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El resto del día es similar. Todos me miran como si ocultara algo mientras Jungkook me evita campalmente. Yeonjun y Sunoo se acercan un par de veces, pero lo único que consiguen de mí es una sonrisa apenada y un no sucedió nada mal actuado.
Los panqueques desaparecen en segundos. Mamá no envió una sola caja, fueron tres cajas de premezcla de panqueques. Yeonjun y Jeonghan, entre discusiones y un casi-asesinato con una espátula, prepararon todos. Se terminaron todos los huevos que la cocina del Black Owl tenía, pero sé que valió la pena cuando veo a los chicos sonreír como si hubieran ganado la lotería mientras comen los panqueques. Jeonghan luce abiertamente orgulloso, Yeonjun intenta ocultar que se siente igual, pero no se le da nada bien.
Alcanzo a agarrar un panqueque y me siento en el comedor vacío. Mamá pregunta en un mensaje de texto si todo está bien, si el Umbra no ha causado un caos, y le respondo que no se preocupe y se concentre en el plan de escape con Namgil. Ella tarda bastante en responder el último mensaje, pero dejo de preocuparme cuando veo a Namgil salir de su oficina con el celular entre el hombro y la oreja.
—Sí, Sooyoung. Los muchachos están perfectamente bien. Mis chicos se están ocupando de la camioneta, ¿hablaste con el resto de padres? —se queda callado y cierra la puerta. Aprieta los labios y asiente con la cabeza— Sabía que sería difícil convencerlos. ¿Debería llevar el diario para mostrarles pruebas? Oh, cierto. Taehyung tiene el... —repara en mi presencia y se queda callado. Me sonríe con vergüenza. Trago el panqueque y le devuelvo la sonrisa—. Hola, Taehyung —dice, alejándose del celular—, ¿crees que podrías devolverme el diario que, no tengo idea de cómo, terminó en tus manos, por favor?
Asiento con la cabeza, sintiéndome más avergonzado de lo que me he sentido en toda mi vida. No me atrevo a mirar atrás mientras subo de dos en dos las escaleras. Tampoco miro a Jungkook cuando entro en la habitación y lo veo cambiándose de ropa en el baño con la puerta abierta de par en par. La bañera está llenándose de agua y la luz del baño está encendida. Ni siquiera había notado que empezó a atardecer y oscurecerse afuera.
Agradezco que la oscuridad parcial del cuarto y el sonido del agua salpicando hacen que no me note. Saco el diario de uno de los cajones de la mesa de noche y paso una mano por la cubierta. Lo abro para mirar el retrato de Jungkook por una última vez, y luego miro al Jungkook real, dándome la espalda mientras se lava la cara. Su camiseta ensangrentada está en el suelo, y los músculos de su espalda están tensos. Creo escucharlo murmurar en voz baja, pero es difícil entenderlo con el sonido de la bañera llenando el cuarto.
Salgo del cuarto y me apresuro bajando las escaleras. El señor Namgil está parado frente a la puerta con una mochila colgada del hombro y una expresión impaciente. Le entrego el diario y me disculpo por haberlo agarrado con una reverencia torpe. Namgil me dice que no estuvo bien, pero que no es tan grave y me da unas palmadas en el hombro antes de agarrar el arma que descansa en el suelo y salir del hostal.
Tan pronto como cierra la puerta, siento que me he quitado un enorme peso de encima.
El alivio no dura ni medio segundo.
—¡Es nuestra última noche en este lugar, muchachos! —grita Jeonghan, saliendo de la cocina con Soobin bajo su hombro. El vampiro, para mí sorpresa, no parece irritado.
—¿Saben lo que eso significa? —grita de vuelta Joshua, bajando las escaleras siendo seguido de cerca por Sunoo.
—Que tenemos que despedir este lugar como solo el hostal Black Owl se merece, después de habernos aguantado por tantos días —dice Jeonghan, sonriendo en grande y mirándome a mí. Pongo los ojos en blanco, pero no puedo evitar sonreír un poco.
—¿Y cómo deberíamos hacerlo, Jeonghan? —pregunta Joshua, como si estuviera en un programa infantil preguntándole a los niños dónde está el árbol en la pantalla. Me mira ladeando la cabeza y se toca los labios con el dedo índice. Bufo.
