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❥ Hasta el fin de los tiempos

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🐧❤🐻


Desde que JongIn podía recordar, siempre le había gustado pasear por los bosques, pese a que su padre, el Rey SeungHyun siempre le decía que era bastante peligroso y que no debía alejarse demasiado de los terrenos del castillo.

JongIn era el único heredero al trono del reino de las estrellas, en lo más profundo del bosque del norte, donde las copas de los árboles eran tan espesas que incluso los brillantes haces lumínicos del sol no podían penetrar por completo, haciendo que el mundo que él conocía permaneciera el perpetua penumbra.

Sin embargo; JongIn estaba acostumbrado a la oscuridad, sus ojos preciosos color chocolate se habían adaptado a la perfección al igual que la mayoría de los habitantes de aquel bosque inmenso. Su padre llevaba el control de tantas hectáreas que no le alcanzaba la vista desde el árbol más alto o la torre más alta de su castillo para poder darse una idea de los límites del reino que alguna vez pasaría a ser suyo.

JongIn había crecido bastante bien, había sido educado por la Reina YooNa que lo había criado con el mejor de todos los sentimientos del mundo; el del amor. JongIn había estudiado bajo las magistrales enseñanzas de los mejores profesores e ilustrados del reino, e incluso su padre había logrado que algunos otros vinieran de fuera para poder continuar con su educación.

A la tierna edad de los diez años, JongIn había sido encomendado al dirigente de las tropas bélicas para que le enseñara a defenderse. JongDae, que estaba a cargo de la tropa de arquería lo entrenó como si fuera su propio hijo, y gracias a él fue que JongIn pudo adquirir las habilidades necesarias para que su padre se sintiera orgulloso.

En esos tiempos bienaventurados, los enfrentamientos bélicos habían menguado desde que JongIn podía recordar, simplemente se daba una idea de lo que era entrar en conflicto con los reinos vecinos por las historias que su sirviente MinSeok le contaba antes de dormir.

MinSeok siempre cuidó de él y siempre le enseñó que no importaba lo que el mundo pensara, nunca debía ponerse un límite, que sus límites eran invisibles y que si él se lo proponía, podrían vencer incluso la profunda oscuridad del bosque de las estrellas, donde para el mundo común siempre era de noche pese a que la claridad refulgía sobre las copas de los árboles.

La habilidad de JongIn de observar con atención lo que sucedía a su alrededor en un diámetro más amplio de lo que un ojo humano normal no pasaron desapercibidas para nadie, mucho menos cuando las leyendas contaban que la reina YooNa provenía de un lejano reino mágico llamado Exodus.

La leyenda contaba que el primogénito siempre contaría con habilidades especiales, mientras que el segundo hijo podría no llegar nunca o quizá moriría en el intento por vivir al dar a luz. Profecía que se cumplió, porque la Reina YooNa no pudo volver a tener hijos pese a lo mucho que lo intentaron ella y el Rey SeungHyun.

JongIn, sin embargo, nunca mostró tener alguna otra habilidad que no fuera su desarrollado sentido de la vista, cuyos padres atesoraron como el mejor de los atributos y le habían dado un buen uso mandándolo con JongDae para que se hiciera cargo algún día de las tropas de arqueros del palacio.

Como el príncipe heredero, JongIn debía estar al mando del ejército de la nación, y fue justamente en los arduos entrenamientos con sus compañeros, pero especialmente con JongDae, que ambos se percataron de la vista no era la única habilidad que el muchacho contenía, si no el poder desaparecer por un previo instante.

JongIn perdía el color de su cuerpo, pese a que él seguía observando todo a su alrededor como si estuviese presente, a los demás no les era posible ver su cuerpo; pero lo cierto es que conforme el paso de los días, el príncipe notó que no era una habilidad en específico, si no que su propio cuerpo una vez invisible al ojo humano, podía hacer una abertura en el espacio y tiempo de las cosas, permitiéndole aparecer en otro lugar del castillo completamente diferente.

