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chapter eight


La felicidad de Ana al ver a Romeo en el desayuno era evidente, sobre todo en la forma que sonrió cuando cruzó la puerta del comedor y lo primero que vio fue al chico sentado junto a Otto, hablando mientras comenzaban a desayunar. Un suspiro aliviado escapó de sus labios al asegurarse de que era algo real y no solo un sueño que había tenido durante la noche.

El día anterior, cuando Ana creía que la vuelta de Romeo ya era imposible y que la salida de alguno de los becados era inminente, la vida le dio una sorpresa. Romeo había decidido regresar al Hangar Soho, recuperando así no solo su lugar sino también asegurando que el resto de los chicos que había recibido una beca se pudieran mantener en el programa ya que Delfina los había puesto a votarse entre ellos para elegir quién debía marcharse.

Ana no iba a mentir, la preocupación había burbujeado en su interior al ver que Rey tenía bastantes chances de irse del Hangar, empatado con Merlín, quien la verdad no le interesaba demasiado. Pero ya no tenía que preocuparse por eso, podía seguir adelante porque todo estaba en completo orden. Romeo estaba de regreso, e incluso en su presentación al regresar había aclarado que el haber vuelto al Hangar era gracias a Ana por haber hablado con él, y también agradeció a Luca, Margarita y Rey por haber participado en esa intervención y las disculpas, algo que había tomado por sorpresa a los demás, sobre todo la presencia de Rey entre los mencionados.

Cuando Ana regresó del comedor, lo primero que vio fue a Margarita pelando unas papas, con una expresión en su rostro que dejaba en claro que no estaba en su mejor momento.

— ¿Qué pasa Mar? Tenes una carita amiga. —murmuró Ana acercándose a ella, notando como Margarita dejaba el pela papas a un lado para quedársela mirando fijamente por algunos segundos— ¿Necesitas un abrazo? —no hizo falta que ninguna palabra fuera pronunciada por parte de Margarita, porque ni bien Ana terminó de decir eso, la chica se arrojó a sus brazos dejándose abrazar por la de los ojos chocolate— ¿Qué pasó Mar? ¿Pasó algo? ¿Pipe está bien? —la preocupación era evidente en su tono.

— Justamente, Pipe. —comenzó Margarita, ocultando su rostro en el hombro de Ana, las dos aun abrazadas— L'amore. Quanto è difficile.

Teniendo una idea de a donde iba todo, Ana soltó un suspiro— ¿Te lo dijo?

Ante la pregunta de Ana, Margarita se separó ligeramente para poder observar el rostro de su amiga, su ceño fruncido con confusión— ¿Vos... ¿Vos sabías que Pipe estaba enamorado? ¿De mí?

— Margarita, habría que ser ciego para no notarlo. —respondió la joven de los ojos chocolate, con una pequeña sonrisa adornando sus labios. — Con solo ver como se comporta con vos es obvio que Pipe sentía un cariño mayor al de amigos.

— Pero no puede ser así, tiene que estar equivocado, él solamente cree que está enamorado de mí. —habló con rapidez Margarita, provocando que Ana soltara una risita— No quiero que siento eso por mí.

— Porque a vos te gusta cierto chico que actúa pésimo y tiene bigotes.

Al escuchar eso, Margarita abrió sus ojos con sorpresa, parecía que nada se le escapaba a su amiga— ¿¡Eh!? No, no. —dijo alargando la "o", pero al ver la mirada que le dedicaba Ana se cayó— Bueno, puede que un poco, pero de verdad intento de que no, estoy un poco confundida, a decir verdad, porque me mueve un poco el piso, pero como que no es el único, aunque sí el principal. —hizo una pausa, evitando la mirada de Ana porque podía sentir lo roja que se estaba poniendo. — Es todo muy complicado. Merlín dice que está enamorado de mí...

— Pero no querés hacer nada porque Daisy está completamente enculada con él también. —terminó Ana por Margarita, quien asintió ante sus palabras.

Era increíble lo mucho que Ana podía entenderla, como las palabras no eran necesarias entre las dos para saber lo que le estaba pasando a la otra, lo que probablemente la otra estaba pensando o sintiendo. Margarita no podía sentirse más cómodo y comprendida que con Ana, desde que las dos se habían conocido y comenzado a estar juntas, Ana se había vuelto su confidente.

— Exactamente.

