2. Sacrificio.
❝No puedes atraparme ahora.
Estoy llegando como una tormenta a tu ciudad.
No puedes atraparme ahora. Soy más alta que la esperanza que derribaste. Olivia Rodrigo— Can't Catch Me Now❞
━━ ˓ ֹ 𖥻 EL TRONO DE HIERRO EMPEZÓ A DERRAMAR SANGRE. Rhaenyra Targaryen retrocedió cuando observó su reflejo en el liquido carmesí, de hecho, notorias heridas se reflejaron en la pálida piel causando una mueca de horror. Pronto en la oscuridad se escuchó una carcajada que la helo el lugar, y el temor a lo conocido provoco una angustia que la asfixiaba.
— Tú primero, hermana— siseó un eco fantasmal— O mejor, Jacaerys, Lucerys, el santo Joffrey o el meón de Aegon el menor deseen sacrificarse por su tan añorada madre que muy puta si es.
La obscuridad escupió las versiones adolescentes de los niños a excepción de Aegon dado que, Rhaenyra jamás tendría la oportunidad de verlo crecer. Aquellas representaciones mantenía expresiones inmutables. La mujer deseó gritar pero, su boca y manos parecían atadas por una fuerza intangible.
Atisbó lo que una madre nunca debía ser participe; un dragón similar a Vhagar apareció de la nada pero, así mismo se fue cuando de un bocado devoró a su hijo Lucerys. Luego una flecha en la misma dirección que la bestia se evaporó le disparó en el centro a Jacerys generando que él muchacho cayera sin vida al suelo, no sin antes de susurra gélido "madre", y sin explicación el superficie se abrió a tal dimensión que Joffrey fue tragado.
Cuando la mujer recobró la compostura no logro aunque siquiera respirar pues, fuegosolar apareció expulsando una llamarada de fuego, y en medio del caos visualizó a Aegon II.
—Perdiste, ramera— sonrió mientras golpeaba fuertemente el suelo con un bastón.
Rhaenyra despertó tras un ruido sumamente fuerte. Parpadeó un par de veces con el fin de recobrar la visión y al hacerlo se percató que el maestre Gerardys continuaba cociendo la herida que ocasiono la daga. Ella estaba en una silla sumamente incomoda.
— No queríamos despertarte, madre — la voz aterciopelada de Lucerys apaciguó los nervios de la princesa.
Ahora que se detiene apreciar ¿cuanto tiempo tuve que obligarse aprender a vivir sin sus niños? Viro hacia Jacaerys quien lucia con un puchero de fastidió. ¡Oh! su primogénito tuvo que cargar con el peso de la guerra mientras ella se sumergía en un terrible dolor, ¿que tanto tuvo que pasar?, ¿que tanto tuvo que soportar?, ¿que fue lo que pensó cuando agonizaba? tantas preguntas pero ninguna respuesta congruente la iluminaba.
— El príncipe Daemon continua tocando la puerta — farfulló Jace con aparente desagrado— ¿no debería consolar a mis primas?
Otro golpe sobresalto a la princesa. No había reparado en el ruido sordo hasta que el joven lo pronunció por primera vez.
Daemon Targaryen. No hubo tiempo para intercalar palabras o afrontarlo. Consciente del carácter de su tío, amante y, finalmente consorte, sabía que este no recibiría su determinación de forma favorable, sino más bien con disgusto o desconcierto. ¿Si lo amaba? por supuesto, al verlo allí en la playa se sintió vulnerable, quizás, la oportunidad para escapar lejos pero, la corona se lo impedía más sabiendo el tenebroso final que lo deparaba. Daemon no desistiría la corona por ella, ni ella quería ceder así que, ese era el primer sacrificio para los dioses; entregar una parte de la felicidad, cierto es, que el amorío se deterioro en la guerra pero antes de esta misma se amaban como dos jóvenes apasionados.
— Adelante— vociferó la princesa. El príncipe se adentro con brusquedad derrochando a su paso un aura de superioridad.
