada uno, el azabache hizo una pausa para observar a Jin, y silenciosamente solicitar su consentimiento. Éste lo miró y asintió en respuesta, dándole permiso de hacer con él lo que quisiera.
Más tarde, luego de que el par se haya venido un par de veces, se quedaron en la cama, ambos despiertos. El brillante cabello rosa de Jin caía desparramado sobre el brazo derecho de Taehyung, y una de sus manos se encontraba sobre el pecho de éste último.
Sus rostros se encontraban frente a frente, y una sonrisa satisfecha tiraba de sus labios. El pelirosa se sentía pleno y feliz. Había decidido entregarse por completo, y supo que esa había sido la mejor decisión que había tomado.
No sintió dolor en ningún momento; había sido absolutamente perfecto. Taehyung lo tomó de una forma tan gentil la primera vez, que lo único que sintió fueron oleadas de inmenso placer hasta llegar al orgasmo, y a su corazón palpitar con más fuerza que nunca por todo el afecto que sentía por ese hombre que se encontraba a su lado.
Y estando allí, abrazados, Jin sintió paz. Y tomó una decisión.
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Los ojos de Namjoon rodaron mientras llegaba a su destino. No podía creer lo que estaba haciendo. ¡Él no era mensajero de nadie! Pero Yoongi era tan jodidamente insistente...
No quería enfrentarse a su hermano mayor. Sabía que a Taehyung le gustaba la tranquilidad, y que generalmente se ocupaba sólo de sus asuntos, sin molestar a los demás.
Siempre había sido así, de todos sus hermanos, Taehyung era el del perfil bajo, a pesar de tener una de las más grandes y difíciles responsabilidades.
Incluso sabía que Taehyung desaprobaba todas las fechorías que cometía de vez en cuando. Por eso, su hermano Hoseok lo consideraba un aburrido.
Por lo que sintió algo desconcertado, cuando Yoongi lo acusó de haber secuestrado a su hijo. Eso no sonaba como algo que Taehyung haría. Sin embargo, conocía a Yoongi, y sabía que éste no lo dejaría en paz hasta hacer lo que él quería, que era “rescatar a Kore de las garras de Hades”.
Soltó un suspiro y esperó frente a las puertas del Inframundo por unos segundos. Sólo debía comprobar que el jovencito no estuviera en ese lugar, y listo. Tal vez luego de hacerlo, aprovecharía su visita a la tierra para divertirse un poco.
Esbozó una sonrisa ladina, al pensar en lo furiosa que estaría Hera cuando regresara al Olimpo. Su relación con ella era algo peculiar. Tóxica, dirían los mortales.
No se amaban, de hecho, Namjoon tenía aventuras con otras criaturas todo el tiempo, pero tampoco se imaginaba con otra mujer. Y ella, cada vez que descubría algún amorío de su esposo, estallaba por la ira y los celos, pero tampoco estaba dispuesta a renunciar a su lugar como reina del Olimpo.
Habían pasado milenios así, ella ya se acostumbró a los engaños de él, y él ya se acostumbró a los —a veces mortales— arranques de celos de ella. Como el que seguramente tendría después de que el moreno regresara a su hogar.
Sin embargo, dejó de pensar en aquello cuando las enormes compuertas fueron abiertas.
—¡Hola, mi hermano favorito! ¿Cómo estás? —exclamó el menor con alegría exagerada al ser recibido por un muy malhumorado Taehyung.
—¿Qué haces aquí? —preguntó el azabache en respuesta, frunciendo el ceño e ignorando completamente el saludo del otro.
—Ya veo, estás igual que siempre ¿acaso no te alegras de verme? —comentó sarcástico, ingresando al inframundo y echando un vistazo a su alrededor.
Taehyung lo siguió y aún con expresión confundida, se preguntó qué rayos hacía Namjoon en su territorio.
—No estarías aquí si fuese una mera visita familiar. Así que ve al grano. ¿Qué quieres? —preguntó directamente el azabache. Conocía a sus hermanos, no irían al territorio del otro si no fuese estrictamente necesario.
—Corren rumores en la superficie... Y han llegado al Olimpo —comentó de forma distraída, adentrándose más, buscando con la mirada.
El azabache se quedó callado, siguiéndole de cerca, esperando a que Namjoon continuara.
—¿Sabías que el único hijo de Yoongi desapareció? —preguntó cauteloso. Abriendo una puerta y mirando dentro de la habitación. No encontró nada.
—Sí, lo supe.
—Dicen que fue secuestrado. Y la última vez que fue visto, estaba contigo —dijo mirándolo directamente —dime, hermano ¿tienes al chico?
El azabache no tuvo tiempo de responder, pues el moreno tomó su forma espiritual y en un abrir y cerrar de ojos, había recorrido todas las habitaciones del lugar.
Taehyung se transformó también de inmediato, y lo alcanzó un segundo después. Namjoon estaba de pie en su habitación, contemplando el cuerpo desnudo de Kore, lleno de marcas y apenas tapado con una sábana.
El moreno entonces se dio cuenta de que Yoongi había dicho la verdad. No le quedaba más remedio, las acciones de su hermano mayor no podían quedar impunes. Sintiéndose pasmado y decepcionado, giró su cuerpo, para enfrentarse a Taehyung y sacar a ese pobre chico de allí.
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Wenaaaas! 💕
Como están? Extrañaba actualizar e interactuar con lxs lectorxs de esta kquita 👉🏻👈🏻❤️
Qué les parece el rumbo que vamos tomando? Opiniones, críticas acá pls.
En fin, gracias por leer, lxs amo infinitamente. Buena semana para todxs ❤️
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