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—¿Me concedería esta pieza de baile, oh, príncipe de los vampiros? —le pregunto, en una voz elegante muy mal actuada. Mantengo el tono bajo, en un susurro que se pierde con la música, pero Jungkook me escucha. Siempre me escucha.
La sonrisa que aparece en su rostro es crédula. Pone los ojos en blanco y aparta la mirada mientras bufa. Cree que es ridículo, pero tiene curiosidad. Quiere tomar mi mano, pero duda.
—No sé bailar —confiesa.
Me río con ganas.
—Yo tampoco.
Me apresuro a tomar su mano. La guío hasta que llega a mi cintura y yo pongo mis manos en sus hombros. Cuando veía a mis padres, me imaginaba bailando en la graduación del Bulgogi, con una linda chica de mi edad. Ella tendría flores en el cabello y un vestido azul marino que le caería como capas desde la cintura hacia abajo, luciendo como espuma de mar. No estaría maquillada, porque yo le diría que se veía hermosa cuando no usaba maquillaje. Tendría el cabello de un marrón oscuro, no tanto como el de sus ojos, que brillarían como estrellas en el cielo cuando me veía. Los chicos también entrarían al salón con sus parejas, y todos viviríamos la mejor noche de nuestras vidas.
El chico con el que bailo no cumple con ningún requisito de esa lista. En primer lugar, porque no es una chica. No usa un vestido, usa ropa ensangrentada y sucia. No tiene el cabello marrón, lo tiene tan gris como la plata, y ahora está tan revuelto por la pelea que luce como si lo hubiera encontrado hurgando en la basura. Tiene la boca llena de sangre, al igual que las mejillas y el cuello. El sonrojo queda opacado por el líquido seco sobre su piel.
Mira con atención nuestros pies para no tropezar mientras nos movemos con pasos lentos y sincronizados alrededor de la sala principal. Y entonces pienso que él es lo más hermoso que he visto en mi vida.
Jungkook, como dijo, no sabe bailar. Yo tampoco. Si cualquiera viera lo que estamos haciendo, se burlaría de nosotros. No es que me importe. Él está cerca, y lo está intentando. Nos balanceamos siguiendo el patrón de la música hasta que la canción empieza a apagarse en la radio. Me pregunto si la estación es de Tearscolm. Una estación de radio que abandonaron y que pasará canciones deprimentes y antiguas hasta el fin de los tiempos. Se me pasa por la cabeza que es una estación de afuera, de ciudades vecinas que no tienen ni idea del infierno que es Tearscolm en este momento.
La música termina y la canción que sigue es una que no conozco, pero que no es lo más adecuado para un baile de salón lento, así que nos detenemos. Jungkook da un paso hacia atrás, apenas perceptible, y veo su garganta subir y bajar. Parece a punto de decir algo, pero no lo hace y se arrepiente en el último momento.
—Jungkook —lo llamo en voz baja.
—¿Sí? —por fin me mira a los ojos, sorprendido y aliviado de que soy el primero en hablar.
Con una mano en su mejilla, bordeo la mancha de sangre que se extiende hasta sus labios. La intento quitar en vano, está completamente seca. Lo miro a los ojos y sonrío.
—Si los otros te vieran, creerían que tuviste un festín y que te alimentaste de unos cinco humanos.
—Soobin y Riki sabrían que no es cierto —responde en voz aún más baja, con los ojos entrecerrados—. No es sangre humana. Esta sabe a... pan quemado. Sabrían que es sangre de un oscuro —empieza a tropezar sobre sus propias palabras cuando continúo pasando el pulgar sobre la mancha (sobre su piel) y su ceño empieza a fruncirse—. ¿Podrías... ? Por Dios, ¿podrías dejar de... ? —aparta el rostro, pero no se aleja.
—Tenemos que limpiarte. No dormiré contigo en ese estado —doy un paso hacia atrás y lo señalo de arriba a abajo. Jungkook se encoje— Ven.
Hago que tome asiento en uno de los bancos de madera. Agarro un trapo de la cocina, me aseguro de que está limpio y abro apenas el grifo para mojarlo. Me siento en el banco junto al de Jungkook y me inclino hacia adelante. Paso el trapo húmedo sobre las manchas, con cuidado de no ser brusco y lastimarlo.
Empiezo a reírme.
—¿Qué sucede? —pregunta.
—La sangre no está saliendo.
—Tienes que fregar con fuerza —toma mi mano con la suya y ejerce más presión sobre su propia piel. Está tan cerca que lo escucharé incluso si no susurra. Estoy tan cerca que puedo leer sus labios. Sonríe un poco—. No te contengas, no dolerá.
Lo miro a los ojos. El brillo amarillento ha desaparecido por completo. Una vez más es solo Jeon Jungkook, tu chico corriente con colmillos favorito. Mi chico con colmillos favorito. La sangre cede poco a poco, la suciedad abandona su piel. Paso el trapo bajo sus ojos, por sus mejillas y por su cuello. Llego a los labios y no puedo evitarlo. No puedo, es demasiado. Lo he pensado por días. Estoy seguro de que lo soñé cuando estaba inconsciente. Soy incapaz de pensar en otra cosa cuando estoy cerca de él. No te contengas, dijo. Y eso es exactamente lo que haré.
