chapter fourteen
La noche anterior, luego de que se diera el karaoke, había sido un poco caótica teniendo en cuenta la gran tormenta que se había desatado y que la luz se había cortado de repente. Ana no había podido dormir demasiado gracias a los truenos resonando con fuerza en su habitación, por lo que había dado mil vueltas antes de poder dormirse.
— Epa, que carita, ¿no dormiste anoche? —escuchó la chica mientras dejaba las jarras de jugo sobre la mesa, la naranja en un costado y la de manzana en el otro para Romeo— ¿Te desvelaste pensando en qué canción vamos a cantar juntos, princesa?
— El apodo. —refunfuñó Ana girándose para ver a Rey que entraba al comedor solo, era el primero en llegar, algo raro teniendo en cuenta que los chicos solían llegar todos juntos a desayunar— No me podía dormir por la tormenta, parecía que estaba durmiendo en el patio de lo fuerte que sonaba todo.
Al ver que la chica se tapaba la boca para bostezar, Rey se acercó a la mesa— ¿Desayunaste algo ya?
— No, me quedé dormida y me levanté a los pedos para cambiarme y salir a la cocina a ayudar con todo lo del desayuno. —explicó mientras colocaba unos platos con fruta y otros con galletitas y medialunas distribuidos en las mesas, no prestando atención a lo que el de los rizos estaba haciendo— Después de que terminen de desayunar y ordene todo seguro me preparo algo.
— Entonces sentate, princesa. —señaló la silla que había corrido, una taza de café recién preparado en ese lugar acompañada por otra taza en el asiento que estaba en frente— Desayunamos juntos.
Ana lo observó con una ceja alzada— ¿Estás loco, vos? No puedo Rey, tengo que atenderlos a ustedes.
El joven chasqueó la lengua, tomando la bandeja que Ana tenía entre sus manos para depositarla en la mesa, y luego acercándose a ella para tomarla con suavidad por los hombros y acercarla hasta la silla haciendo que tomara asiento.
— Todavía tenes tiempo, los demás siguen dormidos, se ve que anoche tampoco pudieron pegar un ojo con la tormenta. —explicó el chico con una sonrisita mientras rodeaba la mesa para sentarse frente a ella, ignorando la expresión de duda en el rostro de la chica mientras le daba un sorbo a su café— En serio, Ana. Los demás seguían dormidos, ni siquiera Romeo se había despertado todavía y ya sabemos que es bastante quisquilloso con el tema de su rutina y los horarios, nada de qué preocuparse. —Rey agarró el plato con las medialunas y lo colocó entre ambos, deslizándolo hacia ella— Agarra una, no me vas a dejar desayunando solito ¿o sí? ¿No te doy pena? —al ver que la chica iba a responder, y sabiendo que no iba a ser la respuesta que esperaba por el brillo malicioso en sus ojos, Rey la detuvo— Mejor no respondas, pero dale, agarra una y desayunamos, tenemos mínimo unos quince minutos.
Al ver la mirada que el de los ojos azul cielo le estaba dedicando, Ana terminó cediendo, acomodándose en su asiento y tomando la taza de café entre sus manos, disfrutando del aroma cuando la acercó para darle un sorbo. La mirada de Rey estaba sobre ella, expectante, esperando a que dijera algo, lo que provocó que Ana sonriera— Gracias, está bastante rico. —solo ese comentario fue suficiente para que el rostro del chico se iluminara por completo, y su sonrisa creció al ver que Ana agarraba una medialuna, imitando sin dudarlo su accionar.
— Entonces, sobre nuestro dueto...
— Dios Rey, no empieces, es muy temprano para esto.
— Yo te dije que hasta que aceptaras yo no iba a parar. —se encogió de hombros, tomando otro sorbo de su taza.
— ¿Por qué tenes tantas ganas de que cante con vos?
— ¿Por qué no las tendría? —respondió el chico con otra pregunta.
— Porque ni siquiera podés aprovecharlo para tus redes y usarlo para la competencia, no sería justo. ¿No es una opción mucho más fácil ponerte a cantar con alguna de las chicas del programa? Ahora tenes hasta a Margarita como una nueva opción.
Rey frunció el ceño— Pero no quiero una opción fácil, te quiero a vos. Además, no me interesa si no lo puedo subir a las redes, tampoco era mi intención en primer lugar, puedo subir otras cosas. Ya te dije que me gustó mucho tu voz y creo... No, yo sé que nuestras voces juntas sonarían muy bien, solo quiero que me des ese gusto. —murmuró con sus ojos azul cielo mirando fijamente los chocolate de Ana. La chica no entendía si había algo que se estaba perdiendo, si había un propósito oculto detrás del pedido de Rey, pero no entendía por qué tanta insistencia por parte del chico— Podemos cantar lo que vos quieras. Sé que te gusta mucho la música de los Teen Angels, podemos elegir una canción de ellos si querés.
