chapter one
season 00, episode 00
❛ i don't know where i belong ❜
EL AGUA ROMPÍA contra los pilares de madera, salpicando gotas saladas en el aire mientras Venus Larsson caminaba por el campamento flotante de Floukru.
Era un lugar surrealista: un conjunto de plataformas, redes y embarcaciones que parecía flotar sobre el inmenso océano. Todo se movía al ritmo del oleaje, y aunque al principio le resultaba mareante, ahora encontraba algo casi hipnótico en el constante vaivén.
Venus estaba acostumbrada a entornos hostiles, pero aquí las cosas eran distintas. No había peleas constantes ni luchas por el liderazgo, como con los cien. En Floukru, la comunidad trabajaba como una máquina bien engrasada, cada miembro desempeñando su papel sin necesidad de órdenes.
Para alguien como Venus, que nunca había encajado del todo en ningún lado, este lugar era desconcertante... pero también extrañamente cómodo.
Se detuvo en el borde de la plataforma principal, mirando cómo el sol comenzaba a elevarse sobre el horizonte. El reflejo de la luz sobre el agua era cegador, pero no podía apartar la vista. Era hermoso, aunque también le recordaba lo lejos que estaba de su hogar, de la tierra firme, de los cien.
—Ahí estás. Pensé que te habías lanzado al agua para escapar. —dijo una voz familiar detrás de ella.
Venus no necesitó darse la vuelta para saber que era Athena. La mujer siempre hablaba con un tono que mezclaba burla y autoridad, como si todo el mundo estuviera ligeramente por debajo de ella.
—¿Y perderme tu encantadora compañía? Ni en un millón de años. —respondió Venus, girándose con una sonrisa falsa.
Athena sonrió de lado, ajustando la correa de su armadura.
—Luna quiere verte. Dice que si vas a quedarte aquí, deberías empezar a hacer algo útil.
—¿Útil? ¿Como qué? ¿Pescar? ¿Limpiar? Porque, sinceramente, ninguna de esas cosas suena como algo que quiera hacer.
Athena rodó los ojos y comenzó a caminar, dando por hecho que Venus la seguiría.
—Haz lo que quieras, Larsson. Pero si no haces nada, no te quejes cuando te asignen las peores tareas.
Venus suspiró, pero terminó siguiéndola. Había aprendido rápido que, aunque le gustaba desafiar a Athena, la mujer siempre tenía la última palabra.
Por ahora...
❪ ... ❫
El campamento estaba lleno de actividad. Varias personas reparaban redes, otros cargaban provisiones en pequeñas embarcaciones, y algunos trabajaban reforzando las plataformas que parecían haber sufrido daños recientes.
Venus caminaba detrás de Athena, observando cómo todo parecía funcionar con una precisión casi militar.
—¡Larsson! —gritó Nolan desde una esquina, levantando una red rota sobre su cabeza.
El hombre era el epítome del egocentrismo, con una sonrisa perpetua que decía: Sé que soy el mejor. A Venus le irritaba profundamente... y, al mismo tiempo, le caía sorprendentemente bien.
—¿Qué quieres ahora, Nolan? —preguntó Venus, cruzándose de brazos mientras se acercaba.
—Necesito un par de manos extra. A menos que prefieras quedarte mirando mientras hago todo el trabajo.
—Oh, claro, porque verte trabajar es lo más emocionante que podría hacer con mi tiempo.
—No te preocupes, Larsson. No cualquiera puede igualar mi talento con las redes. —dijo Nolan, guiñándole un ojo antes de lanzarle un extremo de cuerda.
Mientras Venus intentaba descifrar cómo demonios reparar la red, Enith apareció junto a ellos. La rubia era silenciosa pero letal, con una mirada que podía atravesar a cualquiera.
—¿Problemas? —preguntó, su tono neutral pero cargado de ironía.
—Solo estoy dejando que Nolan se luzca. Ya sabes, por su frágil ego. —respondió Venus, sin levantar la vista.
—Mi ego está perfectamente bien, gracias. Pero aprecio tu preocupación. —replicó Nolan, sin perder el ritmo mientras trabajaba.
Enith sonrió ligeramente, antes de sentarse junto a ellos y empezar a trabajar en silencio. Su presencia era tranquilizadora, aunque Venus nunca lo admitiría en voz alta.
❪ ... ❫
La tarde avanzó lentamente, y Venus terminó pasando más tiempo del que esperaba con Athena, Nolan y Enith. Había algo extrañamente terapéutico en trabajar con las manos, en sentir la sal en el aire y el sol en la piel. Aunque las bromas entre ellos nunca cesaron, Venus no podía ignorar que, por primera vez en mucho tiempo, no se sentía completamente fuera de lugar.
