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𓏲 Extra O2

Jeongyeon no se dio cuenta cuando Nayeon llegó a la cafetería donde se juntarían con Chaeyoung y Mina.

Estaba cansada, su trabajo como cardióloga era agotador y aunque lo amase y no se arrepintiese de trabajar en una de las clínicas prestigiosas de Seul y todo el país, hoy había tenido sobrecupos y una alerta roja por un hombre que sufrió un paro cardíaco en el área de urgencias.

Así que sí, estaba cansada, esperando un café con leche que había pedido por mientras, y con un montón de mensajes en su celular de aquel par que no deseaba contestar por nada del mundo y que le estaban dando un dolor de cabeza. No podía seguir soportándolo y en algún momento iba a explotar —si no era pronto—. Su vida amorosa era una mierda que iba en picada y ella no estaba interesada en retomarla porque se había saturado por completo en esa relación rara de tira y afloja que existía entre Jihyo, Sana y ella.

Por esa razón, por pensar demasiado en su enojo y cansancio, se sobresaltó al sentir como la silla a su lado se corría estruendosamente, e Im Nayeon dejaba caer su trasero allí mismo con una sonrisa abierta.

Nayeon, a los 27 años, era la persona más colorida y loca para Jeongyeon. Siendo diseñadora de su pequeña marca de ropa tomando vuelo en la ciudad. Luego de 5 años ahora tenía el cabello de un lindo rubio luego de varios meses variando entre azul, rojo y castaño, esta vez en un corte que para Jeongyeon era horrible pero de alguna forma Nayeon lograba estilizarlo de tal forma que le... gustaba. Especial hoy que lo tenía con leves ondas y un beret claro. Jeongyeon le dio una rápida mirada a su llamativa amiga, escaneando como se veía con aquella blusa celeste bebé con mariposas de colores, el cárdigan tejido por ella misma multicolor, algo grande que Nayeon lograba ocultar sus manos en las mangas, y un pantalón blanco entallado acompañado de creepers. Se veía linda, se confirmó, bastante linda para tanto color.

A comparación de ella, que iba por completo de negro y con su delantal de médica colgando de su bolso, Nayeon se veía como un arcoiris brillante en el cielo azul, y tampoco era tan diferente, siempre que Jeongyeon veía a Nayeon era como ver un bonito y esperado arcoíris aunque nunca fuese a admitir que de alguna forma la sola presencia de este lograba subirle los ánimos mínimamente.

— Como siempre, tan puntual— la voz de Nayeon salió suave de sus labios, pero no fue suficiente para que Jeongyeon le prestase total atención y que se arrepintiese luego de lo próximo que dijo Nayeon— Oh, te ves triste, bebé.

Jeongyeon esta vez sí se giró, no por el ridículo apodo por el cual Nayeon le había llamado -porque en realidad, Nayeon llamaba de aquella forma a toda persona cercana a ella- si no porque solo habían bastado cinco segundos para que descifrase que algo le ocurría. Y no lo entendía, según ella estaba igual de seria y cascarrabias que siempre, capaz un poco más por estar agotada, pero que Nayeon haya especificado que estaba triste no estaba en sus planes y se vio algo ofuscada por la mirada dulce de esos ojos pequeños y rasgados que ahora le miraban curioso.

— ¿Triste? No estoy triste, estoy cansada — respondió quizás más brusco de lo previsto por instinto, y apartó la mirada de Nayeon para mirar por la cafetería — ¿Por qué Mina y Chaeyoung tardan tanto? — preguntó cambiando el tema tan pronto le llegó a la cabeza.

— No me evites — Nayeon le golpeó el brazo con una mueca falsa de enojo a lo que Jeongyeon le correspondió — ¿Qué te pasa?

Jeongyeon arrugó la frente, no le pasaba nada en su opinión, solamente no estaba teniendo un buen día y que Nayeon quisiese hurgar en sus pensamientos era extraño. Aunque si lo pensaba bien, era más extraño no querer soltarse con Nayeon cuando generalmente lo hacía, ¿por qué esta vez no?

