chapter nine
season 01, episode 08
❛ we'll be monsters together ❜
PARA CUANDO VENUS despertó, Raven ya no se encontraba a su lado. Se levantó de la cama y se puso una chaqueta que le había robado a Finn en su momento.
Al salir, vio a todo el mundo en movimiento, estaban construyendo un muro para que los terrestres no los atacaran.
Fue hacia la nave, quería ver que tal había descansado Lincoln. Cuando subió, vio a Bellamy mirándolo fijamente, en su mirada se pondría notar un pequeño destello de culpabilidad.
—Ey —dijo, haciendo que se girase para ver quién era—, ¿estás bien? —se sentó a su lado.
—Sí, sí, estoy perfectamente. ¿Cómo estás tú? ¿Cómo está tu corte?
—Está bien, no fue nada grave, gracias a dios.
—Perdóname, reina, no era mi intención herirte. —dijo él tocando su herida delicadamente con las yemas de sus dedos.
—Lo sé. —susurró Venus.
Bellamy la miraba con intensidad, por su mente divagaba el recuerdo de aquel líquido negro saliendo de la herida de la pelirroja. Se planteó el preguntarle por qué su sangre era de ese color, pero se abstuvo a hacerlo, no quería fastidiar más la situación.
La puerta se abrió, haciendo que los dos se separaran. Por ella entró Miller, no se le veía muy contento.
—¿Ya has hablado con el Arca? —le preguntó Bellamy.
—Se lo he contado a la madre de Diggs, al padre de John, luego hablaré con los padres de Roma.
—Gracias por hacerlo. Te debo una.
—Contarle a esos padres que los terrestres mataron a sus hijos... Preferiría que hiciéramos justicia.
—No vamos a matarle. —dijeron Venus y Bellamy al mismo tiempo.
Miller asintió no muy conforme con su respuesta. Cogió un puñado de barro que había allí y se acercó a Lincoln.
—Dabas mucho más miedo con la cara pintada. —y se lo restregó por una de las mejillas.
La pelirroja chasqueó la lengua ante su infantil comportamiento —Posmotrim, pugaet li tebja, kogda ja otpuskaju ego. —(Veamos si te asusta cuando lo deje ir) murmuró.
El terrestre no lo aguantó y movió su cabeza para poder darle un golpe, haciendo que Miller cayese al suelo por el dolor y que Venus esbozase una sonrisa.
Se levantó y bajó las escaleras. Ya abajo, se acercó a Clarke, quien hablaba con el canciller. Le dio una sonrisa y se sentó a su lado para poder escuchar lo que Jaha tenía que decir.
—Habladme del terrestre, ¿puede aconsejarnos a cómo sobrevivir al invierno? —preguntó.
—Hacemos todo lo posible para prepararnos: recolectamos frutos secos, raíces, curamos carne, pero, en realidad, moriremos de frío antes que de hambre. —respondió la rubia.
—Hay buenas noticias al respecto. Según los planes de defensa civil previos a la guerra, hay un depósito de ayuda de emergencia cerca de donde estáis. Aquí están las coordenadas. —la pelirroja cogió un papel y apuntó lo que su padre les mostraba en pantalla.
—Además de víveres, servirá de refugio para los cien y para los ciudadanos que descendieron del Arca. —continuó el canciller.
—¿Por qué pensáis que está intacto?
—Se diseñó para soportar una guerra nuclear.
—Bueno, habrá que ver en qué estado está eso, porque recuerdo que han pasado noventa y siete años. —dijo Venus.
—Muy bien, lo probaremos.
—Querría hablar con Venus y Clarke a solas, por favor. —pidió el canciller— Además, se que hay cola de padres que quieren hablar con sus hijos. Clarke, Venus, estamos muy orgullosos de lo que estáis haciendo ahí abajo. Tu madre-
—No quiero hablar de mi madre. —lo interrumpió la rubia.
—Por favor, Clarke, debes perdonarla.
—Una preguntita, Jaha, ¿yo que pinto aquí? —preguntó Venus.
—Tenemos que hablar sobre tus habilidades de guerra.
La pelirroja rodó los ojos —Que me vas a dar, ¿una charla motivadora?
—Yo no, pero tu padre sí. Además, tú abuela también quiere hablar contigo.
—¿Cuál de las dos, la biológica o la adoptiva?
—La biológica. —volvió a su atención a Clarke— Déjame que os encuentre un hueco a Abby y a ti para sentarnos.
