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—Estoy bien —le respondo. Él no luce interesado en recabar más en el asunto, así que tampoco me molesto en inventar una excusa— ¿Qué haces con mi teléfono?

—Dijiste que me lo prestarías después de la llamada.

Sus ojos no dejan la pantalla. Camino hacia él, dando pisotones que se hunden sobre el suelo alfombrado, y se lo arrebato de las manos.

—Por treinta segundos. Y dije que te lo prestaría, no que lo cogieras sin más —el rostro se le descompone, pero no intenta refutar y tampoco intenta volver a quitármelo. Tenía abierta la cámara del celular. Reviso la galería, y está atestada de fotos desenfocadas de Jungkook, de rincones del hostal, del cielo y de los otros dos chicos, los vampiros, desayunando. No me molesto por el hecho de que probablemente se terminó el espacio de mi celular sin mi consentimiento, sino que contengo las ganas de reír. Jungkook sonríe en todas las fotos, mostrando los colmillos. No pienso borrarlas, por asuntos... científicos— ¿Qué estabas haciendo?

Se cruza de brazos y se apoya en el marco de la puerta, encogiéndose de hombros.

—Tienes aplicaciones raras, solo pude identificar la cámara —las mejillas se le encienden, aunque se esfuerza por mantener el semblante lleno de indiferencia. Me parece fascinante que una criatura sin ni una gota de sangre en el cuerpo (a excepción de la que seguramente bebe) pueda sonrojarse. Los ojos se le encienden—. También estaba ésta aplicación. La de... La de la nota musical —muestra los colmillos por un instante—. Esa me gustó.

Me sonrojo también, ante el pensamiento del vampiro rebuscando entre mis playlists. Son un revoltijo sin sentido de unos cuatrocientos géneros musicales diferentes, y hay ciertas canciones que incluso me avergüenzan un poco. ¿Se habrá encontrado con mis gustos culposos?

—¿Estabas escuchando música?

—Sí, sí. Eso —mueve la mano restándole importancia, y señala el teléfono con su dedo índice—. Me gustó una en especial. La de la portada con... Con las personas... —frunce el entrecejo intentando recordar y mueve las manos en el aire, como intentando actuar la portada del disco. Bufa—. La de las personas con la cara ensangrentada.

Me toma unos segundos entender a lo que se refiere, pero todos los músculos del rostro se me relajan cuando por fin reparo en el disco al que se refiere, principalmente porque la portada es tan icónica que tuve mi pared empapelada con posters de ese disco cuando tenía quince años. Ni siquiera intento tragarme la carcajada esta vez. Resulta que el chico no solo es un vampiro, sino que es un vampiro emo.

—¿Te gustó Three cheers for sweet revenge?

—Como sea que se llame —vuelve a señalar el teléfono en mi mano, y me mira con ojos insistentes y muy abiertos. Se inclina hacia mí, y sé que lo hace con la intención de ver mejor la pantalla, pero no puedo evitar que el aire se quede atrapado en mi garganta. Mierda, es un monstruo. Mierda, es un chico (con colmillos, además). ¿Cómo puede verse tan bien apenas levantado?— Ponla.

—¿Qué?

—Ponla. La canción.

Me quedo en blanco por un momento, solo mirándolo a los ojos. Se ven aún más grises de cerca, como los nubarrones en el cielo antes de la tormenta. Carraspeo, sosteniéndole la mirada.

—No es una canción. Es un álbum. Y tenemos que desayunar.

Eso lo atrapa desprevenido, porque las pupilas se le dilatan y deja los labios abiertos solo un poco en un gesto incrédulo. Los aprieta de repente, con esos dos bultitos en el labio superior, y la arruga en medio de sus cejas vuelve a surgir. En menos de un día conociéndolo puedo asegurar que Jungkook pasa el 95% del tiempo con el ceño fruncido.

—¿No recuerdas el nombre de la canción? —intento preguntar.

Él se aleja de golpe y aparta la mirada, aclarándose la garganta. Sus mejillas vuelven a ponerse como manzanas.

—No me fijé en el nombre.

Río, porque no sé qué más podría hacer. Jungkook se encoje, creyendo que me estoy riendo de él, pero termina por reírse conmigo mientras salimos de la habitación. Le doy una mirada rápida a Jay, aún tirado y (espero) inconsciente, antes de cerrar la puerta.

Termino por poner el álbum mientras bajamos las escaleras, y Jungkook escucha con atención, entrecerrando los ojos. Se cruza de brazos, y empieza a negar con su cabeza. Una y otra vez, con mucho énfasis. No, no, esa no, tampoco esa.

Sus ojos se encienden cuando estamos por entrar a la cocina, y me arrebata el celular de un tirón, acercándose demasiado a la pantalla. Los nubarrones que tiene por ojos brillan, como si tuvieran al sol detrás, y muestra los colmillos en todo su esplendor.

—Es esta. Es esta. Taehyung —pasa su brazo alrededor de mi cuello y me acerca a él, con el celular entre su oreja izquierda y mi oreja derecha.

Estamos parados en el umbral de la puerta, a un paso de entrar al comedor, y cinco pares de ojos caen sobre nosotros. La mitad son poco disimuladas muecas de horror, la otra mitad son rostros descompuestos y sorprendidos. Levanto una mano y saludo a los chicos, ignorando las miradas de desprecio puro de la mesa de los vampiros y fijándome en la mesa de mis amigos. Sus miradas, en realidad, lucen tan asqueadas como las de los vampiros. Les sonrío, con son algo de vergüenza. Joshua tuerce los labios y levanta una ceja, moviendo las manos en un gesto que dice ¿Qué mierda, Kim Taehyung? ¿Fraternizando con los vagabundos?

Tengo la intención de separarme de Jungkook. En serio, es lo primero que pienso. Ya tengo la mano flotando encima de la suya para zafarme de su brazo, pero no consigo hacer nada. La canción. Me deja paralizado. No la había escuchado en un largo tiempo, y sinceramente es la que menos esperaba escuchar cuando Jungkook mencionó que le gustó una de este álbum. Mi mano se aleja de la de Jungkook y la dejo caer. Trago saliva. The Ghost of You.

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2023 ]

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