— Se armó un triángulo amoroso bastante complicado, porque por lo que pude ver en estos días Merlín medio que la busca a Daisy, por algún motivo que todavía no termino de entender, pero no de la misma forma en que te busca a vos.

— ¡Es terrible! Lo que menos quiero es lastimar a Daisy. Una debería poder elegir de quién enamorarse.

Ana soltó una risita— Ojalá fuera tan fácil, los problemas que se ahorraría la gente si pudiera hacer algo como eso, o apagar el enamoramiento por un tiempo. Pero es todo lo opuesto, es algo que te agarra desprevenida, como una tormenta que salió de la nada y te agarró en el medio de la calle, sin paraguas ni un techito al que poder correr para cubrirte, quedas totalmente expuesta a ella.

— No quiero que me agarre esa tormenta, yo quiero tranquilidad y esto es todo menos tranquila, es un quilombo que me va a volver loca, no quiero pasar por esto.

Ana suspiró, mirando a su amiga con pena, porque era evidente lo conflictuada que Margarita se encontraba con todo ese asunto— Mira Mar, a mí sinceramente Merlín no me cae bien, hay algo en él que no me termina de cerrar. —la joven negó con su cabeza pensando en el joven de bigote— Y si pudiera lo alejaría todo lo posible de ustedes dos, pero a la vez no puedo intervenir ni tampoco quiero que te dejes llevar por mi rechazo hacia él porque después de todo es tu vida y va a pasar lo que tenga que pasar, pero lo que sí voy a decir es que por favor tengas cuidado ¿Sí? —tomó las manos de Margarita entre las suyas— No quiero que las lastime ni tampoco quiero que por un chico se rompa la amistad que tienen con Daisy, hace lo que te diga tu corazón, pero anda con cuidado. Y respecto a Pipe, dale tiempo. No debe haber sido fácil para él confesar lo que estaba sintiendo, pero se nota que te quiere y no quiere perder tu amistad, solo hay que darle tiempo para que pueda aclarar un poco su cabeza. —se encogió de hombros— Te quiere mucho como para dejar que algo así los separe. Aparte con esto de que va a trabajar acá haciendo mandados para mi tía seguro se despeja un poco, mi tía lo va a tener haciendo cosas de un lado para el otro.

— Sí, tenes razón. —Margarita asintió rápidamente con su cabeza, una sonrisa en sus labios, para luego arrojarse una vez más sobre Ana envolviéndola en un cálido abrazo que les trajo confort a ambas— Gracias Ani, gracias por escucharme.

— Nada que agradecer tonta, somos amigas, obvio que te voy a escuchar siempre.

Ana no quería decirlo, pero tenía el sentimiento de que el chico iba a terminar rompiéndole el corazón, a una, a la otra, a sus dos amigas. En verdad esperaba estar equivocada.

Las dos se mantuvieron en silencio durante algunos minutos, pelando las papas que había sobre la bacha de la cocina mientras de fondo escuchaban música que Ana había puesto de su teléfono, hasta que Margarita largó el pela papas de golpe provocando que Ana se asustara.

— ¡Perdón, perdón! Pero tuve una idea fantástica. —a estas alturas Ana ya no sabía que esperar de Margarita y sus ideas locas, sobre todo cuando esas ideas aparecían en momentos donde la desesperación consumía a la chica. Margarita comenzó a sacarse el delantal moviéndose de un lado para otro de forma descontrolada, lo cual dificultaba un poco que pudiera quitárselo por completo hasta que finalmente lo consiguió.

— ¿Quiero saber de qué se trata? —preguntó Ana un poco temerosa y un poco divertida.

— Mmm... por el momento me lo reservo. —exclamó, dejándole un beso en la mejilla para salir a paso rápido de la cocina.

— Dios mío que por favor no se mande ninguna cagada. —susurró Ana con su mirada en la puerta por la que Margarita había desaparecido— Suficientes problemas hay ya dando vueltas.


...


A los chicos les quedaban menos de seis horas para cumplir con el desafío Soho. Era un nuevo desafío que Delfina les había dado, con una temática libre donde los chicos podían hacer cualquier cosa que quisieran, teniendo como recompensa para el ganador la posibilidad de ser la portada de la revista de Delfina además de una beca para el campamento de invierno de Drama Madrid.

Desde la cocina, Ana miraba como Delfina les daba todas las pautas del desafío que debían tener en cuenta para hacerlo de la mejor forma posible. Sin embargo, había algo que los había tomado por sorpresa a todos, inclusive a Ana.

— Me apena muchísimo tener que decir esto porque no nos gusta que pasen estas cosas chicos, pero uno de ustedes dio información falsa. —un ruido de sorpresa generalizado se escuchó en la sala central del Hangar Soho, claramente nadie sabía que era lo que estaba pasando— Y acá valoramos muchísimo la sinceridad. —eso era lo que Delfina decía, lo mismo que había dicho para rechazar a Margarita, pero Ana no le creía demasiado a la mujer, sobre todo viendo el cambio que su personalidad había dado frente a las cámaras desde que había comenzado el programa de becas— No nos gustan las mentiras, no las vamos a tolerar. Así que vos, Pez eléctrico, te vas del Hangar. —Ana abrió sus ojos con sorpresa, sin poder creer lo que estaba escuchando— Se terminó el desafío para vos porque mentiste sobre tus logros, vos no ganaste ningún premio de poesía.

— ¡Pero llegué a la final! —exclamó el chico— Y una mención también es como ganar, Delfina.

— No, no, no. No te equivoques. —la postura firme de Delfina dejaba en claro que no iba a cambiar de opinión— Una mención es una mención, y ganar es ganar. —desde donde estaba, Ana podía ver la expresión de Única que lucía completamente divertida con la situación, a diferencia del resto de sus compañeros que se veían preocupados por el chico. Que mala que es, no puede ser tan mala mina, pensaba Ana mientras negaba con su cabeza— Las reglas son claras, así que te voy a pedir por favor que abandones el certamen y le vas a devolver la posibilidad a quien se la quitaste. —la joven de la melena rizada observó con atención a la mujer— A partir de ahora abrimos las votaciones para que ustedes sean los que deciden quién tiene que volver a ingresar al Hangar.

— Margarita. —susurró pensando en la posibilidad de que su amiga podía ingresar a la competencia como tanto quería— La gente tiene que votar por Margarita, no puede no entrar.

Al ver que la gente en los comentarios del vivo mencionaba el nombre de su amiga, una sonrisa floreció en su rostro. Estaba más que claro que ella también iba a votar por Margarita, era obvio que la chica se moría por entrar al programa, cada vez que veía a los chicos bailando y cantando sus ojos brillaban con emoción y todo su rostro se iluminaba.

Al igual que el tuyo Ana. No, no era momento de pensar en eso. Entrando a la página de la votación, Ana se movió por todas las opciones hasta que finalmente halló el nombre de Margarita junto a una foto suya, y rápidamente le dio clic al botón que decía "VOTAR" con una gran sonrisa en sus labios.

— ¿Y esa sonrisa?

— ¡Basta de asustarme así, Rey! —medio gritó al dar un sobresalto en su lugar por el susto que le había dado el chico al aparecerse de esa forma. — ¿Qué es esa manía de asustar a la gente? Dios, te voy a poner un cascabel para saber cuando estás cerca.

Rey no pudo evitar sonreír con diversión—Creo que te terminaría aturdiendo, si siempre estoy dando vueltas cerca tuyo.

— Porque parece que aparte de no saber lo que es no asustar a las personas, tampoco sabes lo que es el espacio personal. —farfulló Ana dejando su teléfono a un lado.

— Sí se lo que es, pero el tuyo me gusta mucho. —respondió con una sonrisa coqueta, ante lo que joven de la melena rizada colocó sus ojos en blanco.

— ¿Necesitas algo de la cocina, Rey? —al ver que el chico negaba con su cabeza, la chica frunció el ceño— ¿Y entonces qué haces acá? No se supone que tienen el desafío ese, el tiempo ya estaba corriendo, no vas a llegar.

— Que linda, te preocupas por mí. —comentó él sin poder dejar de sonreír mientras Ana arrugaba su nariz disgustada— Solo quería pasar a verte, necesito un poco de distracción e inspiración para el desafío.

— No entiendo, ¿ahora soy un payasito que venís a ver cuando te querés distraer?

— Más que payasito yo diría mi musa. —Ana no entendía como es que el chico podía soltar esas cosas sin inmutarse, mientras ella ya podía sentir que se ponía completamente roja, incluso sabiendo que todo lo que decía Rey era joda— Me gusta cuando te pones toda roja como ahora, te ves mucho más tierna de lo normal, tus cachetes parecen dos manzanas.

Ana no podía siquiera sostenerle la mirada a Rey, completamente avergonzada por lo que acababa de decirle, por lo que la chica miró cualquier cosa en la cocina menos a él— ¿Por qué... ¿Por qué no...

El joven sonrió divertido al ver que él había puesto a Ana así de nerviosa— ¿Por qué no qué, princesa?

— Ya te dije que no me digas así. —masculló Ana, ignorando la forma en la que Rey la miraba. Fue en ese momento que sonó su teléfono, indicándole que un nuevo mensaje la había llegado, y Ana casi salta de alegría al ver que tenía una escapatoria de esos ojos azul cielo que no dejaban de mirarla con esa intensidad que le ponía los pelos de punta— Me tengo que ir, Daisy me está esperando para que la ayude. No toque nada. —lo señaló mientras lo observaba con sus ojos entrecerrados, ante lo que Rey simplemente alzó sus manos a modo de defensa con una sonrisa inocente en sus labios.

— Nada de qué preocuparte princesa, ya tengo todo lo que necesitaba. —colocándose de pie, el chico le guiñó un ojo— Nos vemos tomatito. —agregó, para luego irse de la cocina con toda la tranquilidad del mundo, como si segundos atrás no hubiese soltado todas esas palabras que habían desestabilizado un poco a la chica de los ojos chocolate.

Soltando un suspiro, Ana dejó su delantal a un lado y se puso a hacer varias respiraciones profundas en un intento por bajar el sonrojo, emprendiendo camino al patio del Hangar donde varios de los chicos estaban practicando para sus presentaciones, y donde en un espacio apartado la esperaba Daisy con una guitarra.

— ¿Por qué estas toda roja, Nita? —fue lo primero que le dijo Daisy cuando Ana llegó a donde estaba, tomando asiento con ella y agarrando la guitarra que su amiga tenía en manos para comprobar que estuviera afinada.

— Ah debe ser porque en la cocina estaba haciendo mucho calor, viste que con las hornallas se empieza a calentar también el ambiente. —murmuró Ana con su mirada en la guitarra. A pesar de su nerviosismo, sus palabras habían sonado convincentes, por lo que Daisy no preguntó nada más— ¿Ya sabes que es lo que vas a cantar? ¿Tenes la pista armada? —al ver que Daisy se mantenía en silencio, Ana alzó su vista para mirar a su amiga, notando una expresión que no le gustaba en absoluta porque sabía que quería pedirle algo que no le iba a gustar nada— ¿Qué pasó ahora?

— Mi idea es hacer una versión acústica de "Escaparé" y para eso necesito a alguien tocando la guitarra. —hizo una pausa, una sonrisa nerviosa en sus labios— Ese alguien serías vos.

— Daisy...

— También necesitaría un poquito de apoyo en la parte de los estribillos, y también para hacer alguna que otra armonía. —agregó sabiendo que lo que le estaba pidiendo a su amiga era un montón.

— No, eso no va a pasar, anda buscando otra idea.

— Ana, por favor. —rogó la princesa colocando sus manos frente a ella en modo de ruego— Sos la única a la que le pediría esto porque ya lo hicimos antes y salió muy bien, y no dijeron nada de que no podemos tener ayuda externa en la presentación, te juro que es esta vez y nunca más. —al ver la duda en el rostro de su amiga, Daisy decidió negociar— Bueno, el tema del canto no, podemos sacarlo y que solo sea yo la que canta, ¿pero la ayuda con la guitarra? Por favor Ani, te juro que no te lo pediría si no fuera super necesario.

— Que caro te va a salir esto. —murmuró la joven de los rizos, soltando un suspiro y sabiendo que en realidad no iba a pedirle nada a su amiga, que iba a hacerlo por el simple hecho de que la quería. Una risa suave brotó de sus labios cuando escuchó el grito de emoción de Daisy y los brazos de la joven atrapándola en un abrazo de oso.

— ¡Te adoro! ¡Sos la mejor! —Daisy estaba extasiada con la idea de que Ana iba a ayudarla en su presentación, de verdad quería a su amiga junto a ella porque sabía lo talentosa que era y que podía darle un toquecito especial a su presentación. — ¿Empezamos entonces? Acá tengo los acordes, creo que ya te los sabes de memoria, pero hice unos arreglos chiquitos que pueden hacer que quede mejor, ¿vos que pensás?

Ana observó las notas en la hoja, siguiendo el ritmo mientras rasgueaba bien suave las cuerdas de la guitarra, murmurando la letra de la canción para que quedara acorde a la música. — Creo que ya lo tengo, cuando vos quieras probamos.