Ana dejó la taza sobre la mesa, su mirada fija en el chico— ¿Y vos cómo sabes eso?
— Tengo mis fuentes, princesa. —le guiñó un ojo— Rey siempre está al tanto de todo.
— Rey.
El chico soltó una risita— Bueno che, fue Daisy. Necesitaba un poco de información para empezar con el plan de conseguir el dueto y como sé que vos no me la ibas a dar, me fui a la cuarta opción.
— ¿Cuarta? —preguntó la de los rizos confundida.
— Sí, la primera opción eras vos, pero sos... un poco reservada con tus cosas y para sacarte algo es bastante complicado. —explicó alzando un dedo— La segunda opción era tu tía, pero cuando me la crucé andaba hablando con Delfina y era muy probable que me fuera a sacar cagando. —alzó un segundo dedo— Y la tercera era tu hermano. —dijo alzando un tercer dedo— Pero la verdad ya no sé si le caigo bien, si le caigo mal o cómo está la cosa, ya veo que le preguntaba y me mandaba a la mierda. Así que recurrí a la cuarta, que es Daisy, y si eso no funcionaba tenía una quinta opción, Margarita. Pero Daisy me dio una mano y respondió todas mis dudas, así que ya tengo toda la información que necesito.
Ana lo observó incrédula— Cuanta dedicación solo para conseguir una cantar una canción conmigo, ¿no te parece como no sé... ¿un montón?
— No, yo te dije que no me iba a rendir y que iba hasta rogar si era necesario, y ya lo hice. —le dedicó una mirada de reojo mientras tomaba su café— Tuve que rogarle bastante a Daisy antes de que aceptara, pero valió la pena porque ahora tengo más data. —se encogió de hombros sonriendo.
— ¿Lo de la música no fue lo único que preguntaste? —al ver que negaba con su cabeza, Ana aclaró su garganta nerviosamente, le preocupaba que podría haberle dicho Daisy, le preocupaba que hubiera dicho cosas vergonzosas sobre ella— ¿Qué más preguntaste? ¿Me tengo que preocupar?
Viendo la actitud preocupada de Ana, Rey soltó una risita— No es nada comprometedor si eso es lo que te preocupa, a menos que vos quieras contarme esas cosas que yo te escucho con gusto, princesa. —le guiño un ojo— Eran unas preguntitas para saber un poco más de tus gustos, porque vos no me lo ibas a decir.
— Ya te dije algo del apodo, basta. —reclamó la chica y Rey simplemente sonrió— ¿Qué preguntitas?
— Unas preguntitas que me van a servir para el futuro. —viendo que Ana no iba a quedarse tranquila hasta que le dijera algo más, Rey negó con su cabeza divertido— Una de las preguntas era cuál es tu flor favorita.
— ¿Y eso qué se supone que tiene que ver con el dueto? Es cantar una canción, no poner una florería.
— Mhm, pero ya te dije que era información que iba a necesitar para el futuro.
Ana estaba dispuesta a contestar, cuando la puerta del comedor se abrió y por ella entraron algunos de los chicos del programa. La chica miró la hora en su teléfono notando que habían pasado más de treinta minutos hablando con Rey, y de un salto se puso de pie, tomando su taza ya vacía mientras la dejaba a un costado para permitirle el paso a los chicos mientras ella comenzaba a colocar las tazas y platos que iban a usar para desayunar.
Al pasar junto a Rey, el chico la tomó con suavidad del brazo, provocando que detuviera su anda y lo mirara— ¿Pasó algo? ¿Necesitas algo más?
— No, solo iba a decir gracias por desayunar conmigo. —le dedicó una sonrisa radiante que provocó que Ana se sonrojara, sobre todo al sentir la mirada de algunos de los chicos sobre ellos dos— Después seguimos hablando de lo que vamos a cantar. —Ana colocó sus ojos en blanco, lo que provocó que Rey riera divertido mientras la chica continuaba con su trabajo. Notando la mirada de Única sobre él, que estaba sentada a su izquierda, el de los rizos la miró con una ceja alzada— ¿Pasa algo?
— Creo que tendría que preguntarlo yo, ¿pasa algo con doña Petrona? ¿Qué es eso de que van a cantar?
— Nada, quiero cantar con ella y le dije que elija una canción. —se explicó el chico con simpleza.
— ¿Con ella? Rey, la cocinerita ni siquiera forma parte del programa, ¿vos me estás jodiendo? —Rey negó con su cabeza, sonriendo al ver a Ana pasando detrás de Única para ir a servirles café a Zeki y Margarita que estaban sentados en la otra mesa junto a Daisy y Mei, notando que Ana se había acercado a Daisy para ver algo que le mostraba en su teléfono, la confusión evidente en el rostro de los cuatro. Un chasquido llamó su atención, dejando de ver a la joven de los rizos para ver que Única estaba chasqueando los dedos frente a él— ¿Me podés prestar atención un segundo? Te hice una pregunta, ¿posta querés cantar con ella?
