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Sobrepensar sobre mi situación con Jeon Jungkook drena mis energías y empiezo a dormitar. Mis ojos se cierran por cuenta propia por lo que parecen segundos, pero la velocidad con la que el cielo se oscurece por la ventana me indica que son horas. Escucho a lo lejos el caos que están armando mis amigos en la planta baja, así que decido echar un vistazo. Mamá siempre dijo que era la única sobria en las fiestas universitarias y que es lo mejor del mundo ver las cosas ridículas que hace la gente ebria.
Las luces están apagadas cuando bajo, pero la radio sigue encendida a un volumen demasiado alto. Joshua y Jeonghan están en el comedor, riéndose como si no hubiera mañana con un vaso casi vacío en la mano de cada uno. Jeonghan agarra la botella de la mesa y le da un largo trago.
—¿Sabes..., Joshua... ? —dice, con los ojos entrecerrados y una mueca boba y ebria en el rostro. Su cabeza cuelga como si estuviera dormido— No le digas... a nadie... —hipa, y Joshua se ríe—. Siempre fuiste... mi favorito.
—Tú también —Joshua hipa dos veces y se ríe de sí mismo—. Deberíamos casarnos cuando salgamos de aquí.
—Sí, pero no como pareja, ¿sabes? —Jeonghan cierra los ojos y frunce el ceño, levantando la botella—. Una boda de amigos.
—Mejores amigos.
—Los... mejores —ambos levantan sus vasos (Jeonghan la botella) y hacen un brindis torpe— ¡Salud!
Me rio. No lo contengo y me rio a todo pulmón, porque de todos modos ninguno me escucha. Están atrapados en su burbuja de alcohol ellos solos, separados del mundo. Me pregunto si recordarán la pesadilla que es nuestra vida ahora mismo (de seguro no, porque el volumen de la radio es la cosa más imprudente que pudieron hacer). Tal vez beber no sea tan mala idea, si va a hacer que olvide todo...
Decido hacernos a todos un favor y me dispongo a apagar la radio, pero la canción que suena es Maybe de The Ink Spots. Mamá escuchaba su música todo el tiempo. Decía que podía imaginarse a sí misma sobreviviendo al fin del mundo escuchando esas canciones. Se imaginaba sintonizando la radio cuando todo acabara. Cuando en las calles solo quedaran restos de lo que Tearscolm fue alguna vez.
Silencio.
Silencio porque todos estarían muertos, pero ella y yo sobreviviríamos, porque estaríamos vivos. Entonces ella terminaría de sintonizar la radio y estarían poniendo música de The Ink Spots y ambos bailaríamos. Kim Sooyoung bailaría con su pequeño hijo de once años porque el Gran Demonio podrá haber destruido a toda una maldita ciudad entera pero nunca nos destruiría a nosotros.
No la puedo apagar, así que solo bajo el volumen.
Joshua se queda dormido en el hombro de Jeonghan mientra este balbucea sobre lo mucho que nos ama, a todos, y lo feliz que está de haber pasado estos días con personas tan maravillosas.
La luz en la oficina del señor Choi está encendida y se cuela por una pequeña abertura. Escucho un sonido extraño provenir desde el interior, como de algo estampándose contra el suelo, seguido de un golpe seco contra el escritorio. Suena como si un animal salvaje hubiera entrado por accidente y estuviera haciendo de la oficina un verdadero caos. Sé que ahí hay muchas cosas importantes para mamá, así que me acerco con precaución y trago saliva antes de abrir la puerta.
Me echo para atrás por inercia, esperando que el conejo/ratón/demonio se lance sobre mí. No sé bien qué esperaba encontrar. Incluso me hubiera parecido más razonable hallar a Jay, que mágicamente hubiera masterado el arte de agarrar objetos como un verdadero poltergeist y se hubiera vuelto loco lanzando libros. Tal vez los conejos muertos de Jungkook volvieron a la vida y había una manada de conejos-zombies en la oficina de Namgil haciéndose un festín con las cartas de mamá. Ver al mismísimo Gran Demonio sentado frente al escritorio y que me salude, cualquier cosa.
No esto.
Kim Sunoo, el bebé que, según su madre, tardó tres años en decir su primera palabra (no fue mamá ni papá, fue ayuda), el niño que almorzaba solo en los baños del colegio Bulgogi y pasaba sus tardes en la biblioteca de su abuelo porque no tenía amigos, el mocoso al que básicamente obligamos que sea nuestro amigo en los recesos de la iglesia está sentado sobre el escritorio de Choi Namgil (aplastando con su trasero y sin ni una pizca de pudor las cartas escritas por mi madre).
