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[ 14:3 ]

La ayuda de Jungkook resulta bastante útil. Él se encargó de la camioneta, así que sabe cuántas veces tenemos que remojar las balas para que la esencia de la sangre de conejo sí quede impregnada. Dicha camioneta está estacionada detrás de nosotros y abarca gran parte del garaje. Es negra, así que la sangre seca pasa desapercibida, siendo notoria solo en las ventanas de los laterales.

Cubrimos la mesa con plástico y dejamos ahí las balas a la espera de que la sangre seque. Jungkook nos cuenta que, en realidad, hicieron falta muchos más conejos de los que trajo para cubrir toda la camioneta, y yo le digo un merecido Te lo dije, te dije que no debiste salir solo esa noche. Jungkook lo acepta, avergonzado, y toda esa conversación nos obliga a contarle lo sucedido esa noche a Joshua (omitiendo, obviamente, el desastroso beso en la cocina).

—Saliste —dice con incredulidad, contemplándome aún con la mano hundida en un recipiente con sangre. El olor es intenso y hace poco abrimos una pequeña ventana para no vomitar. El único inmune al aroma es, claramente, el vampiro en la habitación—, y mataste a un Feráseo. Por Taehyung —ahora admira a Jungkook. Ambos asentimos y Joshua bufa, sin creérselo—. Qué historia de amor tan retorcida, y eso que creí que el acto heróico de Soobin en la terraza había sido lo más romántico de estas vacaciones.

—No fueron vacaciones —digo.

—Es lo más cercano que he tenido a unas. No hay playa en Tearscolm, y nunca he salido de la ciudad —Joshua saca la mano y la sacude un poco. La sangre le salpica la camiseta y el rostro. Se limpia con la mano—. Deberíamos ir a la playa cuando salgamos de aquí. Eh..., ¿no es un problema para ustedes? Lo digo por el sol y eso.

—Es un mito. Un mito muy tonto —replica Jungkook, haciendo lo mismo que Joshua con su mano ensangrentada. Una gota de sangre salpica la punta de su nariz y la limpio con el pulgar.

—De todos modos, ¿el sol no es malo para su piel? Mírate, eres más blanco que una hoja de papel.

—Los vampiros no nos enfermamos —dice Jungkook, repitiendo lo que me dijo en la mañana, pero con un tono de voz completamente diferente. Joshua se encoge de hombros y continúa con su labor, con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Ya sabemos lo primero que haremos cuando salgamos, entonces —murmura.

Continuámos pintando las balas por una hora aproximadamente. Yeonjun y Sunoo están arriba en la terraza practicando con las armas y los silenciadores, los vampiros están haciendo sus maletas en el segundo piso y Jeonghan (que se negó rotundamente a siquiera acercarse a la sangre o a matar a un inocente pájaro en la azotea) está dividiendo la comida que nos queda en raciones para el largo viaje que haremos hacia otra ciudad y, en el peor escenario, para sobrevivir fuera del hostal si no salimos de Tearscolm. Joshua sube a su habitación para limpiarse la sangre y Jungkook y yo hacemos lo mismo en la cocina.

—Hola —saluda Jeonghan cuando entramos. Tiene el cabello rubio agarrado en una coleta y las mangas arremangadas. Nos presta atención por dos segundos antes de regresar a la tarea de guardar organizadamente latas de frijoles enlatados en un bolso—. Ustedes no cargarán armas en el escape, ¿cierto? Solo los que lo hagan pueden desayunar hoy. Bueno, ni siquiera sé por qué te lo pregunto a ti —resopla y se ríe un poco mirando a Jungkook. O asume que no necesitará energía porque es un vampiro o unió cables y sabe que Jungkook tiene energía de sobra ahora mismo. No importa cuál sea el caso, Jungkook gira la cabeza con vergüenza—. ¿Qué hay de ti, Taehyung?

—Supongo que... estaré con Jay en el escape —trago saliva cuando siento la mirada intensa de Jungkook sobre mí—. Él dirá cosas importantes que ustedes tienen que saber. Siente a las bestias, y probablemente también al Gran Demonio. Supo cuánto faltaba para que llegara. Está conectado a él... Supongo.

—Bien, bien, ¿crees que necesites de energía extra para comunicarte con él? —empieza a envolver un sándwich de pan integral con queso—. Solo podemos llevar las cosas enlatadas, así que lo mejor sería terminarnos lo que podamos ahora, pero las defensas son la prioridad. Tenemos comida para unos cinco días si la racionamos bien, eso sin tener en cuenta la comida que nuestros padres traerán. Dios, mataría por un rollo de canela de mamá...