— Obvio, ¿no viste lo bien que canta?
Única colocó sus ojos en blanco, completamente disgustada— Si cantara tan bien como decís, se habría anotado para participar por la beca, ¿no te parece?
— No, porque por más que tiene el talento es insegura, y por eso no se presentó. —el chico se colocó de pie, ignorando el hecho de que Única iba a continuar hablando, dejándola con la palabra en la boca— Me tengo que ir porque tengo unas cosas que grabar. —y sin decir más, salió del comedor, no sin antes pasar junto a Ana soltando un "Nos vemos, princesa" que provocó que Zeki, Daisy, Mei y Margarita pasaran sus miradas de Rey a Ana y viceversa.
— ¿Algo que tengas que contarnos, Anita? —ante la pregunta de Zeki, Ana se puso completamente roja.
— No, nada de nada. —dijo haciéndose la tonta, provocando que los cuatro rieran. Era obvio que a Ana le pasaba algo, pero no iban a insistir, al menos no por el momento— ¿Le contestó a alguno Merlín? —cambió de tema.
— No, nada. —murmuró Daisy mirando la pantalla de su teléfono decepcionada. Ana soltó un suspiro, abrazando a su amiga de costado y dedicándole una mirada apenada a Margarita, al ver que se encontraba en la misma situación.
— Bueno, por ahí necesita un poco de tiempo, a veces uno se puede agobiar sobre todo si tiene que convivir con tanta gente de golpe. —trató de tranquilizarlas, porque a pesar de que Merlín le caía mal y le alegraba un poco que no estuviera merodeando a las dos chicas, no iba a hacer sentir peor a sus amigas en ese momento— Seguro fue a despejarse, por eso apagó el teléfono, y después vuelve.
Dedicándoles una última sonrisa, Ana salió del comedor para dirigirse hacia la cocina, cuando en el camino se cruzó a Delfina que venía hablando con Yamila y Salo. Ana murmuró un "Buenos días" para continuar con su camino, cuando escuchó la voz de Delfina llamándola.
— Ana, necesito hablar con vos. —la chica de los rizos miró confundida a la mujer, sin entender el por qué de sus palabras, tratando de pensar si había hecho algo que pudiera haber molestado a la mujer— Yamila, vos anda a comunicarles a los chicos la consigna del nuevo desafío mientras Salo y yo nos encargamos de esto. —la mujer rubia asintió, tomando su cabeza para dirigirse hacia el comedor mientras Delfina y Salo se dirigían hacia la oficina de la mujer con Ana caminando detrás de ellos, sin saber que podía esperarle.
Al llegar a la oficina, Delfina tomó asiento en el escritorio haciéndole señas para que tomara asiento en la otra silla libre, mientras Salo se quedaba de pie junto a la mujer.
— ¿Ana sabes por qué estas acá? —la chica negó con su cabeza, jugueteando con el ruedo de su delantal. Era evidente para los dos adultos que Ana lucía nerviosa y confundida.
— No, no... No tengo idea. Si pasó algo, de lo que todavía no me di cuenta, si hicimos algo mal con el manejo de la cocina o con atender a los chicos pido perdón. —murmuró con su mirada yendo de la mujer al hombre y volviendo del hombre a la mujer. La confusión creció en Ana al ver que Delfina sonreía, un gesto no tan común en la mujer a excepción que estuviera con Daisy, una sonrisa que parecía ser dulce y cálida.
— Ana no tenés que disculparte por nada, porque no pasó nada malo. Quedate tranquila. —le aseguró la mujer colocando sus dos manos sobre el escritorio, mientras Salo a su lado asentía con una sonrisa amable, dándole la razón.
— ¿En serio?
— En serio, Ana. Es más, es todo lo contrario.
Al ver la confusión en la mirada chocolate de Ana, fue Salo el que continuó hablando— ¿Tu tía no habló con vos? Ayer hablamos de esto con ella.
— No... ¿de qué se supone que me tendría que haber hablado?
— Ya te vas a enterar. —le dijo Salo sonriendo para luego dirigir su mirada a la mujer en la silla— Delfina... —hizo un gesto con su mano, indicándole a la mujer que continuara.
— Ayer cuando hicimos el karaoke y subiste a cantar nos tomaste bastante por sorpresa, Ana.
Ana abrió sus ojos con sorpresa— Perdón, no tendría que haber subido pero los chicos empezaron a insistir y habías dicho que cualquiera podía subir, y cuando te acercaste con el micrófono asumí que estaba bien agarrarlo. No va a volver a pasar. —se disculpó rápidamente, provocando que Delfina y Salo soltara una risa.