—No pudimos estrenarnos como se debe en el cumpleaños de Sunoo, ¿verdad?
—Y estamos en un bar.
—Lleno de alcohol a nuestra disposición.
—No es nuestro —interrumpo, y todos (todos, incluso Sunoo) me miran como si fuera el mayor aguafiestas del universo—. El señor Namgil regresará pronto. No es buena idea.
—Nos iremos, Taehyung. Abandonará el hostal —dice Jeonghan con obviedad—. ¿No te sientes mal por todas las botellas que serán olvidadas, empolvándose en soledad? Ten piedad, Taehyung. Le haremos un favor.
—Sí, porque es una fantástica idea tener una resaca el día en el que planeamos escapar de la ciudad maldita —me cruzo de brazos y Joshua entorna los ojos ante mi evidente sarcasmo.
—No beberemos hasta desmayarnos. Solo... un sorbo, ¿sí, Taehyung? Incluso los chicos nos dieron permiso, ¿verdad, Soobin?
Soobin solo se encoge de hombros.
—Hagan lo que quieran, estaré en mi habitación —me río por lo bajo y me dirijo a las escaleras, aún escuchando los abucheos y los quejidos de todos detrás.
Riki sale de la cocina con dos botellas de cristal llenas de un líquido marrón, haciéndolas tintinear en el aire. Todos celebran entre vitores y gritos, e incluso encienden la radio. La música no es nada parecida a lo que uno esperaría encontrar en una fiesta de adolescentes, pero supongo que es una buena banda sonora para un grupo de tontos que van a celebrar que sobrevivieron a las mariposas por tantos días.
Mi forma de celebrar este último día en el hostal será dormir lo que queda de la tarde.
El señor Choi nos dijo que mañana será un día ajetreado. Jay dijo ayer que sigo débil, así que no me vendrá mal recuperar energías si quiero ser útil durante el escape. La puerta del baño está cerrada cuando entro, pero la luz se cuela por la puerta de cristal y veo la silueta de Jungkook, hundiéndose en la bañera. Me dejo caer en la cama sin pensar demasiado y sin molestarme en hacer a un lado el edredón. No es mi cama, noto demasiado tarde, pero no importa. Ya no importa.
No duermo. No puedo, es demasiado pronto, pero finjo hacerlo cuando escucho la puerta del baño abriéndose. El vapor caliente del reciente baño inunda la habitación, y un agradable olor a jabón se expande y me hace sentir cálido. Escucho las pisadas húmedas de Jungkook, la toalla caer al piso, el closet abriéndose y sus suspiros, pero no me permito mirarlo. Aunque me muero por hacerlo.
—Sé que no estás dormido, Kim Taehyung —dice, parado en el umbral, a punto de salir. Abro solo un poco los ojos: me está mostrando la espalda. Vuelvo a cerrarlos enseguida cuando él me mira de reojo, con el corazón latiéndome como loco—. Lo siento. Yo... no lo sé. No sé qué pasa conmigo. Perdón. Dame... dame tiempo.
Sale de la habitación y cierra la puerta, dejándome respirar otra vez. Me acuesto boca arriba y miro el techo por un momento. ¿Cuánto tiempo necesita? Mañana moriremos (en el peor de los casos. Nunca he sido muy optimista, y no empezaré a serlo ahora). No quiero que esta tensión entre nosotros se extienda hasta nuestra muerte. Si salimos de Tearscolm, ¿qué hará? Si me empuja cuando vaya a besarlo como celebración juro que lo mataré yo mismo.
El cuarto aún sigue caliente y olvidó apagar la luz del baño. Inhalo y exhalo el olor hasta que me llena los pulmones. Quizás debería bajar las escaleras y obligarlo a tener una conversación sobre todo esto. Qué es lo que quiere de mí y qué es lo que quiero de él, y esperar que coincidan. Rogar para que coincidan, que nuestros deseos encajen como un rompecabezas y podamos avanzar. Hacia dónde, realmente no estoy seguro. Pero quiero intentarlo, con él.
Solo si él también lo quiere.
Porque también lo quiere.
O quizás no.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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