Una vez abierto el vórtex, JongIn observaba de manera apresurada los infinitos lugares a los cuales podía transitar en un abrir y cerrar de ojos, pese a que él mantuviera siempre los ojos cerrados, las miles de posibilidades se colaban en su cabeza hasta que él adquiría una como suya, atrayéndola con el pensamiento y haciendo que su cuerpo apareciera en ese lugar, todo en simple fracción de segundo.

JongIn podía teletransportarse, según la palabra de MinSeok, quien le ayudó a guardar el secreto de sus padres, junto con JongDae, a cambio de que fuera un muchacho responsable y no se alejara de los terrenos del castillo.

El muchacho se juró a sí mismo que respetaría la palabra que había dado, porque MinSeok le había enseñado que lo más valioso que un hombre podía tener aparte de ser amado y correspondido, era el cumplir siempre con su palabra y respetar sus decisiones. La lealtad, el amor y el sentido de la responsabilidad eran unos de los cuantos valores con los que había sido criado y en lo que más confiaba también.

JongIn era un chico extraño; a sus dieciocho años recién cumplidos, nunca mostró interés por alguna chica del reino, ni por desarrollar apresuradas pasiones carnales... por el contrario. Se mantenía ocupado con el asunto de los entrenamientos y el querer ser siempre el mejor en todo lo que se le atravesara.

Por eso JongIn salía de excursión con sus compañeros arqueros y algunos miembros seleccionados por su superior JongDae, para perimetrar el reino y cerciorarse de que todo estuviese en perfecto orden.

Y fue aquella tarde de invierno cuando el frío comenzaba a calarle los huesos que todo aquel mundo perfecto y aquella vida tranquila que había llevado hasta el momento se partió en dos, cuando su vista se agudizó y en la distancia pudo observar algo; el ser más maravilloso que sus ojos chocolate hubieran podido ver hasta el momento.

Él se encontraba en los límites del bosque del norte, donde las sombras en la distancia iban menguando, provocando que sus ojos se adaptaran con dificultad a la claridad, pues funcionaban mucho mejor en la penumbra.

Los rayos del sol se escabullían de vez en cuando, deslizándose por las aberturas de las frondosas copas de los árboles, atravesando algunas cuantas telarañas y nidos de aves poco cantoras que habitaban el lugar.

El corazón de JongIn se estremeció por primera vez en su vida, y también por primera vez se levantó sin decir absolutamente nada, dejando pensativos a sus compañeros, quienes dieron por hecho que necesitaba estar solo; ya que de vez en cuando JongIn solía ponerse a pensar en privado.

La criatura estaba de pie, JongIn podía notarlo conforme más avanzaba hacia los límites de su reino, se encontraba entre los pequeños arbustos inundados por la luz del atardecer, haciendo que el juego de luces y sombras a su alrededor se mostrara simplemente sublime.

El muchacho que pese a vivir en la oscuridad tenía la piel morena, como si hubiese sido besado por el mismísimo sol, tragó saliva, con el corazón retumbándole en su caja torácica, aferrándose a su arco mientras seguía avanzando con lentitud; sintiendo su respirar un poco más agitado de lo común, con la sensación escalofriante de sobrepasar los límites para ver un poco más de cerca, para identificar a aquella criatura encapuchada que estaba del otro lado del bosque.

JongIn se detuvo repentinamente, cuando parpadeó y salió del trance en el que había sido sumergido, dándose cuenta de que estaba a un solo paso de salir del reino de las estrellas; en ese exacto lugar en el que el bosque del norte se dividía en dos, impresionado por la presencia de tanta luminosidad a su alrededor.

¿Era mágico? Quizá sí. Quizá si extendía su mano el calor de la luz del sol lo quemaría, quizá aquella criatura se transformaría en un horrible monstruo al que él tendría que cazar y asesinar. Quizá...

La criatura, sin embargo, lejos de transformarse permaneció quiera, elevando la mirada hacia su fisonomía, levantó las manos hasta la altura de su rostro encapuchado y con lentitud retiró la prenda oscura de su rostro, dejando al descubierto su magnificencia.

Su increíble belleza que puso a JongIn a temblar. El rostro del muchacho era tan claro, la tez de su piel se comparaba con los copos de nieve que rara vez había visto alguna vez, y se preguntó si estaría tan suave y fría como la escarcha.