— Ana te estás adelantando mucho, no es por eso que lo estoy diciendo, no tenés que pedir disculpas. —le aseguró la mujer— No va a eso lo que quiero decir. —Delfina hizo una pausa, acomodándose mejor en su lugar— Yo sabía que cantabas y que tenias conocimiento sobre la música por las clases con Daisy. —al ver la mirada sorprendida de Ana, la mujer sonrió. Ana siempre pensó que la mujer no tenía ni idea de que ella acompañaba a Daisy en sus clases, siempre se escabullía antes de que terminaran para evitar que la mujer la viera y se enojara con ella y Daisy, a pesar de que era un pedido por parte de Ada— No te preocupes, no me molesta que lo hayas hecho, es más agradezco que acompañaras a Daisy de esa forma e hicieras esos momentos mucho más llevaderos. A veces podía ser bastante solitario para ella, sobre todo teniendo en cuenta que casi no podía salir de acá. —Ana asintió, sabiendo que la mujer estaba en lo correcto, ella por lo menos había tenido a su hermano para entretenerse antes de que fueran a vivir con su tía, Daisy por su parte estaba sola.
— Como sabrás, la noche de karaoke se transmitió en vivo. —fue Salo el que habló entonces— Y mucha gente preguntó por vos, querían saber quién eras, cómo habías llegado a acá y por qué no estabas en la competencia, incluso llegaste a ser tendencia en redes sociales. Y muchos están pidiendo que ingreses al programa, que te otorguemos una beca después de lo que hiciste, no solo ayer sino también en las presentaciones con Rey y Daisy, y después con Margarita cuando ella ingresó al programa.
Delfina asintió— Y tienen toda la razón. Sería una mala decisión de mi parte, teniendo en cuenta lo talentosa que sos Ana, si no te ofreciera la oportunidad de ingresar al programa después de todo lo que hiciste.
— ¿Eh? —preguntó Ana creyendo que había escuchado mal, su mirada desorbitada provocando que los otros dos rieran.
— Te estoy ofreciendo una beca en el programa del Hangar Soho, si aceptas pasarías a ser una de las participantes con el resto de los chicos como pasó con Margarita. —Delfina la observó con una sonrisa amable, algo a lo que Ana no estaba acostumbrada por parte de la mujer, ya que generalmente la ignoraba y pasaba de ella— El público tiene razón, tu lugar es en el programa, haciendo cosas como lo que hiciste ayer en el karaoke. Si lo querés, el lugar es todo tuyo, es más que merecido.
Ana observó a la mujer sin creer lo que estaba escuchando, pasando su mirada de ella a Salo y viceversa como si se tratara de un partido de tenis, buscando algo que le indicara que en realidad era una broma o algo similar. Pero al ver que eso no ocurría, la chica comprendió que de verdad estaba pasando.
— Yo... mi tía, no creo que ella quiera que me meta en todo esto.
— No tenés nada que preocuparte por eso, ayer hablamos con ella de la propuesta que te íbamos a hacer, y aunque costó un poco terminó aceptando. Así que la decisión es toda tuya, Ana. —le explicó Salo.
La joven de los rizos se tomó unos segundos para pensar en todo lo que estaba pasando, para pensar en la oportunidad que le estaban brindando. Las dudas y la inseguridad burbujeando en su interior, las preguntas "¿Y si sale mal? ¿Y si no funciona para mí?" resonando en su cabeza, pero a la vez había una parte de ella alentándola, una parte que le decía que era suficiente, que valía y que merecía ese lugar. Y por primera vez en mucho tiempo Ana decidió hacerle caso, decidió escuchar la parte que la alentaba y dejar a un lado la que la tiraba para atrás, esa que no quería verla feliz.
Ana comenzó a asentir con su cabeza, sin poder dejar de sonreír— Sí, me encantaría. Quiero la oportunidad de entrar.
Al escuchar sus palabras tanto Delfina como Salo sonrieron, los dos aplaudiendo con suavidad, festejando la decisión de la chica.
— Entonces es todo tuyo Ana. —la mujer la observó con atención, notando lo genuinamente feliz que estaba la chica— ¿Te puedo preguntar algo?
— Sí, obvio.
— Con lo talentosa que sos, ¿por qué no intentaste audicionar para una beca, Ana?
— Yo... No creía tener el talento para competir con los demás, sabía que había gente mucho mejor que yo de mil formas diferentes, y era más fácil no presentarme que hacerlo y terminar decepcionada y mal, incluso sabiendo que había muchas chances de que eso pasara. —murmuró, su mirada chocando con la de Delfina— No me sentía suficiente. —algo en el interior de la mujer se removió al ver a la chica de esa forma, al escuchar la inseguridad en su voz. Por algún motivo que no comprendía era como que sentía la necesidad de consolarla y asegurarle que no era así, que era más que merecida la oportunidad que estaba recibiendo.
Delfina aclaró su garganta, en un intento por remover ese nudo que se había formado al escuchar a Ana de esa forma, colocando una sonrisa en sus labios y sus ojos observando a la chica con afecto, incluso si ninguna de las dos se daba cuenta— Bueno, lo sos, créelo porque es así. Sos más que suficiente, Ana. —la mujer se colocó de pie, rodeando el escritorio para acercarse a la chica que también se colocaba de pie— Bienvenida al programa del Hangar Soho, Ana.
Ana sonrió con emoción, aún sin poder creer que de verdad eso estaba pasando— ¡Muchísimas gracias por esta oportunidad! —por impulso, la chica se acercó a Delfina atrapándola en un abrazo que tomó a la mujer por sorpresa, pero que no dudó en responder. Había algo en esa acción que se sentía tan correcto, como si fuera algo que naturalmente tenía que pasar, como si fuera algo que estaba esperando para ocurrir por lo bien que se sentía para las dos, una sensación de calidez envolviéndolas a ambas. Fue Ana la que se separó primero, mirando con sorpresa a la mujer— ¡Perdón! ¡perdón, fue por la emoción! —se disculpó con rapidez, dando un paso hacia atrás.
Delfina soltó una risa, mientras Salo las miraba a las dos enternecido por la escena que sus ojos acababan de presenciar— No pasa nada, me alegra que te entusiasme la idea. —le aseguró Delfina, acomodando su vestido— Le voy a decir a Yamila que avise que preparen otra cama para vos, en la habitación con los demás, a menos que quieras seguir durmiendo en el área de servicio con Luca y tu tía.
— Amo a mi hermano y mi tía, pero me gustaría poder pasar más tiempo con los demás. —Ana sonrió con suavidad, pensando en que iba a poder fortalecer la amistad que había florecido con los chicos del programa hasta el momento.
— Perfecto, ya mismo se lo comunico a Yamila y después podés mover tus cosas para instalarte. —hizo una pausa, mirando a Salo— ¿Me olvido de algo?
— ¿La presentación?
— Ah sí, la presentación. —soltó una risita la mujer, mirando al hombre de una forma que para Ana no pasó desapercibida. La chica no pudo evitar sonreír, era obvio que la mujer sentía algo por Salo— Así como Margarita hizo una presentación a modo de bienvenida al programa, también queremos que vos hagas una, así la gente puede ver un poco más de vos, que vea el por qué estás ingresando al programa. La presentación sería mañana, y me gustaría que también fuera una sorpresa para el resto de los chicos del programa, así que el tema de instalarte en las habitaciones con ellos también sería mañana. Vamos a anunciar que va a haber un evento, para que gente que sigue el programa pueda venir a ver la presentación en vivo, así que no solo lo vas a hacer delante de los chicos del Hangar ¿te parece bien?
— Sí, está... está perfecto. —aseguró la chica sin poder dejar de sonreír, ya pensando en qué podía hacer para la presentación— Muchísimas gracias por la oportunidad, en serio, no los voy a defraudar.
— Estoy segura de que no, Ana. —dijo Delfina divertida con la emoción de la chica— Ahora anda, que tenés bastante en lo que pensar y preparar.
Ana asintió, y salió de la oficina casi temblando de la emoción, no sin antes volver a darles las gracias a los dos.
Iba a formar parte del programa. Había entrado a la competencia del Hangar Soho.
...
Ana estaba de pie, atrás del telón que habían colocado en el escenario para evitar ser vista hasta que fuera su momento de salir a dar la presentación. Su cabello suelto, exceptuando la parte de en medio donde se había realizado dos pequeñas trenzas cocidas que terminaban en una colita, evitando que los mechones cayeran sobre su rostro. Portaba un atuendo tranquilo como era una pollera de jean y una camisa rosa, ya que no podía pedirle ayuda a Zeki para hacer un atuendo más llamativo y artístico teniendo en cuenta que no podía contarle para qué lo iba a necesitar.
De fondo podía escuchar el murmullo de la gente que aguardaba el evento que se había anunciado por las redes del Hangar, donde también se encontraban los demás chicos del programa y su hermano junto a su tía, los únicos a los que había podido contarle sobre la noticia. Luca había estado a nada de largarse a llorar con ella por lo feliz que estaba por su hermana y que por fin estuviera siguiendo su corazón para hacer lo que tanto le gustaba, no había dejado de decirle lo orgulloso que estaba de ella y lo que había conseguido, asegurándole que iba a estar apoyándola en todo lo que hiciera.
