Capítulo 8
El hecho de que Kun tuviera la camisa mal abrochada y los ojos llenos de espanto no ayudaron en nada a Ten a que no malinterpretara la situación.
—Un placer conocerte.— Contestó el pelinegro a la chica que le sonreía desde la puerta.
Su hermano menor entró primero, rezumando alegría y llevándose a Hyuna con él. Sabía que no tenía que dejarse convencerse por él, Ten no había querido ir a casa de los Qian porque ya había quedado con sus amigos para cenar, pero en cuanto estos se enteraron de lo que YangYang había planeado, le cancelaron la salida.
Su sentido felino no le fallaba nunca, podía ver la agitación de Kun y la sorpresa de verlo allí parado. Sabía que sus ojos en aquel instante debían estar azules y fríos como el hielo, pero la verdad es que no encontraba motivo razonable para su repentino enfado... A menos que sus amigos tuvieran razón y él realmente se sintiera atraído por el mayor.
La camisa de Kun y era roja y semitransparente siendo imposible para el cambiaformas no mirar su pecho. Para disimular esto último, Ten soltó un bufido hastiado y pasó por su lado en busca de su hermano menor. Kun se colocó la camisa correctamente y se puso el jersey blanco sin mangas que llevaba en la mano. Revolvió su cabello y soltó un suspiro pies había visto como los ojos de Ten habían vuelto a su habitual gris, signo de su indiferencia.
La cena transcurrió normal, YangYang y Renjun parloteaban en susurros mientras Jiwon, Hyuna, Chungha y Sunmi llenaban el ambiente con sus risas y conversaciones. Sin embargo, una silenciosa e incómoda tensión de había establecido entre los otros dos chicos, quienes se dedicaban miradas en absoluto disimuladas.
—Kun, ¿Podrías pasarme la sal?— Preguntó Sunmi sobresaltando al chico.
Este asintió algo perdido e hizo lo que le habían pedido, pero aprovechó aquello para romper el contacto visual con Ten y mantenerse con la cabeza gacha el resto de la cena. Más tarde, después de que todos se hubieran apalancado en el sofá, Kun se dispuso a lavar los platos mientras los demás buscaban una película para ver.
Ten entró a la cocina con la excusa de querer un vaso de agua. El contrario se tensó levemente pero después soltó un suspiro frustrado. Se secó las manos con un trapo y miró al pelinegro con gesto cansado.
—Ten...— Susurró él anfitrión observando como sus ojos bailaban entre el gris y el azul, la indiferencia y la ira mezclándose, intentando buscar una estabilidad complicada de encontrar debido a la marea de extrañas sensaciones que lo atravesaban.
—Renjun me ha dicho que es una de tus mejores amigas.
—¿Entonces por qué estás enfadado conmigo? No me hace falta saber el significado de cada color de tus ojos para verlo. Tu expresión de contención te delata.
—Ni siquiera quería venir aquí y lo primero que me encuentro es una chica envidiablemente hermosa diciendo que es tu novia. Me enfado el hecho de haberme sentido momentáneamente traicionado siendo que tan solo somos amigos. No estoy enfadado contigo, sino conmigo mismo por sentirme así... Tan solo me confundes, Kun. — Dijo Ten mirándolo cara a cara con sus ojos bañados en lágrimas fruto de su frustración, siendo estos de una heterocromia indefinida.
Kun se quedó mudo ante aquellas palabras, semejantes a algún tipo de confesión simbólica de sus misteriosos pensamientos, haciendo que su corazón latiera rápidamente preso de la emoción.
El más bajo al ver que el otro no iba a contestar, muerto de la vergüenza de sus propias palabras, le dio la espalda dispuesto a irse, no solo de la cocina sino de la casa también. Pero antes de que Ten pudiera dar un paso más, los brazos de Kun le envolvieron la cintura. Pudo sentir como su espalda era cubierta por el pecho del más alto y como la cabeza del mayor se apoyaba en su hombro con su aliento chocando con la sensible piel de su cuello.
Aquel abrazo que a ambos les pareció eterno y efímero al mismo tiempo calmó a Ten, serenando did pensamientos y apaciguando su agitado corazón. Claro estaba que el menor aún desconocía que una de las habilidades que Kun tenía gracias a su don era el de poder tranquilizar a la gente con tan solo un abrazo.