Los ojos negros brillaron con la claridad del atardecer muriendo detrás de las lejanas montañas, marcados por unas pobladas cejas de la misma tonalidad, pero sin lugar a dudas lo que más llamó la atención de JongIn fueron sus labios, hipnotizantes labios de extraña forma, carnosos como los suyos pero diferentes.

Y no fue sino hasta que el muchacho esbozó una sonrisa ligera que lo supo, que sus ojos se deleitaron con la forma de un precioso y perfecto corazón que hicieron al suyo ponerse a latir como loco.

JongIn estaba temblando de a poco, sentía el estómago revuelto y la adrenalina corriendo por sus venas cuando lo escuchó, mandando todo su raciocinio al demonio.

ㅡ ¿Eres un espectro? ㅡ El muchacho preguntó, y JongIn conmocionado tardó un par de segundos en reaccionar, parpadeando finalmente para negar en rotundo silencio. ㅡ ¿Vives... en ese bosque maldito?

ㅡ No está maldito.

JongIn afirmó, aún sumergido en el sopor de la presencia del muchacho de voz encantadora.

ㅡ ¿Quién eres? ㅡ JongIn preguntó, con la curiosidad saliendo a flote desde sus recónditos.

El muchacho abrió la boca pero permaneció en silencio por unos segundos que a JongIn le parecieron una eternidad. El chico se giró un poco hacia su derecha y observó en la distancia del bosque que se extendía de su lado. Después se volvió hacia JongIn y lo observó.

Su corazón se sentía pesado, como si le costara trabajo mantener su ritmo frenético; la voz de JongIn era dulce y todo lo que sus ojos azabaches observaban le gustaba, le atraía pese a que BaekHyun siempre dijera que no debía hablar con extraños.

BaekHyun era su niñero, la persona que siempre se había encargado en ausencia de sus padres, de tenerlo vigilado y también de ayudarlo. Era su guardián. Quien le había reiterado que no debía alejarse del reino y que por nada del mundo debía cruzar el límite, porque el bosque del reino vecino estaba maldito y nadie había sobrevivido a la terrible oscuridad.

Entonces... ¿Por qué ese chico de facciones apuestas estaba vivo, si estaba de aquel lado del bosque? Kyungsoo sentía demasiada curiosidad como para dar media vuelta y marcharse.

Sin contar con que todo en su interior le decía que se quedara, que hablara y que lo intentara, que quizá grandes cosas sucederían si decidía quedarse.

ㅡ ¿Vas a decirme quién eres? ㅡ Volvió a insistir JongIn, con el ceño ligeramente fruncido al observar la indecisión del otro ㅡ Si me dices... te diré quién soy.

KyungSoo tragó saliva y suspiró, resignándose a que como siempre, seguiría sus instintos y no lo que sus padres le habían inculcado.

ㅡ Me llamo KyungSoo, Do KyungSoo... príncipe de este reino.

ㅡ El príncipe del reino de las nubes ㅡ JongIn murmuró en voz baja, pasando saliva porque nunca creyó que conocería a quien tenía enfrente en ese momento.

ㅡ Es tu turno, espectro ㅡ dijo KyungSoo, con las manos aferradas a su túnica amplia que cubría sus ropas.

ㅡ No soy un espectro, soy el príncipe de este reino. Kim JongIn.

ㅡ Kim JongIn... ㅡ repitió KyungSoo, parpadeando mientras las mejillas se le arrebolaban por haberle estado llamando espectro todo ese tiempo.

El muchacho moreno sonrió con confianza y KyungSoo sintió que las piernas se le aguaban, haciendo que las cosquillas en su interior se reprodujeran y que un escalofrío en la columna vertebral lo recorriera.

Era atractivo, jodidamente apuesto si se lo preguntaban, pero tenía que irse de ese lugar antes de que otra cosa sucediera. Antes de que BaekHyun lo encontrara y lo reprendiera por haberse escabullido del castillo una vez más.

ㅡ T-tengo que irme... ㅡ KyungSoo tartamudeó al hablar, haciendo que las mejillas se le arrebolaran al instante.

