3. En otra vida.
❝Te has ido, ido, ido te vi desaparecer.
Todo lo que me queda es un fantasma de ti.—
Of Monsters and Men - Little talks❞
━━ ˓ ֹEL CHISTE SE CUENTA SOLO. La princesa Rhaenyra creyó que contrayendo nupcias con Aegon la mayor parte de sus preocupaciones mitigarían, sin embargo, las angustias comenzaron a sacudir a la mujer una vez que la ligera celebración culminó.
No se imaginó que los escoltarían hasta un aposento donde inmediatamente tenían que realizar el coito, (cosa que no le sentó muy bien) incluso en el camino logro dirigir una miradita hacia Daemon para que la auxiliara o se las ingeniera pero, no recibió nada de él como siempre fue. Había amarrado la soga al cuello por el capricho de querer detener una guerra inexistente, ni siquiera se atrevió enfocar la atención a su ahora esposo quien, iba de igual manera que ella.
En silenció.
Constantemente se repetía en su mente la frase "Es un niño", hasta que finalmente se detuvo al encontrarse frente a la puerta. Agradeció a las doncellas que le mostraron la habitación que ocuparían, e incluso ordenó a los guardias que la acompañaban que se quedaran protegiendo el exterior de la posada. Sin mencionar ningún otro detalle, se encaminó hacia la gran cama donde encontró un fino vestido destinado a la princesa. A pesar de no mostrar resistencia, optó por desempeñar su papel mejor que nunca.
Resignada se encaminó al pequeño baño que se situaba en la habitación ni reparo en la existencia de Aegon que de seguro estaría pendiente de cada movimiento de ella, trago saliva, ¿pensaba abrir las piernas para él? ¡ni loca! simplemente lo simularía. Despojó los atuendos que llevaba puestos para la boda y los reemplazó con el vestido blanco cuya transparencia era innata, incluso vulgar. Luego, soltó la trenza que adornaba su cabello.
Suspiró profundamente y salió al encuentro.
Ella lo vio de espaldas y se acercó a él, abrazándolo por detrás. Colocó su boca junto a su oído, presionando su cuerpo contra el suyo.
— No tendremos sexo— pronunció lentamente— Simplemente actuaremos para silenciar a esas lenguas sucias. Regaremos sangre en las sabanas, simularemos gemidos incluso dormiré desnuda a tu lado si requiere la situación pero sin tocarme o te corto la lengua, esposo.
— Créeme que no tengo la intención de terminar dentro de ti, te ilusionaste muy rápido— dice divertido aunque susurraba con suavidad sus palabras, arrastrándolas casi solamente para hacerla rabiar, algo que le gustaba causar Aegon en ella, enojo.
Rhaenyra no le prestó atención al adolescente simplemente se situó delante de él. Y con la mirada le señalo la cama como si esperaba algo de él (así era) Un susurro escapó de sus labios, seguido por un despectivo "córtate". No planeaba abrir nuevas heridas en su carne; la que ya tenía de la daga era suficiente. Además, su hermano también debía sacrificarse por el bien común, ¿no es así? De los labios de la mujer brotaron gemidos suaves y fingidos, diseñados para alimentar los rumores entre la guardia nocturna.
Aun así, lo que creyeron que seria un completo desastre termino por ser llevadero. Aegon se emborracho a lo que incito a Rhaenyra pasar las malas penas con el trago ¿como rechazarlo? después de todo, la mujer ya estaba condenada a una racha llena de infelicidad.
Risas. Hubo risas como si en esa habitación brotara los derroches del amor.
El despertar fue como un lecho de espinas que se clavaban profundamente en su cabeza. Por un breve instante conjeturo que todo lo que vivió a carne propia fue un simple sueño pero, el azote de la realidad lo golpeó de lleno cuando fue testigo del joven Targaryen, aún tendido a su lado con la ropa puesta. Una sensación de hastío lo invadió.
Se levantó lo más rápido de la cama sin intenciones de despertarlo y huyo directo al baño para poder arreglarse, quizás, del afán no se demoró demasiado pues el deseo más fervoroso era desaparecer de ese escenario tan asqueroso. Así fue, la princesa Rhaenyra se marcho del aposento que ahora compartiría con su consorte, y se dirigió a las habitaciones de sus hijos.
