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5. Cuando la muerte llama.

❝Y cuando regreso a Chicago puedo sentirlo.

Otra versión de mi estaba allí, 

me despido del fin del principio— Djo - End Of Beginning ❞

━━ ˓ ֹ  LA MUERTE RESULTA SER DEPRIMENTE. Sin embargo, el entorno lúgubre no deprimió a la princesa al contrarió la regocijo por completo. Otto Hightower fue asesinado semanas posteriores del entierro de Laena Velaryon, en circunstancias considerablemente extrañas. Desde entonces, la fortaleza roja se adentro a una nueva etapa de duelo y cada residente en esta la sentía a su manera.

Alicent Hightower lloraba desconsolada siendo confortada por el rey, hermano que arribo apenas la noticia estallo e hijos. Rhaenyra Targaryen permanecía intacta  con la disposición de observar como la urna era sepultada, se aferraba a sus dos hijos quienes se escondían detrás de las faldas de ella.

Rememoró el estupor del patriarca Hightower tras citarlo en un barrio de mala muerte en el desembarco.

— Has trazado la línea final de tu destino al acceder a venir aquí, Sir mano.— La mujer se refugiaba en una larga capa negra que ocultaba las facciones del rostro. 

— ¿Princesa? — Danzó la incertidumbre. De repente, el ambiente cálido se intercalo por un helor, el frio de la muerta yacía allí.

Rhaenyra simplemente se sintió complacida al ser testigo del temor de quien encabezo su caída. Las duras memorias de las humillaciones a penas se asomaban y, de un arrebato de colera manifestó una señal que solo el par de cobradores de deudas atenderían con ello, hombres fornidos salieron de la entrañable clandestinidad.

— Yo nací para gobernar los siete reinos, sir Otto.— Escupió con profundo odio.— No permitiré que conspiraciones coloquen en duda mi nombramiento.

— Que...que, no entiendo. — Tartamudeo. Estaba vulnerable delante de los malhechores que se acercaban a intimidarlo.— Mi lealtad esta con el rey, a usted, a la corona además...

Las palabras se detuvieron de golpe pues, al pobre le estamparon un puño directo en el vientre causando que se retorciera cayendo de rodillas, la saliva comenzó a manchar el suelo, los jadeos se escucharon aceleradamente acompañados de ligeros gemidos de dolor.

— ¡Mientes! —Vociferó. La princesa exasperada se acercó en zancadas por lo que se inclino para poder tomarlo bruscamente del mentón. 

— Yo de ti, princesa, lo pico en pedacitos.— Opinó el bufón de la corte quien era tan leal a su causa.

¡Lamentable trataban con una rata de cantarilla!, ¿un hombre de un status tan inferior generó todo el dolor? lo escupió. La muerte no era suficiente pero, el suplicio en vida saldaría el envenenamiento al rey,  el querer que su descendencia tocara la cima de los dioses, y confabular contra ella.

Cierto es, el poder atrae a los peores y corrompe a los mejores.

Un par de bofetadas no bastaron para saciar el deseo de sangre. Desnudarlo tampoco la calmo, ordenar que le proporcionara diversas heridas no causo gracia, ni castrarlo a carne viva.

— ¿Qué...que te hice? — Lloriqueó.— ¡Piedad...piedad! serás reina...mi nieto rey, un trato justo.

¿Clemencia?, ¿acaso ella tuvo oportunidad de pedir tranquilidad cuando la usurparon sin razón? la ira aireo cada entraña, se oscureció por completo, u no tardo en  arrebatar la daga del ladronzuelo que la ayudaba y se la clavo repetidas veces en el pecho al adulto, lo rasgo profundamente hasta perforar el corazón. Machacándolo.

Tal como asesino al jabalí en esa nostálgica juventud de la misma manera termino Otto Hightower. Irreconocible con el horror en las cuencas de los ojos y una princesa impregnada del liquido carmesí.

— ¿Estas bien, madre? — la voz infantil de Jacaerys provoco que Rhaenyra regresara en si, al presente.

Ni siquiera reparo en las lagrimas que encharcaron sus propias mejillas, quizás, una falsa empatía. Una sonrisa de arrogancia se poso momentáneamente en los labios de la Targarayen al atisbar como el septon brindaba palabras de despedida al, "excelente señor que sirvió al reino."

— Si, mi dulce niño.— Lo abrazó por los hombres.— Solamente que, las despedidas son agridulces.

Los quejidos de Joffrey suscitaron que Rhaenyra reparara a su derecha. Una escena que jamás imaginó que la enternecería, Aegon arrullando al niño que no era suyo y causando un vuelco salvaje al corazón, reparó en la mirada tan afilada de la reina consorte, la aflicción de sus medios hermanos añadiendo la de su propio padre.

— ¿La muerte es mala, mami? — Cuestionó Lucerys. Últimamente había sufrido perdidas más grandes que otra, no obstante, era muy apresurado.