JongIn se deleitó con su sublime belleza y suspiró, porque cómo podría dejarlo ir así como así. Sin saber si algún día volverían a verse; aún no se iba y JongIn ya estaba deseando volverlo a ver.

ㅡ ¿Puedo volver a verte? ㅡ preguntó, sin importarle la desesperación con la que su tono de voz salió.

KyungSoo se detuvo en seco, sopesando la probabilidad mientras su interior le decía que sí, que quería volver a verlo y que tenía que volver a hacerlo. Había algo en JongIn que lo llamaba, como un imán, que lo hacía querer avanzar hacia él en lugar de a su casa.

ㅡ Sólo si quieres...

ㅡ Estaré aquí por algunos días. Tienes que venir mañana. ㅡ JongIn ordenó como estaba acostumbrado, y después esperó a que el otro respondiera, esperando por un acierto en lugar de una negativa.

ㅡ Mañana no puedo... ㅡ KyungSoo se mordió el labio inferior, con la cabeza llena de marañas mientras pensaba en una solución. ㅡ en la noche...

ㅡ En la noche, voy a esperarte en este mismo lugar.

KyungSoo asintió con las mejillas arreboladas y JongIn repitió la misma frase una y otra vez. Como una promesa, como el inicio de algo que no sabía lo que era con exactitud, como el inicio de sus propios destinos juntos.

...

La primera noche en que se volvieron a ver, JongIn esperó por casi tres horas, desde el atardecer.

KyungSoo se mostró con la llegada de la claridad de la luna, esa que sus ojos chocolate jamás pudieron presenciar con anterioridad, y su corazón cantó una extraña melodía cuando sus pies se aproximaron hasta el límite de su reino, sin que ninguna barrera lo pudiera detener, estirando el brazo hacia el lado contrario con cierto temor, pero la sonrisa de KyungSoo lo tranquilizó al instante.

Decir que su nívea piel no era aterciopelada también, podría considerarse como un delito grave, JongIn sintió el cosquilleo en su estómago y en su propia piel cuando la calidez lo invadió por completo, descomponiéndolo sin dar marcha atrás.

Su corazón latió como loco y sus impulsos se mostraron en pequeñas sonrisas y en traviesas miradas después de un largo rato de charla.

Hablaron de sus propios reinos, de sus padres y de lo que las leyendas contaban en cada uno de ellos.

KyungSoo estaba atado a una profecía que decía que si no se desposaba antes de los veinte años, la penumbra caería sobre su pueblo, llevándolo a la completa ruina y miseria, motivo que lo hacía sentir nostálgico, pues hacía más de medio año que había cumplido los diecinueve.

Su madre, la reina de los hielos, TaeYeon, le había comprometido con el hijo de un reinado lejano, WooBin, a quien él no quería ver ni en pintura pese a que fuera guapo, sino porque vivía entre las rocas de una lejana montaña, donde habitaban las serpientes y los cuervos, animales que él despreciaba.

El corazón de KyungSoo era puro, no existía criatura alguna que él hubiese permitido antes que lo tocara, era un poco reservado y tímido, pero nunca dejaba que las personas lo conocieran lo suficiente como para que alguien se enamorara.

Siempre se la pasaba en el bosque o en sus alrededores, ocasionando dolor de cabeza para BaekHyun y el capataz ChanYeol, que lo buscaban hasta los límites del reino con tal de que su madre no le llamara la atención.

JongIn se sentía cada vez más fascinado por cada palabra que el muchacho decía, como si su voz lo hiciera entrar en un trance mágico que lo hacía prestarle toda la atención del mundo.

Ninguno se dio cuenta de cuando la luz del sol había comenzado a levantarse tras las montañas a lo lejos, ni cuando sin querer sus dedos comenzaron a tocarse con pequeños roces que les provocaban cosquillas.

Roces en el dorso de la mano, toques inocentes y sonrisas deslumbrantes; JongIn no sabe cómo fue que logro levantarse de entre los matorrales en el límite exacto, sin atreverse a pasarlo, donde KyungSoo se había puesto justo enfrente para hacer lo mismo.

