CAPITULO 9
Lo siguiente que ve es el hacha del alfa caer el piso. Jungkook se pone de pie, con la capa negra ondeando por el movimiento y no duda en desenfundar su espada y mantenerla en alto al mismo tiempo que los omegas del lugar corren a esconderse a donde sea que puedan.
Los alfas, en cambio, no tienen las mismas intenciones de huir. Uno de ellos saca una daga de su bolsillo y se acerca corriendo a Jungkook, no llega lejos. El omega le corta un brazo antes de que pueda siquiera darle un rasguño. A Seokjin no le va de la misma forma.
Un alfa de cabellos rojizos le clava una cuchilla en la pierna y cae jadeando al piso, siente la sangre correr por su pierna y toma aire antes de alzar la vista y ver al alfa fanfarrón. Siempre ha odiado las celebraciones antes de tiempo. Rueda sobre su espalda y clava su espala en el abdomen bajo del viejo, gruñe de dolor y cuando Seokjin saca el arma de u cuerpo, vuelve a meterla una vez más, para asegurarse que el alfa quede muerte. Lo hace.
Su peso cae en un sonido seco y alerta a los demás. Es bien sabido que esos dos y el alfa con el que suelen estar no son ignorantes, saben pelear y han estado metidos en tantos problemas en los distritos que son populares en varias zonas, siempre con un perfil bajo y alerta de todo. Que Jungkook haya desaparecido tan repentinamente de un día a otro no le dio buena espina a nadie de los que los conocían, pero nadie se atrevió a investigar más. Sabiendo que el omega es explosivo y suele estar a la defensiva todo el tiempo.
Seokjin se pone de pie con une mueca y ayuda a Jungkook con un viejo regordete que lo tiene atrapado con la espada, ambos cara a cara mientras el viejo le da un golpe en las costillas con el puño cerrado. El omega gime de dolor y respira cuando el peso del viejo lo deja por fin, ve a Seokjin tomarlo del callo y lanzarlo al piso, cae de rosillas y no quiere pensar en que lo que hace está mal, que Miyeon no le ha enseñado las técnicas que su hermano le enseño a ella y ahora las usa para matar al viejo, de un espadazo en la espalda que lo hace convulsionar.
—Bajen sus espadas —la voz de Dongha resuena tras ellos y se giran. El viejo del parche tiene a Taehyung, con el hacha apuntando en su pecho—. Bájenlas —repite.
El omega menor no tiene esas intenciones y bufa cuando ve que Taehyung no tiene ni fuerzas para sostenerse, mira el collar de acero en su cuello y su vista pasa a Seokjin en ese momento. El mayor tiembla un poco y su pierna ensangrentada le quita el aliento. Deja caer la espada contra el piso y Jungkook lo mira con una ceja arriba.
—Déjalo ir, Dongha —alza las manos y el alfa ríe irónicamente.
—¿Dejarlo ir? Si vamos comenzando. Ustedes ya mataron a varios, es mi turno —intenta tomar a Taehyung del cuello, por sobre el metal y Dongha pega un alarido que resuena dentro y fuera de la taberna.
Su mano está quemada y el aroma a piel chamuscada llena el lugar, por sobre sus propios aromas mezclados a sangre y sudor.
Jungkook aprovecha el momento y empuña su espada, camina los pocos metros que lo separan del alfa y lo tira al piso. El viejo gime de dolor y cómo no, un alfa común como él, sin sangre pura y sin linaje no es capaz de soportar el choque metálico contra su cuerpo.
Seokjin va por Taehyung, lo sostiene por debajo de los hombros y lo levanta, con la poca fuerza que también le queda.
—Vamos, alteza —susurra para que sólo él pueda oírlo y Taehyung apenas abre los ojos, con la vista nublada—. No puedes morir aquí. No puedes morir.
El alfa escucha su voz, un vago recuerdo cruza por su mente y de pronto, recuerda esa infantil voz con la que ha soñado por meses durante toda su vida. Una canción de cuna que le pone los pelos de punta por intentar descifrar qué es. Se siente en un sueño, flotando, demasiado débil para procesar las cosas que están pasando a su alrededor. Pero abre los ojos un poco y su vista se aclara, sólo un poquito.