— No, no, simplemente es descansar del arduo trabajo que has hecho en vida.— Respondió brindando un efímero apretón en el hombro del más joven. 

No obstante, se giro con brusquedad al percibir la ausencia de Aegon. El horror se planto en el rostro de Rhaenyra e imagino escenarios catastróficos; Joffrey siendo cruelmente asesinado, tal vez, por una deuda que se aperturo tras desvivir al insufrible Otto. 

— ¿Buscas algo, sobrina? — Una voz ronca tan conocida la estremeció. Daemon justo detrás de ella había aparecido.— Volé tan rápido desde que la agradable noticia se esparció.

El susurró de ese hombre la hizo tragar saliva, de hecho se encontraba congelada en el sitió siendo acompañada por sus hijos que observaban con recelo.

— Oh, se me hacia raro no verte en primera fila, tío.

— Lord Corlys y la princesa Rhaenys mandan sus pesares. — Confesó, aun manteniéndose en la misma posición.— Tu exmarido prefiere estar con sus escuderos aun así, manda un sentido pésame. 

— De acuerdo.— Contestó banalmente ni le interesaba aquella información simplemente buscaba con disimulo a su niño.

Pero, de repente el mayor obstruyo la vista colocándose al frente y con toda la confianza le acomodo los cabellos rebeldes manteniendo una cercanía descarada a los ojos ajenos.

— ¿Acaso tu...provocaste eso? —Murmuró. Daemon era astuto, demasiado para el gusto de la princesa.

— Puede ser..tío, ¿tienes algún problema con ello?

Ambos se atisbaron fijamente. De pronto, en el intercambio de miradas querían transmitir lo que en mortales palabras no podrían realizar ¡oh! era comprensible la agonía de la princesa, estar enamorada de niña, parte de la adultez, formar una vida juntos y luego reiniciar de repente como dos desconocidos. Él esperándola y ella supuestamente en brazos de otros.

Sin embargo, la cercanía se vio interrumpida abruptamente tras sentir un agarre violento alrededor de la cintura.

Tan cerca y lejos. Esa fisura siempre se trataría de Daemon y Rhaenyra.

— ¡Tío! Que sorpresa verte— exclamó el más joven. El príncipe a pesar de ser tan menudo saco pecho y coloco la mirada en alto en un intento de desafiar al mayor.

Daemon se mostro inexpresivo sencillamente oscureció su mirar al notar el repentino intruso. 

— Lamentó tu desafortunada pérdida, sobrino, después de todo somos familia. —Manifestó con un tono sarcástico.

Aegon sonrió socarrona tras posar la copa de vino entre labios y dar un gran trago de esta.

— ¿Enserio? — Murmuró. — Espero podamos ser más unidos tío y tengamos más conversaciones.

Aegon hizo el amague para que su esposa mantuviera una distancia considerable. Los cotilleos alrededor se empezaron a esparcir pues, parecía un duelo de hombría por un territorio en común; la heredera legitima del trono de hierro. Rhaenyra contemplaba la escena con estupor ni siquiera intento alejar a Aegon.

— Podríamos hablar justo ahora.— Mencionó Daemon tomándolo del hombro  fuertemente con la finalidad de alejarlo de la mujer que según él amaba.

Así fue, Daemon colocó  su brazo alrededor del cuello de Aegon apartándolo de allí.

— No sé que pretendes exactamente, sangre sucia.— Escupió sin respeto alguno.— Pero, esa mujer es demasiado para ti al punto que solamente criaras los hijos de otros hombres y no engendraras ninguno. Rhaenyra me pertenece como yo a ella así que no te has de ilusionar ¿de acuerdo?

Aegon lanzo una carcajada cargada de la ironía. La princesa preocupada por la cercanía prefirió seguirlos no sin antes dejar a sus hijos junto a las doncellas, y si su oído no le fallaba escuchó el ataque vil de Daemon contra Aegon cosa que la alerto. Sin embargo, no logró entrometerse debido que Daemon fue más ágil en estampar un puño directo contra el rostro del más joven, la colera se reflejaba en los profundos orbes violetas del mayor.

Rhaenyra a penas lanzó un chillido de sorpresa y se mantuvo estupefacta al notar como su tío se hincaba encima del cuerpo del adolescente, aireado. Aegon pese a la notable desventaja logró zampar varios golpes aunque no de la misma potencia que el adulto le acentuaba.

— ¡Repítelo, Hightower!— Vociferó.

— ¡Detente, Daemon! — La intromisión del rey se escuchó como un eco que se perdía en medio del desastre.

Daemon era ciego, y sordo por el odio que significaba la estirpe de los verdes aun así, en todo el caos que se prolongaba, la princesa se entrometió inesperadamente. El cuerpo de ella actuó por si solo a lo que de repente yacía frente a su tío, quien sabe donde saco las fuerzas para desestabilizar al príncipe canalla causando que los guardias lo apresaran.