Lo asoció a su discusión con Jihyo y Sana, nunca era demasiado partidaria de hablar sobre ella, y definitivamente por alguna razón no quería que Nayeon supiese.

De pronto llegó su café con leche, cortando aquella situación. Apartó su teléfono de la mesa y dejó que el camarero dejase su café en la mesa mientras miraba hacia esta misma, escuchando la voz de Nayeon pidiendo un frappe de frambuesa con facilidad y amabilidad. A Jeongyeon le gustaba eso, Nayeon sabía desenvolverse con todo tipo de gente y a Jeongyeon eso le costaba un poco.

Cuando el camarero se fue, se quedó en silencio y llevó la taza a su boca dando un sorbo, viendo de reojo a Nayeon con su teléfono e incapaz de girar los ojos hacia otra parte.

— ¿Discutiste con las SaHyo de nuevo?— preguntó de la nada, logrando que Jeongyeon se atragantase un poco con el líquido dulce y caliente.

Un par de lagrimitas salieron sin poder evitarlo de sus ojos mientras tosía algo escandalosa y llamaba la atención de la gente a su alrededor, pero Nayeon estaba inmersa en su teléfono con la cabeza ladeada como un gatito que no tenía intenciones de ayudarle. Tosió un par de veces más, incluso levantando un poco las manos y aguantando la respiración para calmarse lo suficiente.

— ¿C1Como...?— preguntó con dificultad, pero Nayeon le interrumpió mirándole de costado.

— Siempre que tú y ese par discuten y tú las ignoras, las dos me vienen a escribir para preguntarme si estás conmigo por alguna razón.

— ¿Hablas con ellas? —preguntó Jeongyeon, perdida y algo molesta por no saberlo.

— No realmente, en realidad no me caen del todo— Nayeon soltó una risita honesta importandole poco si eso era del agrado de Jeongyeon— . Me buscan por instagram para saber si estás conmigo solamente, también lo hacen con Chaeyoung y Mina, pensé que sabías... ahora Jihyo me está preguntando, ¿le digo que si?— Nayeon enarcó una ceja.

Jeongyeon suspiró, sujetándose el puente de la nariz al no creer lo que estaba pasando, no le gustaba mezclar a sus amigas con su relación, y que tanto Jihyo y Sana pregunten por ella a cada una de sus amigas cuando algo pasaba de alguna forma le hizo sentir incómoda y hasta perseguida. Podía entender que ellas se hallasen preocupadas por desaparecerse de la nada luego de discutir, pero encontrar a sus amigas para preguntar por ella sin si quiera llamarle o intentar arreglar las cosas no.

— No — negó, viendo aquellos ojos lindos de Nayeon abrirse en impresión y curiosidad. Le dio un sorbo a su café, intentando canalizarse bajo el gusto dulce y no explotar— . No quiero saber de ninguno de las dos.

— ¿Qué ha pasado, bebé?— preguntó Nayeon, dejando su teléfono de lado y acercando su silla un poco hacia Jeongyeon para más privacidad, la preocupación genuina orillando a Jeongyeon con su lengua ortiva a contarle todo, ¿y qué le detenía? Aún así, titubeó por unos minutos.

Suspirando de nuevo, empezó, intentando ordenar el lío de su cabeza y tener las ideas claras de lo que realmente era el problema.

— Jihyo y Sana... se están olvidando que se aman, y que básicamente fui yo la que se interpuso en ellas dos — explicó, pasando su dedo por los bordes de su café y notando la mueca de confusión de Nayeon, sabiendo que debía explayarse un poco más y buscando las palabras— . Ellas están enamoradas, pero ya no se nota... es extraño e incómodo. Ver como antes siempre estaban juntas y eran la real pareja cuando yo solo estaba allí para satisfacernos a las tres... en algún momento de todo se fueron olvidando de eso y de que somos tres en la relación, no dos — volvió a explicar, girándose de lleno a Nayeon para ver que su amiga estaba igual o más confundida.

— Creo que no te entiendo bien— murmuró Nayeon.