Ada era otra historia, porque a pesar de estar muy feliz por Ana, sobre todo viendo lo radiante que la chica lucía y lo emocionada que estaba con todo lo que ocurría, no podía evitar sentir miedo, sentirse insegura porque le aterraba la idea de que todo eso terminara con Ana en peligro o con su identidad revelada. Pero no dijo nada al respecto porque no quería arruinar la felicidad de Ana, la chica no lo merecía después de todo lo que la había privado.
— Bueno, creo que ya podemos comenzar con esto. —la voz de Delfina resonó por los parlantes. La mujer se había reunido con ella unos minutos atrás, junto a Yamila, para ver si estaba todo bien y estaba segura con su decisión, contándole la cantidad de gente que había ido y lo emocionados que estaban con descubrir la sorpresa— No tienen idea lo emocionada que estoy con esto, porque creo que es una de las mejores decisiones que pudimos tomar. —mientras la mujer hablaba, Ana se encontraba respirando profundo, en un intento por calmar sus nervios, lo que menos quería era arruinar todo justo en ese momento— Ustedes lo pidieron, lo hicieron incluso tendencia en todas las redes sociales, y nosotros claramente escuchamos. —la luces del lugar se apagaron, dejando todo en penumbras a excepción de Delfina que era iluminada por un reflector a un costado del escenario— Disfruten del show.
Y así, el reflector que la iluminaba se apagó y con todo el lugar en penumbras comenzó a sonar una melodía con ritmo de cumbia. Nadie entendía nada de lo que estaba ocurriendo, pero los ruidos de sorpresa no se hicieron esperar cuando el telón se abrió y una luz se posó en el escenario iluminando la figura de Ana que estaba de pie en el medio con un micrófono en su mano y una sonrisa radiante adornando su rostro. Desde su lugar la chica podía ver la sorpresa en los rostros de los otros chicos del Hangar, sus amigas casi que con la boca abierta sin creer lo que veían.
— Tengo miedo de perder la dirección, no puedo dejar de oír mi corazón. —comenzó a cantar mientras se movía siguiendo el ritmo de la música— Quiero decírtelo y no encuentro palabras. No quiero quedarme sola en un rincón, no quiero perder la voz. Y aunque no lo demuestre estoy asustada. —la sorpresa en el público había sido rápidamente reemplazada por euforia, todos comenzando a aplaudir y moverse siguiendo la música que era bastante pegadiza.
Ana trataba de no mirar demasiado la reacción de la gente mientras daba la presentación, por miedo a ver alguna reacción que pudiera desconcentrarla, por lo que su mirada se mantenía en sus amigos del programa, su hermano y su tía. Ellos eran todo lo que necesitaba para sentirse segura, para sentir que merecía esa oportunidad que le estaban dando.
— Quiero decírtelo, quiero gritártelo. Hay algo brutal naciendo entre vos y yo. —cantaba con dulzura mientras se movía en su lugar, dando incluso una vuelta para volver a quedar de frente. La gente aplaudiendo muy enganchada con la música, algunos incluso chiflando siguiendo el ritmo— Porque no puedo más vivir sin vos, me muero de dolor. Ya no puedo pensar, mi corazón. Todo me habla de vos. —Ana no pudo evitar sonreír con diversión al ver como Ciro tomaba la mano de Daisy, sacándola a bailar, mientras Luca le ofrecía su mano a Margarita para hacer lo mismo. Y muchos de los que estaban presenciando la presentación ahí no tardaron demasiado en seguir sus ideas, tomando la mano de quien estaba a su lado para ponerse a bailar, mientras que aquellos que no lo hacían continuaban aplaudiendo.
Ana estaba dando todo un show, y se notaba lo mucho que lo estaba disfrutando. Se notaba que el escenario era su lugar en el mundo con lo desenvuelta que estaba, con lo libre que lucía cantando y bailando por toda su extensión. Desde su posición podía ver a Zeki bailando con Mei y Pipe, los tres riendo y disfrutando de la presentación. Romeo con sus auriculares aplaudía junto a Otto, incluso Salo había sacado a bailar a Delfina, la mujer sin poder dejar de sonreír en los brazos del hombre. La única que estaba reacia a disfrutar de la presentación, con una cara que dejaba en claro que no le gustaba nada era Única.
— Y si te encuentro a ti, me pierdo yo. Soy presa de mi confusión. Y aunque sangre por la herida y no te lo diga, me muero por vos. —su mirada chocolate se encontró con la azul cielo, y un escalofrío la recorrió de pies a cabeza al ver la forma en la que Rey la miraba. Con esa misma intensidad con la que la había visto desde el primer momento cuando se habían conocido por accidente en las audiciones del Hangar, como si ella fuera la única que estaba ahí, la única que merecía su atención.