Ni siquiera se percató de que tenían que despedirse y lo hicieron, sin decir ni una palabra, con la promesa de regresar la siguiente noche, y la que sigue, y la que sigue.

JongIn no supo con exactitud cómo fue que terminó así, con las manos sujetando las suyas con firmeza, con el corazón acelerado y con las entrañas bien revueltas. Con las sensaciones a flor de piel que desnudaban su alma para el contrario y viceversa.

Y fue justamente la noche antes de que tuviera que regresar al castillo de las estrellas, que no pudo soportarlo más, el escucharlo hablar de WooBin de las serpientes, el saber que estaba prometido de otro y que él ni siquiera tenía una oportunidad por el simple hecho de ser de un reino que no era muy bien recibido por los demás, lo hicieron flaquear.

ㅡ No quiero que te cases con él. ㅡ  murmuró JongIn, con el ceño fruncido mientras tragaba saliva.

KyungSoo suspiró, con los ojos brillantes bajo la luz de la luna porque JongIn lo había hechizado, porque cada palabra que saliera de su boca era mágica, cada movimiento de sus labios lo hacían imaginarlos sobre los suyos. Chasqueó la lengua, saliendo de su imaginación imprudente y de sus sueños de adolescente, pese a que ya era todo un adulto, según su madre.

ㅡ ¿Y qué se supone que haga?... ㅡ  preguntó KyungSoo con la voz un poco rota.

JongIn atravesó los límites esa noche, absolutamente todos sus límites. Estiró la mano hasta el otro lado y avanzó cuando estuvo sobre las mejillas de KyungSoo, dejando atrás los límites de su bosque y cruzando hacia su mundo, sintiéndose liberado de tenerlo tan cerca, provocándole miles de sensaciones indescriptibles sobre la piel.

JongIn se inclinó un poco para alcanzar su estatura perfecta, pegando su frente con la suya, observando como sus ojos que habían permanecido impresionados por su valentía se cerraron con tranquilidad mientras él examinaba cada rincón de su rostro perfecto.

KyungSoo se estremeció con el contacto de su nariz sobre la suya y aferró sus manos a sus brazos, sintiéndolos fuertes por sobre la ropa como siempre los imaginó en sus más profundos pensamientos nocturnos.

El frío aliento de su boca lo hizo estremecer cuando JongIn respiró sobre él, inundando sus fosas nasales con su perfume floral, con la esencia de ese cuerpo que tanto ansiaba estrechar entre sus brazos, que tanto deseaba para él.

Y finalmente dejó que sus labios se pegaran a los suyos, que se apoderaran de aquellos de forma de corazón y se deleitaran con su suavidad, con un roce único al compás que ambos creaban con el frenético tamborilleo de sus corazones en su interior.

Era un beso, pero era único, era su primer beso entregado a los labios de la criatura más hermosa del universo; JongIn lo sabía, que no había punto de retorno, que su corazón se estaba uniendo al suyo y que no podría descansar hasta tenerlo entre sus brazos para toda la eternidad.

Lo besó hasta cansarse, hasta que sus respiraciones se entrecortaran y tuvieran que distanciarse los segundos suficientes para tomar aire. Pegándose una vez más porque no tenían suficiente, porque la miel que ambos derramaban era tan dulce, como un manjar creado por los mismos dioses para ellos.

La nariz de JongIn descendió por la curva de su cuello, haciéndolo estremecer, KyungSoo cerró los ojos y se entregó a sus brazos, abrazándolo con fuerza mientras JongIn lo recibía y le susurraba al oído que estaba bien, que él también podía sentirlo.

-Cásate conmigo... con nadie más que conmigo. - le propuso JongIn, a sabiendas de todo lo que sus palabras significaban.

Y KyungSoo lo observó por unos instantes, con los ojos conectándose a los suyos, con la intensidad de mil soles refulgiendo en cada uno de sus luceros.

-No hay nada que desee más en el mundo, JongIn.

El príncipe sonrió, porque no había nada más glorioso que escuchar su nombre enunciado por los labios de KyungSoo.

