"Mafuyu Asahina, aceptas a Toya Tenma Kagamine como tu legítimo esposo, tanto en la salud como en la enfermedad, en la riquez-"
Toya desconectó.

El vómito volvía a revolverse en su estómago, subiendo por el esófago rápidamente. Empezó a juguetear con sus manos, esperando y temiendo cuando le preguntaran a él.

Por fin, el momento llegó. El oficiador se dirigió hacia él, con mirada severa.

"Y usted, Toya Tenma Kagamine, aceptas a Mafuyu Asahina como tu legítima esposa, tanto en la salud como en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la-"
"Sí." contestó Toya. "Sí, acepto." Su voz vehemente le sorprendió a sí mismo, y molestó al sacristán, mas no comentó nada.

"Entonces, yo os declaro marido y mujer." gruñó, como un cerdo. "Usted, ya puede besar a la novia."

Toya, temblando, se acercó a Asahina, y lentamente le retiró el velo que le cubría la cara.

Se quedó helado, viendo las lágrimas de la joven, quien estaba temblando más que él.

"Lo siento muchísimo, Mafuyu..." susurró, se agachó, y besó a la joven. Lágrimas de dolor empezaron a correr por su rostro también, y ambos separaron sus labios.

Se cogieron de la mano, y marcharon por el pasillo. Mafuyu lanzó su ramo, y las princesas de los países vecinos se abalanzaron por él, desconocedoras del dolor de un matrimonio por conveniencia.

Se dirigieron hacia el automóbil, aunque más que uno nupcial, parecía uno fúnebre, que llevaba sus ilusiones rotas.

"Espérame, Mafuyu, porfavor... debo hablar con-" dudó sobre si acabar la frase." con Akito... te contaré más tarde, si has de saberlo..."
Mafuyu asintió, una sonrisa rota en su rostro, las lágrimas aún emanando de sus ojos.

Toya marchó corriendo, y vió a Akito, quién estaba sentado en la playa.

"Akito, porfavor, espera!" gritó Toya.
Akito se giró, y sus mejillas brillaban. Otra persona que lloraba por la boda.
"Akito..." gimoteó Toya. "Porfavor- créeme, no quiero hacer esto- no quería casarme con Mafuyu... te quiero a tí, solo a-"

Akito se le tiró encima, contra la arena, y le besó apasionadamente, tratando de ahogar sus penas en ese breve momento que tenían juntos.

"Yo también te quiero, Toya- siempre lo haré. Desde que me hablaste por primera vez-"

"Cállate, Akito, y hazme disfrutar de mi 'noche de novios'..." le sonrió Toya.

Rodaron hasta detrás de unas rocas, y Akito empezó a desabrocharle la camisa a Toya, uniendo de nuevo sus labios en una muestra de su obsesión el uno por el otro.