Ichika cambió de tema.

"A qué hora viene Akiyama, pues?"

Ena sacudió la cabeza.

"Ni idea. De nuevo, no me ha dicho nada más, a parte de que viene a conversar con Shinonome-sama."
Sin saber muy bien qué hacer, se acercó a Akito, y le frotó la cabeza, cariñosamente.

Akito se apartó.

"Estuve en contacto con Rui esta mañana. Dijo que Mizuki se había marchado, por allá de hará una horas. Así que..."
Ena palideció.

"Así que estará por llegar ahora mismo-" Ena cogió a Akito de la mano, y empezó a arrastrarlo. "Adiós, Ichi, y gracias!!"

Salieron corriendo por palacio.

Ahora que Ena se ponía a escuchar con atención, alcanzaba a oir las hélices de una aeronave, y mirando por otro de los grandes ventanales de la segunda planta, tras subir desde el sótano, lugar de las cocinas, y vió uno de los helicópteros de Satralis, con el escudo de armas del país.

La cabra negra, sobre el fondo rojo, amarillo y azul, con hiedra a los lados, y la corona negra.

"Mierda, ya está allí..." gruñó Ena.

Sigueron corriendo hasta pasar por el pasillo flotante sobre el jardín amarillo del ala Sud, llegando por fin al Helipuerto del palacio.

"Dios..."

Ena le dejó atrás, al ver a Mizuki salir del helicóptero.

Akito sonrió, y, sin nada más que hacer, deciidó volver a su habitación. Ya le contarían tras la visita lo que había sucedido, y hasta donde habían llegado las negociaciones.