S E I S
El amanecer había llegado. Jimin no pegó el ojo en toda la noche, las imágenes de su padre moribundo se rehusaban a salir de su mente y aunque no lo pareciera, estaba asustado. Su mente estaba fuera de sí y su mirada estaba totalmente perdida en la pared.
—Jimin...– el mencionado volteó y pudo observar a su amigo detrás de los barrotes que los separaban. Corrió hasta él, juntaron sus frentes y al mismo tiempo tomaban sus manos.
—Tae, mi papá...– habló el príncipe con la voz rota – yo no lo hice.
—Lo sé y te creo – Taehyung habló en voz baja – pero necesito sacarte de aquí, con urgencia.
—No vas a poder – Jimin sollozó – me tienen custodiado de esquina a esquina.
—Namjoon me ayudará – ésta vez Taehyung colocó sus manos en las mejillas de su amigo, conectando ambos sus miradas – haremos justicia por tu padre y por Timoría.
Las armaduras de algunos guardias resonaban en el pasillo de los calabozos.
—Vete, no quiero que te descubran, por favor – habló con desesperación el alfa – no quiero perderte a ti también.
—Volveré al mediodía.
El rubio regresó a un rincón de su celda con el corazón en un hilo, abrieron el candado y se rieron de su condición.
—Átenlo como la reina lo pidió – habló uno de ellos – no se merece menos que eso.
Le despojaron de su camisa de seda, rompiéndola en tiras. Unas cuerdas de hilo áspero comenzaron a envolver su cuerpo, haciendo fricción con su piel, algunas zonas comenzaba a arder y otras a sangrar ligeramente. Sus manos se encontraban detrás de su espalda en forma de cruz, haciendo que su piel se tornara roja. Tomaron uno de los trozos de tela de su camisa y miraron con morbo al joven.
Lo sujetaron y cubrieron su cara. Jimin se removía desesperado por la falta de aire, al tratar de respirar la tela se pegaba a su nariz y era aún peor cuando trataba de aspirar aire por la boca. Su respiración era totalmente irregular, su garganta ardía y su vista comenzaba a nublarse, cada vez era más imposible poder respirar y a este paso moriría en cuestión de minutos.
Los hombres se burlaban de él, soltando algunos escupitajos y golpes hacia su cuerpo.
—¡Vamos príncipe! Dile a tu amiguito que te venga a salvar – rió el más grande de todos – te apuesto que huyó en cuanto te sentenciaron.
Todo era desesperante para el joven alfa hasta que las palmadas de una persona captaron la atención de los hombres.
—Es suficiente.
Jimin sintió como el agarre en su cuerpo se fue y cayó débilmente al suelo tosiendo y dando grande bocanadas de aire. Movió su cabeza para quitar la tela de su rostro, se sentó como su cuerpo se lo permitió y pudo ver el rostro sonriente de su madre.
—¿Estás feliz de verme sufrir? – SoRa miró a su hijo para después ver a sus caballeros – ¿Ésto es lo que tanto deseabas?
—Retírense.
Ellos asintieron e hicieron una reverencia para ella. Volvió su mirada a Jimin y se agachó hasta estar a su altura, recogiendo un poco su vestido de encaje negro.
—Eres una amenaza, cariño. Quieres destruir todo lo que hice en éste reino durante veinte años, esta sociedad debe ser superior a todos.
—¿Te das cuenta la clase de porquería que eres? – espetó el alfa – te agradezco que hayas matado a mi padre, está lo suficientemente lejos para que tu maldad no lo alcance.
SoRa tomó su mandíbula, apretándola con fuerza y enterrando sus uñas en la piel del joven.
—Escucha bien, maldito parásito – los ojos de Jimin le miraron con odio – no me interesa lo que pienses, lo que hagas y cómo lo hagas, eres solo un estorbo en mi camino hacia el éxito, y hoy te desecharé cuál residuo, así que vive tus últimas horas, Park Jimin. Pronto estarás en el mismo lugar que tú padre está ahorita.
Le soltó y se levantó sacudiendo un poco de la tierra en su vestido.
—Nos vemos a mediodía, hijo mío.
Estaba desesperado, sediento y cansado. Quizás era una lucha inútil la que hacía, pero sentía la necesidad de sobrevivir. Las palabras de su padre rondaban en su cabeza.
Sé fuerte.
Recargó su cabeza en la pared, sollozando.
—Perdóname papá...– susurró con la voz temblorosa – perdóname.
Estaba tan metido en su dolor que no se percató de todo el alboroto que había a su alrededor. Un Taehyung agitado había llegado a su celda y de una sola patada había derribado la reja.
—Jimin, Jimin – Taehyung lo movió pero él no le contestaba – ¡Jimin!
Parpadeó un momento y pudo observar a un amigo con gotas de sudor resbalando por si cara, algo de suciedad y un poco de sangre. Algo hizo click en su cabeza que quiso dejar su dolor a un lado y su instinto protector saliera a la luz.
—Desátame – habló Jimin – házlo para que pueda ayudarte.
Taehyung suspiró y miró las ataduras en su cuerpo, sería demasiado difícil y riesgoso hacerlo ahí, así que optó por cargarlo en su hombro y salir de ahí.
—Lo siento, no tenía otra opción – Taehyung miró a su amigo removerse – o tal vez si.