Toma aire con fuerza y la saliva que intenta pasar le sabe amarga y enfoca su vista en el omega. Sus ojos azules brillan, rayos de amarillo parecen cobrar vida en sus pupilas y él o sabe. Taehyung sabe que sólo es su imaginación dándole pistas de su propio lobo, que el omega frente a él no es nadie importante que no es quien cree que es. Reprime el impulso de decir una palabra, no como si fuera a hacerlo.
Seokjin lo piensa rápido, no pierde el tiempo en quitarle el collar del cuello. Las manos le pican por el contacto con el acero y siente que el aire abandona sus pulmones cuando siente el metal frio en los dedos, suspira hondo intentando no perder las fuerzas porque no importa la pureza de su sangre, no importa qué tan puro sea su lobo, sigue siendo preso de los metales.
Taehyung suspira y siente que puede respirar por fin, el aire le llena los pulmones y la vista se le enfoca rápidamente, pero sus piernas siguen demasiado débiles para sostenerse por sí mismo. Hace un esfuerzo por levantarse y Seokjin lo ayuda en eso, lo sostiene del lado y Taehyung no teme, no piensa en nada más que el instinto por sobrevivir. No piensa en ninguna forma de escapar.
La taberna se llena de silencio cuando Dongha deja de berrear, entonces Jungkook aprovecha y lo toma del cabello ceboso. Mira a todos los que están en el lugar, escondidos bajo las mesas y taburetes, tras los barriles de cerveza, vino y licor, esas miradas de miedo las odia.
Pero él ha crecido así, ha sobrevivido de esa forma, dando miedo a los demás y no va a dejar que nadie cambie eso, no dejará que sus planes se arruinen si a Dongha se le ocurre abrir la boca.
—Nadie sabe nada —advierte y alza su espada—, si alguien pregunta qué pasó aquí, nadie lo sabe ¿Quién era el que estaba en la capa? No lo saben, no vieron su cara, no saben su nombre. Nosotros nunca estuvimos aquí desde hace meses, ¿lo entienden? —ve a varios asentir y toma aire—. Si me entero que uno dijo algo, le pasará lo mismo.
Con eso último la hoja de su espada rompe el aire al caer y el filo corta por completo la cabeza de Dongha. Unos omegas al fondo ahogan el grito de terror que amenaza con salir de sus labios mientras el cuerpo inerte y chorreante de sangre cae en un sonido seco. La cabeza del alfa rueda un poco hasta quedar en medio de la taberna y Jungkook tiene que tomarse unos minutos para procesar lo que ha hecho, más sangre en sus manos.
No es distinto a los reyes. Ha matado tanto como ellos, sin pensarlo.
Limpia la hoja de su espada y la guarda, se gira a Seokjin y e hace una seña para que le deje que el alfa se incline sobre su cuerpo.
—Estás herido —señala—, deja que yo lo lleve —sus palabras surten efecto porque tiene el peso de Taehyung contra su cuerpo al segundo siguiente.
El aroma a resina se le cuela en la nariz con ímpetu y aspira profundo, hacía días que no lo olía como antes. Cuando estaban en el palacio y el alfa no tenia temor de que su aroma fuese olido por los guardias presentes, demasiado fanfarrón para el gusto de Jungkook.
Salen de la taberna en silencio, cuidando que no haya un guardia cerca suyo en los alrededores y no están tan lejos del rio porque Taehyung escucha el agua correr a lo lejos.
—No hueles a fresa —Taehyung señala lo obvio. Su cercanía con el cuerpo de Jungkook sólo hace que el instinto de alfa de Taehyung se despierte un poco, que no tenga ese acero sobre el cuerpo en semanas le despeja la mente, pero aun está débil, delirante a palabras del omega.
—Deja de hablar —susurra Jungkook y sus pasos se frenan de golpe al sentir la nariz de Taehyung sobre su cuello, buscando el aroma que Jungkook sabe muy bien camuflar.
—Déjame oler —demanda y Seokjin tras ellos los insta a agacharse. La voz de Taehyung suena alto y hay un guardia cerca que no pueden arriesgarse a ser vistos.