—Se que los dos piensan que traicioné a mi padre. Matarlo fue una tragedia inevitable, pero yo no lo veo así y nunca lo haré. Así que, le pasaré esto a Venus para que pueda hablar con su padre. —se sacó los cascos y se los entregó a la castaña— ¿Podrías ir tú al refugio? No quiero dejar solo a Finn.
—Claro, no hay problema.
—Pero iras con Bellamy.
—¿Qué? ¿Con el torturador? ¡Clarke! —pero ella ya había salido en busca del Blake. Dirigió su atención a la pantalla, donde vio que su padre se sentaba en la mesa— Hola, papá.
—Hola, cariño, me alegra saber que estás bien.
—Bueno, lo que se dice bien...
—¿Te estás tomando tu medicación? —preguntó Kane.
—Sí y es un asco. —suspiró— Por culpa de ella no me siento cien por cien centrada, no me siento una buena líder. Por eso consideran a Clarke y a Bellamy sus líderes, porque ellos sí que pueden dar el cien por cien de ellos mismos.
—Puede que consideren que Bellamy y Clarke son los líderes, pero tú eres la reina que ellos necesitan. —dijo a través de la pantalla— Ten mucho cuidado, ¿vale? Te quiero.
—Y yo a ti.
Suspiró y esperó a que su abuela entrará por la puerta. Su abuela materna era la única familia de sangre que le quedaba, pero renegó de ella cuando entró en prisión. Ekaterina Smirnov se sentó frente a ella, con esa mirada fría que caracterizaba a su familia.
—Davno ne videlis', Venus. —(Cuanto tiempo, Venus) dijo su abuela detrás de aquella improvisada pantalla.
—Shest' let, esli byt' tochnym, babushka. —(Seis años, para ser exactos, abuela) dijo con sorna.
La mujer suspiró —Ja tut podumal... —(He estado pensando...)
—Ty znaesh', kak eto sdelat'? —(¿Tú sabes hacer eso?) preguntó con burla.
—Ja hochu vse ispravit', Venus, ne uslozhnjaj mne zhizn'. —(Quiero arreglar las cosas, Venus, no me lo pongas tan difícil)
—Nu, ja ne hochu nichego ispravljat'. Ty bol'she ne moja sem'ja. Marcus Kane eto moja sem'ja, John Murphy eto moja sem'ja, Finn Collins eto moja sem'ja, Octavia i Bellamy Blake oni moja sem'ja, Raven Reyes eto moja sem'ja, sotnya oni moja sem'ja, a ty net. —(Pues yo no quiero arreglar nada. Tú ya no eres mi familia. Marcus Kane es mi familia, John Murphy es mi familia, Finn Collins es mi familia, Octavia y Bellamy Blake son mi familia, Raven Reyes es mi familia, los cien son mi familia, pero tú no) dijo levantándose bruscamente y dejando a su abuela con la palabra en la boca.
Buscó a Dax para que pudiese hablar con sus padres y luego se dispuso a buscar a Bellamy para poder irse.
Lo encontró guardando múltiples provisiones en su mochila.
—Bueno, ¿nos vamos? —dijo cuando la vio llegar.
—Eso son muchas raciones, vamos a volver hoy mismo.
—Puede pasar de todo en un día. —respondió.
—Sí, sobretodo contigo al lado.
Los dos se dieron la vuelta y comenzaron a caminar hacia fuera del campamento, siguiendo las direcciones que el padre de la pelirroja le había dado.
—Verás, la primera nave está a punto de llegar. —dijo Venus en pleno camino-- No vas a pasarte la vida enviando a Jaha.
—Lo intentaré. —le respondió.
Siguieron caminando hasta que encontraron una especie de pueblo demacrado, con un gran lago.
—El depósito tendría que estar por aquí... En alguna parte.
—Tiene que haber una puerta. —dijo Bellamy.
—Quizá será indulgente. —continuó la chica tratando de convencerle de hablar con el canciller.
—Le disparé, Venus, no lo va ha perdonar así por así. Separémonos para cubrir más terreno, pero sin alejarnos demasiado. —respondió comenzando a caminar hacia otro lado.
La pelirroja buscaba por el suelo algún tipo de puerta o algo que le indicase dónde estaba el depósito de las narices.
—Bellamy —llamó al chico—, ven aquí, he encontrado una puerta. —el Blake llegó junto a ella— Creo que está oxidada.