— ¿Qué te ocurre, Rhaenyra? — inquirió impetuosamente. No saludo con cordialidad los presentes solamente sus ojos violetas se ligaron a esos ajeno que unas horas atrás los deslumbraron con anhelo.
— Jace, Luke, y Maestre pueden retirarse— ordenó la princesa— el príncipe y yo tenemos una conversación pendiente.
Los niños protestaron por qué según ellos debian velar por la seguridad de su madre, sin embargo, Gerardys los convenció en abandonar el aposento. Una vez solos, Daemon se aproximó a lo que se arrodillo frente a ella, la sujeto con delicadeza de las manos y sostuvo la mirada.
Examino el par de orbes malvas ¿como olvidarlos? si esos mismo una vez forjaron un tono carmesí tras el perecimiento de sus hijos, ¿como olvidarlos? si el poseedor de aquellos feroces ojos libro la guerra más catastrófica y la elevo casi a la inédita gloria, ¡oh! ¿como olvidarlos y hacerse el ciego del amor que aun encandilaba dentro de su corazón? claro, odiaba al Daemon de los rumores ilícitos pero, idolatraba a ese que la amo en lo pacifico.
— Me confesaste tus sentimientos y yo los míos, Rhaenyra— dijo lentamente— consumamos en un acto profano, eres mía como yo soy tuyo. Anula el matrimonio con Laenor me vale un bledo pero no te cases con esa maldita sangre contaminada Hightower, es una decisión realmente estúpida.
— La perdida del ojo de Aemond cambian la reglas del juego, tío — contestó. Internamente quería convencerse que lo de Daemon solo se trató de un capricho de su juventud— una deuda queda abierta no planeó correr un riesgo innecesario en un futuro.
— Yo te protegeré. Esos niños serán como míos, los educaremos y....
Rhaenyra apartó las manos con brusquedad y enseguida se levanto de la silla cual reposaba
— ¿Perdiste la poca inteligencia? — cuestionó duramente— tuviste la oportunidad para elegirme aun así.. escogiste a Laena sobre mi, tuve que resignarme a la infelicidad ahora...estoy tomando una decisión según lo que consideró un bien común y no regido por el corazón, Daemon.
Daemon seria un problema; tenerlo de aliado era la más opción viable, sin embargo, conservarlo de enemigo resultaba más peligroso. La expresión de su tío transcendía de tristeza a colera como si lo dicho le hubiese dado justo en la hombría. Pensó en las probabilidades de lo que podría ocurrir, un altercado, un berrinche y realmente un escandalo no era lo que buscaba pues, aquello provocaría que su estrategia se fracturara,
No obstante, sucedió lo que no preveo. Daemon la agarró de la cintura aferrándola a él, cuerpo con cuerpo, la fuerza que ejercía era un recordatorio que le pertenecía y sin pedir permiso la beso, rudo, rabioso.
Si ella fuese la antigua Rhaenyra; aquella para quien el peso de la corona resultaba insignificante, creyendo que al unirse con su tío respaldaría firmemente su reclamo, tal vez correspondería al beso aún más apasionado. Sin embargo, la baraja se inclinaba en una dirección difusa. Ella forcejeaba, aunque sus esfuerzos resultaban inútiles. Abrió sus ojos, sintiéndose vulnerable frente a una bestia que la acechaba.
Daemon aprovecho ese momento para que sus manos masajearan los pechos de la princesa, pueda que el sexo le recordaría a su sobrina su postura. Aun así, no se imagino que en vez de placer sentiría un dolor en las partes intimas tras ser golpeado por la rodilla de la joven quien, uso ese momento para alejarse además limpiarse los labios.
— Estrategia, tío— pronunció en lengua paterna casi en un susurró con la respiración entrecortada— dame tiempo para atar a los verdes... el juego por el trono no se ganan con matrimonios por amor si no políticos.
