Capítulo 10.
Jimin salió molesto del local, el olor a vainilla siendo más ácido por su mal humor era el centro de atención, haciendo a todos los lobos de los alfas alrededor más primitivos, todos ellos rugían por querer tranquilizar al omega enfadado, querían ir y tomarlo para mimarlo y que se calmara para satisfacer a sus dominantes lobos.
Jimin ignoró a cada uno de ellos, su mal humor era más y solo la podría calmar yendo a su lugar favorito, la tienda de dulces.
Para su suerte, el local no estaba muy lejos, solo debía pasar unas cuantas tiendas más y podía llegar al lugar.
Apresuró su andar y en cuanto menos se dio cuenta ya estaba fuera del bonito establecimiento que daba a relucir en unas pulcras vitrinas los distintos tipos de golosinas, habían de hasta caramelos hasta chocolates y deliciosos pasteles.
Jimin lo quería todo.
Tomó una pequeña canasta que había en la entrada y comenzó a meter en ella todos los dulces que se le antojaban.
Estaba admirando las diferentes golosinas, cada una de ellas con formas y colores diferentes, en la vitrina habían demasiados chocolates, el ojiazul tomó uno de ellos y se lo llevó a la boca mientras seguía recorriendo su mirada sobre los dulces mientras caminaba para apreciar cada uno de ellos y así poder elegir los que llevaría a casa.
Estaba tan concentrado que no se dio cuenta cuando chocó a espaldas con una persona, y por su olor fuerte, pudo notar que era un alfa.
—Oh, lo siento —se disculpó aún sin girar su cuerpo.
—Tranquilo, no pasa nada —respondió una voz muy familiar, el omega sabía que había escuchado esa voz antes pero no sabía de dónde, pero de pronto se tensó, ya sabía quién era el dueño de aquella voz.
Se volteó lentamente rezando a algún ser omnipotente para que no fuera quien creía que era, pero por lo visto no funcionó.
—Oh, ¿Jimin? —preguntó dudoso el alfa.
—Jonghyun —respondió en un tono de voz bajo al ver nuevamente al alfa que lo había abandonado y descaradamente lo había invitado a su boda, creía que lo volvería a ver en evento, nunca se imaginó que se lo encontraría justo en su tienda de dulces favorita.
"Que chiquito es el mundo." Pensó
Así como lo que tiene entre las piernas. Se mofó el lobo del omega.
Jimin quiso reír pero no era momento de hacerlo, además, no quería quedar como un chiflado.
Hey, pero mi chiste estuvo bueno. Se quejó el lobo del ojiazul.
Y Jimin le dijo que ya se callara.
—Jim, tienes... —señaló la mejilla del omega.
El rubio no entendía a qué se refería hasta que recordó que tenía la mejilla derecha abultada por el chocolate que estaba comiendo y tenía restos del mismo sobre sus comisuras. Se limpió lo más rápido que pudo y tragó el chocolate.
—Ay, Dios, sí, había olvidado que estaba comiendo un chocolate —se ruborizó.
El alfa comenzó a escanear con la mirada su menuda anatomía, analizando su elección para vestir y su aspecto.
Jimin sentía como la mirada de aquel alfa le quemaba y le daba asco, ya no sentía otra otra cosa más que molestia ante tener su fija mirada encima.
—¿Qué estás... —no terminó de formular la pregunta porque una omega rubia, alta, de ojos marrones y cuerpo delgado se abalanzó hacía sus brazos con un dulce en mano.
—Prueba esto —dijo la omega metiendo la paleta a la boca del alfa para que probara el delicioso sabor de la golosina.
Jimin solo pudo voltear incómodo hacia otro lado, no quería presenciar aquella escena pero no sabía porqué sus pies aún no se movían hacía otra dirección, estaba simplemente parado frente al alfa que alguna vez quiso junto con la omega por la cuál lo dejó.
—¿No es increíble el sabor? —preguntó la rubia exagerando los movimientos de sus gruesos labios pintados de un color rojo fuerte.
—Si, sabe estupendo —respondió con una sonrisa el hombre.
—Mi lengua está teniendo un orgasmo por los sabores —dijo llevándose la paleta que antes había tenido el alfa dentro de su boca a la suya para chuparla.
Jimin se sentía cada vez más incómodo y su omega se había escondido.
—¿Estás vienen en otros sabores? —preguntó la omega con voz chillona e irritable al ojiazul.
Jimin se quedó quieto, ¿enserio había insinuando que era parte del personal? No lo podía creer.
Mientras tanto, a lo lejos un conocido alfa de ojos verdes y rizos revueltos estaba observando la interesante escena que estaba a un par de metros alejado de él.
—Yo no trabajo aquí —explicó tenso con voz irritada y una falsa sonrisa forzada en sus labios.
—Ay, lo siento, creí que trabajabas aquí —dijo con altanería señalando el atuendo del rubio—. Y que estabas llenando los estantes —dijo mientras observaba la canasta llena de golosinas de diferentes tipos.
—Pues ya viste que no, de hecho, soy un modelo —dijo haciendo relucir aún más su forzada sonrisa y su aroma volvió a tornarse ácido y picoso.
El alfa ojiverde que ya había presenciado suficiente para tener una idea de quienes podrían ser esa pareja, decidió ir a salvar al ojiazul.
—Hola, pastelito, creí que nos veríamos en Brookstone para probar masajeadores —dijo con una enorme sonrisa el alfa dejando un pequeño y rápido beso sobre la comisura de los labios rojitos del omega.
Jimin quedó paralizado cuando sintió los labios de aquel alfa sobre los suyos, su omega volvió a aparecer despilfarrando felicidad ante la acción del de ojos verdes.
—Hola, soy Jungkook —saludó volteando a ver a la pareja que estaba hablando con el omega rubio hace unos momentos—. Soy el novio de Jimin —explicó tomando la mano del omega que seguía sin procesar ninguna de las acciones tratando de no demostrar lo afectado que se encontraba su lobo—. Trato de estar con él a largo plazo —dijo en forma de indirecta—. Pero, sabes, él es un omega tan fuerte e independiente que no lo sé —dijo estrujando el cuerpo de Jimin con sus fuertes brazos.
—Ya basta —susurró entre dientes para el rizado cuándo logró recuperarse del shock que le causó la inesperada actitud del alfa.
—Oh, un gusto —respondió el otro alfa mirando con una ceja alzada a Jungkook—. Yo soy Jonghyun y ella es Yunjin —presentó a la omega rubia.
Jimin ya se quería ir de ahí así que con su mano libre que aún estaba entrelazada con la del alfa, le dio un apretón para ver si entendía lo que quería y para su sorpresa, si lo hizo.
—¿Ya acabaste, bebé? Porque tengo grandes planes para ti en Victoria's Secret —dijo con voz melosa mientras con su otra mano posicionada en la estrecha cintura del omega, lo atraía más hacía su cuerpo—. Creo que debemos irnos para que nos dé tiempo de hacer otras cosas —insinuó el alfa ignorando totalmente la presencia de la otra pareja.
—Si —aceptó con voz chillona fingiendo desesperación por la emoción.
—Perfecto, entonces nosotros nos vamos —dijo al alfa y a la omega que los seguían viendo extraños—. Encantado de conocerlos, enserio —mintió.
Y ambos salieron del local casi a trompicones dando un suspiro del alivio al dejar atrás aquella incómoda situación.
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