Mientras la chica continuaba con la presentación, Rey no podía dejar de pensar en lo hermosa que se veía, en lo radiante que estaba. Ante sus ojos era como si Ana iluminara todo el lugar con su sola presencia, como si solo tuviera que verla a ella porque todo lo demás era casi imperceptible para él, como si lo demás no existiera.
— Ya no queda otra opción, ya nos ganó el amor. Hay algo brutal naciendo entre vos y yo. —el Hangar se había vuelto una fiesta, las luces titilaban y cambiaban de color de manera continua iluminando un poco al público, mientras la luz principal seguía iluminando a Ana en el centro, moviéndose por el escenario— Porque no puedo más vivir sin vos, me muero de dolor. No hay esperanza ya, mi corazón. Todo me habla de vos.
No solo la gente que estaba presente estaba encendida con la presentación de Ana. El vivo estaba que explotaba de vistas y comentarios apoyando a la chica, comentando lo bien que le hacía y lo mucho que les gustaba. Algunos elogiando su voz y como se desenvolvía en el escenario, otros diciendo lo hermosa que le parecía, y otros diciendo que Delfina lo había vuelto a hacer, que había descubierto otro diamante en bruto.
— No me importa lo que digan, no mi vida. Yo me muero por vos. —terminó de cantar la chica de los rizos, sus ojos chocolate chocando una vez más con los azul cielo de Rey que en ningún momento había apartado la vista de ella, ni siquiera cuando la presentación llegó a su fin. En el momento en que la música terminó, el lugar estalló en aplausos mientras ella sonreía observando a todo el público, sus ojos cristalizándose, al borde de las lágrimas por la emoción que estaba sintiendo.
— Les presento a Ana, ¡la nueva integrante del programa de becas del Hangar Soho! —exclamó Delfina colocándose junto a la chica, abrazándola por los hombros— Al igual que ustedes, que comenzaron a llenar las redes y el vivo del Hangar pidiendo por su ingreso, creemos que Ana tiene todo el talento que se necesita para ser merecedora de una de nuestras becas. Confío en que al igual que los demás, ella va a dar su mayor esfuerzo y poner todo de ella para demostrar que merece estar acá justo como los demás— Ana por su parte asintió, sabiendo que incluso si trataba no iba a poder hablar, demasiado emocionada por la oportunidad que se le estaba dando. —una nueva música sonaba de fondo, animada y ambientando el lugar mientras la mujer hablaba— De ahora en más van a poder verla en todos los proyectos del Hangar, ya pueden encontrar toda su información en la página del programa, y esperamos que la gente que lo vio desde su casa, por el vivo, lo haya disfrutado de su presentación tanto como nosotros lo hicimos acá.
Y así, la mujer dio por terminada la presentación, permitiendo que Ana bajara del escenario mientras Yamila cortaba el vivo para rápidamente seguir a Delfina hacia su oficina con Salo, para hablar de lo que había sido la presentación de Ana y la reacción de la gente a ella y su ingreso. Rogando que no ocurriera de nuevo algo como lo que había pasado con Margarita.
En el momento en que Ana bajó del escenario, fue rápidamente atrapada por sus amigos, que no dejaban de hablar, casi que gritando, completamente emocionados con la noticia de que Ana era ahora una más de ellos. La chica de los rizos no sabía a quién responderle, apabullada por las preguntas de todos, los gritos de emoción y el fuerte abrazo grupal que le estaban dando.
— ¿Vas a dormir en la pieza con nosotras? —preguntó Mei emocionada.
Ana asintió sin poder dejar de sonreír— Sí, tengo entendido que mientras estábamos con esto había alguien preparando la pieza y agregando una cama para mí.
— ¡Vamos a poder hacer pijamadas! ¡Qué emoción! —gritó Zeki dando saltitos en su lugar provocando que las chicas rieran.
— ¿Cuándo supiste que estabas adentro del programa? —fue Margarita la que preguntó ahora, todavía abrazándola de costado, totalmente emocionada por tener a Ana con ellos.
— Ayer, después de llevarles las cosas del desayuno Delfina me llamó a su oficina con Salo y me hizo la propuesta.
— ¿¡Y no nos dijiste nada mala!? Ayer a la tarde estuviste con nosotras y no se te escapó nada. —se quejó Margarita, mientras Daisy asentía, recordando que en ningún momento les había dado un indicio de lo que iba a pasar.
— Porque se suponía que era una sorpresa, para todos, incluso ustedes. —se encogió de hombros sonriendo.
De esa forma, se mantuvieron hablando y comentando todo lo que iban a poder hacer ahora con Ana formando parte del programa. Hasta que una de las chicas de la cocina, Julieta, llegó avisando que la comida ya estaba lista y ya podían ir a la zona del comedor.