— Perfecto, arranquemos entonces que en un rato tengo que ir a ver a Margarita que me quería ayudar con la ropa para la presentación creo o algo así, no sé, no entendí mucho lo que me dijo. —soltó un poco confundida— Viste que cuando habla rápido y con esas palabras raras no se le entiende nada.

— Ya me acostumbré a eso, y hay varias palabras de las que usa Mar que no son tan raras, o por lo menos a mí me parece que ya las escuché antes en algún momento. —se encogió de hombros sonriendo con dulzura— Bueno, vamos a la cuenta de tres, ¿Sí? Tres, dos, uno, va...

Ana comenzó a tocar con suavidad la melodía de la canción mientras Daisy esperaba a la parte donde le tocara comenzar a cantar, y cuando lo hizo se acopló con facilidad, siendo una con la canción. La de los rizos movía su cabeza siguiendo el ritmo, tarareando la canción por lo bajo, mientras Daisy dejaba todo de ella en cada verso de la canción, disfrutando del momento junto a su amiga, algo que no ocurría tan seguido desde que la competencia había comenzado.

Las dos repasaron el tema varias veces, reforzando algunas partes o cambiando la forma en la que Daisy cantaba algunos versos para que quedara de la mejor forma posible, hasta que Margarita llegó a buscar a la princesa, llevándosela con la excusa de que tenía que ayudarla con el vestuario de la presentación. Sin embargo, para Ana no pasó desapercibido el brillo en los ojos de Mar que le indicaba que planeaba algo, algo que probablemente a Daisy no le iba a terminar gustando mucho, pero que se notaba que no era con mala intención.


...


Al final, Delfina había decido anunciar en un vivo desde el orfanato donde Margarita había vivido con Pipe, que ella era la seleccionada por el público para poder ingresar a la competencia, y que el Hangar se volvía su nuevo hogar de tránsito para evitar problemas legales que pudiera intervenir en la competencia.

Y Ana no podía estar más feliz por ella. Se lo merecía muchísimo, y de esa forma Margarita podría seguir sus sueños, dejar atrás las tareas en la cocina junto a ella, Luca y Ada, para pasar a centrarse en la música, el arte y las presentaciones. Una oportunidad única se presentaba frente a Margarita, y Ana esperaba que la chica la tomara, aunque todavía no la había visto desde que se había llevado a Daisy, así como tampoco había vuelto a ver a Daisy desde que habían terminado de ensayar.

— ¡Que comience el desafío!

El tiempo había terminado y las presentaciones de lo que cada uno había orquestado se estaban llevando a cabo, pero había algo raro, porque en todas ellas había algo mal, algo que claramente no estaba en los planes del becado que lo había organizado. En el caso de Romeo, la escultura que había armado estaba destruida; cuando le tocó a Mei, la chica se la pasó resbalándose, como si hubiera algo en el piso o en sus zapatos que provocaba que se patinara por todo el lugar sin poder mantener el equilibrio mientras hacía los pasos de la coreografía; Zeki... todo su vestuario estaba hecho trizas, como si alguien lo hubiese agarrado con unas tijeras y hubiese descargado toda su ira en esas telas; después estaba Otto, que todo lo que había armado para que se reprodujera en las pantallas comenzó a fallar, como si un virus se hubiese metido en su presentación y hubiese alterado todo. Después estaba Ciro, la pista de su canción sonaba completamente alterada, parecía que la había grabado en una pésima calidad además de que de a ratos se reproducía a mayor velocidad.

Ana no entendía lo que estaba pasando, sobre todo teniendo en cuenta que los chicos habían estado de un lado para otro en el Hangar dejando todo de ellos en esos proyectos. No entendía nada, hasta que las fichas le cayeron cuando vio a Única a un costado, disfrutando el caos que se había generado, riendo por lo desastrosas que eran todas las presentaciones. Y quedó más que claro para la de ojos chocolates que ella tenía algo que ver cuando después de la mayoría de las presentaciones subió a dar la suya y fue perfecta de principio a fin.

La chica no podía creer como alguien podía ser tan cruel, tan mala al punto de perjudicar a sus contrincantes de esa forma. Sobre todo, teniendo en cuenta que Única tenía mucho talento y no necesitaba sabotear a todos para tratar de sobresalir entre los demás.

