·Página Dos - Capítulo Uno - Tsukasa Tenma Kagamine·
Tras varios minutos de observación, Saki, aún temblando, se marchó, sin articular palabra alguna. Tsukasa volvía a estar solo, y esta vez, no había nadie que reemplazar a quien se acababa de marchar.
Pasaron unos minutos más, en los que nada importante pasó, pero entonces, repentinamente, varios de los protestantes empezarón a embestir una de las puertas del palacio, primero con sus cuerpos, y tras varios intentos fallidos de hacerle algo a la puerta, con un pilar que Tsukasa no podía más que adivinar de donde había salido- aunque, a decir por el material y el diseño, parecía una de la gran entrada trasera del palacio del conde de Drunoiss, al lado del suyo, cerrando la plaza principal por ese lado. Tsukasa estaba horrorizado.
"Toya! Saki! Están golp-"
Repentinamente, las grandes puertas de atrás del palacio se abrieron. Tsukasa esperó ver como la muchedumbre entraba, y estaba a punto de echar a correr, sin saber donde, cuando vió que, en vez de acercarse, la gente intentó apartarse, pero se bloqueaban la ruta de escape los unos a los otros, atrapándolos.
Entonces, Tsukasa comprendió el porqué.
Un montón de guardias a pie empezaron a salir de la puerta, y todas las mirillas de ese ala del palacio se abrieron. Llegó a ver como la cabeza de unas treinta escopetas se asomaban por los agujeros. Tsukasa, incrédulo, observó todo eso, sin llegar a comprender lo que ocurría, hasta que oyó un grito que se elevó sobre los de la multitud, y decenas de pequeños resplandores naranjas se iluminaron al mismo tiempo, y casi instantaneamente, los que habían estado protestando empezaron a caer al suelo, ya despojados de toda 'vida' que podían haber tenido en esa dictadura.
Caían los hombres y las mujeres que se habáin aventurado a protestar en las filas de delante, y, tras ellos, caían también otras personas, tanto niños como adultos, que habían asistido a la plaza movidos por la curiosidad típica del ser humano.
"No!" gritó Tsukasa. Cayó de rodillas, viendo la escena, sabiendo que no podía hacer nada para evitarlo. "No..."
Se cubrió los ojos con las manos, sin poder seguir viendo.
"Tenma-sama? Se encuentra bien?" preguntó una criada, que se había acercado al oír su grito. Se acercó a la ventana, sospechando que igual había sido eso lo que provocó que su señor se encontrara así, y al ver el grotesco escenario que allí fuera había, palideció.
"Oh, señor... Qué- Qué ha sucedido...!?" murmuró.
Los cuerpos de los fallecidos yacían en el suelo de la plaza, agujereados, con las heridas de bala aún visibles, y la sangre corriendo desde éstas, hasta llegar al suelo.
La plaza, tras más de 27 años de hipotética paz, tras la subida al poder del tirano, había sido la escena de otra masacre masiva.
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