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·Página Cinco - Capítulo Tres - Nene Kusanagi·


Nene se quedó paralizada.

Reki se le apartó, visiblemente sintiéndose culpable por haberle besado sin haber preguntado.

"Nene... Lo siento mu-"
Nene no le dió tiempo a contestar, y rápida como el viento, desapareció de su vista sin contestar a nada.

Reki decidió no ir tras ella, sus ánimos cayendo rápidamente en una espiral de depresión súbita. Bajó la mirada, y decidió volver también hacia el palacio, mucho más lentamente, para que Nene no tomara la impresión de que la estaba persiguiendo.

Nene se encontraba en un sillón de su habitación, en el ala este del gran palacio de Satralis, cerca del barrio marítimo de la capital.

Se encontraba traumatizada, sin más exageraciones, por su actitud y comportamiento cerca de Reki.

Temblaba, habiendo perdido frente a un chico toda su actitud típicamente robótica. Reki, al contrario que todo el resto de la humanidad, a parte de Rui y Mizuki, había podido ver a través de ella, había podido desarmarla, quitarle todas sus defensas, y enamorarla.

"Qué demonios me pasó...?"

La ansiedad empezaba a agolparse en su corazón, y a ahogarla, lenta y dolorosamente.

Se movió a duras penas hasta caer sobre la cama, y allí se metió la cara en la almohada, tratando de ahogarse, sin llegar a conseguirlo, para su fortuna y la del país.

"Nene... Estás aquí, Kusanagi...?" se oyó la voz al otro lado de la puerta. Sin ánimos de contestar a esa voz, Nene simplemente trató de ahogarse aún más rápido.

Al no recibir respuesta alguna, la persona al otro lado de la puerta entró en la estancia propia de la sobrina del presidente.

"Pero- Nen- Kusanagi, qué estás haciendo?" sonó una segunda voz, visiblemente horrorizada viendo a la persona a la que había entregado su corazón tratando de cometer suicidio.

Pasos se oyeron, acercándose rápidamente a donde se encontraba la general del ejército.

En ese momento, toda la rabia y decepción que sentía Nene hacia su misma persona se convirtieron en fuerza, que canalizó y se puso visceral, prácticamente como un gato arrinconado.

Antes de que pudiera reaccionar, Reik se le acercó, y le abrazó fuertemente, tratando de calmarla, y pidiéndole perdón repetidamente. Mizuki se unió al abrazo, y los tres quedaron allí.

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