Jeongyeon exhaló arrugando la frente— Que ahora cada uno está enamorada por su cuenta de mi, o dicen estarlo, se olvidaron de la otra y cada día hay una nueva pelea por quien obtiene más atención de mi parte, ¡Eso!— bramó al final, alarmado a Nayeon y sorprendiendose a si misma, obligando a calmarse porque no quería asustar a la rubia.

— Oh.

Bufó, con los ojos caídos y volviendo a su café sin escuchar nada más de parte de Nayeon porque justamente llegó aquel frappe que había ordenado. Jeongyeon se sumió en sus pensamientos de nuevo, intentando recordar en qué minuto su extraña relación poliamorosa se había convertido en una pelea constante entre las menores de quien recibía más atención de su parte en el día.

Recordando la mañana, Sana habia hecho un berrinche porque presenció como había dejado un beso en el cabello púrpura de Jihyo, y ese berrinche se convirtió en uno más grande cuando Jihyo solo se burló de ella. De allí empezó otra pelea, ambas discutiendo sobre cuantas veces Jeongyeon había demostrado afecto por cada una en la semana y culminando con Jihyo tirándole tostadas a Sana, quien derramó café, Jeongyeon con un dolor de cabeza y un par de gritos que le quitaron el hambre y le hicieron salir sin despedirse de su casa ni desayunar directo a su trabajo.

Era desesperante, estar entre dos personas constantemente en discusión por algo tan bobo para ella le sacaba de quicio, ¿en qué momento ambos menores comenzaron a celarla por la otra? ¡No tenía sentido! Fue ella en la universidad quien se metió entre las dos, y ahora todo se estaba yendo en picada por ella, ¡por ella!

Jeongyeon no aguantaba aquello, por eso las últimas semanas había estado más fuera de casa que de costumbre.

— Tú nunca te enamoraste de ninguno de las dos, ¿cierto?— de pronto, Nayeon preguntó llamando la atención de la peligris.

Jeongyeon dejó su café en la mesa, volviendo la cabeza hacia la rubia en silencio. Nayeon tenía el popote del frappe en su rosada boca que llevaba brillo labial, el pensamiento fugaz de que se veía bonita y tentativa cruzando la cabeza de Jeongyeon que le obligó a subir hacia los ojos contrarios como reacción. Y no sabe si fue para peor, maldiciendo que Nayeon fuese tan fácil de leer como para darse cuenta del pequeño brillo en esos ojos pequeños, negándose a creer que eran de ilusión.

— No, no lo hice— negó sutilmente, intentando ignorar esa inhalación de parte de Nayeon y sus ojos desviandose a esa boca de nuevo que alejaba el popote del frappé.

— ¿Y por qué estás con ellas entonces?— de nuevo, aquellos ojos pequeños, Jeongyeon tragó saliva sintiendo sus manos húmedas de pronto.

— Al principio era divertido y bueno... yo solo era la dominante de las dos y ellas seguían siendo la parejita perfecta— contó, incapaz de controlar su lengua— . Cuando comenzamos fue normal, me gustaban lo suficiente y dije, ¿por qué no? Eramos las tres— Jeongyeon se encogió de hombros— . Y no lo fue, menos ahora... sabes como soy y ninguna de las dos se acopló por completo conmigo, Jihyo es un grano en el culo y Sana demasiado sensible para aguantarla. Todo empeorando ahora que está la constante guerra de quien obtiene más de mi y es agotador aguantarlas — Jeongyeon se rió con algo de crueldad, sin dejar de ver los ojitos brillantes y expectantes— . No me enamoré de ninguna, ya no me siento cómoda con ninguna porque no son mi tipo, y definitivamente ya no quiero estar con ellas.

Hace un año atrás no pudo haber dicho eso, se encontraba bastante prendida por ambas chicas, pero tampoco podía jurar que estaba enamorada porque se conocía. Lo que había empezado por atracción física se desarrolló a un gusto extraño pero que culminó siendo nada en este momento. Jeongyeon ya no quería estar en esa relación, tampoco estaba en edad para seguir una relación tan infantil teniendo 27, quería sentar cabeza e intentar algo serio con alguien de su comodidad.

