C I N C O
Jimin se encontraba en los establos junto a Taehyung, habían pasado varios días desde la discusión que había tenido con su madre y el Parlamento le veía con desagrado. Comenzaron a esparcir los rumores de que era un príncipe rebelde y que el rey Yeon tenía la culpa de todo ésto. Las buenas acciones que Jimin hizo desde su adolescencia fueron totalmente opacadas por tal rumor.
—Jimin, ¿No has pensado en hacer una disculpa pública? – Taehyung acariciaba a su caballo – la gente prácticamente te está odiando y eso no es bueno.
—No tengo nada de que disculparme, no he cometido ningún crimen que lo amerite – habló con firmeza – mi madre quiere tener sometido a todo el pueblo y yo no voy a permitir eso.
Taehyung chasqueó su boca, negando con la cabeza.
—Siento que algo no está bien aquí – tomó su mentón, pensativo – ¿Por qué tu madre ha dejado que se dispersen los rumores?
—Es fácil, Tae – Jimin encogió sus hombros con simpleza – quiere arruinarme antes de llegar al trono. Analiza la situación, falta sólo un año para que me ceda el reino, no logró convertirme en una escoria gracias a mí padre, y ahora surgen cuestiones relacionados a ambos, ¿No es demasiada coincidencia?
—Sólo no dejes que eso llegue a oídos de otros reinos porque entonces si estaremos en serios problemas.
El día parecía transcurrir con normalidad, Jimin se encontraba en su alcoba leyendo algunos libros acerca de la distribución de los reinos, descubrió que un reino cercano a ellos podía hacer criaderos de pescados, debido a su gran clima cálido. Pensó que sería conveniente hacer algún tipo de tratado para que el pueblo pudiera tener acceso a éstos animales.
Siguió leyendo y en las últimas hojas encontró un reino que captó su atención. Su título estaba en color dorado y con caligrafía antigua.
—Phoenix...– susurró el alfa – jamás había oído hablar de éste reino.
La noche pronto caería, así que fue a encender un candil para poder proseguir con su lectura. Quedó sorprendido al saber que fue el más grande de los reinos, aparecían algunos datos geográficos y un mapa en específico llamó su atención. Al parecer era un árbol genealógico acerca del reino, sin embargo, la hoja siguiente no estaba, pudo ver qué al final estaba un trozo de la hoja que faltaba y vió algunos nombres que captaron su atención.
—Bae HaNa y Bae JiHwan – Jimin frunció su ceño confundido – ¿Quiénes son?
Pronto investigaría más al respecto, mientras tanto, quería dormir un poco. Por otro lado, SoRa estaba esperando la noche para poder realizar su plan. Había recurrido a una bruja del pueblo para que le diera algunas pócimas, necesitaba mantener a Jimin inconsciente de todo lo que ocurría, tomó un pañuelo de seda y lo bañó en una solución, lo guardó en su bolsillo y caminó hasta su habitación, no sin antes darse un baño con supresores, para que nadie pudiera sentir su presencia. Abrió su alcoba con cuidado y lo vió durmiendo tan pacíficamente que le dió pena.
—Pequeño inocente – habló la alfa acariciando la mejilla de su hijo – no me quitarás mi corona.
Colocó el pañuelo sobre él, haciendo despertar abruptamente a Jimin. Él hizo a levantarse pero se trepó encima de su cuerpo, inmovilizándolo por completo, logró quitarla de encima pero estaba muy débil y confundido. Caminó unos cuantos pasos, saliendo de su habitación.
—¡Taehyung! – gritó antes de caer de bruces al suelo, SoRa le tomó por los tobillos y lo arrastró hasta su habitación de nuevo, lo cargó y lo colocó de nuevo en su cama, la miró con la inconsciencia casi cayendo sobre él – ¿Por qué me haces ésto, mamá?
Ella rió ante el balbuceo de su indefenso hijo.
—Eres demasiado torpe para heredar éste maravilloso reino – volvió a colocar el pañuelo en su nariz – dulces sueños, mi querido príncipe.
Él negaba con su cabeza, tenía miedo de lo que su madre pudiese hacer, sólo esperaba a que Taehyung le hubiese escuchado.