—Ya, quita el pie. —dijo para después comenzar a darle con el hacha— Vale, échame una mano.
Entre los dos consiguieron abrir la puerta para ver unas escaleras bastante demacradas y muchas telarañas, haciendo que un escalofrío recorriese la piel de la chica.
—Odio las arañas... —murmuró.
Los dos bajaron hasta abajo y encendieron las linternas para empezar a explorar el sitio.
—¿Enserio crees qué no se ha tocado desde la guerra? —preguntó Bellamy.
—Déjame soñar.
Los dos buscaban algún tipo de víveres que les ayudase a sobrevivir el invierno, pero lo único que encontraron fue el esqueleto de alguien, cubierto de telarañas, bichos y musgo.
—Que mierda de sitio para morir. —dijo él.
—Aquí hay mucho espacio para vivir, este sitio es asqueroso. —comentó Venus viéndolo— Maldita sea.
—Todo lo que quedaba se echó a perder.
—Lo distribuirían todo antes de los últimos bombardeos, supongo.
Venus abrió una caja verde que contenía unas mantas de color naranja.
—¡Eh! Aquí hay mantas. —informó.
—¿Te emocionas por un par de mantas?
—Algo es algo.
—¿Y no hay una cantimplora o un botiquín? ¿Una mísera tienda de campaña? —preguntó el cabreado, dándole un golpe a una especie de barril.
—Joder, tío, tranquilo. No pagues tus frustraciones conmigo.
Bellamy le dio una matada al barril, ignorando el comentario de la chica, haciendo que cayese una especie de líquido que había en su interior junto a otra cosa.
—Madre mía...
—¿Qué? —preguntó la pelirroja acercándose y viendo todas las armas que había allí.
—Esto lo cambia todo. —dijo colocando una lona de color rojo que tenía una x en la pared— Se acabó huir corriendo detrás de las lanzas. ¿Lista para ser una tía dura, reina?
—Yo ya soy una tía dura, rey. Además, no me opongo a llevar las armas al campamento, sé que las necesitamos, pero no me hace ninguna gracia.
—Suerte que los rifles estaban metidos en grasa, si han aguantado, significa que ya no somos una presa fácil. Tienes que aprender a adaptarte.
—Pero tú que te piensas, ¿qué no se cómo usar un arma? —preguntó con una ceja encarnada.
—Pues demuéstrame lo que sabes hacer, guerrera. —contestó el pelinegro con burla.
Venus sonrió y cogió el rifle, poniéndoselo en su hombro.
—Espera... —murmuró.
Bellamy se acercó a ella y agarró sus brazos para colocar bien el arma. El simple tacto del pelinegro en la pelirroja hizo que una corriente eléctrica le atravesase. Los dos se miraron fijamente hasta que él carraspeó un poco incómodo, reprochándose mentalmente por no haberla besado.
—Mira y aprende. —dijo agarrando otro rifle.
El Blake se lo colocó y apretó el gatillo, pero nada salió de ahí, haciendo que la chica esbozase una sonrisa burlona.
—Sigo mirando...
—Las balas están defectuosas. Prueba tú. —le dijo un poco avergonzado.
Venus volvió a agarrar el rifle y miró al chico antes de girarse para disparar sin que le temblase el pulso. Se giró hacia la lona y vio que justo en medio de la x había un agujero causado por su bala.
—No ha estado nada mal.
—Ha sido un tiro perfecto, que tú no quieras aceptarlo es otra cosa.
—Venga, prueba otra vez. —la animó.
—No, no debemos malgastar munición. —se negó.
—Deberías practicar.
—Tenemos que hablar sobre cómo vamos a tratar el tema de las armas. Dónde vamos a guardarlas, quién tendrá acceso. —Bellamy cogió un arma y disparó, dándole cerca de la x— Has dejado a Miller custodiando al terrestre, confías en él.
—Mejor tenerlo cerca, los demás lo escuchan. Como a ti. —dijo acercándose a ella.
—Todos no, porque tú no me escuchas. —respondió acercándose a él.
—Preferiría escuchar otras cosas. —le dijo muy cerca de su cuerpo.
—¿A sí? —inquirió— ¿Cómo qué?
—Mi nombre —agarró sus caderas presionándola contra su cuerpo— saliendo de tus labios, mientras estamos los dos solos en mi cama...
—Que directo, rey...
—Voy a besarte. —afirmó.
