Mizuki rió, de nuevo muy fuertemente, con una capacidad para reventar tímpanos como si nada.

"Veenga... a que no elegiste ropa aún, Rui?" preguntó.

Rui negó con la cabeza, ininmutable. "NI que la ropa fuera tan importante, Mizuki... Es solo una cita..."
Ya que la ropa no podía hacerlo, Mizuki pareció ofenderse por ella.

"Serás estúpido... No crees que igual a Tsukasa le daría vergüenza estar con alguien que va en pijama por la calle...?"
Rui intentó no parecer demasiado incómodo, y omitió sus planes.

"Por un lado, Tsukasa no es ni de cerca tan superficial como le haces sonar, sabes...? Y, segundo. Ehm... me aconsejas que ponerme entonces...? Si no te impor-"
Fue pronunciar esas palabras, y ya tenía treinta quilos de ropa encima de él. Si antes con el abrazo de Mizuki ya pensaba que se estaba ahogando, y que de allí no salía vivo, ahora era aún mucho peor.

"Mizukiiiii... que no puedo respiraaaar..." su voz sonaba como si estuviese bajo un montón de cojines- lo cual se parecía bastante a la realidad, solo que en vez de cojines, eran quilos y quilos de ropa que Rui no sabía ni que tenía en su armario- o en cualquier sitio.

"Tsukasa no se fijará en mi ropa, sabes, hermanita...?" farfulló Rui, poniéndose cada vez aún más nervioso.

Mizuki empezó a tirar ropa por todas partes, tratando de encontrar un conjunto, aunque fuera solo uno, que le cupiera a Rui, y que le quedara bien. Ignoró todas sus preguntas, hasta que encontró algo que le sorprendió, aunque no tanto como podría hacerlo.

"Rui... no sabía que te gustaba ponerte mis vestidos..." le interrogó. "Y si te ponemos uno para vuestra ci-?"
Rui le tapó la boca con su mano, rogándole a lo que fuera que le hiciera desaparecer de repente.

"Por lo que más quieras, Mi, no asumas nada de esto. Es el vestido que llevabas antes de la reunión. Por eso estaba allí..."
Mizuki sonrió, entre confundida, aliviada pero también desilusionada.

"Con lo mono que te hubiera quedado..." murmuró. "Ponte esto."

Ya sin ánimos de dsicutir, Rui se puso lo que le dijo, se despidió, y echó a correr hasta una de las avionetas privadas del presidente.

Pocos minutos después, sobrevolaban Akuninaru, aunque no hubo ningún problema hasta llegar a Salzberg.

Una hora, aproximádamente, después de salir de Tawagoto, capital de Satralis, y unos veinte minutos tras sobrevolar Kurushimi, la de Akuninaru, aterrizaban en Salzberg. El piloto le anunció que le esperaría al día siguiente en el aeropuerto, por allí de principios de la noche.

Rui se dirigió corriendo a su casa de verano, cuando apareció una figura.

"Rui..." exclamó la figura. "Cuanto tiempo hacía!"