— Sigue Daisy, ¿dónde está? —la voz de Yamila llegó a sus oídos. Ella tampoco sabía dónde estaba, desde que habían comenzado las presentaciones Ana se había colocado bien atrás con la guitarra a su lado, esperando la llegada de su amiga que nunca había aparecido. — Bueno, si no está vamos a tomar como que no presentó nada y queda directamente descalificada de este desafío, pasamos al siguiente participante.

Ana apretó sus labios en una delgada línea, mirando a todos lados en busca de la chica, hasta que finalmente la vio apareciendo por un costado, indicándole a Yamila que ahí estaba.

— Para mí presentación necesito a Ana, que me va a estar ayudando con la guitarra. —al escuchar el nombre de la chica, todos se giraron para ver hacia donde Daisy estaba mirando. Pero Ana no les prestó atención a las miradas porque rápidamente su atención se fue a Daisy, en tan solo unos segundos notó que algo había pasado con ella, que sus ojos lucían hinchados, como si hubiese estado llorando, y su voz un poquito más ronca de lo normal era otra prueba de eso.

Al llegar al escenario, Ana se acercó a ella— ¿Daisy, estás bien? —cuestionó en un susurro, sus ojos cargados de preocupación.

— Sí, todo bien. —respondió Daisy evitando su mirada y tomando asiento en la banqueta del centro, mientras Ana se sentaba en otra que había más atrás, fuera del centro iluminado, dejándola en las sombras.

La joven de los rizos no creía en absoluto las palabras de su amiga, pero sabía que no era el momento de hacer preguntas, no cuando los ojos de todos tanto en el Hangar como a través del vivo estaban sobre ellas. Suspirando, Ana le dedicó una última mirada a su amiga antes de empezar con la presentación.

— Tres, dos, uno, va... —con tranquilidad la chica de los ojos chocolate comenzó a tocar los acordes siguiendo el orden de las anotaciones que podía visualizar en su cabeza, recordando las modificaciones que Daisy había realizado. Y tal y como había ocurrido en los ensayos, Daisy comenzó a cantar cuando el punto exacto de la melodía se lo indicó.

Ana la observó confundida, estaba claro que Daisy no se encontraba bien. Su voz sonaba apagada, sin sentimiento ni emoción alguna, a diferencia del ensayo, ni siquiera lo estaba intentando. Estaba claro para Ana que la chica estaba ahí solo para cumplir, que la prueba había pasado a un segundo plano. Lo que ella no entendía era el porqué de eso, ¿Qué había pasado en ese lapso de tiempo que había dejado a Daisy de esa forma?

Cuando Ana tocó los últimos acordes y la canción terminó, Daisy ni siquiera esperó a que Delfina o Yamila dijeran algo, simplemente se colocó de pie para salir del escenario y esconderse entre el tumulto que armaban los demás participantes, como si quisiera evitar que la vieran.

— Eso fue... interesante. —Delfina no sabía exactamente qué decir, había esperado algo más de Daisy— La interpretación la guitarra fue hermosa. —agregó viendo a la chica que se descolgaba la guitarra para poder bajar del escenario. Ana simplemente le dedicó una mirada, con una sonrisa casi imperceptible, y es que su atención estaba en su amiga. — Bueno, vamos a hacer una pausa y en unos minutos seguimos con las presentaciones que quedan, ¿les parece?

— ¿Daisy estás bien? ¿Qué pasó? —Ana trató de acercarse a Daisy, pero lo único que recibió por parte de la chica fue un gesto de rechazo

— Ahora no Ana, no quiero hablar. —y sin decir más, la chica se fue dejándola de pie en el medio del salón. La mirada de Ana se movió por el lugar, notando que Margarita salía a paso rápido de la cocina, atrás de Daisy, y a pesar de la distancia Ana pudo notar que la chica también se encontraba en un estado similar al de Daisy.

Algo había pasado entre las dos. Y cuando vio la forma en que Merlín las había visto irse, igual que ella, le quedó más que claro que ese algo involucraba a Merlín de alguna forma.

La chica tenía la intención de acercarse a él, para preguntarle qué había pasado, ver si él sabía algo, pero se detuvo cuando escuchó que la llamaban.

— Ana, necesito un favor, un favor enorme.

— ¿Qué pasó, Rey? —no entendía que podía necesitar en ese momento, dudaba que el chico quisiera comer algo cuando aún faltaba su presentación y la de otros, como era el caso de Ciro o de Sasha.