Venus no puso resistencia cuando Bellamy acercó su cara a la de ella. Sus narices comenzaron a tocar y sus labios empezaron a rozar, pero antes de que el chico juntase sus labios, la pelirroja se separó de él con una falsa sonrisa.
—Eres un cabrón... —le dijo.
—¿Perdón? —preguntó el confundido.
—Vas a huir, por eso querías venir conmigo, querías coger víveres y desaparecer.
—No tengo elección, el Arca llegará pronto.
—¿Y vas a dejar a Octavia? ¿Vas a dejarme a mí? —dijo con un deje de tristeza.
—Octavia me odia, estará bien.
—Tú no sabes si-
—Disparé al canciller, van a matarme, reina, —la interrumpió— en el mejor de los casos me encerrarán con el terrestre por el resto de mi vida y no me da la gana darle esa satisfacción a Jaha. Sigue entrenando, necesito aire fresco. —y salió sin darle tiempo a replicar.
La pelirroja gritó exasperada, no quería que Bellamy se largase y odiaba el sentimiento que provocaba en ella. De pronto sintió un golpe seco contra su cabeza, haciendo que cayese al suelo desorientada para acabar viendo todo negro.
❪ ... ❫
Para cuando Venus recuperó la consciencia, ya se había vuelto de noche. No recordaba mucho de lo que había pasado, por lo que simplemente salió del refugio. En mitad del camino, vio a Dax delante de Bellamy con un arma. La pelirroja agarró el rifle que llevaba y apuntó.
—Suelta el puñetero rifle si no quieres que te vuele la cabeza. —amenazó.
—Debería haberte matado cuando tuve la oportunidad. —le dijo.
—Pues aquí me tienes, mátame si tienes cojones de hacerlo.
—Shumway dijo que nada de testigos.
—¿De qué está hablando? —le preguntó al pelinegro.
—Era una trampa de Shumway, me dio el arma para disparar al canciller.
—Márchate y no te mataré. —dijo Dax.
—Baja el arma. —repitió Venus.
—Tú decides.
La pelirroja apretó el gatillo del rifle, pero este estaba sin balas, así que, lo único que se le ocurrió hacer en ese momento fue echarse a un lado y esconderse detrás de uno de los árboles para evitar llevarse un balazo.
Mientras Dax continuaba disparando, Bellamy cogió su pistola y se levantó, para luego ir a por el chico y tirarlo al suelo con el encima. Los dos forcejeaban entre sí.
Venus se acercó a él con intención de quitarlo de encima, pero Dax fue más rápido y la empujó, haciendo que la chica cayese al suelo.
Bellamy agarró una bala que había en el suelo y se la clavó en el cuello, provocando que él saliese de encima suya mientras comenzaba a desangrarse.
La pelirroja se acercó a él pelinegro y comenzó a revisar sus heridas —¿Estás bien?
—No, no lo estoy. —dijo el Blake con la voz quebrada— Mi madre, si supiera lo que he hecho, quien soy... Me educo para algo mejor, para ser bueno...
—Rey...
—Solo he hecho daño a la gente, soy un monstruo... —siguió mientras una lágrima escapaba de sus ojos.
Venus puso las manos en su cara y limpió la lágrima —Oye, no eres ningún monstruo, Bell, hoy me has salvado la vida, cuando encontramos a Jasper me salvaste la vida...
—Pero pensé en dejarte caer.
—Pero no lo hiciste. Eso es lo importante. Y, podrás ser un capullo casi todo el tiempo, pero te necesito, todos te necesitamos. Ninguno hubiéramos sobrevivido aquí si no fuera por ti. ¿Quieres el perdón? Bien, de acuerdo, yo te perdono, ¿vale? Pero no puedes huir, rey, tienes que volver conmigo, tienes que afrontarlo.
—¿Cómo tú con tu abuela? —preguntó él un poco más tranquilo.
—Tienes razón, no quiero afrontar lo de mi abuela, no quiero afrontar nada de eso, solo pienso en cómo mantener a todos con vida, pero no tenemos elección.
—Jaha me matará en cuanto baje.
—Ya se nos ocurrirá algo. Además, tú no eres el monstruo aquí, soy yo —sonrió con amargura—, pero si tú eres un monstruo, entonces seremos monstruos juntos. —entrelazó sus manos con las de él.
—¿Podemos pensarlo más tarde? —murmuró apoyando su cabeza contra el árbol.