SoRa limpió el sudor de su frente y se sentó en la cama de su hijo, esperando a su esposo. Yeon llegó con la respiración agitada, había escuchado el grito desesperado de Jimin, al igual que Taehyung, pero éste último se quedó fuera de la habitación de su amigo con el corazón latiendo de manera desenfrenada.
—¿Qué le sucede a Jimin, SoRa? – el corazón del Omega latía con fuerza – más bien, ¿Qué le hiciste?
La alfa encogió sus hombros con simpleza.
—No lo sé, sólo pase a despedirme de él y comenzó a gritar – ella se cruzó de brazos – ¿Alguna otra explicación?
Yeon tomó de los hombros a su esposa, zarandeandola.
—¡¿Crees que soy imbécil?! – el Omega estaba sumamente furioso – ¿Por qué quieres hacerle daño? ¡Es tu hijo!
SoRa sacó una navaja que tenía escondida en su bata y la enterró en el abdomen de Yeon.
—Jamás debiste interponerte en mis planes, Omega – la alfa sintió su marca arder, sin embargo, quien más sufría era el hombre – nunca debiste educar a Jimin tan débil, es más, jamás debió existir.
Sacó el objeto e inmediatamente el rey cayó al suelo, débil, sangrante y dolido. Su lobo aullaba y chillaba ante la traición de su Alfa, no le aterraba morir, sino dejar a su tesoro más preciado en manos de aquella mujer tan cruel.
Miró como su esposa colocaba la navaja en las manos de su hijo y manchaba su ropa con la sangre que salía de su propio cuerpo. Trató de moverse pero el dolor invadió su sistema por completo, escupiendo un poco de sangre caliente. SoRa reía descarada mientras limpiaba sus manos con un pañuelo. De su bata tomó un frasco con un líquido de tonalidades verdosas y lo bebió por completo.
—V-Vas a morir, SoRa – el rey tosió – no podrás v-vivir sin mí.
—Ésto me mantendrá estable – ella sonrió mostrándole el frasco vacío – como cuando era una alfa libre y poderosa. Libre de marcas y lazos estúpidos.
Salió del lugar con una sonrisa plasmada en el rostro. Yeon agonizaba lentamente, sus sentidos se iban apagando poco a poco, SoRa se aseguró de torturarlo hasta la muerte. Por su parte, Jimin comenzaba a cobrar la consciencia, se removió de su cama pensando que lo que había ocurrido con su madre había sido un mal sueño. Cuando sintió algo húmedo entre sus manos pudo observar una navaja llena de sangre, la aventó lejos de él asustado, se levantó y sintió sus piernas temblar cuando vió a su padre tendido en el centro de su habitación. Corrió hacia él y colocó su cabeza entre sus piernas.
—P-Papá, ¿Quién te hizo ésto? – las lágrimas fluyeron sin permiso alguno y sus ojos comenzaban a brillar de un dorado intenso – ¡Papá, por favor!
Miró hacia todos lados, buscando algo con que detener el sangrado del abdomen de su padre. Estaba desesperado, quería correr por todo el castillo y encontrar a Namjoon para que curara a el rey.
—J-Jimin...- Yeon tomó la mano de su hijo - sé fuerte.
—¡No puedes irte aún, Park Yeon! – sollozaba con dolor – ¡Taehyung, Namjoon! ¡Alguien por favor, ayúdenos!
—Estás destinado para cosas grandes, hijo mío – tosió una vez más – n-no dejes que tu madre gane la batalla.
—Papá...– Jimin lo abrazó con fuerza – tienes que resistir, tenemos mucho que hacer juntos todavía, quédate conmigo.
—Tu padre está orgulloso de tí – susurró casi cerrando los ojos – te amo, Jimin.
Jimin se quedó atónito cuando su padre cerró sus ojos y soltó su mano. Gritó hasta que su garganta ardió abrazando el cuerpo de Yeon. Sollozaba mientras repartía besos en la piel fría de su padre.
—No tenías que irte, ¡No tenías que hacerlo!
En ese instante, guardias acompañados de la reina llegaban a la alcoba del joven príncipe. SoRa lloraba falsamente sosteniendo un pañuelo negro de seda.