El príncipe atisbó a su sobrina con enojo mientras lograba calmar el dolor en la entrepierna decidió escucharla, poco a poco una sonrisa se dibujo.
— Astuta, sobr...sobrina— felicitó entrecortadamente en alto valyrio— por un momento creí que perdiste la cabeza como mi tonto hermano. Veo que si eres apt....
La oración no culmino debido que tocaron la puerta, Daemon se recuperó y Rhaenyra vocifero "adelante" a lo que se asomo una joven dama de compañía.
—Príncipe y princesa, saludo— hizo una leve reverencia— El rey ordena un almuerzo junto a toda su familia, princesa— susurra la doncella sintiéndose entrometida por estar en aquel ambiente
— De acuerdo, puedes retirarte —anunció parsimoniosamente— igual usted, príncipe Daemon. Debo cambiarme y ordenar a las doncellas que preparen a mis hijos. Deberías hacer lo mismo.
Daemon no discutió dado que la conversación había culminado. Una vez el aposento vació, una cúspide de soledad la agobió, deseaba llorar allí mismo, gritar, maldecir la estirpe paterna o asesinar cruelmente a Aegon. ¿Por qué su padre decidió follar con Alicent y procrear? ella era suficiente, sus niños lo eran, todo seria más fácil si Viserys hubiese mantenido su polla lejos de un hoyo. Enfurecida por el hecho que su felicidad en brazos de su tío se veía obstruía nuevamente, desordenó las prendas, saco vestidos, llamo a las criadas a dar indicaciones que vistieran a los niños y entre el desorden encontró la prenda que declararía la guerra en silenció; un vestido esmeralda ajustado con varias brillantinas negras que hacia ilusión que devoraba el verde, los detalles caían sutilmente y el escote resaltaba sus curvas, alzaban el trasero incluso dejaba a la deriva los voluminosos pechos.
Había leído que los Dorhraki poseían una extraña costumbre de trenzar su cabello cuando ganaban una batalla y, esa era una batalla para ella ganada por lo tanto trenzo su cabellera haciendo ilusión de la victoria.
No supo cuanto tiempo se demoró pero lo suficiente para que su "reina" estuviera hecha en colera. Sus hijos hicieron acto de presencia acompañado de Ser Laenor.
— Rhaenyra...— susurró el hombre.
Orgullosa era, aun así respetaba al hombre que también se sacrifico por una causa.
— Luego tendremos tiempo, Laenor— suspiró— eres libre aun así eres su padre, mi familia, lo sabes.
El Velaryon la observaba como un animal herido en guerra.
— Tranquilo. Disfrutemos esta ultima cena en familia —entrelazo el brazo como viejos amigos. Jacaerys tomo la mano de su padre y Lucerys la de su madre. El príncipe Joffrey gozaba de una siesta en sus aposentos al cuidado de una doncella.
Se dirigieron al salón principal en silencio, a paso letárgico como si no quisieran terminar esa calurosa armonía. No se ha de olvidar que la muerte de Laena seguía en el ambiente, la conmoción y un compromiso pactado. La guarnición anunció su llegada una vez que estuvieron cara a cara.
— La princesa Rhaenyra Targaryen, heredera al trono de hierro y su familia, presentes— vocifero el joven soldado a la vez que abría la puerta.
Se diviso el gran comedor con diversos banquetes; el rey junto a la reina, esta última con un rostro amargado. Aegon estaba sentado al lado de Alicent, seguido de Helaena, y luego Aemond, quien tenía a Otto a su lado. Ubicado justo al costado del príncipe Daemon estaban sus hijas, acompañadas también por Rhaenys y Corlys. Solo faltaban ellos.
La miradas ajenas solo destilaban el veneno pero, con la frente en alto y sosteniéndose de su familia empezó a avanzar para ocupar los respectivos asientos. Por un momento, reparo la atención en Aegon y se tensó aun era joven pero, residía en él a ese que enfrento en la guerra; lo veía allí, dormido, la bestia no despertaba y eso la enfurecía.
