Chapter nine
— ¡No! Tiene que ser ella. —la chica de los rizos, desde la cocina, escuchó como Delfina le gritaba a Yamila, superada por la situación.
Nadie entendía exactamente lo que estaba pasando, unos segundos atrás Delfina volvía a anunciar que Margarita había sido seleccionada para poder ingresar a la competencia, y ahora no estaba por ningún lado.
Ana estaba confundida, porque recordaba haber visto a su amiga en la cocina, mirando las presentaciones a través de la ventana que separaba ambos lugares, luego de lo que fuera que hubiera ocurrido con Daisy, y ahora no podían encontrarla por ningún lado.
— ¿Ella no dijo nada antes de irse? ¿No dijo si ya volvía, si iba a buscar alguna cosa, no sé algo? —cuestionó mirando a su hermano con preocupación, a lo que el muchacho de los rizos dorados negó con su cabeza, tomando asiento en el taburete frente a ella.
— No Ani, estaba acá mirando las presentaciones conmigo, y de la nada desapareció después del anuncio de Delfina. Aunque ya estaba con mala cara, no sé si le había pasado algo antes, pero había ido atrás de Daisy y cuando volvió se notaba que no estaba muy bien. —hizo una pausa, recordando la expresión en el rostro de Margarita— Le pregunté si necesitaba hablar, pero se hizo la tonta. —el joven miró a su hermana, notando como la chica llevaba una mano a su pecho y en su rostro se abría paso una expresión acongojada— Ana, ¿estás bien? —la preocupación en su tono era evidente, rápidamente se puso de pie para acercarse a ella.
La joven de los ojos chocolate asintió con su cabeza para segundos después negar— No sé, sentí algo raro, como un chuflete, no sé cómo explicarlo, pero es como un presentimiento. —murmuró mientras sacaba su teléfono del bolsillo del pantalón, buscando un contacto en específico para iniciar una llamada. Su hermano la mirada sin comprender lo que ocurría— Atendeme, por favor. —susurró la joven mordiendo su labio nerviosamente, hasta que finalmente el tono dio paso a una voz. Una voz que sonaba triste— Pipe, ¿estás... ¿Estás bien?
— Ani, podría decirse que sí. —era obvio que estaba mintiendo, su voz lo delataba por completo.
— Decíselo a tu voz porque no se nota, Felipe. —le respondió la chica con falso enojo, lo que provocó que el chico soltara una risita, sobre todo al escuchar su nombre. — Sabes que no necesitas mentir, está bien estar mal, pero si estás así a lo mejor un poquito de compañía para pasar las penas no te vendría mal.
— Bueno, perdón. —se disculpó riendo con suavidad, provocando que Ana sonriera— No estoy bien, pero tampoco estoy terriblemente mal, ya se me va a pasar. —hizo una pausa, lo que permitió que Ana escuchara el sonido de agua de fondo, probablemente se había ido a la zona de la costanera— Y no te preocupes porque tengo compañía, aunque creo que ella está en más dilemas que yo. Habla...
— ¡Hola Anichi! —la voz de Margarita provocó que Ana soltara un suspiro aliviado.
— Te estoy poniendo en altavoz Ana, ahora Margarita también te puede escuchar.
— ¿Están bien? —cuestionó la chica de los ojos chocolate, su hermano a su lado escuchando atentamente la conversación ya que ella también lo había colocado en alta voz— ¿Están bien los dos?
— Bien, bien diez puntos no, pero podría ser peor. —dijo Margarita— ¿Qué pasó que llamaste? ¿Cómo sabías que Pipe andaba medio mal?
— No sé, supongo que fue instinto, sentí algo raro y como que tenía que hablar con él, y me preocupé bastante. —explicó Ana, recordando esa sensación rara que la había invadido, como una pequeña alerta que hacía aparecer el nombre de Pipe y Margarita en su cabeza— Pero ahora que sé que están bien me puedo quedar un poquito más tranquila, esto de desaparecer de la nada y sin avisar a nadie me parece una costumbre horrible, van a hacer que me de un mini infarto por Dios. —los dos chicos al otro lado de la línea soltaron una risita mientras le pedían disculpas por preocuparla de esa forma— ¿Mar qué pasó con lo de la beca? ¿Por qué desapareciste?
— Ah eso, cierto que tenía que hacer algo con eso. —Ana pudo escuchar como Margarita resoplaba— Ahora me encargo, vos despreocupate.
— Últimamente lo único que puedo hacer es preocuparme. —susurró Ana, de forma casi inaudible— Bueno, me quedo más tranquila ahora que sé que están bien. Espero que vuelvan, los dos, ¿escuchaste Pipe?
— Si, señora. —dijo el chico antes de que terminara la llamada.
Y fue en ese mismo momento que Luca le mostró su teléfono— Margarita acaba de empezar un vivo.
Resulta que Margarita en el vivo agradecía la oportunidad que le estaba brindando Delfina, pero dejaba en claro que no le parecía correcto ocupar el lugar que le correspondía a Pez Eléctrico, que le parecía injusta la decisión tomada.
Y Ana estaba de acuerdo con Margarita, tenía razón respecto a lo injusto que era lo que le habían hecho al chico, pero a la vez estaba muy firme en su postura de que Margarita merecía entrar, que tenía que tener si ninguna duda un lugar en la competencia.
— Recién veo todo lo que pasó hoy. —Ada ingresó a la cocina dejando unas bolsas, su mirada recayendo en sus dos sobrinos que continuaban en las butacas— ¿Cómo es eso de que Margarita no aparece? ¿Y cómo es eso de que subiste al escenario, Ana? —la mujer se acercó a los dos, su mirada fija en la chica que se removió nerviosamente en su asiento— No solo con Daisy, sino también con el otro señorito, Rey. ¿Acaso entraste al programa y yo no me enteré?
Ana sentía que Ada la estaba retando, como si de nuevo fuera una nena que acaba a de hacer una macana con Daisy en el patio de la mansión cuando tenían que estar en las lecciones de baile de la princesa— Daisy me pidió que la ayudara, tía. Lo mismo con Rey, tuvo un problema con la pista y me pidió ayuda.
— ¿Y era necesario que te expusieras de esa forma Ana? ¿Qué aparecieras en cámara? Suficiente tengo con Daisy metida en estas cosas.
La chica no entendía el por qué de la reacción de su tía, por qué la alteraba tanto el hecho de que ella hubiera aparecido unos minutos, a un costado y casi en las sombras. Luca frente a ella estaba igual de confundido, no entendía para nada la reacción de su tía— Fueron unos minutos nomás, tía. Además, es Daisy la que no debería exponerse, yo no tengo nada que ver, a mí nadie me conoce. —se encogió de hombros— Y lo único que hice fue acompañar con la guitarra, ni siquiera hablé o dije algo que pudiera exponerla todavía más.
Ada apretó sus labios en una delgada línea, respirando en un intento por calmarse— Ya lo sé mi chiquita, pero no creo que sea una buena idea que te involucres en esto cuando ni siquiera sos una de las que está en el programa. Dudo muchísimo que a Delfina le guste la idea de que estés metida ahí, no tenes nada que hacer ahí. Ana no te olvides que no tenes un lugar en la competencia, no te corresponde estar participando de esas actividades. —la mujer negó con su cabeza, sobrepasada por la situación— Que te permitiera ayudar a Daisy en su habitación era más que suficiente, pero esto es demasiado.
Y a pesar de que Ana quería defender su postura, sabiendo que Delfina no tenía problema con que ayudara a Daisy, o en su defecto a alguno de los otros chicos como fue el caso de Rey, decidió que la mejor opción era mantenerse en silencio y simplemente asentir.
— Bueno, perdón tía. —murmuró la chica, desviando la mirada para que su tía no notara lo mucho que esas palabras la habían afectado. La mujer asintió, dejando un beso en la cabeza de la chica para luego salir de la cocina, diciendo que tenía que buscar a Daisy y hablar con Margarita.
Luca, que se había mantenido en silencio hasta ese momento, se acercó un poco a su hermana, agarrando sus manos entre las suya y provocando que la chica lo mirara. Su corazón se resquebrajó cuando notó el brillo en ellos, producto de las lágrimas acumuladas.
— Ani, no llores porque me vas a hacer llorar a mí como cuando éramos chiquitos. —le dijo en voz baja, como si fuera un secreto, provocando que la chica mostrara una sonrisa minúscula— No sé que le pasa a la tía que no quiere que ayudes ni a Daisy ni a los demás, últimamente está medio... —Luca le hizo un gesto con su mano en su cabeza, el gesto de locura— No creo que tuvieras que pedir perdón, no hiciste nada malo. Y tampoco creo que tengas que dejar de ayudarlos si no querés, si querés hacerlo va a tener que ser medio en secreto, como un espía en una misión secreta. —Ana soltó una risita ante el tono dramático en la voz de su hermano— De paso, aprovechando que estamos los dos solos, lo que hiciste en las dos presentaciones fue hermoso, a veces me sigue sorprendiendo el talento que tenes para la música, y que seas mejor que yo me parece injusto. —hizo un pequeño puchero provocando que ella volviera a reír. Al menos su hermana ya se encontraba mucho mejor, y eso era más que suficiente para él.
— Me equivoqué en la presentación de Rey. —Luca frunció el ceño confundido.
— ¿Ah sí? Ni cuenta me di, ni se notó eso.
— Rey me dijo lo mismo.
Luca alzó una ceja al escuchar eso— Bueno, tiene razón, lo hiciste más que bien Ani. —el joven se colocó de pie, dando unos golpecitos suaves en la cabeza de su hermana— En el freezer tenes helado, creo que un poquito ahora te va a venir bien para levantar ese ánimo. Espero que me guardes un poco igual, porque ahora me tengo que ir.
— ¿A dónde? ¿Hay que ir a comprar algo?
Su hermano suspiró, negando con su cabeza— Yamila me pidió que la acompañe a buscar a Pez Eléctrico para tratar de convencer a Margarita. Parece que Delfina va a ceder el pedido de Margarita de aceptarlo de nuevo.
Al ver la expresión desganada de su hermano, Ana alzó sus pulgares con una sonrisita— Suerte Lu, que te sea leve con la rubia. —la chica ahogó una risa al ver como su hermano hacía el gesto como si quisiera matarse antes que acompañar a Yamila, sobre todo con lo intensa que la mujer podía llegar a ser cuando estaba desbordada con todo lo que Delfina le solicitaba.
Viendo que se encontraba sola en la cocina y aprovechando que no necesitaba hacer nada, decidió seguir el consejo de su hermano.
— Y pasan mil días, pasan historias... Y pasan besos con tu memoria. —cantó con suavidad mientras se movía por la cocina, buscando el helado, un bowl chiquito donde servirlo y una cuchara. Al abrir el pote de helado, una sonrisa apareció en sus labios al ver que había dos de sus gustos favoritos como lo eran el dulce de leche granizado y la tramontana— Una vez más para llorar lo que perdimos, una vez más para entender por qué lo hicimos. Una vez más para los besos que no dimos, una vez más... vuelve conmigo. —Ana se giró en su lugar al escuchar que alguien cantaba con ella esa última partecita de la canción, las dos voces quedando muy bien juntas, encontrando a Ciro que la observaba fijamente, sus ojos brillando ligeramente.
— Perdón, no podía no unirme, fue más fuerte que yo. —se disculpó el chico rascando nerviosamente su nuca, adentrándose más en la cocina hasta llegar a ella que continuaba con la cuchara en su mano— No sabía que cantabas, Ana.
— Todos cantamos. —le dijo con tono burlón provocando que el chico colocara sus ojos en blanco, pero divertido con la chica.