— La pista de la canción que iba a cantar se cagó, no sé qué pasó, pero no funciona, ni para adelante ni para atrás. —comenzó a explicar. Única, pensó Ana rápidamente, había muchas chances de que la chica hubiera saboteado también la presentación de Rey— ¿Conoces el tema "Nena"?

Ana arrugó su nariz ligeramente, haciendo memoria hasta que recordó que tema era, uno de los Teen Angels— Sí, ¿por?

— ¿Decís que lo podés tocar en la guitarra? —al ver como la chica abría sus ojos de par en par, Rey se acercó a ella, agachando un poco su cabeza para que lo escuchara entre el bochinche que hacían los demás— Te juro que si no fuera tan necesario no lo pediría, pero no tengo una pista de repuesto y esta no la aprendí porque ya tenía la pista armada con modificaciones para mí, no pensé que la iba a necesitar. —el chico la observó con sus ojos azules rogando por su ayuda, Ana pudo notar como su labio inferior temblaba ligeramente por los nervios y la desesperación.

— Necesitaría practicar por lo menos una vez con vos, aunque sea una parte para ver si tengo que subir el tono o algo y anotar los acordes con la letra para guiarme, no me la sé toda de memoria. —explicó la chica, y el rostro de Rey se iluminó por completo al entender que con esas palabras le estaba diciendo que podía ayudarlo.

— Ya mismo busco una hoja para anotar todo, tenemos unos minutos porque quedan otros antes que yo. —habló el chico de forma acelerada, una sonrisa en sus labios.

Un ruido de sorpresa brotó de los labios de Ana cuando sintió que Rey la abrazaba, la chica no había esperado ese gesto en lo absoluto, no sabía siquiera como reaccionar. Lo único que Ana podía hacer era pensar en lo bien que se sentía estar entre los brazos de Rey, la calidez y la seguridad que estar de esa forma le brindaba.

— Gracias por esto. —murmuró el chico sobre su cabeza— Esperame en la cocina que ya vuelvo con lo necesario para anotar y hacemos el repaso rápido. —y sin esperar a que Ana respondiera algo, el chico desapareció dejándola de pie ahí, medio atontada, sin saber exactamente como continuar.

— ¡Tres minutos y seguimos con los demás, chicos!

La voz de Yamila la sacó de ese estado y respirando profundo, Ana se encaminó hacia la cocina. ¿Qué estas haciendo Ana? Se dijo a sí misma tomando asiento en uno de los taburetes, jugueteando con las cuerdas de la guitarra nerviosamente. ¿Qué estás haciendo? Deberías ir a buscar a Daisy y Margarita, no perdiendo el tiempo con esto. No, no estaba perdiendo el tiempo, esto también era importante.

— Acá estoy, ya tengo todo, ¿lista? —Ana alzó su mirada viendo como Rey ingresaba a la cocina con las cosas en su mano y el teléfono en la otra, tomando asiento frente a ella. Su mirada azul cielo se posó sobre ella, intensa como siempre, como si quisiera ver más allá de ella, como si quisiera ver lo que había dentro de ella.

Aclarando su garganta nerviosamente, Ana asintió— Cuando vos quieras.

Aprovechando la duración de las presentaciones restantes, los dos se pusieron de acuerdo con lo que iban a hacer, el momento en el que Rey iba a comenzar a cantar, la velocidad y el tono en que el Ana tocaría la canción, todo. Y para cuando finalmente llamaron al chico, los dos ya estaban listos a un costado del escenario.

— Ah, otra vez con la guitarra acompañante. —comentó Delfina observando a Ana con curiosidad. Nunca le había prestado demasiada atención, era la sobrina de Ada, no tenía por qué hacerlo, no era importante para ella ni su vida. Pero no pudo evitar notar el talento que la chica tenía con la guitarra, preguntándose si además de eso hacía algo más.

Rey sonrió, colocándose de pie en el medio del escenario, con el micrófono en su mano mientras Ana tomaba asiento a su lado en el taburete que él mismo había colocado ahí para tenerla cerca, más de lo que era necesario quizás— Sí, hubo un cambio de planes de último momento. —Ana no pudo evitar buscar a Única en ese momento, y al hallarla notó la expresión de enojo en el rostro de la chica, notablemente disgustada con el hecho de que Rey conseguía hacer su presentación a pesar del boicot que había intentado hacer— De todas formas, creo que va a salir bien, tengo la mejor acompañante.