La insólita atención en el menor no perduro mucho debido que el rey causo un sonido sordo tras correr la silla hacia atrás, aquello la atrajo a la realidad. Su padre era el reflejo de una enfermedad que poco a poco lo consumía, se percibía el dolor en esos orbes violáceos que pintaban a profunda tristeza añorando unir a una familia disuelta.
— Quizás, mi cuerpo ya no sea tan vigoroso como alguna vez lo fue aun así, continuo siendo su padre, hermano, esposo y abuelo. Pueda que en un futuro no camine a su lado aunque mi única heredera sustituirá favorablemente mi sede— las palabras danzaron con intención de fraternizar— Les ruego que, no mantengamos sentimientos negativos en nuestros corazones. La corona no puede mantenerse fuerte si está dividida, dejen de lado sus resentimientos. Si no es por la corona por lo menos por este viejo hombre que los ama.
Rhaenyra reflexiono en silenció; había vivido una situación similar aunque con grandes diferencias. Aegon era esposo de Helaena, Aemond destilaba el veneno, sus hijos eran más grandes, su padre estaba más en el mundo de los muertos que los vivos además justo ese día era el reclamo de Driftmark, una cena diferente con declaraciones de amor distintas.
Se aclaró la garganta y con elegancia decidió brindar.
— Quisiera levantar mi copa por la reina, además tengo que admitir que nadie a sido más... devoto a mi padre que su buena esposa incluso lo ama más allá que de una buena amistad— Rhaenyra se deleito por el malhumor que Alicent demostró
Alicent aflojo una sonrisa sínica camuflada de amabilidad, la princesa la conocía demasiado.
— Tus palabras me conmueven profundamente mi princesa. Las dos somos madres y amamos profundamente a nuestros hijos aunque una de nosotras se crea algo.. superior para escoger por encima de la otra el destino de uno de sus hijos. Tenemos más en común de lo que esperamos — la consorte manifiesta con de sarcasmo y molestia.
— Mi reina, coincido con usted, sin embargo, velo por la estabilidad del reino bajo una alianza furtiva. Le aconsejo que tranquilice los pobres nervios dado que, cuidaré bien a Aegon como usted cuido a mi padre ya sabes, es mi agradecimiento por la amistad que gozamos en juventud — sonríe casi convirtiéndola en una desagradable mueca— salud, por la unión.
Rhaenyra bebió el licor como fuese un mendigo buscando agua. El silenció adorno siendo cómplice de las confesiones entre lenguas de las mujeres, y Rhaenyra intercalo por segundos las miradas con Daemon aquel que no se inmutaba a entrometerse, ese que solo se mantenía en la clandestinidad para atacar; peligro. No obstante, retorno la vista hacia Aegon. Quería despellejarlo allí mismo, otorgarle la cabeza a su dragón y si así fuera, pasaría automáticamente a una matasangre en si aquella idea le desagradaba.
La risa irónica de Daemon perturbo el ambiente por un momento.
— Ojala den frutos esta nueva unión, sobrina— pronunció relamiendo los labios fijando la mirada en otro individuo.
La princesa apretó los cubiertos. ¿Frutos? no pensaba en parir hijos de aquel insolente simplemente quería tenerlo encadenado. No volvería a estar con el valeroso Aegon ni con el tierno Viserys, sus niños, ¡oh! lo lamentaba tanto. La cena simplemente transcurrió con aparaten armonía claro, intercalando mirada furtivas con Daemon a veces Laenor, incluso Rhaenys o Corlys como si en el silenció exigiera una explicación de los sucesos, sin embargo, no la tenia. Quería evitar en derramar sangre, se negaba a repetir la historia por lo tanto, debía ser cautelosa y depurar aquellas amenazas.