— Sí, pero no todos tan lindo como lo que acabo de escuchar. —el chico acomodó sus anteojos que habían bajado ligeramente por el puente de su nariz, permitiéndole ver como el rostro de Ana se teñía ligeramente de rojo por el elogio recibido— Primero lo de la guitarra en las presentaciones y ahora esto, sos una cajita de sorpresas al final. Dicho sea de paso, creo que tu parte de las dos presentaciones fue muy linda, tenes la capacidad de transmitir mucho cuando tocas, no todos pueden hacer eso.
Ana aclaró su garganta, no sabiendo muy bien qué decir porque recibir cumplidos no le era sencillo y no sabía cómo reaccionar a ellos— Gracias por el elogio. —murmuró intentando distraerse con el helado— ¿Habías venido a buscar algo? ¿Necesitaban algo?
— Eh sí, con algunos de los chicos queríamos saber si existía la posibilidad de comer y tomar algo afuera mientras estábamos al solcito. —se explicó— Licuado o algo similar.
— Obvio, no hay drama, estoy para eso. —rápidamente Ana tapó el pote de helado, al igual que el bowl, para dejarlos en el freezer. Más tarde podía comerlo tranquila. — ¿Alguno pidió alguna fruta en particular?
— No, no, cualquier cosa está bien.
— Bueno, ¿entonces unos licuados de banana y unos tostados están bien?
— Más que bien. —el chico miró a su alrededor, notando la ausencia de Luca, mientras Ana se colocaba su delantal para evitar mancharse la ropa— ¿Y tu hermano?
— Está acompañando a Yamila, le pidió que fuera con ella a buscar a Pez Eléctrico, a ver si consiguen que vuelva al Hangar como pidió Margarita. —explicó mientras agarraba las bananas de la frutera que había en la mesada.
— ¿O sea que estás sola para preparar todo? —frunció el ceño, colocándose de pie ya que había tomado asiento en uno de los taburetes.
Ana asintió, encogiéndose de hombros— Mi tía se fue con Daisy, Luca se fue con Yamila y Margarita... Sé que está bien pero no tengo idea de donde está exactamente, así que me toca encargarme de la cocina. —la chica de los rizos detuvo su accionar al ver que Ciro rodeaba la isla de la cocina y se colocaba un delantal como ella— ¿Qué hacemos? —cuestionó con una sonrisa confundida.
— Te ayudo, Ana, no te voy a dejar preparando todo sola. Encima que te rompemos las bolas con esto, lo mínimo que puedo hacer es ayudarte un poco.
— Pero no hace falta, tampoco tengo que hacer un festín Ciro, es todo simple.
— Pero quiero. —dijo terminando de lavarse las manos y mostrándoselas a la chica— Cuatro manos trabajan más rápido que dos, vos decime en qué te ayudo y yo lo hago. Ahora tenes un ayudante.
— Bueno, ayudante, sacame hielo del freezer y leche de la heladera que yo voy a preparar la licuadora.
Y así, los dos se pusieron a preparar las cosas mientras hablaban de lo que había pasado hasta el momento en la competencia, Ciro preguntándole que pensaba de los demás chicos becados, de sus presentaciones y el concurso en general.
— Creo que lo mejor va a ser agarrar el pan lactal para los tostados en lugar del pan pita, así entra mejor en la tostadora. —dijo Ana señalando donde el chico podía agarrar la bolsa del pan mientras ella sacaba el fiambre necesario. La licuadora en silencio, gracias a que ya habían terminado la preparación, dejándola reposar en la máquina hasta que los sanguches estuvieran listos.
— No sabía que habían contratado un nuevo cocinerito. —la voz de Rey llamó la atención de los dos jóvenes, los dos desviando su mirada hacia la puerta donde se encontraba de pie el chico de los rulos, portando una campera de cuero negra— ¿Tan desesperados por agregar gente al personal están que aceptan a cualquiera? ¿O te diste cuenta de que no estabas al nivel de la competencia?
Al ver que Rey iba a continuar hablando, Ana lo detuvo, su ceño fruncido— ¿Qué querés, Rey? —fue entonces que la mirada del chico se centró en ella, notando que la chica no estaba divertida con sus comentarios. Si había algo que a Ana le molestaba era la actitud sobradora y despreciable que tenía el chico con todos, como si fuera, valga la redundancia, el rey del mundo.
