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Capítulo 5 - Buscando al desterrador

    La calle estaba desolada y el cielo no se decidía si ser celeste o gris. Kimil avanzaba, no le importaba quien la podría ver, no le importaba si alguien la seguía, lo único que a ella le importaba era encontrar al desterrador para salvar a su planeta.

    Quintillones y compañía, seguían a Kimil procurando no causar ningún ruido. Aunque la verdad, causaban varios sonidos y la aldiaciana ni se inmutaba.

    —Me aburro ¿Cuándo va a haber patas, o cascos, o pies, o tentáculos para morder? —Preguntó Corpa.

    —Tranquilízate Corpa —dijo David.

    Kimil continuaba a paso ligero, ensimismada y con la mirada perdida. El cielo se había vuelto completamente gris y algunos truenos resonaban, producto de unos nubarrones, que se hacían ver en el horizonte. El viento movía el pelo de Kimil, pero ni esto parecía sacarla de sus pensamientos.

    Ella sentía, que el desterrador estaba cerca, como en un radio de 1km. Aparte, había marcado en su viejo dispositivo, unas coordenadas de la ubicación del desterrador, pero al no tenerlo, decidió basarse en la imagen de lo que había marcado, una calle sin autos, sin árboles, deprimente, aburrida y con 3 casas con paneles solares.

    —No entiendo porque Kimil o Sedum morganianum adamantem (trenza-diamante, apodo que le otorgó Elba a Kimil) cree que va a completar su misión recorriendo una desolada y aburrida calle —dijo Elba

    —Hay dos cosas que no entiendo, eso y ¿Por qué tengo que usar este brazalete, si soy bien parecido a uno de los animales de la tierra? —Preguntó Corpa, el furro.

    —Bien simple, porque posees el don del habla y porque un ladrido igual al de los perros, no te va a salir, aparte tu columna vertebral es como la de los humanos, así que te verías raro al caminar —contestó Elba.

    Todos los que no eran humanos usaban un brazalete, para no llamar la atención de algún nativo (aunque sería un poco raro que pasara alguien, considerando que era una calle desolada).

     —¡Ja! Pero sí, puedo ser un perro mudo y con un problema en el lomo.

    —Igual sigue sin convenir —agregó Elba.

    Kimil empezó a entrar en un callejón fosco, extenso y difuso.

    —Este lugar me huele mal y no en el sentido del olfato —avisó Quintillones, listo por si alguien llegaba a atacar.

    —¿Así que es posible, que haya enemigos? —Preguntó con sorpresa Corpa.

    —Sí, pero solo ataca, si alguien causa daño —confirmó Quintillones.

    Kimil se detuvo bruscamente, había escuchado algo. No eran las habladurías, del resto, no era ningún canino ladrando, no eran los maullidos de un gatos, eran pasos, provenientes de la expiración del callejón, cada vez mas recios y diamantinos, con adornos de risadas maléficas y un pánico patológico de parte de la aldiaciana.

    "¿Me escondo?... ¿Dónde me escondo? "pensó Kimil nerviosa. Ella miraba a todas partes, en busca de un lugar para esconderse, cuando de repente la cólera y asombro la invadieron.

   — ¡¿Me estaban siguiendo?! ¡Cuándo dije que iba a ir sola! —gritó enojada y asombrada Kimil.

     ¡Yay! ¡Ahora tengo una nueva palabra para mi diccionario! ¡Colsa! La cual llamaría a la mezcla de asombro y enojo —exclamó beatífico Oxio.

   — A ti te importa tu diccionario, mientras yo estoy enojada porque rompieron mi privacidad y me siguieron sin mi maldito permiso  ¿Qué es más importante ahora mismo?  ¿Lo tuyo o lo mío?

    Los pasos seguían subiendo su volumen, pero Kimil se había colgado con la discusión.

    —Obviamente tu emplazamiento es más importante, ya que hay pasos cada vez mas cerca a nosotros y creo que pueden ser tus enemigos —respondió Sink.

   — ¡Eso es lo que iba a decir!  —exclamó asombrado Oxio.

   — Pasos... Pasos... ¡Pasos! ¡Como me olvide de los pasos —exclamó nerviosa Kimil.

    Las pisadas pararon y el callejón se hundió en un silencio sepulcral, el viento movía levemente el pelo de todos y Corpa al sentir peligro apagó el brazalete, ya que no podía atacar con éste prendido, por su inconsistencia. Sí, el brazalete era muy útil y al mismo tiempo frágil.

    Los pasos empezaron nuevamente y más rabiónes que antes, osea, rápidos.

    —Shit  —dijo enojada, casi susurrando Elba.

    —Hay que irnos del callejón ¡Y rápido! —gritó Kimil apurada.

    Los pasos terminaron.

    —No, podrán irse aun... —avisó una voz.

    —¡Si podemos alelada voz! —exclamó Oxio.

    —No, No pueden.

    —¡Si podemos!— gritó feliz Corpa.

    —¡No pueden!

    —Si, podemos, ya que tenemos patas —razonó Elba

    —¡NO PUEDEN! ¡YA QUE ANTES TENDRÁN QUE LUCHAR CONTRA NOSOTROS! —gritó enojada la voz.