—Si no cierras la boca ya, te cortaré la cabeza a ti también —le dice coz baja y firme. Al alfa no le detiene su amenaza.
—Eres mi guardia —le recuerda y Jungkook lo mira a la cara. Está débil, alucinando casi y es preso de sus instintos, haber estado reprimiendo a su lobo por días despertó esa necesidad de pronto—. Déjame olerte —vuelve a demandar y no permite que Jungkook se aleje.
—Van encontrarnos si no se calla —dice Seokjin y los omegas se miran a los ojos. Jungkook entiende esa mirada y gruñe con los colmillos a la vista.
Lo que hace está en contra de sus principios y mucho más con ese alfa estúpido que no deja de balbucear tonterías. Toma aire y cierra los ojos, el lobo dentro suyo parece despertar un poco y permite que el olor a fresas salga un poco. Se filtra en el aire y se combina con los olores desagradables que hay rodeándolos, pero llama la atención de Taehyung. El alfa se endereza y se acerca un poco más a Jungkook, el omega se queda tieso como piedra cuando siente la nariz de Taehyung sobre su cuello.
El alfa está inclinado y se restriega descaradamente en su piel, gruñe un poco y hace que Jungkook tiemble bajo su capa. Seokjin intenta ignorar la situación, pero lo cierto es que no puede. Jamás ha visto que Jungkook permita que nadie se acerque de más a su cuello y ha aprendido a dormir a su lobo tan bien que pocas veces logran olerlo lo suficiente.
A Taehyung en cambio, le fascina. El olor lo transporta a sus recuerdos en el palacio, sus noches de vigía mientras el omega lo cuidaba a unos metros tras suyo, sus entrenamientos y todas las actividades que solía hacer y que sólo requería la presencia de ellos dos, sin que nada ni nadie pudiera interrumpirlos.
Siempre supo acerca del lobo del menor. No era común que un guardia se tensara cada vez que un alfa distinto estaba cerca, tampoco que solía cuidar el cómo se miraba. Aunque su cuerpo era grande y fuerte, fornido, seguía siendo más pequeño que Taehyung, en altura y anchura, aunque la diferencia fuesen centímetros mínimos.
Taehyung se deja llevar el aroma, se embriaga lentamente de las fresas y sonríe un poco, sólo un poco. Aspira una ultima vez y cuando se ha tomado todo el tiempo suficiente para que el aroma se guarde en su memoria, se aleja lentamente de la piel del omega. Jungkook lo mira a los ojos y agradece que sea de madrugada porque siente la cara roja, ardiente como el sol del verano en el reino y tiene que sostenerse a sí mismo para la sorpresa de la situación no lo haga caer.
S miran a la cara, la luz apenas puede iluminar un poco el rostro de Jungkook, pero los ojos de Taehyung brillan en dorado en medio de la noche, como una lámpara que puede iluminar l bosque. Hace a Jungkook tragar duro.
—Vámonos —Seokjin susurra y hace que el contacto visual entre los dos se termine. Jungkook no espera otra palabra, se pone de pie y vuelve a tomar a Taehyung por los hombros para ayudarlo a caminar.
—Yoongi está en el puente esperándonos —habla y Seokjin hace una mueca.
—¿Cómo supieron que salimos?
—Estabas extraño esta tarde y cuando nos enviaste a dormir te vi ir a celdilla —susurra y los tres caminan apurados entre las sombras, por detrás de las casas y entre las calles adoquinadas. No hay ruido alrededor pero el rio se escucha fluir cada vez más cerca—. Luego vi que lo sacabas y te seguí, Yoongi me siguió a mí y me di cuenta hasta el rio.
—No tenías que venir —Jungkook se detiene y lo mira.
—¿No? Estaban a punto de matarlos en la taberna de Dongha. Si no fuera por mí estarían muertos, deberías ser más agradecido. Soy yo quien debería estar enojado —retoma su camino en silencio y cada vez más rápido, el miedo por ser descubierto a flor de piel.
