·Página Cinco - Capítulo Cinco - Akito Shinonome Hitachiin·
Las cocinas despertaron recuerdos pasados, que se sentían como escondidos,
Centenares de aromas, deliciosos, frutales, se movían por las cocinas, flotando fluida y fugazmente por el ambiente, impregnando todo, haciéndoles salivar.
Casi al instante, tras que ellos entraran en la estancia, una chica esbelta, con unos veinticinco años, por ahí, un cuerpo delgado, ojos grises, expresivos, que hipnotizaban, casi sin ni intentarlo.
Su pelo, de un negro azulado, crecía ondulado, cubierto parcialmente por un sombrero de chef, y recogido en una larga trenza.
Ichika Hoshino, jefa cocinera del séquito presidencial, y antigua 'niñera' de ambos hermanos.
"Buenos días!" saludó, efusivamente. "Como es que están ambos aquí, ya? Les mandaron a supervisarnos, o, para variar, se mueren de hambre?"
Una risa cantarina emanó de su boca, sobresaltándoles a ambos, tras tantos sollozos y sufrimirnto, comprimido en un espacio de tiempo tan pequeño y horrible.
"Sip, teníamos hambre." rió Ena. "Y bastante..."
Akito les siguió el juego.
Entre risas, bromas y comentarios amigables, acabaron convenciéndola para hacerles un pequeño desayuno.
"Entonces, Ena, esta tarde viene Mizuki, no?" preguntó Ichika. "Oí, de parte de- bueno, eso da igual. Quiere acaso convencer a tu padre de que entre en la guerra, de parte de Satralis? Acaso Tawagoto mandó a Mizuki?"
Ena se revolvió, incómoda.
"No- o sí, no me dijo- más bien, nadie me explicó nada..." murmuró, y recogió lo que habían cocinado. Sin más miramientos, se lo zampó.
"Maldita sea, Ena, pareces una aspiradora." se sorprendió Ichika. "Dios mío, así es como comes las comidas que preparamos para el mediodía y en la cena?"
De nuevo, esa risa cantarina, que era tanto relajante como inquietante, de alguna forma que parecía casi imposible.
Akito se le unió.
Ena, sin nada más que poder hacer, hizo lo propio. Rió.
"Sí, definitivamente, eso es lo que sucede. Ayer para cenar, no me apetecían las habas- digamos que Ena hizo que desaparecieran antes de poder decir 'haba', de hecho." comentó Akito.
Ena se sonrojó.
"A ver, tampoco es como si-"
Akito la interrumpió.
"Y no te imaginas a lo que olía el ala Norte tras la cena, cuando Ena acabó en el baño..."
Ahora, fue la risa de Ena la que sonó en las cocinas, como si se liberara.
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