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Capítulo 8

Pago.

PARTE II

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Mi cuerpo es presionado contra la blandura del colchón y mi agitada respiración delata todo lo que el toqueteo indebido de Jeon a causado en mi. Sus ojos son dos pozos negros que me atontan y a la vez me llenan de rabia. Tengo rabia acumulada, demasiada, ese tipo de rabia que la causa odiar a alguien para aún así no poder evitar que tus bragas terminen mojándose por esa persona.

Sus manos me atontan mucho más, cuando veo cómo las venas se marcan en sus antebrazos y los músculos que rodean todo su cuerpo. Me gusta, me prende, pero le odio, y le quiero a metros de distancia. Soy sincera, no intento tapar la verdad. Su boca vuelve a tomar la mía, con la misma agresividad de minutos antes y hago uso de toda mi fuerza interna para no corresponder, pero al final termino cediendo cuando me muerde el labio inferior robándome un quejido de dolor. Mi lengua encuentra involuntariamente la suya, mientras mis manos se quedan quietas a cada lado de mi cuerpo.

Su toque denota necesidad, posesividad, ganas, pero sobre todo, violencia, esa violencia que debería odiar, pero que en momentos como este, me hace llorar y a la vez suplicar. No comprendo, y no quiero pensar que estoy padeciendo de Estocolmo en esta etapa de mi vida, pero el que mi cuerpo reaccione de buena manera a su agresividad, solo me hace cuestionarme todo. Las partes duras de su cuerpo, no tardan en encajar perfectamente contra las partes blandas y femeninas del mío. Mi delicada piel no deja de arder por su toque, y mis caderas inconscientemente se mueven al compás de las suyas. Gimo de nuevo, pero esta vez aparto mi boca de la suya solo para cerrar con más fuerza los ojos.

No puedo mirarle, siento que si le miro olvidaré el motivo por el cual he estado odiándole todo este tiempo. No se conforma, no, toma con fuerza mi cuello y me zarandea haciéndome abrir los ojos.

—Así que... has estado haciendo de las tuyas. —comenta con la voz ronca, denotando lo excitado que está.

Aunque estoy confusa porque no sé a qué demonios se refiere, mi interior pulsa y late con el sonido tan varonil de su voz, con saber que está excitado por mi.

No puedes negarlo cariño, este hombre prende.

—Respóndeme. —demanda.

Me estremezco y cada bello de mi piel se eriza dejándome expuesta a su inquisitiva mirada.

—No sé de que hablas. —contesto, sin saber de dónde saco la fuerza para responderle de forma desafiante y altiva.

Suelta una risa, soy la única afectada por ella, porque parece estar demasiado concentrado en su monólogo y no se da cuenta de los efectos que tiene su pequeño jueguitos en mi.

—¿No? ¿No te suena haberte estado follando a Jin Hyung todo este tiempo? —escupe la pregunta con rabia y su agarre en mi cuello se intensifica.

No muestro la confusión, sé por donde viene todo esto, y también conozco lo suficiente a Jeon Jungkook como para saber que cualquier cosa que yo diga puede ser utilizada en mi contra si se encuentra tan celoso como en este momento.

—No sé de que me hablas.

—¿No? ¿No ha estado su pene entrando en ti todo este tiempo? ¿Umh? —cuestiona, siendo grosero.

Me quedo seria, sin expresión, eso le desespera pero a mi me importa poco, porque él no es nadie para venir a decirme con quien me acuesto y con quien no, aunque yo nunca me he acostado con Kim SeokJin. Mi pasado con Jeon es oscuro, violento, y por eso le he querido lejos de mi todo este tiempo, pero él es un maldito egoísta que se encarga de hacer lo que le da la gana y de arrastrar a su infierno a personas que no quieren arder.

Cariño, ese no es tu caso, ambas sabemos que morimos por quemarnos una vez más entre esos fuertes brazos.

El gruñido masculino me devuelve a la realidad. Su cara a esta a centímetros de la mía, su aliento choca contra el mío entre cada respiración y se nota el leve temblor en sus manos, está jodidamente molesto.

—¿Te lo has estado follando, Irene? —pregunta acercando su rostro a mi cuello, dejando un reguero de besos en el mismo, que en otro momento, me habrían distraído.

Este es Jungkook, solo posesividad, sexo, ganas, todo con él es a la fuerza, y siempre hay que hacer lo que él demanda, pero yo no quiero cometer el mismo error de años atrás.

—No.

—¿No? —cuestiona y entonces su mano libre se encarga de tomar una de las mías para llevarla hacia su más que notoria erección.

Entonces si que jadeo, jadeo con necesidad cuando toco toda la extensión por encima de la ropa. Él vuelve a gruñir, deja lamidas en mi cuello y luego una pequeña mordida.

—Tócame a mi, porque me encargaré de borrar cualquier huella que haya dejado algún inútil que te halla tocado. —murmura rabioso contra mi piel— Tu eres mía, Joohyun.

Quiero negar, quejarme, pero su boca encuentra la mía y demanda en ella mientras sus labios no dejan de dar fuertes caricias vivaces a los míos. Pero entonces mi cabeza me juega una mala pasada, de la nada una sarta de recuerdos viene a mi cabeza como escenas de una película, y la que reconozco como la más dolorosa, se reproduce mientras me mantengo quieta y dejo a Jungkook besarme.

Sus manos están a mi alrededor mientras las lágrimas no dejan de trazar diferentes caminos en mis mejillas. Es el miedo, es el odio, y toda la sarta de sentimientos fundiéndose en un solo cuerpo, en un cuerpo que está siendo vilmente maltratado y ultrajado por alguien sin corazón.

Mis quejidos o lloriqueos que delatan todo el daño que me está haciendo, no le hacen alejarse, no, en cambio, su nariz hace caricias en mi cuello mientras me susurra palabras que me dicen que está no será la última vez, palabras que dejan claro que ahora soy sólo suya y que piensa seguir dañándome para toda la vida.

Mi cuerpo reacciona solo, mis manos tiemblan, y solo siento los espasmos del mismo mientras que las mismas lágrimas de mis recuerdos hacen acto de presencia. No puedo dejar de temblar, porque el mismo sentimiento amargo que viene cargado de dolor, se acentúa en mi pecho y me corta la respiración.

Lo próximo que sé, es que estoy gritando, y luego, el rostro de Jungkook se vuelve borroso.

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