— Ahora voy, me voy a cambiar esta ropa por algo más cómodo y de paso me voy a lavar las manos. —le dijo Ana a los demás mientras ellos se retiraban al comedor. La chica se dirigió hacia su cuarto en la zona de servicio, donde había dejado una muda de ropa preparada para cambiarse una vez terminada la presentación, probablemente la última vez que iba a estar ahí hasta que terminara la competencia del Hangar.
La chica de los rizos, ya habiéndose colocado un pantalón y una remera mucho más cómodas, se dirigió al baño donde lavó sus manos con tranquilidad, aprovechando a acomodar un poco el peinado que se había aflojado por todo el movimiento.
— Así que ahora somos compañeritos. —lo primero que Ana vio al salir del baño fue a Rey, con su cuerpo recargado en la pared, sus ojos chispeantes y sus labios en una sonrisa suave.
— Así parece, ¿alguna queja al respecto? —cuestionó Ana alzando una ceja, de pie frente a él, su cabeza ligeramente inclinada para poder verlo por la diferencia de altura entre ambos.
— No, en lo absoluto. Todo lo contrario diría yo, me encanta la idea. —dejó de recargar su cuerpo para pararse derecho y acercarse a ella— Porque eso significa que ya no tenes excusas para lo de cantar juntos. —Rey soltó una risa al ver como la expresión en el rostro cambiaba luego de sus palabras— Con más razón tenemos que hacerlo, ¿no te parece?
— ¿Y eso por qué?
— Para reforzar el vínculo, los compañeritos siempre unidos ¿no? —le guiñó el ojo, notando como las mejillas de Ana comenzaban a teñirse de rojo.
— No vas a dejar de joder con esa idea ¿no?
— No, creí que eso ya había quedado claro princesa. —el de los ojos azul cielo se encogió de hombros, divertido con la reacción de Ana— Yo sé que el rogarte está funcionando, pero te gusta hacer como que no y que yo tenga que seguir y andar merodeándote. —al ver que Ana colocaba sus ojos en blanco, pero con una sonrisa en sus labios, Rey supo que no estaba tan equivocado— Lo bueno es que a mí me gusta andar cerca tuyo, así que no es un sacrificio tan grande, diría que hasta es un beneficio. —le guiñó el ojo una vez más.
Ana le señaló el ojo, arrugando su nariz ligeramente divertida— ¿Tenes un tic en el ojo o algo? Creo que tendrías que hacerte ver, no vaya a ser que se te caiga.
— Te preocupas por mí, que linda. —dijo el chico llevando sus manos a su pecho— ¿No me querés revisar vos? —indagó acercándose otro paso a ella, la distancia entre ambos era mínima ya. Aunque no duró demasiado porque Ana colocó su mano en su pecho, dándole un empujoncito hacia atrás.
— Espacio personal, Rey. —murmuró la chica— Que manía con estar todo el tiempo tan cerca, no entiendo como los demás no te sacaron cagando todavía.
— Eso es porque con los demás no lo hago, Ana. Ya te dije que el espacio personal que me gustaba era el tuyo. —y ahí estaba otra vez, diciendo todas esas cosas con tanta facilidad que a Ana le hacía pensar que carecían de significado, que era todo para joderla nomás. No entendía como podía decir cosas sin siquiera inmutarse, sin ponerse nervioso. Si ella tuviera que decir algo así, no tenía dudas de que se pondría absolutamente roja y muy probablemente habría tartamudeado la mitad de las palabras.
— Ajá, lo que vos digas. —respondió la chica, las manos en su espalda mientras jugueteaba nerviosamente con sus dedos— ¿Necesitabas algo más o ya me puedo ir a comer? Las chicas me están esperando, y Luca me dijo que iban a preparar empanadas hoy.
— Si, hay algo más. —Ana se removió nerviosamente bajo la mirada de Rey, esos ojos azul cielo demasiado intensos, demasiado atrapantes— Felicidades por haber conseguido la beca, me gustó mucho la presentación que hiciste, salió todo muy bien, aunque siendo algo tuyo no esperaba menos. —Rey hizo una pausa, una sonrisa totalmente sincera y cálida en sus labios, y sus ojos centellantes con afecto— Me alegra mucho que hayas decidido enfrentar tus inseguridades y que hayas decidido tomar esta oportunidad.
Ana lo observó con sorpresa, no había esperado esas palabras. Su expresión se suavizó y su mirada chocolate era mucho más dulce ahora— Yo... Gracias Rey, de verdad... Gracias. —la sonrisa radiante que le ofreció Rey fue respuesta suficiente.
— ¿Vamos por esas empanadas? Si no nos apuramos Otto y Margarita se van a comer todo. —la chica soltó una carcajada al ver la preocupación en el rostro de Rey.
— Vamos, que mi hermano seguro nos guarda algunas.
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