No tardan mucho en llegar al borde el rio y Yoongi está ahí, acompañado de una lampara de aceite que llama su atención. Corre a Seokjin cuando lo ve cojear y lo toma de la cintura para ayudarlo en el camino.
—¿Qué pasó? —pregunta y lo único que recibe es silencio. Seokjin lo toma de los hombros y niega con la cabeza, no tiene humor para dar explicaciones y la sangre que fluye de su pierna le corta la respiración, siente a Yoongi como si fuese él mismo y baja la cabeza. Si lo mira sabe que va a ceder y soltarlo todo, no está listo para eso.
Cruzan el puente en silencio, con la madera chillando bajo sus pies y suben colina arriba, perdiéndose en las sombras y la densa oscuridad del bosque frío. Sus pasos pesan y la tormenta de nieve que empieza a caer sólo los hace temblar cada vez más. Taehyung mira a Jungkook de nuevo y se toma el tiempo de apreciarlo de tan cerca por primera vez.
Su piel es blanca, pálida. La punta de su nariz está roja al igual que sus labios y están partidos por el ambiente helado. Su cabello negro se guarda bajo la capucha de su capa negra y la mirada café le trae de más. El color de sus ojos no es extraño, al contrario, es común, pero hay un brillo en ellos que los hace resaltar un poco más. Como si hubiera estrellas en los mismos y aunque no es un omega puro, su aroma y ojos son para todos, raros.
Llegan a la cabaña cuando está a punto de amanecer, han pasado toda la noche fuera de la misma y a lo lejos, se ve el sol salir un poco y asomarse en el horizonte, con los pequeños rayos de luz. La tormenta ha bajado un poco, aunque sigue haciendo viento y los copos de nieve se les quedan en los cabellos.
Miyeon sale corriendo de la cabaña y se acerca a Seokjin de inmediato al verlo herido. No sabe cuanta sangre ha perdido, pero comienza a sentirse débil. La beta y Yoongi se encargan de meterlo en la casa y la mujer habla antes de que Jungkook lleve a Taehyung a la celdilla.
—Llévalo dentro —ordena y el omega se detiene. Taehyung sigue casi dormido, con las piernas débiles y la mirada perdida, el olor a pino cada vez más fuerte y llama la atención de su lobo. Suspira y hace lo mandado. Arrastra al alfa a la cabaña y cuando están dentro, Taehyung apenas puede ver un poco del interior y se queda de pie en medio del lugar.
Se sostiene de la pared de madera y se aspira el aire medio cálido de dentro. Huele a aromas combinados. Pino y cereza, un poco de fresas y algo de caldo que proviene de un cuartito al lado donde hay una parrilla hecha de madera y piedra bajo la cazuela en la que suelen llevarle comida, unos banquillos adornan alrededor de una mesa vieja y hay cuatro catres en una sola habitación.
Las cobijas están delgadas y gastadas, con unos hoyos en algunas partes, pero lo que más llama la atención de Taehyung es lo acogedora que se ve. Es cierto que no hay mucho espacio en el lugar, pero siempre se imaginó a si mismo con su familia en una casa pequeña, compartiendo habitación con su hermano mayor, tal vez jugueteado sobre quien se quedaba en la cama más grande, aunque a él no le hubiera importado que su hermano la tomara. Y estos lo tienen, quizá no es por gusto sino por necesidad de que no pueden dormir en espacios distintos, pero ellos no saben que a Taehyung le hubiera encantado tener algo de eso.
Yoongi echa con cuidado a Seokjin sobre su catre y el alfa gruñe cuando le alzan la pierna para revisarla. El alfa usa su daga para romper el pantalón y dejar ver la herida en su piel. Es mucho más profunda de lo que creían y es sorprendente que haya aguatado tanto tiempo sin desmayarse. Miyeon saca de un baúl unas hojas y las vierte en un tazón de metal, las muele un poco y las combina con agua. Menta fresca y un poco de hojas de romero que hacen una mezcla espesa y verdosa.
—No grites demasiado —pide la beta y en cuanto termina de decir, unta un poco de la mezcla sobre la herida. El omega grita y muerde sus labios, se mueve por instinto para evitar que el ardor en la herida abierta siga aumentando, pero el alfa a su lado lo sostiene y sólo se mueve el catre de un lado a otro.