— Nada, quería ver como estabas, princesa.
— Hasta que viniste estaba bastante tranquila, y ya te dije que basta de usar ese apodo. —masculló Ana abriendo la tostadora para dar vuelta los dos sanguches y lograr que tuvieran un tostado parejo— ¿Necesitabas algo más? Aparte de venir a romper bolas, ¿no?
Rey soltó una risita, mientras que Ciro miraba toda la escena con atención, su mirada viajando de Ana a Rey y viceversa.
— Te encanta que te venga a joder, Ana, admití que hago tu día mucho más interesante. —dijo Rey ignorando por completo la presencia de Ciro, su mirada no alejándose de Ana desde que la había puesto en ella, como si el chico de los anteojos no existiera— Todavía estoy esperando una respuesta.
Ana lo miró confundida, pidiéndole a Ciro que le alcanzara un plato para colocar los tostados— ¿Respuesta de qué? —el chico de anteojos se preguntaba exactamente lo mismo.
— De la salida para ir a tomar un helado juntos, ¿ya te olvidaste de la propuesta por mensaje, princesa?
— El apodo, basta del apodo. —dijo la joven con tono frustrado— Y no voy a responder nada porque no hay nada que responder, mucho menos una propuesta, según vos, bastante berreta en un mensaje.
— Que complicada que sos a veces, igual me gusta eso. —la observó con una sonrisa radiante, porque de verdad le gustaba esa actitud tan arisca que Ana tenía con él, hacía las cosas mucho más interesantes. Ana por su parte trató de ignorarlo, pidiéndole a Ciro que agarrara la cantidad de vasos que necesitaban para servir el licuado y obedientemente Ciro se movió por el lugar buscando lo necesario— ¿Si te lo pregunto en persona aceptarías?
— No sé, quién sabe ¿no? Todo puede pasar. —respondió encogiéndose de hombros, agradeciendo a Ciro los vasos mientras servía el licuado.
Rey chasqueó la lengua, acomodándose en su lugar, una expresión coqueta en su rostro— Ana, ¿querés ir a tomar un helado conmigo? —la chica alzó su mirada, deteniendo sus acciones por unos segundos, una sonrisa en su rostro con sus ojos chocolate posándose por fin en Rey.
— No. —fue su respuesta, Ciro a su lado hizo todo el esfuerzo posible para no largar la carcajada que estaba guardando al ver como la expresión de Rey decaía con la respuesta de Ana, pero rápidamente la cambiaba por otra con una sonrisa altanera y una mirada divertida.
— Sos mala cuando querés.
— Ah sí, malísima, la más mala de todo el reino. —murmuró Ana con sarcasmo— ¿Eso era todo? Porque si venías para eso creo que ya te podés ir yendo por donde viniste.
Rey simplemente la observó, notando por el rabillo del ojo como Ciro sonreía divertido con lo que había ocurrido, por lo que giró su rostro para observarlo con sus ojos entrecerrados— No entiendo de qué te reís, Coco, ¿te parece gracioso?
Ciro lo observó con una ceja alzada— Si, ¿por qué? ¿Ahora no me puedo reír, Rodri? —al escuchar el intercambio, Ana colocó sus ojos en blanco pensando lo infantiles que ambos podían llegar a ser— ¿No te tenías que ir yendo, vos? Seguro te está esperando Única, tan pegaditos que andan siempre, anda nomás Rey que estábamos bien antes de que vinieras. —agregó ya harto de la actitud de Rey, su simple presencia lo sacaba de quicio, y ni hablar sus comentarios.
El de los ojos azul cielo lo observó con su ceño fruncido, mirando de reojo a Ana para ver si lo dicho por el joven respecto a Única había surtido algún efecto en ella, no queriendo que se llevara ideas equivocadas. Pero Ana parecía ni siquiera haberse inmutado por lo que Ciro había dicho.