-Mañana regresaré y hablaré con mi padre - JongIn murmuró mientras lo besaba una vez más, con la luna como único testigo que los envolvía bajo su manto. - Espera por mí...

KyungSoo tragó saliva por el simple hecho de saberse separado de su amado por un tiempo, por unos días, semanas o quizá para siempre.

-Prométeme que esperarás por mí, Do KyungSoo.

-Hasta el final de los tiempos, Kim JongIn. - susurró en voz baja, pero lo suficientemente audible para los dos.

Lo suficiente como para hacer de ese diálogo una frase sellada por los labios de ambos, con el amor impregnándose en ellos, con la desesperación de ir más allá. Con sus manos firmemente sujetas en el cuerpo del otro mientras se comían la boca y se repetían hasta el cansancio que esperarían, que se volverían a ver, que se amaban y que nadie iba a poderlos separar.

Ese amanecer, después de permanecer abrazados toda la noche, JongIn le entregó a KyungSoo su túnica, como promesa de que iría por él, y KyungSoo le entregó lo más preciado que tenía consigo... un pequeño collar que llevaba siempre sobre su cuello; JongIn lo había visto alguna vez, cuando sus ojos no dejaban de observarlo y de perderse en los límites de sus ropas y su piel.

Era la forma de un sol tras una nube brillante, era níveo como su piel y desplegaba un poco de su aroma floral, JongIn cerró los ojos cuando KyungSoo lo colocó sobre su pecho y le murmuró al oído que estaba entregándole su corazón sin preámbulos, y que sobre sus manos estaba su futuro y el futuro de su pueblo.

Cuando ambos se despidieron esa mañana con los ojos rebosantes de tristeza, ninguno de los dos decidió volver la vista atrás después de darse el último vistazo, porque tenían una promesa y ambos iban a cumplirla.

...

ㅡ Te dije que no ibas a ganarte nada bueno. ㅡ La voz de JongDae no lo reconfortaba en nada.

JongIn lo observó con el ceño fruncido desde su cama, mientras él se mantenía con ambas manos sobre la cintura, negando magistralmente mientras lo juzgaba.

ㅡ ¿En qué estabas pensando al decirle a tu padre que te habías enamorado de Do KyungSoo?

ㅡ ¡Oye! El bebé tiene derecho de enamorarse de quien él quiera. ㅡ  MinSeok lo reprendió con severidad en su tono de voz y JongDae se hundió de hombros, sentándose en una silla al rincón de la habitación.

JongIn temblaba. Temblaba de furia y de coraje porque su padre ni siquiera había querido escucharlo al decirle el nombre de su amado, se había burlado de él y le había mandado a su cuarto castigado, como si fuese un niño de cinco años al que pudiera controlar.

JongIn era un hombre, lo había demostrado muchas veces y como siempre, pensaba cumplir su palabra, la promesa al amor de su vida de que iría por él, fuese como fuese. Se estremeció de pensar que los días avanzaban y el invierno crudo comenzaba a acecharlos, dejando caer sus copos de nieve sobre ellos.

KyungSoo sería obligado a contraer matrimonio con el príncipe de las serpientes a la fuerza y él no quería que ese tipo siquiera lo tocara, no quería que lo viera ni mucho menos que se acostara con él.

Se estremeció de tan solo pensarlo y MinSeok le acarició la frente sudada, desparramándole los cabellos castaños que se habían adherido a su piel por el sudor.

ㅡ ¿Y... ese collar? ㅡ  preguntó MinSeok con los ojos bien abiertos.

ㅡ Es... de KyungSoo  ㅡ murmuró con cierta tristeza que hizo que el corazón de MinSeok se enterneciera más.

ㅡ Tu padre seguro me mandará a la horca porque te escabullías en las noches y uno ni cuenta se daba... ㅡ  JongDae dijo con preocupación.

JongIn chasqueó la lengua porque había metido en problemas a su maestro, a quien le debía la mayor parte de sus habilidades. Pero no podía simplemente sentarse a dejar que los días murieran dentro de aquella habitación.

