·Página Uno - Capítulo Cinco - Akito Shinonome Hitachiin·
CAPÍTULO CINCO
Akito Shinonome Hitachiin
"Por el amor de dios, Akito..." se quejó Ena, viendo la habitación de su hermano menor.
La ropa se encontraba esparcida por toda su habitación, llenando cada espacio que se encontrara libre.
La joven se echó las manos a la cabeza, antes de fulminar a Akito con la mirada, haciéndole sentir plenamente incómodo.
"Más te vale ponerte a recoger, Akito..." le amenazó. "Mizuki debe venir a 'negociar la ayuda de nuestro país en la guerra'..." una sonrisa apareció de imprevisto en su rostro. "Y debe estar todo ordenado."
Akito rió, de forma sarcástica.
"Y, por supuesto, va a entrar en mi habitación, va a inspeccionarla por completo, tratando de encontrar fallos, y si encuentra alguno, romperá contigo..." su cara se torció en una mueca de falso asombro. "Y, por supuesto, viene a negociar, definitivamente no es para pasar tiempo contigo, no lo crees...?"
Ena le ignoró, y se dirigió hacia la puerta.
"El desorden a mí no me importa... pero, porfavor, recoge aunque sea un poco, por lo que pudiera ser..." le dirigió una mirada suplicante, y Akito, sintiéndose de nuevo incómodo y fuera de lugar, se puso a recoger el desorden que en su habitación reinaba.
Si al menos Toya pudiera venir aquí a verme... dejando atrás sus pesares, siguió recogiendo, pasando varios minutos monótonamente, haciendo una de las cosas que menos le gustaban.
Soldados de toda la península enfrentándose en conflicto... yo yo aquí, encerrado, recogiendo trastos y ropa que no estorban a nadie?
Aburrido, y desesperado por algo que le sacara de ese aburrimiento contínuo y sin fin, al menos hasta que acabara con la tarea.
Tras varios minutos más, ojeó la habitación, y decidió que se podía vivir en ella.
Se fue corriendo hacia la cama, y sacó su Propole. Apretó el botón del dispositivo, tras susurrar el nombre de Toya, pero, al no recibir respuesta tras varios intentos, se rindió.
En cambio, abrió su interfaz personal, y accedió al apartado de las fotos, buscando alguna de Toya. Se acarició el pelo, tratando de esconderse a sí mismo la excitación que empezaba a sentir.
Finalmente, tras pocos segundos, que a él le parecieron como horas, encontró una que Toya le había mandado del día de su admisión en el Gran Consejo de Kurushimi, y empezó a tocarse las partes erógenas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro