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Capítulo 3 - Nuevos aliados

   —Adiós- Dijo Quintillones a Kimil., mientras se iba por la puerta (obviamente con la pulsera activada) y habiendo acordado, volver por ella lo antes posible para poner en marcha el plan de escape.

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    Un joven de cabello rubio y ojos celestes clarísimos, pasaba por el pasillo del laboratorio. Era uno de los muchos científicos, sin importancia para su jefe, por eso normalmente, andaba ocupado con tareas extras de compañeros, que al tener mayor rango, delegaban en él, lo que ellos mismos no hacían.

    Por suerte todos los empleados, tenían dos descansos de máximo 30 minutos, uno en cada turno. El joven trabajaba todo el día, ya que no tenía familia que ver.

    Su vida había sido aburrida, hasta hace un mes.

    —Hola David, ¿Te conté sobre la nueva aldiaciana?—Dijo Carlos.

   — ¿Cuál es tu plan para liberarla?—Dijo con ímpetu David.

    —Se va a hacer pasar, por ti —Contestó Quintillones.

    —Ja ja ¡Que buen plan! ¡Todo el mundo se dará cuenta que tengo tentáculos!—Dijo con sarcasmo el rubio.

    —Tranquilo, ella no tiene tentáculos, es como yo—Avisó Carlos.

    —¡Aleluya! ¡Un problema menos! ¿Qué hacemos entonces? —preguntó David dejando de bromear.

    —Hoy a la noche, diez minutos antes de terminar tu turno de trabajo, deberás irte por el ala sur, por donde salen los camiones de transporte y nos encontramos en el refugio, yo voy a manipular las cámaras de seguridad, para que, en el momento en el que te vayas, no se registre nada, al igual que en el momento en que rescate y busque al falso David, que saldrá conmigo como todas las noches , por la puerta principal en el horario que corresponde. —Explicó Quintillones.

    —De acuerdo, nos vemos a la noche—Contestó David.

    David se fue caminando, con un par de carpetas, éstas contenían papelerío (planillas y otras cosas, que algunos compañeros le habían pasado para que organice).

    Mientras tanto, Quintillones se fue a su puesto de trabajo.

    David le dio todas las carpetas a una mujer, de pelo negro lacio y ojos celestes, los cuales parecían reflejar bondad (Aunque la bondad no existía en ninguna maldita parte de ese cuerpo). La mujer miró al rubio y luego a las carpetas, que a los 20 segundos ya estaban en las manos de ésta, que se despidió de David dándole la espalda.

    Al llegar las 19:50 hs. David comenzó con lo acordado con Quintillones (Carlos).

    El rubio caminó lentamente por los pasillos, mientras se frotaba el brazo izquierdo.

    Recorrió 8 pasillos y pasó 3 puertas, hasta que llegó a su destino.

    Trabajó intensamente hasta el comienzo del horario de salida, a esta hora se generaba un poco de revuelo, porque todos querían terminar rápido para retirarse. Los científicos iban a buscar sus cosas, que normalmente estaban a 13 pasillos de distancia y eso por suerte, ayudó a David, para que el área esté con menos gente que pueda darse cuenta de algo distinto.

    David pasó inadvertido y salió por donde le indicó Quintillones, al mismo tiempo que los camiones de carga.

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    Kimil estaba sentada sobre la cama de su "cuarto", la cama era incomoda por su dureza y la manta   hecha con tres camperas juntadas desprolijamente, todas de diferentes colores: Una verde y violeta, otra rosa y rojo y otra amarilla.

    De la nada la alienígena se sobresaltó, un ruido desconocido había resonado en sus oídos.

    Ya era de noche y el plan había empezado.

    Quintillones abrió la puerta muy rápido, lo que causo el sobresalto de Kimil.

   — ¿¡Qué te pasa!?— Preguntó Kimil.

   — El plan ha empezado, así que... ten.—Quintillones le dio una foto donde estaba David con su uniforme puesto. Kimil escaneó la imagen y enseguida se transformó en el falso David.—Bien, empecemos el plan.—Terminó de decir Carlos.

    El falso David y Carlos salieron del "Cuarto" y se aproximaron por los pasillos hacia las cosas de David.

    Los pasillos eran parecidos entre sí, lo único que cambiaba era la cantidad de puertas que tenían.

    —David vamos a buscar tus cosas —dijo Carlos —yo ya tengo las mías.

    —Entendido...—Contestó Kimil.

    Siguieron caminando, hasta llegar a una sala llena de casilleros y también llena de personas.

   — ¿Dónde están mis cosas?— Preguntó Kimil un poco mareada, por la cantidad de bolsas, bolsos y mochilas que habían.

    —Aquí—dijo Quintillones mientras señalaba un bolso.

   — Gracias—contestó el falso David.

    —Salgamos del laboratorio.

   — Vale.

    La mayoría de los empleados ya estaban yendo hacia la salida y Kimil y Quintillones también.

    Las personas salían de a tres y varias se colaban en la fila con tal de irse antes a casa.

    Kimil y Carlos estaban a punto de salir, cuando de repente, se aproximó un hombre de cabello negro y ojos marrones. Kimil y Quintillones se fueron caminando, haciendo como si no lo hubieran visto, mientras el hombre se dirigía directo a Niels que charlaba con uno de sus empleados.

   — ¡Jefe, un Alien se escapó! —Dijo el hombre.

   — ¡¿Cuál?!—Preguntó Niels.

    —13.

    —¡Mierda! ¡Tenemos que buscar a ese maldito engendro Alienigena!

    —¿Es hembra, no macho?-

    — ¡¿Y ESO QUÉ CARAJO ME IMPORTA?! —Salió apresurado Niels, hacia el sector de seguridad.

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    David esperaba a los dos Aldiacianos. Estos llegaron al rato, apresurados. Ambos tenían las pulseras puestas.

    —Chicos, ya se pueden sacar las pulseras —dijo David.

   — Es lo que estaba a punto de hacer— dijo de modo brusco Kimil.

   — Tranquila soy bueno—avisó David.

    —¿Cómo sé que es cierto?—Preguntó Kimil seria.

    —Que te lo diga Quintillones —dijo entre carcajadas el rubio.

    —Es cierto, sino nos hubieses delatado —pensó mejor Kimil.

   — Tal cual —agregó Quintillones.

    Kimil se sacó la pulsera, ahora era ella.

   — Mejor entremos —dijo Quintillones señalando una puerta.

    Los tres entraron a un edificio "abandonado" y se encontraron con algo:

    Un grupo de aliens.

    —¡OH! Hola Quintillones, hola David, hola chica que no conozco...

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