Taehyung observa con ojos curiosos lo que sucede, no tiene nada que le impida huir, no hay acero sobre su cuerpo que lo domine o lo debilite. Se siente cansado, sí, pero nada que no pueda soportar y si se obliga a mantenerse despierto puede bajar la montaña y cuando esté en un distrito pedir ayuda, puede-
Pero esa línea de pensamientos lo abandona cuando ve que la herida del omega poco a poco deja de sangrar y Seokjin deja de pelear porque lo suelten y dejen de echarle la mezcla sobre la pierna. No sabe qué es lo que pasa ni qué lo obliga a no irse, pero, aunque el pensamiento de huir sigue presente, lo ignora y sólo se acerca un poco más a un catre que hay ahí. Se deja caer y llama la atención de Jungkook que por primera vez en la noche es consciente del verdadero estado del alfa. Su aroma a resina de pino se vuelve cada vez más denso y amargo, lo hace marear. Tiene el cuello rojo y una enorme marca causada por el collar de acero que tenía antes, la cara la tiene sucia al igual que el cabello húmedo por la nieve que se empieza a derretir por el calor de su cuerpo.
Sus ojos hundidos son la prueba de que tan poco ha dormido y no es el mismo heredero que conocía hace semanas atrás. Es mas delgado y menos fuere que antes, más pálido y se ve lo poco que ha descansado por la forma en la que aprieta los ojos para evitar que se le cierren por sí solos.
—¿Estás bien? —su pregunta llama la atención de más de uno en la habitación, sobre todo por el tono preocupado con el que habla y Taehyung alza la vista sorprendido.
—Hace mucho frío —dice y se abraza a sí mismo. Jungkook hace una mueca y se atreve a ponerle una mano en la frente.
Arde en fiebre. Su cuerpo tiembla un poco y Jungkook suspira antes de quitarse su propia capa y dejarla sobre un tercer catre. En otro, despeja el catre de las cobijas e intenta a duras penas, hacerlo un poco más cómodo de lo que puede ser. Un cojín relleno de telas de lino ya casi deshechas es lo ultimo que Jungkook coloca en el catre antes de tomar a Taehyung de los hombros y ayudarlo a acostarse.
El alfa se deja hacer, demasiado ido en la crecente calentura en su cuerpo y agradece en voz baja cuando siente las cobijas y la capa del omega encima cubrirlo. Mientras Miyeon limpia con un trapo y agua limpia la herida de Seokjin, y Yoongi habla con el omega sobre lo que ha sucedido en Goyang, Jungkook aprovecha para ir por más agua y otro trapo.
Remoja el trapo y se lo pone en la frente al alfa, el mismo se deja hacer y eso sólo sirve para que Taehyung sienta al omega cada vez más cerca y se pueda embriagar del aroma a fresa que lo caracteriza. La apatía en el rostro de Jungkook desaparece por segundos, pero su ceño se frunce de nuevo cuando se da cuenta que Taehyung lo mira directo y a cada uno de sus movimientos.
—Gracias —dice Taehyung cuando Jungkook le limpia el rostro con el trapo húmedo. El omega hace una mueca.
—¿Por tenerte aquí? —pregunta sin mirarlo a la cara y no admitirá en voz alta que la mirada dorada del alfa le pone los pelos de punta y las piernas le tiemblan, odia sentirse como un omega cuando un alfa lo mira de la forma penetrante como lo hace Taehyung.
—Por salvarme.
—Apuesto que tu orgullo de alfa se siente herido por eso.
—Un poco —admite y cierra los ojos, dejándose llevar por la sensación de ser cuidado—, pero no importa. Omega o no, sigues siendo digno de cuidar mi vida.
Jungkook detiene sus movimientos y lo mira a la cara, espera que el alfa abra los ojos y lo mira, quiere que lo mire cuando dice ese tipo de cosas porque es lo único que lo dejará tranquilo durante los próximos días. El alfa parece oír sus pensamientos porque después, lo único que mira es ese par de ojos dorados y brillantes como el sol del verano en su punto más alto en el cielo.