Otto Hightower, Larys Strong, Gwayne Hightower, Alicent Hightower, Alfred Broome, Criston Cole, Lord Borros, Septon Eustace, Lord Jasper wylde, maestre Orwyle, Hugh, Ulf, y entre otros. Esos que la traicionaron son sanguijuelas sueltas y poco a poco lograría exterminarla, erradicar la peste mal cuidada.
Viserys corto el ambiente tenso entre las familias sumamente agotado por la tirante sensación , a lo que se levantó obteniendo equilibrio con el bastón incluso Alicent tuvo la escurridiza idia de ofrecer apoyo, no obstante, el rey denegó la petición.
— Aegon y Rhaenyra tienen que prepararse, al igual que todos nosotros. Hay una boda que celebrar— la voz débil del monarca sonó logrando acaparar la atención. La princesa fue auxiliada por su ahora ex-esposo, le brindo una cálida sonrisa.
— Como ordene, su alteza—alejó el asiento e indico con la mirada a sus niños que salieran— mis doncellas me ayudaran para estar acorde de la ocasión.
Así procedió. Las respectivas familias se marcharon con la intención de cumplir con las ordenes, sin embargo, aun Rhaenyra estaba indecisa por la decisión desmesurada pues, se suponía que estaría ligada d Daemon nunca con Aegon, ellos, una vida llena de pacifidad pero el conflicto no la dejaría en paz. Con la mente revuelta logro arribar a los aposentos donde las damas de compañía ya aguardaban con la vestimenta; el mismo traje con la boda de Daemon ¡no! se negaba.
Si su infelicidad seria sellada al menos con broche de oro. En tantes vestidos hubo uno que deseaba, quizás, anunciando la gran victoria por encima de los deseos de la reina consorte.
Resaltaba los atributos, se ceñía su cintura marcando las voluptuosas caderas, sosteniendo firmemente el trasero e incluso re-alzando el busto; un vestido de tonos jades con piezas carmesís, devorándola más que el anterior que poseía pues daba un vistazo que el dragón consumía la llama de Antigua.
Dedujo que la ceremonia se llevaría a las afueras del castillo así fue que se dirigió a dicha zona siendo escoltada, su padre, hijos, tío, primos, ex- esposo, hermanos, la reina y la mano yacía allí más adelante de espalda se encontraba Aegon aunque dentro de si exigía que debía escapar se quedo, acercándose al demonio, viéndolo acara a cara mientras sentía que atrás la quemaban con la mirad; Daemon en el mutismo le hacia saber que no se casara.
Ya era tarde; era cómplice de esos orbes violetas que la asesinaron rudamente, seguía allí dormido ese hombre que la alejo de la estabilidad, viro a la artimaña que prefirió una guerra que darle el derecho legitimo a ella. Con la fina hoja de Vidriagón se cortaron los labios, el liquido carmesí cayo y Aegon continuando con la tradición se cortaron la mano para que esta se mezclara, marcaron la frente simbolizando que procederían la línea de sangre.
En la antigua costumbre valyria, tanto la novia como el novio se cortan los labios con una fina hoja de vidriagón. Daemon se corta la mano, para que su sangre pueda mezclarse. Luego frota una marca en cada una de sus frentes. Esto está destinado a significar la continuación de la línea de sangre.
— una sola carne, un solo corazón, una sola alma, ahora y para siempre— recitaron al mismo tiempo en Valyrio..
La mujer pese al desagrado agarró al menor de la nuca acercandolo a ella »te odio« pensó. Fijamente las miradas se posaron en el uno y en el otro; un niño después de todo estaba delante y no se forjaba el hombre que la conllevaría a la insólita destrucción.
Lo beso lentamente sosteniendo con ímpetu la bilis que deseaba expulsar e imagino que Daemon era el que estaba allí. Quizás, para sorpresa de los espectadores el beso para nada fue inocente.
NOTA: perdón por la tardanza :c la universidad y el trabajo no me ha permitido continuar pero que más da, aquí nuevo capitulo y espero contar con todo el apoyo que hasta el momento la historia ha tenido uwu.
¿Teorías?
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