5. Sin rumbo
Capítulo 5
Sin rumbo
—¿Qué? —el muchacho no se movió ante esa confesión. ¿Había escuchado bien? —Nana, si esto es una broma por querer irme...
—¿Crees que jugaría con algo así? —y supo que era cierto. ChungHa tomó sus manos apretándolas—Llegaste aquí cuando apenas tenías meses de nacido, tres meses y eras tan pequeño, cariño—sus ojos demostraron ese cariño maternal que tanto le faltaba—No puedes irte, JungKook, me aterra saber que alguien o algo pueda herirte.
—No siempre estarás ahí para cuidarme, nana.
—Lo sé y sabía que cuando tuvieras la edad suficiente estas cosas pasarían, se supone que nunca te contaríamos de esto. Los señores Moon me despedirán apenas lo sepan.
—No lo sabrán. No les diré.
—¿No hablarás con ellos?
—Les diré que me iré—se levantó de su cama. Hasta ese momento no había pensado en YooRi, ella quería irse con él. No sería correcto sacarla del castillo, debía plantearse bien aquello—Gracias por lo que has hecho, nana, con más razón creo que mi tiempo aquí ya terminó.
—JungKook...
—Hablaré con ellos.
La fiesta seguía en el salón y JungKook había aprovechado de escabullirse por unos minutos. De todas maneras, dudaba mucho que notaran su ausencia cuando nadie le hablaba ni se le acercaba siquiera, tampoco él hacía el intento, no le interesaba y ahora menos. Aprovechó de guardar sus cosas en un bolso verificando que toda su ropa entrara allí, se sentó en la orilla de su cama mirando la habitación con cierta nostalgia.
Aquel cuarto tenía un armario junto a la ventana, un escritorio donde solía pintar algunas noches cuando no podía dormir, la puerta del baño estaba abierta, dejaría algunos libros de la pequeña biblioteca ya que no tenía espacio suficiente para llevárselo. Estiró su brazo tomando la libreta de dibujos, desde niño había demostrado tener talento para ello, el señor Moon le había comprado algunos pinceles y pinturas de agua con dos libretas para dibujar.
Era el único gesto bonito que había tenido hacia él.
En aquella libreta tenía dibujos de algunos animales que veía desde la ventana o que había encontrado en el bosque cuando salía a caminar, al igual que YooRi toda la educación que había recibido había sido en casa, las demás de sus hermanas también pasaron por lo mismo, esto debido a que sus "padres" evitaban el contacto con los humanos el mayor tiempo posible a excepción de los tratos que se hacía con la magia. Desde niño nunca olvidó lo que ChungHa decía:
La magia siempre tiene un precio.
Se detuvo en el dibujo de una mujer que veía la luna desde un acantilado, esa mujer era YooRi, recordaba haber pensado en ella mientras lo hacía, siempre que dibujaba una silueta femenina la proyectaba en su mente. Un suspiro cansado salió de sus labios pensando en la manera de tratarla hace horas, sería lo mejor, así ella no seguiría sus pasos.
Irse solo era la mejor opción, según él.
No tenía un destino fijo, quizás vagar sin rumbo fijo podría ayudarlo a conocer nuevas personas, nuevas opciones y una nueva vida. Saber que sus padres biológicos lo habían abandonado al no tener magia en sus venas sólo lo incitó a no buscar respuestas, en resumen, rendirse.
Chasqueó la lengua dejando la libreta en su bolso, salió de la habitación dispuesto a hablar con YooRi y explicarle la verdad. Fue al salón donde todos comían, bailaban o reían entre ellos mismos, no encontró a la chica por ningún lado, ChungHa no la veía desde el baile y no quiso preguntar a sus padres al verlos tan a gusto con los demás.
▪︎▪︎▪︎
Por la mañana terminó de acomodar su equipaje a los costados del caballo, había tomado uno del establo escogiendo aquel con quien mejor relación tenía. KenJi era un pura sangre de color negro como la misma noche, era imponente al tener una gran musculatura, JungKook siempre se sintió identificado con él de alguna manera y el animal nunca fue agresivo a su lado, desde su nacimiento siempre le permitió alimentarlo, acariciarlo, bañarlo e incluso jugar con él en ocasiones.
—Así que es cierto que te vas—miró a su hermana mayor. Ailee tenía una melena cobriza cayendo por su espalda, a diferencia de YooRi, sus rulos no eran definidos siendo crespo.
—Buenos días, noona.
—Buenos días—se cubrió más con la tela delgada en sus brazos, afuera había comenzado a nevar desde la madrugada—Mamá me dijo que ya no te sientes cómodo aquí.
—Sí, algo así—siguió cepillando el cuerpo de KenJi.
—Ahora entiendo porque YooRi estuvo tan ausente en la fiesta—el chico guardó silencio—Fue un hermoso baile entre ustedes dos, si no fueran hermanos hubiera creído otra cosa.
—Eso es ridículo.
—No fui la única que lo creyó, algunos invitados pensaron lo mismo—acarició el cuello del animal. Ella también conocía ese cabello, cuando se fue KenJi sólo era un potro con días de haber nacido, su madre había sido una de las yeguas favoritas de Ailee—¿Has hablado con ella?
—No veo a YooRi desde el baile. Pensé que estaría en el desayuno, nana dijo que había salido desde temprano—algo temeroso preguntó—¿Crees que se fue, noona?
—No creo que YooRi sea capaz de eso—lo miró—No está lista para el mundo real, hay mucho que debe aprender, las cosas no son como lo pinta nuestro padre. Algunos humanos no son tan malos como parece.
Al chico le sorprendió escucharla decir eso.
—¿Enserio?
—Lo he aprendido por experiencia propia, hay humanos amables capaces de arriesgarlo todo por alguien que apenas conocen, humanos que te ayudan sin esperar nada a cambio, creo que podemos aprender de ellos—se encogió de hombros—No le digas a papá que te dije eso—susurró—No está listo para cambiar su manera de pensar.
JungKook sonrió un poco asintiendo.
—Moon JungKook—justamente la voz firme del señor Moon interrumpió—¿Podemos hablar?
Ailee abrazó al chico antes de dejarlos solos. SonWoo acarició a KenJi bajo la mirada silenciosa del muchacho.
—Cuida bien de KenJi, ha sido uno de los caballos más obedientes que hemos tenido.
—Lo haré—asintió.
—¿Tienes todo lo que necesitas?
—Sí, eso creo.
—¿Sabes a dónde irás?
—Me gustaría ir...por allí—se limitó a decir. SonWoo se mantuvo con esa expresión seria de siempre, ser dulce no era lo suyo, nunca lo había sido, de niño, a JungKook le parecía un hombre intimidante, diría que tuvo cierto miedo de él.
—Te daré un mapa del área, eso te ayudará más.
—Gracias.
—¿Estás muy seguro de esto? —se cruzó de brazos—Nunca has dejado el castillo, todo será nuevo para ti.
"¿Se está preocupando por mí?"
—Lo estoy.
SonWoo no se lo diría, pero había sido el hijo que le hubiera gustado tener. JungKook siempre le recordó así mismo cuando tenía su edad, sus padres nunca hubieran tenido una conversación como esa, ni siquiera se hubieran despedido.
—Si en algún momento las cosas se ponen feas y...necesitas...ya sabes, volver a un lugar que conozcas...—le estaba costando no ser tan blando—Puedes venir—JungKook sonrió un poco.
—Lo tendré en cuenta, señor.
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