Tenía que ir por KyungSoo y llevárselo lejos, aunque para ello tuviera que robarlo. El muchacho frunció el ceño mientras asentía, convencido de que era el mejor plan que había estado teniendo desde las últimas horas. Y suspiró, porque ni siquiera sabía a donde podría ir.

MinSeok que lo había estado observando con curiosidad, le dio unas palmaditas en el hombro y después suspiró.

ㅡ No te fuerces, duerme y quizá se te ocurra algo...

ㅡ Cualquiera diría que lo estas apoyando a que huya, secuestre al muchacho y se vayan lejos los dos, mi amor. ㅡ  JongDae rodó los ojos ante el comentario de MinSeok, chasqueando la lengua.

ㅡ Bueno, yo no le di la idea, lo hiciste tú, cariño...

JongDae rechistó porque era verdad, y se levantó de la silla, murmurando cosas inentendibles antes de salir de la habitación, mientras JongIn se cubría con la mayor parte de las sábanas de su acolchada cama.

ㅡ No te preocupes por nosotros, JongInnie... tus habilidades son maravillosas ㅡMinSeok le besó la frente antes de arroparlo como a un bebé y después de darle la más cálida de las sonrisas, se despidió de él ㅡ  Dulces sueños, haz que se hagan realidad todos, JongIn.

JongIn asintió, con lágrimas asomándose por sus ojos porque sabía que quizá esa sería la última vez que viera a sus queridos tutores.

...

Cuando KyungSoo abrió los ojos y se sumergió en la oscuridad, lo hizo con algo de miedo recorriendo su espina dorsal, su madre había puesto fecha para su casamiento y pese a que él estaba convencido de que lo amaba en verdad, sabía que también tenía que evitar que si la profecía era cierta, se cumpliera.

KyungSoo en el fondo siempre había sido abnegado, se hubiese entregado a WooBin sin rechistar si no hubiese conocido a JongIn, si su corazón no se lo hubiese llevado él y no le hubiera entregado todas sus esperanzas.

JongIn había tardado demasiado, llevaba casi dos meses sin saber nada de él y a esas alturas estaba seguro de que su padre no había sido convencido de pedirlo en matrimonio.

Quizá su padre JongHyun, si viviera... hubiese hecho lo mismo, o quizá lo hubiese apoyado y le hubiese dejado en libertad. De cualquier manera era algo tonto el ponerse a pensar en posibilidades de algo que nunca ocurriría.

Cuando KyungSoo despertó esa madrugada, sintió el frío sobre sus pies, el viento ligero que se colaba por la ventana era gélido, le helaba hasta los huesos pese a que la chimenea había sido encendida para él y BaekHyun siempre dejaba una vela encendida.

El ruido lo terminó de despertar y se cercioró de que no estaba soñando cuando observó dos ojos brillantes en el rincón de su habitación. Su primer impulso fue el de querer correr, pero fue detenido al instante cuando la luz de la vela le mostró una silueta que conocía bastante bien, que lo hacía sentirse en las nubes.

La silueta de JongIn en su habitación lo tranquilizó y se echó a correr a sus brazos, JongIn lo recibió con los brazos abiertos y lo tranquilizó con un par de besos en las mejillas arreboladas.

¡Era JongIn! Su JongIn quien estaba en su habitación abrazándolo, y KyungSoo temía que estuviese soñando una vez más.

ㅡ ¿Cómo es posible...? ㅡ preguntó con los ojos brillando en la oscuridad.

ㅡ Hay algunas cosas que aún no sabes de mi... ㅡ  JongIn le sonrió con confianza que lo hizo sentir extraño.

ㅡ ¿Tu padre? ㅡ preguntó KyungSoo con la garganta cerrándosele.

JongIn negó en silencio y después respiró profundamente, respirando su esencia masculina impregnada en flores que lo hizo sentir mejor, le besó en las mejillas y después se inclinó un poco más para terminar con la agonía que lo había apresado por los últimos dos meses, o quizá un poco más.