Nayeon suspiró, Jeongyeon siguiéndole cuando se calló. El alivio que pudo percibir de Nayeon también repercutió de la misma forma en ella, como si se hubiese quitado un peso de encima haberlo confirmado, habérselo confirmado en especial a la rubia que tenía la boca entreabierta dispuesta a hablar.

— Yo... lo siento, supongo— Jeongyeon enarcó una ceja ante esa falsa disculpa, logrando una pequeña sonrisa en la menor— . Olvida eso, no lo sientes ni yo tampoco.

Ambas rieron, esta vez más relajadas por esa honestidad. Jeongyeon ya no estaba molesta, de pronto todo su dolor de cabeza y cansancio se había esfumado con la menor. Se sentía tan extraña, de alguna forma su cuerpo no estaba conectándose a su mente y por esa razón no previó el impulso que causó que su mano se corriera por la mesa para colocarse encima de la de Nayeon. Una mueca de sorpresa instalándose en el bonito rostro pálido de Nayeon que alarmó a la peligris, y haciendo el amago de retirarla para evitar una situación incómoda se quiso correr con la silla más lejos, pero Nayeon entreabrió sus pequeños deditos, encajando los de Jeongyeon entre los suyos y apretando los labios mirando hacia abajo.

Jeongyeon le imitó, mordiendo levemente su labio inferior e ignorando el creciente calor de su estómago y lo lindo que se sentía esa mano bajo suyo, se dedicó a mirar la espuma de su café como si no hubiese algo más interesante y sintiéndose de pronto tímido.

La situación era tan extraña, no entendía ni su comportamiento ni el de Nayeon, como sonaba esperanzada y aliviada de hablar de lo rota que estaba su relación y como quería terminarla, no debería ser algo demasiado emocionante o liberador, ¿por qué lo estaba haciendo? ¿y en qué momento había cerrado su mano contra la de Nayeon?

— ¿Cual es tu tipo entonces?— escuchó, tan bajito que apenas conoció el tono tímido de Nayeon.

Demoró unos segundos en girarse intentando prepararse para lo que pudiese venir. Pero de todas formas se le hizo imposible no suspirar cuando notó los ojos brillantes de la rubia esperando algo de ella, y esa boca siendo mordisqueada no sabía si catalogar ansias o nervios.

— Eh... — volvió a demorar, quizás porque estaba replanteando su tipo ideal de pareja o porque se quedó prendada por esos orbes, que rebuscaban en los suyos una respuesta específica y le incitaban a decir cualquier estupidez — Mi tipo ideal es... alguien que me transmita paz, pero que a la vez sea tan alocada y colorida — pensó un poco más, rebuscando— . Me gusta la gente un poco bajita, de piel pálida, alegre pero calmada, curiosa en el ámbito de siempre aprender cosas nuevas y activa, todo lo contrario a mi— soltó una risa inconsciente antes de añadir— , también me gustan las rubias.

Cuando por fin pudo prestarle atención a Nayeon luego de pensar, se sorprendió al ver las mejillas sonrojadas de esta y la pequeña sonrisa que decoraba sus labios. Estaba extrañada y por un momento pensó que había dicho algo gracioso, por lo que repasó lo que mencionó mentalmente, no demorandose demasiado en darse cuenta de que su descripción del tipo ideal suyo era, básicamente, Nayeon.

Tuvo que sentirse avergonzada de aquello, había sonado tan obvio que el deseo de irse de allí llegó a su cabeza, pero Nayeon se lo impidió con esa risa burbujeante.

— Tu tipo ideal suena como a alguien que yo conozco— bromeó, sonriendo de lado, con el codo del brazo que no sostenía su mano posado en la mesa, reposó su mejilla en la palma de esta inclinándose hacia Jeongyeon acortando la distancia entre ambas — . Tienes buenos gustos, al parecer— murmuró, sus ojos encontrándose.

Jeongyeon alzó una ceja ante eso, su boca tirando de una sonrisa ladeada y chasqueando los dientes, no permitió que la vergüenza la dominara y en cambio, igual se inclinó hacia la rubia.