El más bajo de giró en su sitio aún en los brazos del otro y este último lo acercó más a su cuerpo como acto reflejo, ambos habiendo entrado en un trance, una especie de hechizo, una burbuja intocable. Los gatunos ojos del pelinegro brillaron en tonos verdes claros cuando sin querer, estos descendieron a mirar los labios del contrario. El otro hizo lo mismo, observando lo atrayentes que se habían vuelto de repente, mucho más que de costumbre. Se agachó levemente cerrando el espacio que los separaba muy poco a poco, dándole la oportunidad al pelinegro de retirarse en caso de que no quisiera continuar con aquello.
Sin embargo, fue Ten quien tomó el control de la situación, colocando una de sus manos en la nuca del otro para atraerlo a sí mismo y besarlo de una vez por todas. El beso fue algo brusco y apasionado cosa que sorprendió a Kun quien intentaba seguirle el ritmo.
Cuando se separaron, los labios de los dos chicos estaban rojos, hinchados y humedecidos debido a la intensidad.
A Kun no le dio tiempo siquiera a recuperarse para poder decir algo, porque Ten ya había salido de la cocina, víctima del miedo de lo que acababa de hacer, víctima de su inconsciente que lo había empujado a realizar sus verdaderos deseos, los que él mismo se empeñaba en reprimir.
El mayor de los Qian se quedó completamente perplejo sin saber cómo actuar, fue Chungha quien lo hizo reaccionar entrando en la cocina para avisarle de que ya tenían preparada la película.
—Kun... ¿Vienes?— Preguntó ella con una sonrisa pícara en su rostro, sospechando acerca de lo que había pasado allí.
—Sí, ya voy.— Contestó él algo sonrojado y con una boba sonrisa en sus labios.
Si bien aquello lo había tomado un poco por sorpresa, creía que gracias a ellos había aclarado algo sus sentimientos... Puede que al final sus amigas y su hermano tuvieran razón. Era una lástima que Ten no pensara lo mismo.
Pasaron ros días en los que no volvieron a coincidir, dejando de lado aquel tema que los corroía por dentro. Pero al tercer, Kun no pudo aguantar más, necesitaba aclarar la situación o, al menos, hablar con el otro chico para saber qué pensaba de lo ocurrido. Decidió que lo mejor era enviarle un mensaje puesto que aquella semana tenían vacaciones en la universidad y no podía poner como excusa las tutorías de YangYang para poder verle. En caso de que Ten no se hubiera arrepentido del beso estaba dispuesto a pedirle una cita y la oportunidad de conocerlo ya no como amigo, sino como algo más. Kun no estaba enamorado, obviamente, pero ya no podía negar más la atracción que sentía por él, no solo física sino también a nivel intelectual, guiado por la curiosidad de resolver el misterio que Ten resultaba para él.
Hola, Ten, soy Kun.
11:23
Oh, hola, ¿Necesitas algo?
11:34
Sí... Creo que ya es hora de que hablemos sobre lo que pasó el otro día en mi casa, ¿No crees?
11:37
Oh, eso. Sí, ¿Te parece bien si quedamos en el parque que hay junto a mi casa?
11:38
Claro, entonces ¿Te va bien esta tarde?
11:38
Sí, nos vemos allí a las cuatro y media y así de paso vamos a tomar un helado. Si te parece bien, sino no pasa nada.
11:39
¡Me parece fantástico! Hasta dentro de unas horas.
11:40
El chico cogió sus auriculares y conectó estos a su móvil para poder escuchar algo de música. Utilizaba la música para absolutamente todo, cuando estaba feliz, triste, cansado, aburrido o simplemente porque sí. Era su motor para seguir, aquello que lo llenaba de vida.
La sonrisa casi no le cabía en la cara por mucho que no supiera cual iba a ser la actitud de Ten al hablar sobre aquel beso, pero aún así estaba contento de que el chico no lo hubiera rechazado. Solo esperaba que todo fuera bien.
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Hasta aquí el capítulo de hoy, gente. Espero que os haya gustado 💖
Podéis seguirme en Twitter: @/fulltenhyuck
Allí suelo hablar sobre mis fics y hacer encuestas o pequeños avances de los siguientes capítulos de estos.
Hasta la semana que viene 💞
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