Y lo besó, lo besó con tranquilidad, con la certeza de que aquellos labios eran su hogar, el lugar al que quería pertenecer por el resto de sus días. JongIn le besó el mentón y se hundió sobre su cuello, haciéndolo estremecer, regalándole profundos suspiros y atrayéndolo un poco más para abrazarlo mejor, para transmitirle el amor que él también le tenía y le profesaba con roces de sus dedos, de sus labios sobre su piel morena.

Se besaron hasta que sus corazones frenéticos no pudieron más y sus respiraciones se entrecortaron. El mundo era mejor al lado de KyungSoo, JongIn lo descubrió esa noche cuando le sonrió contra sus labios y le juró amor eterno.

ㅡ Ven conmigo, KyungSoo... huyamos de aquí.

ㅡ ¿A dónde iremos? ㅡ KyungSoo preguntó con los ojos bien abiertos, con la sorpresa llenando su mirada.

ㅡ Conozco un lugar, bueno... lo he visto alguna vez, en el reino del trueno. Pero no es nada como lo has conocido alguna vez.

Las palabras de JongIn sanaban su corazón con cada segundo transcurrido, y asintió una y otra vez, porque no había nada más que deseara que estar a su lado, por siempre y para siempre.

ㅡ Mientras sea contigo...

ㅡ Vamos a casarnos, y te desposarás conmigo. Si eso sirve de consuelo ㅡ  JongIn sonrió con coquetería mientras sus narices se rozaban una vez más.

Las piernas de KyungSoo le temblaron, haciéndose gelatina con la sola idea de que JongIn lo besara y le tocara en lugares que nunca antes alguien había tocado. Sus mejillas se encendieron con sus pensamientos profundos y asintió, confiado, entregándole lo poco que tenía a JongIn, quien lo besó una vez más para reiterarle que lo amaba, que podía confiar en él.

KyungSoo se despidió con una nota para so madre y para su guardián a quien tanto había querido, pero no quería tener que quedarse a ver como si vida se marchitaba con una persona a la que no amaba, a quien no deseaba en absoluto.

Recogió algunas pertenencias y JongIn tendió su mano para que la tomara, con el corazón acelerado y con la determinación necesaria para no volver su vista atrás. Para seguir al príncipe de su corazón hasta el final de los tiempos.

JongIn cerró sus ojos y besó cada uno de sus párpados con detenimiento, le susurró palabras dulces y le pidió que confiara en él; que pasara lo que pasara no abriera los ojos, que su corazón se tranquilizara para que viajara con él de una manera que no podría entender.

Que después le explicaría cuando llegaran a su destino, que por nada del mundo soltara su mano, jamás.

KyungSoo asintió convencido y apretó el agarre de su mano, sintiéndose un poco nervioso. Pero JongIn le tranquilizó con otro cálido y dulce beso en los labios.

ㅡ Te amo, Do KyungSoo. ㅡ murmuró el príncipe de las estrellas mientras sus manos lo sostenían y el espacio y tiempo a su alrededor abrían un hueco estrecho para ambos.

ㅡ Yo también te amo, Kim JongIn.

KyungSoo sonrió con confianza, y así con los ojos cerrados, pese a que era completamente apresurado, se dejó arrastrar por JongIn hacia un lugar completamente desconocido, con la piel helándosele por segundos, hasta que sus brazos lo reconfortaron y lo hicieron sentir como en casa.

Porque JongIn se había convertido en el hogar de KyungSoo por decisión propia y KyungSoo en el hogar de JongIn, hasta el final de los tiempos.

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Notas:

Lauronfire pidió como ganadora del primer lugar en el concurso de 1000 estrellas organizado por 100Eclipses un OS con temática de príncipes que apenas voy terminando porque tenía muchas cosas en la cabeza y nada que me convenciera.

Te ofrezco una sincera disculpa por haber tardado más de la cuenta, espero que te haya gustado aunque a mi no terminó de convencerme. ¡Muchas gracias por haber participado con nosotros!

Espero que les haya gustado y bueno, a lo mejor no tiene ni pies ni cabeza como muchas de las cosas que hago, pero quería escribir algo así; creo que hubiese podido extenderme mucho más pero esto debe ser un One-Shot así que bueno.

Gracias de antemano si llegaron hasta el final.

Besos posholatosos.

Ary.

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