— Mierda, Aegon — Susurró Rhaenyra inclinándose.

Los presentes lo rodearon. Escucho  a lo lejos el grito de la reina consorte mientras la princesa trataba de levantar a Aegon.

— ¡Traigan a mi aposento al Maestre Gerardys! — Ordenó. La princesa en el desesperó busco entre la conglomeración a una persona— ¡Vámonos, Champiñón!

El enano se asombro, no obstante, asintió con tal de servir a su señora. Rhaenyra empezó abrir paso para salir, tomando a su esposo de la cintura y arrastrándolo aunque, no se imaginó que Ser Criston Cole viniese ayudar. La imperdurable carcajada por parte del menor la helo por completo... esa insoportable carcajada cuando la asesinaron, era esa, sin duda.

Sin alternativa alguna, los escoltaron hasta la recamara del par de esposos, Alicent venia pisando los talones blasfemando contra lo ocurrido, si bien  delante de l puerta Rhaenyra eligió que ella debía estar con su esposo a solas aunque dejo cruzar a Gerardys y Champiñón, declinando la visita de la familia de su madrasta incluyendo a su propio padre.

Ubicaron a Aegon en el gran sofá e inmediatamente iniciaron con la curación. Rhaenyra se sentó al lado ayudando a limpiar el liquido carmesí.

— A veces me olvido que solo eres un niño, hermano. — Susurró aprovechando que él se había calmado. A parto con delicadeza los mechones del cabello.

Por primera vez, Rhaenyra se detuvo en pensar en su hermano. Analizar las facciones magulladas, verle ahí como un crio vulnerable, si tan solo...no fuese hijo Alicent.

— ¿No le duele mi príncipe?— Inquirió el Maestre Gerardys examinando las heridas y Aegon negó. Aegon tenía su labio rostro y moretones en su rostro prueba de los golpes certeros de Daemon, tenía una cortada en su pómulo derecho causado por uno de los anillos de Daemon.

— Estoy bien. — Dijo viendo cómo el Maestre comenzaba a pasarle alcohol para quitar toda suciedad de sus heridas

La princesa se mordió el labio.

— Si tan solo tú.— Se detuvo al golpe tras visualizar los ojos violáceos ajenos observándola— ¿Que comentario imprudente escupiste para alterar a nuestro tío?

— No te gustarán mis palabras. — Musitó. Un quejido broto acompañado de una replica hacia el Maestre.

La princesa suspiró. Hombres con el orgullo, y conocía a la perfección a Daemon a si que no se asombraría que hubo un enfrentamiento, ambos, querido demostrar la valía de su persona.

— Permíteme, Maestre— Le retiró el objeto con el que estaba limpiando las heridas. Rhaenyra con delicadeza empezó a trazar un camino en el rostro, se acercó más al jovencito y con cuidado coloco aquel trapo húmedo en el labio inferior.—  No vuelvas a provocar al príncipe Daemon, Aegon. Ya es suficiente con lo ocurrido con tu abuelo más para sumar problemáticas estúpidas.

 Por un momento hubo un silenció incomodo.

—¿Problemáticas estúpidas?— Sus palabras salieron con total brusquedad. —Ustedes se encontraban cerca, demasiado incluso que cuando me acerque podía escuchar los susurros de los sirvientes entrometidos dudando de tu fidelidad, poniendo en riesgo otra vez tu matrimonio con suposiciones colocando en amenaza lo que e intentado construir sobre mi persona.

Rhaenyra boqueó por lo inesperado a lo que no supo descifrar si estaba enojado o era una escena de celos. Enarcó la cejas demostrando la confusión a lo que nuevamente prosiguió en el labor de curar al muchacho.

— ¿Desde cuando te importa los cotilleos o lo que yo haga, esposo? — Le acarició la mejilla y quiso de sonreír.—  Tratemos de sobrellevar nuestro matrimonio pero, manejemos nuestras vidas al modo que nos plazca.

Aegon no respondió e ignoró por completó el comentario. La princesa suspiró ante la indiferencia a lo que continuó haciendo el labor junto al Maestre, y observó como el menor caía profundamente; — Si tan solo fueras otra clase de hombre... podría llegar amarte como a Daemon.— Susurró entristecida al notar el descansar del adolescente..

Rhaenyra se aseguró que Aegon se encontraba profundamente dormido llamó mediante señas al Bufón de la corte a lo que este se acerco, apartados.

— Mi querido Bufon, tan fiel conmigo, se que eres mi partidario hasta la insufrible muerte— susurró procurando que solamente él escuchara.— En unas horas estipulare reunirme con mi padre por lo que es de vital importancia que estes presente, solo tú ¿de acuerdo?

— Si mi señora— respondió Champiñón.

Desde luego, la segunda estrategia para fortalecer el reclamo se empezaba efectuar.


ENTRE MÁS VOTOS Y COMENTARIOS SALDRA EL PROXIMO CAPITULO.

¡¿Teorías?!

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