Lo dejó en el suelo y abandonó su forma humana para transformarse en un lobo blanco de ojos negros brillantes. Se agachó hasta quedara a un altura apta para que Jimin subiera, inconforme se subió al lomo de su amigo y se recostó en su suave pelaje. Oía la agitada respiración de su amigo, mirando hacia todas partes, el rumor de que había algunos traidores dentro del castillo ya se había esparcido por todo el reino y sin duda alguna, había guardias por todo el lugar. Jimin dirigió su vista hacia atrás y pudo percatarse de que alguien los seguía. Miró nuevamente hacia delante y soltó un gemido de dolor cuando una flecha se enterró en su espalda. Trató de alcanzarla con sus manos pero las cuerdas se lo impedían, sintió la sangre espesa y caliente correr por su espalda baja, haciendole sentir incómodo.
Sin embargo, aquel dolor se transformó en rabia cuando encrustaron una espada a un costado de su amigo. El lobo chilló y ambos cayeron al suelo, el espeso pelaje blanco de Taehyung comenzaba a teñirse de rojo. Jimin cerró sus ojos tratando de controlarse pero en cuanto vió más lobos queriéndose acercar, sus ojos comenzaron a brillar. Un lobo negro de ojos verdes se acercaba a el blanco, quien se hallaba totalmente inconsciente. Jimin reconoció ese brillo a la perfección y en cuanto ese animal trató de abalanzarse a Taehyung, dejó salir su lobo interior, chocando su cabeza con las costillas de la alfa. Mordió una de sus orejas hasta que sangrara y enterró una de sus patas en las costillas de su contrario.
—No dejaré que te salgas con la tuya, SoRa – la respiración de Jimin se entrecortó – no lastimarás a nadie más.
Muchos lobos rodeaban la escena, acechando al lobo marrón. Sintió el pánico en su interior cuando vió que no había escapatoria, dirigió su mirada hacia arriba y allí estaba la luna. Al mirarla, sintió cómo algo dentro de él se iluminó, dirigió nuevamente sus ojos a todos y con una sola patada, un halo dorado en forma de círculo se esparció por todo el piso, mandando a volar a todos, incluida la alfa.
Dejó sus impresiones para otro momento y llevó en su lomo a Taehyung en su forma humana. Corrió y corrió por un sendero desconocido, sintiendo a los demás pisandole los talones, la adrenalina corría por su cuerpo a cada paso que daba. Para su sorpresa, se topó con Namjoon en la entrada del reino.
Con su cabeza, le indicó que subiera a su lomo, el beta asintió y abrazó el cuerpo de Taehyung para que el alfa prosiguiera con su camino. Siguió corriendo, esquivando algunas flechas, dagas y espadas lanzadas por algunos caballeros, no obstante no pudo esquivarlo todo, algunas flechas se encrustaron en su lomo, debilitando su ser. No le importó y siguió con su camino, siguió corriendo, sintiendo la sangre humedecer su pelaje. Comenzó a escabullirse entre los árboles, perdiendo poco a poco de su vista a todos los que los perseguían. También su olfato le indicó que estaban fuera de su territorio y debía tener precaución. Namjoon por su parte, se había encargado de untar algunas cremas para cerrar la herida que Taehyung tenía, ocupándose también de arroparlo y protegiéndolo de todo lo que lanzaban. El alfa comenzó a removerse y a recobrar la consciencia. Quiso levantarse pero el beta lo detuvo.
—Tu herida está por sanar – Namjoon suspiró – no te levantes.
—¿Estamos fuera del reino? – preguntó Taehyung al percibir un aroma totalmente distinto.
Namjoon asintió. Jimin mantenía sus sentidos muy alerta, el dolor había sido ocultado por la precaución y la atención. El beta atinó a acariciar su pelaje y relajarlo un poco.
—Relájate, estamos lejos de Timoría – acarició nuevamente su pelaje – deberías descansar.
Jimin se sentía débil, cansado, tenía la necesidad de dormir por mucho tiempo, pero se negaba en lo absoluto. Su deber como príncipe era proteger a su pueblo, en ese momento, para él Namjoon y Taehyung era su pueblo.
—Descansemos aquí, Taehyung necesita un poco de reposo y no tanto movimiento.
Namjoon era sumamente astuto y sabía perfectamente que si le decía al alfa que debían detenerse por el bien de su mejor amigo, lo haría sin dudarlo. Jimin detuvo su andar y se agachó, dándole paso a los demás para que bajasen. El beta sonrió victorioso, Taehyung bajó con suma precaución y cubrió su boca con una de sus largas manos al ver el cuerpo de su amigo. Estaba repleto de flechas y manchas de sangre por todo su pelaje marrón. En ese instante, Jimin retomó su forma humana, sintiendo todo su cuerpo doler y arder al mismo tiempo, giró su vista a su espalda y sin ninguna delicadeza, quitó una flecha de ahí, Namjoon se acercó a él y lo detuvo.
—Te curaré – suspiró – nosotros te cuidaremos, ya estamos a salvo todos.
Como si de un calmante se tratase, Jimin se desvaneció en los brazos del beta, teniendo la esperanza aún de que todo ésto fuera un sueño.
Espero disfruten mucho el capítulo, tanto como yo lo hago al escribirlo. Nuevamente, gracias por su apoyo a ésta historia. Son unos angelitos tan bellos que se merecen todo mi amor. 💜
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