Cuando el sol comenzó a ponerse, Luna apareció en el campamento principal. La líder de Floukru tenía una calma que imponía respeto, y su mirada parecía ver más allá de lo evidente.
—Venus. —llamó, su tono suave pero firme.
Venus dejó las redes a un lado y se acercó a ella, intentando no parecer demasiado interesada.
—¿Qué pasa? ¿Quieres que repare algo más? ¿O vas a darme una charla sobre lo afortunada que soy por estar aquí?
Luna esbozó una sonrisa pequeña, como si estuviera acostumbrada a ese tipo de comentarios.
—Quiero que me acompañes. Hay algo que quiero mostrarte.
❪ ... ❫
Luna la llevó a una de las plataformas más alejadas, donde el agua era más tranquila y el ruido del campamento apenas llegaba. Se sentaron en el borde, con los pies colgando sobre el agua.
—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó Venus, rompiendo el silencio.
—Porque quería hablar contigo. Sabes que no puedes quedarte aquí para siempre, ¿verdad?
Venus frunció el ceño, mirando el agua.
—¿Y a dónde se supone que iría?
—A donde pertenece tu corazón.
La frase la tomó por sorpresa, y por un momento, no supo qué decir. Su mente volvió a los cien, a la tierra firme, a las personas que había dejado atrás. Murphy, Finn, Octavia, Monty, Raven... y Bellamy.
Pensar en él le provocaba una mezcla de emociones que no sabía cómo manejar. Lo odiaba por ser tan controlador, tan arrogante, pero al mismo tiempo... había algo en él que la hacía querer luchar.
—No sé dónde pertenezco. —admitió finalmente, en voz baja.
Luna no respondió de inmediato. En cambio, señaló las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo.
—A veces, la respuesta está en lo que más intentamos ignorar.
Venus se quedó en silencio, dejando que las palabras de Luna resonaran en su mente.
❪ ... ❫
Esa noche, de vuelta en su pequeña habitación, Venus no podía dormir. Se giró una y otra vez, hasta que finalmente se levantó y salió al aire libre.
El campamento estaba en calma, y las olas eran el único sonido. Se acercó al borde de la plataforma, mirando el horizonte.
—¿Estarán bien? —murmuró, hablando al viento.
Pensó en Bellamy, en su mirada intensa y en la forma en que siempre parecía cargar con el peso del mundo sobre sus hombros. ¿Habría sobrevivido? ¿Estaría liderando a los cien, como siempre hacía?
Un nudo se formó en su garganta, y Venus apretó los puños.
—Si estás vivo, rey, más te vale no rendirte. —dijo en voz baja, con una determinación que ocultaba el dolor en su pecho.
El sonido del agua fue su única respuesta, y por primera vez en mucho tiempo, Venus sintió que las lágrimas amenazaban con caer.
Pero no lo hizo.
En lugar de eso, se giró y regresó a su habitación, con la resolución de que algún día volvería a encontrar a los cien.
Porque Venus Larsson no se rendía.
author's note:
Quiero empezar pidiéndoos una disculpa sincera por haber estado tanto tiempo sin actualizar la historia. Sé que ha pasado más de un año, y no tengo palabras para expresar cuánto valoro vuestra paciencia y el cariño que me habéis mostrado incluso en mi ausencia. La verdad es que estos meses han sido un torbellino de emociones, cambios y responsabilidades que, lamentablemente, me alejaron de este proyecto que tanto amo.
Uno de los motivos principales por los que no he podido actualizar ha sido porque me he estado enfocando en mi nueva saga de futbolistas, Monster High Saga, un proyecto que me tiene muy emocionada y que comenzará a publicarse el 25 de enero. Este ha sido un reto creativo enorme, pero también una experiencia que me ha ayudado a crecer como escritora y que estoy deseando compartir con vosotros. A pesar de esto, nunca dejé de pensar en esta historia ni en lo mucho que significa para mí.
Me pesa haberos dejado sin respuestas y sin esa continuidad que merecéis, pero también quiero que sepáis que durante este tiempo he reflexionado mucho y he encontrado nuevamente la inspiración para retomar este viaje. Gracias, de corazón, por no rendiros conmigo ni con esta historia.
Prometo volver con más fuerza y dedicarle el tiempo y el amor que siempre ha merecido. Vuestros mensajes, vuestro apoyo y vuestra fidelidad han sido un recordatorio constante de por qué empecé a escribir esto, y no puedo esperar a compartir con vosotros lo que está por venir.
¡Gracias por seguir aquí! ❤️
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