Ana sintió como sus mejillas se sonrojaban y agradeció que las luces habían bajado un poco, ayudando a disimular su estado.

— Bueno, empiecen cuando quieran.

La mirada de Rey se posó en Ana, atento a su indicación y cuando esta llegó volvió a mirar al frente, listo para comenzar con la interpretación.

Hay muñecas que guardar
Ya es momento de dejarlas atrás
Es la vida y hay que aceptar
Cuando nos dicen que debemos cambiar
Y dejar de jugar y ponerse a pensar
Que es tiempo de buscar un amor
¿Y vos qué esperás?

La voz de Rey sonaba a la perfección con la melodía que Ana estaba tocando, en completa sincronía, como si fuera algo que habían practicado decenas de veces y no solo una vez a las apuradas en la cocina del Hangar entre todo el quilombo que los demás hacían.

Nena, ya no hay cuento de hadas
Nena, no te pierdas nada
Nena, te voy a buscar.

Nena, ya no tengas miedo
Nena, no digas: No puedo
Nena, te invito a soñar.

El joven no podía evitar que sus ojos se posaran en la chica de los rizos que tocaba la guitarra, como si ella fuera un imán con el poder de atraer su mirada y su atención. Con cada nuevo verso que cantaba, lo único en lo que podía pensar era en Ana, sentada junto a él, a un paso de distancia, concentrada en la canción y lo que debía hacer, totalmente ajena a la forma en la que la miraba, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.

Durante toda la canción Rey se encargó de dejar en claro con su interpretación que en verdad estaba sintiendo la letra, estaba volcando su corazón en ella y eso hacía todo aún más especial, aún más atrapante para aquellos que estaban viendo la presentación. La presentación que estaba dando junto a Ana era mil veces mejor que la presentación que había preparado con la pista, porque la conexión entre ambos, a pesar de que Ana no estaba cantando como le hubiese encantado a Rey, era palpable y hacía todo mucho más intenso. Ya se lo había dicho, y esto solo lo confirmaba para él, ella era su musa

Nena, ya no tengas miedo
Nena, no digas: No puedo
Nena, te invito
Te invito a soñar.

Cuando terminó, los aplausos no se hicieron esperar y las luces se volvieron a encender iluminando todo el lugar. Rey podía oír las voces de Yamila y Delfina de fondo, anunciando que las presentaciones habían finalizado y que solo quedaba seleccionar al ganador. Pero si era sincero en ese momento no podría importarle menos, porque lo único en lo que podía pensar era en la conexión que había experimentado con Ana durante la presentación, su mirada en la chica al ayudarla a bajar las banquetas del escenario mientras ella bajaba la guitarra y el micrófono.

— Perdón, le pifie en una nota al final. —murmuró Ana con preocupación, sus ojos dejando en claro que se sentía culpable, temiendo que por su culpa el chico perdiera la oportunidad de ganar el desafío y la beca del campamento.

Rey tomó la guitarra que tenía en su mano para ayudarla a dejarla en su soporte— ¿Sí? Ni siquiera me di cuenta. —le dijo, una sonrisa en sus labios y sus ojos azul cielo chispeantes.

— ¿Es sarcasmo eso? —preguntó ella a la defensiva, sin entender el tono con el que se lo había dicho.

El joven soltó una risa— No Ana, lo digo en serio. Ni siquiera me di cuenta, estuviste muy bien. —al ver la duda en el rostro de Ana y que la preocupación no se había disipado por completo, Rey colocó sus manos en los hombros de la chica, consiguiendo así que Ana lo mirara fijamente— Quedate tranquila Ana, para ser algo que armamos en la cocina en cinco minutos estuviste perfecta. No creo que se hayan dado cuenta de eso, y si lo hicieron dudo muchísimo que sea el motivo por el que no termine ganando este desafió. —Rey notó como Ana se relajaba un poco, la tensión desapareciendo ligeramente de sus hombros.

— Igual no es como que tengas mucha competencia si las demás presentaciones salieron todas mal por algún motivo. —Ana omitió el detalle de que creía y estaba segura que Única era la responsable de todo. No quería meterse en problemas, no en ese momento.

— No importa, la mía podría haber sido una de esas de no ser por vos. —el chico hizo una pausa, sus manos aún en los hombros de la chica, por lo que aprovechó para darle un suave apretón que provocó que un escalofrío la recorriera de pies a cabeza— Gracias por salvar mi día, princesa. 

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