Las manos de Jungkook tiemblan y su aroma a fresas parece agriarse sólo un poquito por los nervios. Taehyung se atreve a sonreír y no sabe que eso pone todavía más nervioso al omega a su lado pero tampoco le aparta la vista. Le mira el rostro y disfruta la vista, llama su atención la cicatriz en su pómulo y sus cabellos despeinados no son impedimentos para que se vea... atractivo.
Se pone serio de pronto. El pensamiento le arremolina la mente y tiembla de nuevo por la calentura. Jamás antes pensó en el omega de una forma diferente a que sólo era su guardia personal y que además, hacia tareas extras como ser su mayordomo la mayor parte del tiempo. Le gustaba hacerlo enojar y se escapa a la torre del ala oeste el palacio donde sabia que sólo Jungkook podía encontrarlo. Solía molestarlo con diferentes cosas y lo retaba con sus acciones. Era el único con quien el alfa podía ser él sin miedo a nada, quizá porque era el heredero y Jungkook no tenia ninguna autoridad de mandarlo, cualquier queja por parte del alfa sería castigada y Jungkook nunca pasaba esa fina línea entre la confianza del alfa.
—Cuidar tu vida ya no es mi trabajo —el alfa lo escucha atentamente pero no lo mira de nuevo—. Pero no dejare que muras sin que hagas algo al respecto.
—¿Te refieres al reino? Hoy vi muchas cosas que jamás imaginé. Las cocineras solían decir algo, pero-
—Nunca creíste que fuera cierto —calla y deja que Jungkook hable mientras lo limpia e intenta bajarle la temperatura con el trapo—. Las cocineras son de las pocas personas que tienen contacto con el pueblo fuera del palacio. Hacen las compras en Daegu y cuando no las hay en el distrito, tienen que viajar hasta otro para encontrar lo que sea que su alteza necesite —le reprocha y Taehyung suspira.
—No sabía nada, ¿de acuerdo? No puedes culparme.
—¿Culparte? ¿Por qué haría eso? Sólo eres el maldito heredero y o sabes nada del maldito lugar que vas a reinar. Quieres ascender, pero ni siquiera tienes la capacidad para hacerlo.
—Mi ascensión es algo inevitable —susurra—, y también iba a ser inevitable que supiera sobre el reino. No puedo pensar que en serio odian a mis tíos. El alfa de la taberna- quería matarme.
—Lo hubiera dejado —Jungkook le dice—. Así tal vez no estaríamos teniendo esta conversación y no estaría soportando tu voz.
—Perdón —dice y Jungkook niega.
—¿Sabes por qué dices perdón en primer lugar?
—Por no saber nada —se atreve a decir y Jungkook suspira.
—No pidas perdón. Arreglaremos esto con o sin ti, y si hay que matarte para eso-
—¿Y si quiero ayudar?
—No necesitamos de tu ayuda, alteza. Solo necesitamos que el reino de verdad te busque para poder usarte de canje —dice esto ultimo antes de ponerse de pie nuevamente y dejarlo tumbado.
Taehyung aspira el ultimo aroma a fresas que dejó a su alrededor y con los ojos nublados y la cabeza dando vueltas, se queda dormido. Jungkook lo ve respirar lentamente y algo en su interior se revuelve, siente una presión el pecho por creer que Taehyung en serio va a cooperar de ahora en adelante, pero teme que el alfa sólo esté mintiendo. Si algo sabe bien él es que no debe de confiar en nadie de la familia real. Son viles, despiadados y sádicos, usan las peores formas de tortura para asesinar a cualquiera que se cruce en su camino.
Taehyung ha sido criado por esas personas, pasó toda su vida bajo el ala protectora de esos seres, es igual a ellos. Son el corazón frio y solo velando por su propio bienestar. Desde que lo conoció ese primer día en el palacio el alfa siempre se demostró como lo que era en realidad, un alfa puro y arrogante, siempre enaltenciéndose a sí mismo para sentirse mejor. No le interesaba para nada lo que sea que el resto en el palacio fueran pensar de él, mucho menos le iba a interesar la gente del pueblo. A la nobleza eso no l interesaba.
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