No tuvo tiempo de compartir con ellos cuando regresó. Deseaba aferrarse a sus vástagos por que temía que al tocarnos desaparecerían. Rhaenyra padeció tantas perdidas añadiendo al dolor que ninguna madre podría lidiar; uno a uno cada hijo que pario se le arrebato, quizás, castigo divino por desatar un mal más grande pero, ella no merecía eso, ¡no! claro que no pues ningún ser humano debería ser desgarrado desde lo más profundo de sus entrañas y robarle los niños que tanto le costo proteger de los cotilleos de la corte.
— ¿Madre? — la inquietud de los pequeños se pronunció.
La mujer los sostuvo... el trono de hierro la sentencio solo por el hecho de poseer un par de tetas y no un pene. Pero, con los saberes del futuro que aun reposaba en el inmenso caos tendría que armarse de valor para luchar con el fin de proteger a quienes ama incluso, amarro de pies a cabeza a los Hightower, tendría que empezar a solicitar reuniones secretas con ayuda de su fiel bufón de la corte, Champiñón.
Se decidió.
No podía confiar por que la estripe de Alicent Hightower vivía mientras eso ocurría el odio aun forjaría.
»El deber y el sacrificio« eso era. Lastimosamente ahora que se sentaba cabeza con sensatez; no se diferenciaba en nada de su antigua mejor amiga, quizás porque ambas habían elegido opciones similares para su destino.
Contrajo un compromiso con Aegon por deber con el fin de mantener el reino en prosperidad haciendo el sacrificio de su felicidad con Daemon.
— ¿Estas bien, madre?— cuestionó Jacaerys con la latente preocupación.
» Estaré bien mientras ustedes no me abandonen como aquel invierno cuando los dragones murieron« pensó.
— Si, mi niño— beso el costado de la cabeza al igual que con Lucerys— siempre cuando permanezcan a mi lado estaré bien.
Se dedico a estar con ellos durante la mañana, tarde y un pedacito de noche. Mantuvo distancia con su consorte dado que la causaba nauseas tan solo pensarle o verle.
Lo odiaba por que recordaba lo que provoco.
Lo odiaba por que se burlo de la muerte de sus niños.
Lo odiaba por que fue cómplice de muertes injustas.
Lo odiaba por que no basto con asesinarla sino matar luego a su dulce Aegon.
— Viviremos en la fortaleza roja, Aegon— pronunció lentamente al entrar abruptamente al aposento y encontrarse con el verdugo— mañana partiremos con nuestra familia.
De pies a cabeza encadenar y vigilar. De pies a cabeza los tendrían atados con la respiración en el cuello.
Con ello debía matar, asesinar a sangre fría a traidores, desde luego los conto mentalmente tras observar los opacos ojos violáceos ajenos. Él seria el ultimo que le cortaría la asquerosa cabeza para convertirlo en un trofeo, seria clavado en una pica y su cuerpo desmembrado, a lo que justamente seria un final digno para un pobre infeliz.
Fantaseo diversos escenario más sádicos que el anterior. Durante la madrugada solo concilio un par de horas por que algo en ella la mantenía en hipervigilancia, tal vez, la paranoia la consumía tras creer que podría ser nuevamente asesinada, sin embargo, solo visualizaba la desagradable escena del adolescente tranquilamente dormido. ¿Así él descanso cuando en sus manos estaba la sangre de sus apreciados hijos?
Tuvo el impulso de despellejarlo pero, se mordió la lengua al borde de sentir un amargo sabor. Sangre, y ahí en el tormento continuaba el lamento en silenció. Evaluando el desagradable panorama, ni Aegon el menor y Viserys serian suyos, ni nacerían, no vería el revoltoso Aegon o el honrado Viserys, no concebiría porque ese par de niños eran frutos con Daemon y ahora solo era el recuerdo imborrable de una separación incurable.
Se aferró al vientre vació.
Las lagrimas descendieron poco a poco, ¡oh! sus niños ya no serian sus niños, tal vez, en otra vida Aegon sobrevivió y Viserys igualmente incluso puedan que hayan reinado luego de la muerte de Rhaenyra.
¡Oh! el dolor de una madre continuara siendo eterno.
En otra vida todos serian felices...
Los abrazaría a todos y no añoraría a fantasmas.
¡NO LECTORES FANTASMÁS, POR FAVOR! :C
¿TEORIAS? dejalas en este apartado.
La versión de Aegon disponible en
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