—Jimin, ¿Cómo pudiste? – el alfa frunció su celo ante las palabras de su madre – ¡¿Cómo pudiste matar a tu padre, Park Jimin?!
Él negaba.
—Tu planeaste todo ésto, ¿Cierto? – Jimin se aferró al cuerpo de su padre – ¡Preferiste matar a la persona que más amaba en ésta tierra que arruinarme a mí!
—¡Yo te ví cuando asesinaste a tu padre! – sollozó – mi pobre Yeon.
—¡Es mentira! – gritó el príncipe – ¡Tú misma lo hiciste para arruinarme, mamá!
La alfa negó sorbiendo su nariz.
—Me da pena hacerte ésto, pero es obvio lo que sucedió aquí – la alfa suspiró – llévenlo a un calabozo, será juzgado conforme a la ley por el crimen tan atroz que cometió.
Los guardias caminaron hasta el príncipe y lo separaron abruptamente del cuerpo de su padre. Él negaba mientras lloraba gritando el nombre de su padre.
—¡Mátame de una sola vez! ¡Mátame ya! – miró a su madre con la rabia inyectada en sus brillantes ojos dorados – ¡Mi vida no tiene sentido si mi padre no está a mi lado! ¡Eres asquerosa e inmunda! ¡Mi padre no merecía ésto!
Los guardias le llevaron a la fuerza hasta los calabozos en la zona baja del castillo. Lo arrojaron sin ningún cuidado, mientras cerraban con llave la puerta. Jimin abrazó sus piernas y comenzó a llorar de nuevo. Miró sus manos y encontró el anillo que su padre le había dado el día de su presentación, aquel metal que siempre lucía reluciente y brillante estaba empañado con sangre.
—Papá...– susurraba con la voz rota – te necesito.
Por otro lado, Taehyung había salido a buscar ayuda con Namjoon al pueblo y habían perdido la noción del tiempo pero grande fue su sorpresa al entrar al castillo y saber la noticia que estaba en boca de todos. Recurrió a una de las mucamas y se acercó a ella.
—¿Qué ha ocurrido aquí? – la imponente voz de Taehyung resonó en los oídos de la omega – ¡Dímelo!
—El príncipe Jimin ha asesinado al rey – habló en voz baja la chica.
—Es una broma, ¿No? – Namjoon estaba asombrado.
—La reina lo ha confirmado, tenemos prohibido acercarnos a su celda.
Taehyung revolvió su cabello con frustración mientras que Namjoon sintió su cabeza latir gracias al estrés.
—La reina mató a su omega, Nam – susurró Taehyung – logró su cometido de lastimar a Jimin, ¡Demonios!
En ese instante, el vocero real había convocado al pueblo en la zona central del castillo, hicieron una reverencia cuando la reina se apareció vestida completamente de negro.
—Mi querido pueblo – agachó la cabeza – una enorme tristeza embarga mi corazón, puesto que hoy, el rey Yeon ha partido a un mundo mejor, pero lo que más me duele anunciar, es que ha sido asesinado a manos de mi hijo, el príncipe Park Jimin.
Todos murmuraban en voz baja.
—No os preocupéis pueblo de Timoría – habló SoRa – con un profundo dolor, mi hijo será juzgado según las leyes establecidas, es decir, ante tal delito, será condenado al castigo máximo en el reino. Será sentenciado a pena de muerte.
—¿Qué está diciendo?
Namjoon estaba atónito, mientras que una ráfaga de temor inundó el cuerpo de Taehyung. Él sabía que sólo era un plan de la reina para quedarse con todo el reino, así que sería más astuto que ella.
—Ven conmigo – jaló de la mano a su amigo.
—¿Qué estás planeando, Kim?
—Te lo explicaré luego, necesito sacar a Jimin de ahí.
No les voy a mentir, lloré escribiendo este capítulo, y ese playlist me terminó de matar. :'c
En verdad, no me cansaré de agradecerles el amor que le han dado a la historia, estaba muy insegura respecto a cómo la recibirían, si la trama de la historia sería buena y sus comentarios tan lindos me levantaron los ánimos. 💜
Gracias por seguir conmigo. 💜
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