Es una enredadera enloquecida de piernas y brazos alrededor de Jeon Riki, quien está parado frente a él, dándome la espalda. Los sonidos que emiten los dos son lo más obsceno que he escuchado en toda mi miserable existencia. Se están besando, o están teniendo sexo completamente vestidos, no sé, no quiero saber. Cuando Riki deja de besarlo en los labios para bajar por su cuello, Sunoo echa la cabeza hacia atrás gimoteando su nombre y cerrando los ojos y decido que es suficiente.
Cierro la puerta con demasiada fuerza, sin poder creer que el niño tímido de mejillas regordetas y sonrojadas que se molestaba cada vez que Jeonghan y Joshua hablaban de sus experiencias alocadas en fiestas de universidad pudiera ser capaz de hacer esas expresiones.
Por Dios. Ahora sí quiero beber.
Jeonghan y Joshua están completamente noqueados, y la botella que Jeonghan tenía está vacía. El recibidor del Black Owl apesta a alcohol, y solo el olor me parece desagradable. No, no quiero alcohol, solo me serviré un vaso de agua y volveré a subir. Dormiré y mañana veré a todos mis amigos con la peor resaca de sus vidas y me burlaré de ellos (mientras les preparo algo para la resaca, porque no soy tan insensible). Sí, solo necesito ir a la cocina y servirme agua del grifo. O buscar algo que sirva entre las reservas que mamá envió con Namgil.
Jeon Soobin y Choi Yeonjun me dan una cálida bienvenida apenas pongo un pie en la cocina. Soobin está sentado en el suelo con la espalda pegada a uno de los gabitenetes. Aún sostiene un vaso de plástico casi vacío en la mano mientras Yeonjun, vendado como una momia, sentado a horcajadas encima de él y moviéndose descaradamente contra Soobin, lo besa. No hacen tanto ruido como Riki y Sunoo, pero el sonido completamente gutural y profundo que sale del fondo de la garganta de Soobin antes de que suelte el vaso y agarre la cintura de mi mejor amigo me convencen de que lo último que quiero es estar aquí por un segundo más.
Dormir. Necesito volver a dormir.
Subo las escaleras de dos en dos, intentando despejar la mente.
Sé que Yeonjun tuvo una novia cuando teníamos quince años y lo escuché hablando con Joshua sobre cómo hacer... cosas con ella. Habíamos tenido una pijamada en la casa de Sunoo y todos estábamos dormidos menos ellos dos. Yo bajé a la cocina porque el maldito refrigerador de los Kim hacía tanto ruido que no podía conciliar el sueño. Ellos estaban apoyados contra el mesón y Joshua hacía movimientos extraños en el aire con sus manos. Yeonjun prestaba mucha atención e intentaba imitarlo. Intenté escuchar de qué hablaban, y me fui apenas discerní las palabras a ellas les gusta que las toquen ahí por parte de Joshua.
Digo, era normal. Éramos adolescentes idiotas que apenas se descubrían y no tenían la confianza para hablar con sus padres (me refiero a ellos con falta de confianza, porque lastimosamente o no, siempre he sido de los que hablan de todo con mamá. Así que no se sorprenderá cuando le diga que me enamoré de un vampiro). Nuestras clases de educación sexual, porque obviamente el Bulgogi no las impartía, eran las historias de Jeonghan y Joshua. Y ellos dos son asquerosamente heterosexuales (dijeron que en una fiesta se besaron entre ellos estando ebrios, pero nada más).
Sé que nuestra comunicación se deterioró cuando discutimos y nos distanciamos, pero ahora no puedo evitar pensar si Sunoo y Yeonjun... no lo sé, salieron a experimentar cuando no estuve. Si accedieron a ir a una fiesta con Joshua y Jeonghan y ahí descubrieron que las historias pornosas de Joshua sobre chicas no eran lo único ahí afuera. Que estar con otro chico quizás era la mejor opción para nosotros tres.
Nosotros, ¿estoy incluído en ese grupo? Mi experiencia es nula. Siempre estuve demasiado ocupado lidiando con Jay como para pensar en chicas o chicos o sexo.
Hasta Jeon Jungkook.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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