— Creo que si, ¿cual es tu tipo ideal?— su voz salió grave y baja, volviendo mucho más privada la conversación.

— Últimamente encuentro el cabello gris muy sexy — empezó la rubia sin rodeos, sonriendo socarrona — . Ya sabes, peinado hacia un costado con ese aspecto húmedo, me encanta— admitió, sus ojos subiendo por un segundo a su cabello que por casualidad, estaba así— . Me gustan las mujeres serias, altos, que se vistan de negro me pone, que se vean duras pero que pueda manejar— Jeongyeon no tuvo que temblar ni acercarse más a Nayeon cuando esta movió su mano encima de la suya y con sus dedos comenzó a repasar sus venas, pero lo hizo— . Me gusta que sean inteligentes, tales como una médica cardióloga...

Jeongyeon exhaló por la nariz, perdiéndose en la punta de la rosada lengua de Nayeon asomándose por sus blancos dientes y la boca brillante y pícara sonriente. Tan cerca que bastaba un impulso para chocarla contra la suya, tan tentativa y jugosa. Nayeon estaba coqueteando descaradamente con ella y ella estaba siendo tan receptiva que le asustaba un poco, vamos, se trataba de su mejor amiga. Pero ese mismo susto le incitaba a comerse la boca de Nayeon, a probar como sería esa pequeña rubia bajo su toque.

— Bésame, Jeongyeon— susurró Nayeon, con los ojos algo acuosos y ansiosos, tan cerca que podía sentir su respiración contra la nariz. Y Jeongyeon respiró como un toro furioso, dispuesto a elevar su mano para sujetar la nuca de la menor y unir sus labios.

— ¡Allí están, Chaeyoungie, veo la cabeza de Nayeon unnie!— la voz de Mina resonó detrás de ellas y se separaron como si un balde de agua hirviendo hubiese caido encima de ellas. Incluso Nayeon casi se va de espaldas con su silla por apartarla tan brusco y Jeongyeon casi bota su café por el manotazo que dio.

En diez segundos, Jeongyeon vio a Chaeyoung y a Mina sentados frente a ella en la mesa, ambas jadeando —suponiendo que habían corrido para llegar— y sonrientes por verles a ambas. Jeongyeon no sabía como sentirse, el alivio, enojo, confusión y extrañeza predominando su cabeza, aunque el enojo más.

— Perdón por llegar tarde, unnies, la bestia tenía tarea y- Nayeon unnie, ¿por qué estás tan roja?— Chaeyoung se interrumpió, frunciendo el ceño mientras Mina ladeaba la cabeza.

Solo bastó una rápida mirada de ella para ver que Nayeon estaba roja hasta las orejas y no podía mirar hacia arriba. Ante los tres pares de ojos, la rubia se avergonzó aún más y Jeongyeon decidió intervenir.

— Una chica que pasó dos minutos antes de que llegaran le dijo que parecía ser su tipo ideal, por eso está tan roja, pero la chica huyó antes de que pudiese responderle— mencionó lo más normal posible, notando los ojos alarmados de Nayeon en su dirección pero tranquilizando a la rubia escabullendo su mano por debajo de la mesa hasta sujetar el muslo de esta y darle un apretón.

Escuchó a lo lejos las exclamaciones y preguntas de la parejita, pero ella se quedó con la mano de Nayeon encima de la suya y sus dedos apretando su muslo durante todo el rato siguiente que pasaron en la cafetería. Y a la hora de irse luego de despedirse de las menores, haberse ofrecido a llevar a la rubia a su departamento siendo ya de noche.

No sabe como ni por qué, pero en vez de irse al dejar a Nayeon en su edificio, subió y terminó con una agotada rubia dormitando floja encima de su pecho que dejaba besos en su boca hinchada y con solo una sábana cubriéndolas en la cama esa noche, ni tampoco por qué estaba admitiendo que la rubia se veía demasiado linda sobre ella de aquella forma, y que definitivamente si era su tipo ideal.

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