    —¡Cenutrio! —exclamó Elba enojada.

    —¡Cenutria tu especie! —gritó otra voz.

    Un slime violeta con unos perturbadores ojos hinchados, se abalanzó hacia Elba y la encerró adentro suyo.

   — ¡Ja ja ja! —rió el Slime .

    —¡Elba! —gritó Sink.

    —¡Grrrr! ¡Maldito monstruo te morderé el trasero! ¡O la cola! ¡O lo que sea que tengas! —gruñó y exclamó Corpa enojado, mientras se abalanzaba al Slime violeta. Lamentablemente el ataque de Corpa falló y lo único que logró fue darse un buen golpe en el hocico.

    —¡Perro tupido! —se burló una voz aguda y molesta. —Al próximo seguro fallas también.

    Un Alien verde con tentáculos se aproximó a Quintillones, y trató de ahorcarlo con una de sus extremidades, pero el Aldiaciano, lo paró con un fuerte mordisco.

    El Alien de tentáculos, parecía humano, pero era verde y tenía tentáculos.

    Kimil estaba quieta, quería ayudar, pero hace mucho tiempo, había ocurrido algo que la había dejado traumada con respecto a los enemigos.

    El Alien de los tentáculos, aprovechó el momento de inacción, para tomar a Oxio, Sink, y Quintillones.

   — ¡En que pataloqueronte estamos! —gritó apenado Oxio —Una masa púrpura se ha comido a nuestra amiga Elba y unos tentáculos nos están agarrando duramente los pies.

   — Oxio... ¿¡Qué diablos significa pataloqueronte!? —preguntó un poco enojado Quintillones, mientras luchaba por zafarse del tentáculo del hombre pulpo.

    —Es un sinónimo de problema —contestó Oxio.

    —Vale....

    La situación se ponía bastante bizarra, Corpa paliaba con el slime, Oxio pensaba palabras extrañas mientras el señor tentáculos lo hacía girar junto a Quintillones y Sink.

    Kimil estaba como paralizada y La chica de piel rosa estaba escondida detrás de un bote de basura.

    Nada parecía tener coherencia, hasta que Corpa, luchando con el slime, rompió una boca de incendio y el caudal de agua arrastró al gelatinoso violeta que fue, como derritiéndose, hasta desaparecer por una boca de tormenta bastante amplia que estaba ubicada a pocos metros. Corpa corrió entonces a socorrer a Oxio, Sink y Quintillones, mientras tres bichos raros saltaron desde diferentes lugares, uno de ellos era una mezcla entre águila, perro y caballo y saliendo de un basurero atacó a Corpa golpeándolo tan fuertemente que lo dejó tendido en el suelo medio inconsciente.

    El segundo bicho raro, era una mezcla entre un conejo y una araña y con sus diez patas buscó a David. ¿Dónde había estado todo este tiempo David? Él había estado soterrado, detrás de unos escombros de desperdicios pero armando una especie de ballesta con desechos metálicos y una goma elástica. Pero cuando la híbrida araña lo encontró en menos de cinco segundos, él se dio cuenta que no había sido buen escondite aunque pudo poner en funcionamiento su arma y resultó bárbara.

    El bicho más extraño salió a lo último, era una especie de pelícano gatuno. Pelícano porque poseía un gran buche rojo y gatuno por sus largas y afiladísimas garras, sus bigotes y unas ridículas orejitas triangulares. A toda velocidad se dirigió hacía Kimil, que todavía aterrada y en shock, solo focalizó al bicho cerró los ojos y tiró una patada y dos piñas pero tan fuertes y acertadamente que lo dejó medio mareado, luego David le arrojó con la ballesta dejándolo mal herido.

    De la nada, cuando todos ya creían poder salir de ahí, el Pelícano Gatuno se incorporó y volvió a querer atacar a Kimil.

   — Cuauauauaua Cuagh —graznó el pelícano gatuno, antes de rasguñar a Kimil en el brazo.

    Kimil no podía devolver el rasguño y no era solo por no ser gato, tampoco podía porque seguía en shock.

   — Cuaaaaaaaaagh —volvió a graznar el felícano (felino-pelícano), mientras la chica de piel rosa entra en escena de forma magistral lanzándolo con uno de sus tentáculos rojos, hacia su compañero, Mr. Kraken (el alíen que sostenía a Quintillones Sink y Oxio).

    Mr. Kraken soltó bruscamente a todos y luego se empezó a pelear con el Pelicano Gatuno, por haberle rasguñado el brazo y el ojo al caer.

    —Kimil... Kimil...Levántate... ¡Kimil! ¡Levántate por favor! —exclamó la Alienígena que antes tartamudeaba.  —¡Tenemos que volver rápido a nuestro refugio!

    —Entendido... —contestó Kimil.

    Casi todos se pusieron su brazalete, menos Corpa, el seguía inconciente, dormido parecía un perro bien normal, aunque lo despabilaron con unos sacudones y un chorro de agua, de la boca de incendio que el mismo había roto anteriormente.

    El resto del equipo estaba bien y casi todos sabían quien había salvado a la aldiaciana, menos Corpa. Había sido Xilva, la que solía tartamudear, pero que no titubeó al salvar a Kimil.

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