—Cuando estes listo. —imitó su acción.
Después de un rato así, en silencio, comenzaron su camino hacia el campamento. Cuando llegaban, escuchó como alguien decía que el terrestres se había ido.
—¿Qué pasará si viene con más terrestres? —preguntó alguien.
—Pues que vengan. Ya hace demasiado tiempo que los tememos, ¿por qué? ¿Por qué llevan lanzas y cuchillos? Pues, no se vosotros, pero estoy cansado del miedo. —dijo Bellamy anunciando su llegada y dejando las armas en el suelo.
—Esto son armas, no juguetes —siguió la pelirroja— y estaremos preparados para dárselos a la guardia cuando lleguen las naves, pero hasta entonces, nos mantendrán a salvo.
—Y hay muchos más como estos, mañana empezaremos a practicar, si vienen los terrestres, estaremos preparados.
Guardaron las armas y cada quien siguió con lo suyo. Venus se acercó a Octavia, quien estaba alejada de los demás, y se sentó a su lado, sobresaltándola. Después llegó Bellamy con dos mantas y las puso por encima de sus hombros. La pelirroja sonrió agradecida, pero la Blake evitaba la mirada de su hermano.
—No espero que me perdones —empezó el chico—, pero tendrás que aprender a soportarme, porque no me voy a ninguna parte.
—Bellamy —lo llamó Clarke—, es la hora.
—Ven conmigo. —le dijo a Venus.
—¿Qué?
—Acompáñame a hablar con el canciller, por favor, reina.
La pelirroja suspiró, pero acabó asintiendo. Le dio un beso en la mejilla a Octavia y se levantó para irse, pero Bellamy frenó un momento para dirigirse a su hermana.
—La huida del terrestre, ¿fuiste tú? —preguntó.
—No tengo nada que ver. —respondió sin girarse. El Blake estaba a punto de irse, pero la voz de Octavia lo detuvo— Gracias por la manta.
El chico no dijo nada y entrelazó su mano con la de la pelirroja para luego ir hacia la nave. Se sentaron en las sillas y se pusieron los cascos.
—Señor Blake, llevo tiempo queriendo hablar con usted. —dijo Jaha a través de la pantalla.
—Antes de que siga, querría decir algo. —interrumpió Venus— Cuando nos envió aquí abajo, nos envió para morir, pero, milagrosamente, la mayoría seguimos con vida, y puedo asegurarle que ha sido gracias a él. Gracias a Bellamy. -los dos se sonrieron levemente y volvieron a entrelazar sus manos— Es uno de los nuestros y se merece que se le perdonen sus crímenes como al resto de nosotros.
—Venus, te agradezco tu consideración, pero no es tan simple.
—Lo es, si quiere saber quien del Arca lo quiere muerto. —respondió el pelinegro.
Jaha pareció pensarlo un momento antes de responder —Bellamy Blake, se te perdonan tus delitos. —los dos chicos sonrieron alegremente— Ahora, dime quién te dio el arma.
—El comandante Shumway.
El canciller asintió y se despidió de ellos. Los dos adolescentes se miraron y, por impulso, se abrazaron por la euforia del momento. Cuando se separaron, sus bocas estaban a centímetros la una de la otra y, justo cuando iban a juntar sus labios, uno de los criminales entró en la nave, obligándolos a separarse.
—Bueno, yo, me voy... Buenas noches, rey. —dijo Venus un poco incómoda.
—Buenas noches, reina.
Venus salió y buscó a Octavia por todo el campamento hasta que la encontró en su tienda.
—Fuiste tú, ¿verdad? Aprovechaste las vallas alucinógenas y lo liberaste. —dijo al entrar.
—Me beso. —respondió con una pequeña sonrisa.
—¿Qué te que? —preguntó emocionada mientras se sentaba a su lado.
—Que me beso, así, de repente.
—Pues no pareces muy disgustada. —la miró con una sonrisa pícara mientras la Blake le daba un golpe en el hombro, haciendo que la castaña ría— Oh vamos, Tavia, no me vas a negar que te gustó.
—Yo no he dicho eso. —se recostó en la cama.
—Me alegra que seas feliz. —Venus imitó su acción.
—Y a mi me alegra saber que no has matado a mi hermano en todo este tiempo.
Las dos rieron y hablaron hasta quedarse dormidas. Las dos había echado muchísimo de menos esos momentos de mejores amigas.
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