—La camioneta es grande, pero estar —Jungkook no deja de mirarme como si estuviera diciendo la peor barbaridad que se podría imaginar. Carraspeo y abro el grifo, fregando mis manos hasta que la sangre sale— cerca de Jay me hace sentir débil. Comer algo no... no me hará mal.

—Bien. Ten, sorpresivamente los lácteos no se han echado a perder aún —me pasa el sándwich. Miro a Jungkook antes de agarrarlo—. También hay un poco mermelada de piña en el segundo gabinete y más pan. La leche... puedes tomar lo que quieras. No la podemos llevar. Tampoco exageres; no queremos a nadie con dolor de estómago en medio escape... ¿Quieres té?

Jeonghan termina de envolver los sándwiches para los demás, bastante satisfecho con su trabajo. Se dirige a la cocina y apaga el fuego antes de tomar con cuidado una olla con té. Saca una taza y empieza a verterlo, oliendo el aroma a frutos del bosque y sonriendo. Jungkook está limpiándose el rostro con un trapo.

—Creí que estabas molesto esta mañana —digo, tomando asiento en un banco de madera frente a Jeonghan. Él se encoge de hombros y le da un sorbo al té.

—La resaca me pone de mal humor, pero hacer tareas domésticas... No lo sé, me distrae. Además, no creí que sería tan fácil. Choi Namgil tiene todo lo necesario para sobrevivir a un apocalipsis. Ya organicé las reservas de la señora Kim, pero hay muchas cosas que aprovechar aquí. ¿Sabes cuántos kits de primeros auxilios tiene el señor Choi?

—Ni idea, ¿tres? 

—¡Tiene siete! Es lógico que tenga varios, porque es dueño de un hostal, pero ¿siete? Es como si hubiera estado esperando un apocalipsis desde hace años, con toda la comida enlatada...

Jeonghan se ríe y niega con la cabeza, dándome la espalda para sacar la leche de la refrigeradora y pasármela junto a un vaso de vidrio. Le agradezco en un susurro y me sirvo un vaso mientras observo la espalda tensa de Jungkook. Solo él y yo sabemos que Choi Namgil y mi mamá llevan años preparándose para esto. Llevan preparados para el apocalipsis desde que estaban en la universidad.

—¿Has sabido algo de Jay esta mañana? No ha hablado con ninguno de nosotros. Además, te ves bastante tranquilo y siempre estás tenso cuando está cerca —menciona Jeonghan, sacando latas de atún. Trago un pedazo de pan y él me ofrece una sonrisa—. Nunca entendí por qué te ponías tan tenso de repente cuando nos reuníamos. Creí que nos odiabas en secreto, Kim Taehyung. Me alegra que haya sido un demonio del infierno en lugar de eso.

Me río en voz baja dejando el pan a un lado y me concentro en el vaso de leche. Es verdad que no he visto a Jay desde que me dejó solo con Jungkook. Estos últimos días ha estado actuando bastante extraño. Dándome mi espacio, siendo cauteloso, advirtiéndome de las cosas pero dejándome a mí la decisión de qué hacer con esa información. Ha hablado más con mis amigos de lo que ha hablado conmigo desde que desperté del pequeño coma en el que él me indujo. Y no es que esté celoso, pero me sigue preocupando lo que puede hacer con ellos ahora que tiene tanta libertad.

Se irá hoy. Apenas pongamos un pie fuera de Tearscolm, se irá.

Solo tengo que aguantar unas horas más, pero es cierto que su presencia en el último día del plan es vital. Tenemos que salir de la ciudad lo más pronto posible si queremos evitar encontrarnos con Santalan, y para eso necesitamos de dos cosas: el permiso del señor Namgil y el visto bueno de Jay. Él sabe qué tan lejos está el Gran Demonio, así que él sabrá cuándo será el momento perfecto para salir del hostal.

—No, no lo he visto desde ayer —admito. Jeonghan hace un sonidito con la garganta y termina de guardar la comida sin añadir nada más.

Jungkook cierra el grifo y se seca las manos en la parte delantera de su pantalón. Rodea la encimera y se sienta junto a mí, refunfuñando en voz baja. Le ofrezco el sándwich y él le da un mordisco sin mirarme.

—¿En serio irás junto a Jay en el viaje? —pregunta, recostándose contra mí. Reposo mi cabeza contra la suya.

—Tengo que hacerlo. Sé que él es capaz de comunicarse con ustedes ahora, pero será más rápido si me dice lo que tenemos que saber a mí. Además, debe estar cerca para romper el vínculo.

—Con un beso.

Me quedo en silencio un momento y suspiro.

—Sí, un beso.

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2024 ]

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