Antes de que Rey pudiera responder algo, Ana decidió intervenir, no tenía ganas de quedar en medio de una discusión entre los dos— Les voy a pedir encarecidamente que si se van a poner a ver quien es el más capito y quien se la banca más, lo hagan en otro lado, para competir y sacarse los ojos ya tienen los desafíos de Delfina, ¿Sí? Gracias. —terminó dejando los últimos tostados en el segundo plato.
Con cuidado la chica acomodó todo en dos bandejas, distribuyendo las cosas de la mejor forma posible para evitar que se cayeran al llevarlas. Suspirando, la chica tomó una de las bandejas, asegurándose de que nada se tambaleara o corriera riesgo de volcarse.
— Te ayudo, princesa. —Rey se colocó de pie intentando acercarse a la otra bandeja que había quedando en la mesada, pero se detuvo en seco cuando Ciro se le adelantó, la bandeja ya en sus manos.
— Quedate tranquilo que yo me encargo, Rey. —le dijo Ciro con una sonrisa tensa, Ana ya se encontraba saliendo de la cocina, ignorando la riña entre ambos, por lo que Rey aprovechó para acercarse al chico.
— ¿Qué mierda se supone que estás haciendo? —cuestionó el de los rulos, la frustración clara en el tono de su voz.
— Estoy ayudando a Ana como le prometí. —Ciro se encogió de hombros, sin intimidarse por Rey, los dos con alturas bastante similares, aunque Ciro era ligeramente más bajo— ¿Algún problema con eso, Rodri?
— Ah, ¿encima te haces el gracioso?
— ¿Querés que me ponga a llorar? ¿Que haga un berrinche como vos? —cuestionó con diversión el de los anteojos— Me encantaría seguir perdiendo tiempo con vos, Rodri, pero tengo que ir a llevarle esto a Ana y a los demás chicos. —y sin decir más, el chico rodeó la mesada y salió de la cocina a paso tranquilo, todo bajo la mirada fulminante de Rey.
— Los extras estos vienen cada vez con más ganas de figurar, parece que hasta se olvida que acá no pinchan ni cortan. —masculló con frustración el de los rulos. Sin dudas Ciro era uno de los que peor le caía, iba cabeza a cabeza con la bronca que le tenía también a Merlín.
Con mucho cuidado, Ciro siguió a Ana hasta donde algunos de los otros chicos estaban sentados, justo en el deck de madera que había en el patio trasero. El chico sonrió cuando los demás se pusieron a festejar a los gritos y dando saltos cuando Ana llegó a ellos con la bandeja, cada uno tomando su turno para agarrar un licuado y un tostado, y los que faltaban se acercaron a él a agarrar lo que les correspondía.
— ¡Ay gracias, Ana! Estaba muerte de hambre. —dijo Zeki agarrando su tostada, ya que no podía comer jamón o queso, Ana le había preparado rápidamente una tostada, tipo bruschetta, con tofu tipo huevos revueltos, con trocitos de nueves y espárragos bien tostados— Dios, esto está riquísimo. —murmuró con la boca llena, provocando que los demás rieran, pero estaban más o menos de la misma forma con su comida.
— Me alegro que te guste Zeki. Cualquier cosa si necesitan algo más me avisan, yo voy a estar en la cocina. —la chica atinó a marcharse del lugar, pero se detuvo cuando Ciro la sujetó del brazo con suavidad. Ana lo observó con curiosidad— ¿Me olvidé algo?
— No, está todo más que bien. Pero te podés quedar con nosotros si querés, no te vas a quedar sola en la cocina sin hacer nada, Ana. —Ciro se giró para mirar a los demás chicos que los miraban atentos— A los chicos no les jode, ¿no chicos? —a coro todos respondieron que no, que era bienvenida a quedarse con ellos. Y Ana no pudo negarse, no cuando todos la miraban expectantes, con emoción.
— Supongo que un ratito no le hace mal a nadie. —se encogió de hombros y los demás festejaron emocionados, sentándose en el deck y haciéndole un lugar a la chica para que tomara asiento con ellos, quedando entre Ciro y Mei.
