·Página Tres - Capítulo Uno - Tsukasa Tenma Kagamine·
"Tenma-Sama... Se-será mejor que vuelvas a tu habitación, no..." tragó saliva, intentando recomponerse. "No lo crees, cariño?"
Tsukasa asintió, y, aunándo sus fuerzas, empezó a caminar hacia su habitación. Mientras volvía, vió a unos de los guardias del palacio, cuchicheando al lado de una mirilla abierta.
Tsukasa asintió, y, aunándo sus fuerzas, empezó a caminar hacia su habitación. Mientras volvía, vió a unos de los guardias del palacio, cuchicheando al lado de una mirilla abierta.
A Tsukasa le entraron ganas de vomitar.
Al doblar la esquina, se desmoronó en el suelo. Intentó recordar donde había baños cerca, pero no pudo recordarlo.
En cambio, decidió seguir hasta su habitación. Tenía cosas que hacer. Aún así, no pudo levantarse del suelo.
"Quieres que te ayude, cariño?" era la misma criada que antes, su antigua niñera. "No tienes haces demasiada buena cara... Si quieres, te puedo llevar a tu habitación."
Tsukasa sonrió tan convincentemente como pudo.
"Sí, por favor... debo hacer unas llamadas..."
La criada le cogió de la mano, y Tsukasa apoyó su brazo sobre sus hombros. Así, caminaron varios minutos, hasta llegar por fin a la habitación.
"Muchas gracias, Yoisaki-Chan..." agradeció Tsukasa. Kanade Yoisaki le sonrió afablemente, y desapareció tras la columna.
Tsukasa se escurrió dentro de su habitación, y miró a su alrededor, intentando divisar si había alguien en la tenuemente iluminada por las múltiples lámparas que había dispersadas por la inmensa habitación.
Cerró las ventanas, bajó los visillos y las cortinas de tela, por si servía de algo hacerlo.
Entonces, se sacó de la pequeña bolsa que llevaba atada al cinturón el pequeño dispositivo que usaban a modo de teléfono.
Apretó el botón, y susurró un nombre.
Esperó unos instantes, su corazón en un puño, esperando respuesta. Depositó el aparato en una mesa frente a él.
Entonces, apareció un holograma. Un holograma tan realista de la cabeza hasta los pies, a todo color, que era como si la persona estuviera frente a él.
Una sonrisa boba se dibujó en su rostro.
"Rui..." suspiró, hipnotzado. Entonces, recobró la compostura, y recordó para qué había llamado. "Como estáis en Satralis? Ha habido algún levantamiento de masas contra la guerra?"
"Más que levantamientos, hubo protestas en las noticias como tal, pero aquí ya se lo esperaban desde hacía tiempo, no nos pilló por sorpresa el hecho de que empezara otro conflicto..." suspiró.
Tsukasa sonrió, ya más tranquilo.
"Aún recuerdo cuando, hace años, las familias presidenciales de los tres países tomábamos las vacaciones en Salzberg..." suspiró. "Al menos, hasta que Padre atacó vuestra región costera de Hontōni..." suspiró. "Debo colgar." Rui sonrió, y colgó.Tsukasa pronunció entonces un segundo nombre.
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