— No sabía que tocabas la guitarra, Ana. —comenzó Mei— ¿Aprendiste sola?
Ana negó con su cabeza, acomodando el delantal que todavía tenía puesto— No, aprendí con Daisy o bueno, mirando a Daisy y después practicando lo que veía por mi cuenta. —comenzó a explicar mientras los demás la miraban con atención. Y no eran los únicos porque Rey, que estaba a unos metros, hablando con Única, también tenía su mirada puesta en ella— Desde que somos chiquitas Daisy tiene muchas clases todos los días, Delfina siempre quiso que Daisy aprendiera de todo, y para evitar que se aburriera mi tía me dejaba con ella, para hacerle compañía y que se le hiciera todo más llevadero. Así que yo escuchaba y anotaba lo que los profesores le decían a ella, miraba todo lo que le enseñaban y después, Daisy me prestaba su guitarra a escondidas y yo practicaba cuando no había nadie.
— ¿Tu hermano también sabe tocar? —preguntó Zeki con una sonrisita.
— Mhm, yo le mostraba todo lo que aprendía y él entendía las cosas al toque, tiene mucha más facilidad que yo para todo eso. —se encogió de hombros— Y ahora que está esto del Hangar y que tenemos youtube con tutoriales al alcance de la mano, estamos aprovechando para tratar de aprender otras cosas.
— ¿Siempre se llevaron así de bien con Daisy? —fue Otto quien hizo la pregunta, dándole un sorbo a su licuado.
— Sí, por suerte para mi tía sí, o quizás no tanto porque siempre estábamos mandándonos cagadas cuando nos dejaba solas. —comentó provocando que los demás rieran— Pero sí, la adoro, es como una hermana para mí, y todo lo que no podía hacer o hablar con Luca... La tenía a ella para eso.
— Que lindo crecer así con una amiga. —comentó Mei sonriendo.
Y la conversación continuó, los chicos haciendo preguntas, buscando conocer un poquito más de Ana y su vida, como fue crecer en la mansión a pesar de no ser como Daisy, mientras ellos también se presentaban y le contaban cosas de sus vidas para que pudiera conocerlos más.
— Toma Ana, agarra. —Ciro le tendió el plato donde quedaba más de la mitad del segundo tostado que le había tocado a él.
— ¿No te gustó? —preguntó la chica confundida, viendo que los demás ya estaban terminando los suyos.
— Sí, está riquísimo, pero ya me comí el otro y vos no tenes ninguno para vos. —volvió a tenderle el plato— Come algo por lo menos Ana.
— Pero es para vos, Ciro, yo después me agarro algo de la cocina.
— Come tonta, en serio lo digo. —el chico tomó el sanguche entre sus manos, partiéndolo al ver que Ana no quería agarrarlo— Mira, yo me agarro una parte y vos la otra, al menos comes algo.
Al ver que él no pensaba aceptar un no como respuesta, Ana lo aceptó con una sonrisa. Una risa brotó de sus labios cuando Ciro agarró el suyo y lo alzó cerca de ella, incitándola a "brindar" con sus tostados. Y quizás en ese momento Ana no se daba cuenta, demasiado entretenida con lo que hablaban entre todos, riendo por lo que Romeo decía sobre sus ajolotes mientras Zeki hacía caras de espanto por esos animalitos que lo ponían un poco nervioso, pero Rey había visto toda la escena y las ganas de acercarse y alejarla del chico de los anteojos eran terribles. Para él estaba claro lo que Ciro trataba de hacer, y no le gustaba una mierda.
— Rey, ¿estás acá?
Pero Rey no le estaba dando ni cinco de bolilla a Única, su mirada fija en los dos chicos, apretando sus labios en una delgada línea al ver que Ciro le tendía su vaso con licuado para que Ana tomara un poco.
— ¿Podés dejar de mirar a la cocinerita un segundo? Te estoy hablando y me ignoras por mirar a doña Petrona perdiendo el tiempo con los demás.
— ¿Qué querés Única? —preguntó frustrado Rey, apartando a la fuerza su mirada del grupo para ver a la chica.
— No entiendo, ¿por qué tanta fijación por la cocinerita? No me digas que te gusta.
— Si lo hiciera o no, no es algo que te incumba Única. —declaró Rey con tono firme— ¿Por qué, te pone celosa?
— Por favor Rey, podes hacer algo mucho mejor.
Rey soltó una risa— ¿Ah sí? ¿Cómo quién? ¿Vos?
— Por ejemplo, vos y yo juntos podríamos ser una potencia, tenemos todo para romperla. —la chica se acercó a él de forma bastante peligrosa, sus narices casi rozando, provocando que Rey sonriera de forma altanera.
Demasiado entretenido, demasiado ocupado como para notar que a lo lejos se encontraba la chica de los rizos, con su mirada chocolate en ellos.
¿Decepcionada? Quizás, aunque no entendía muy bien por qué, no es como si no supiera como era Rey, como si no supiera que para él todo era un juego y una competencia en la que estaba dispuesto a cualquier cosa para ganar.
El mismo Ciro lo había dicho en la cocina, Rey se la pasaba pegado a Única, juntos de un lado para otro, no había nada de qué sorprenderse.
— Ani, vamos a hacer un vivo para alentar a Pez Eléctrico a que vuelva, ¿podrías ayudarnos? —la voz de Mei la sacó de ese trance en el que había entrado. Ana asintió sin dudarlo, acercándose para tomar el teléfono que Zeki le tendía, comenzando el vivo mientras apuntaba con él a los chicos, buscando la mejor posición.
Para cuando el vivo había terminado, y todos habían dado sus palabras de apoyo a Pez Eléctrico, pidiéndole que volviera al concurso, que aprovechara la nueva oportunidad que se le estaba dando, todos se acercaron a Ana, Zeki tomando el teléfono.
— Al final sos muchísimo más copada de lo que pensábamos, Ana. —declaró Zeki abrazándola de costado, provocando que la chica sonriera con dulzura— Onda lo esperaba porque vemos como sos con Daisy o tu hermano, incluso con Margarita.
Otto asintió sonriendo junto a Otto— Y te llevas muy bien con Roma, que ya sabemos que eso puede ser un poquito difícil a veces.
— Sos muy buena, me gusta que las personas buenas sean mis amigas. —dijo Romeo provocando que todos sonrieran.
— ¡Sí! Tendrías que pasar más tiempo con nosotros, amaría que seamos amigas. —dijo Mei con emoción.
— Se supone que no puedo, yo no estoy participando en la competencia. —hizo una mueca con sus labios, recordando las palabras de Ada horas atrás recalcándole cuál era su lugar en toda esa situación.
Ciro frunció el ceño— ¿Y? ¿Eso que tiene?
— Mal, ¿Qué tiene eso? Podemos ser amigues igual, Ana. Sos re buena onda, nos caes re bien a todos, ¿por qué no vamos a poder amigar? —Zeki apoyó el comentario de Ciro.
— Ya sé, pasanos tu teléfono. —Mei sacó el suyo, buscando el teclado numérico para anotar el número de la chica de rizos— Te agendo, se lo paso a ellos y podemos armar un grupo, organizar para salir a comer algo o no sé a tomar un helado por ahí, hasta podemos organizar para algún día tocar algo juntos.
— También podemos meter al hermano. —agregó Zeki sonriendo, sonrisita que no pasó desapercibida para Ana. Estaba claro que Zeki estaba medio embelesado con Luca, lo que provocó que los demás rieran— ¿Qué? Solo estoy siendo amigable...
— Si, seguro es eso nomás. —murmuró Otto provocando que volvieran a reír.
Ana no podía dejar de sonreír, sus ojos chocolate brillantes y su rostro radiante. La hacían sentir tan cómoda, tan bien recibida, que lo único que quería era poder estar con ellos el mayor tiempo posible, hablando, riendo, simplemente disfrutando de su compañía. Era un grupo hermoso, y Ana agradecía que la recibieran de esa forma, incluso si ella no estaba al mismo nivel dentro del Hangar.
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