Sus labios siguen impregnados con sangre cuando lo beso. Inhalo profundamente el olor a tierra, a noche, a sangre y a Jungkook. Me llena y me desborda, y el sentimiento me fascina. Dejo caer el trapo y lo sujeto con fuerza contra mí por la nuca justo cuando él toma mi rostro con ambas manos. Están heladas, son las manos de un muerto. Un monstruo, un murciélago, el protagonista de mis pesadillas y de mis sueños menos éticos. Pero están calientes también, todo lo está. Caliente, caliente, caliente.
El banco de madera es pequeño, pero me las arreglo para sentarme sobre él. Las manos de Jungkook van a parar instintivamente a mi cintura y me sujeta con firmeza. Lo beso y lo beso y lo beso. Lo beso hasta limpiar cada rastro de sangre de sus labios. Puedo sentir el bulto de sus colmillos bajo su labio inferior. La curiosidad morbosa en mi interior grita, así que cedo ante ella y aprovecho que Jungkook entreabre los labios en medio del beso para explorar los dientes afilados del vampiro con la lengua.
Y vaya que son afilados, porque me corto cuando ejerzo mínima presión sobre uno de sus colmillos. Jungkook se aleja y lo único que nos une ahora es la saliva mezclada con un poco de mi sangre sobre nuestros labios. No puede separarse, porque sigo sentado sobre él, pero pone ambas manos sobre mis hombros y evita que vuelva a besarlo cuando lo intento. Me siento como un animal necesitado, buscando sus labios. La sangre, el calor, las manos, él. Lo necesito. Lo necesito para respirar, lo necesito para saber que sigo con vida.
Jungkook baja la cabeza y la pega a mi pecho. Respira con dificultad y sus manos dejan de sostenerme. Lo único que evita que me caiga son mis propias manos afianzadas a su cuello.
—Jungkook —susurro. Él no se inmuta. Paso mis manos por su cabello y siento que todo su cuerpo empieza a temblar—. Jungkook, ¿estás bien?
—Bájate —susurra también.
No es una orden, es más una súplica entrecortada. Trago saliva, el sabor metálico desciende por mi garganta mientras me bajo y termino parado frente a él. Levanta la mirada y hacemos contacto visual. Me observa como si fuera una serpiente observando a un ratón, y sus ojos descienden a lo que tardo en identificar es mi cuello. Se relame los labios y carraspea.
—Vamos a dormir, ¿sí? Ha sido un día cansado —me da una palmada en el hombro cuando pasa junto a mí y sigue su trayecto escaleras arriba sin mirarme ni una sola vez.
El calor me abandona enseguida. La sensación electrizante desaparece de mi cuerpo y de pronto solo soy Kim Taehyung, en una cocina de un bar vacío en medio de la noche. Lejos de casa, a pocas horas de casi haber muerto a manos de un monstruo. La radio tiene tanta estática que no identifico la canción, pero la mujer que canta suena triste. Apago la radio con tanta brusquedad que cae de lado sobre la mesa.
—Está asustado —doy un salto al escuchar su voz. Jay está sentado sobre el tercer escalón—. Fue por la sangre. Está confundido, entiéndelo.
—¿Cómo lo sabes?
—El vampiro huele a ella —señala escaleras arriba y luego me señala a mí—. Tú hueles igual. Los seres oscuros somos más sensibles a ese tipo de olores. Fue demasiado para él. Lo sé bien porque —aún en la penumbra puedo ver que sonríe— es demasiado para mí también.
Estoy... enojado. Frustrado. Quiero ir a casa, quiero ir a la habitación de arriba con Jungkook. Yeonjun y Soobin, Riki y Sunoo... ¿Fue así con ellos? Obviamente ya besaron a los vampiros, y puede que hayan hecho cosas peores los días que estuve ausente, pero ¿los vampiros también huyeron? Ahora lucen felices, unidos, parejas perfectas e ideales. ¿Qué me diferencia de ellos?
La respuesta es evidente, está justo frente a mí.
Las palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza.
Apestas a oscuridad.
Camino hacia Jay con pasos torpes y largos. Se encoge y se aleja un poco hacia el barandal cuando me siento a su lado. Mi respiración sigue errática, el torbellino de sentimientos en mi interior no se ha calmado y sigo sintiendo los labios húmedos. Me los relamo, y me siento complacido al ver que los ojos de Jay van inconscientemente a parar justo en ellos.
—Bésame.
Lo agarro desprevenido. Me acerco más a él, pero Jay se levanta justo a tiempo para dar un paso hacia atrás. Sigo sus movimientos, invadiendo su espacio personal.
—Romperé el vínculo cuando te haya sacado de la ciudad, Taehyung —dice con severidad, pero sé que se siente nervioso. Sé que quiere hacerlo. Si lo hace, satisfacerá sus horrendas fantasías a la par que conseguiré deshacerme de él. Es un ganar-ganar evidente—. Piensa con claridad. Estás muy siendo emocional ahora mismo.
—Dijiste que es demasiado para ti.
—Puedo controlarlo.
—Pero quieres hacerlo, y te dejaré hacerlo. Bésame, Jay —seguimos danzando en un vaivén amenazante por el recibidor del bar. Jay me esquiva con agilidad, pero estoy desesperado y soy más rápido. Sé que no lograré nada por mi cuenta, que la clave está en tentarlo lo suficiente—. Bésame.
—¡Por Santalan, Kim Taehyung! —grita tan fuerte que suena por todo el hostal como un rugido profundo y gutural. El sonido rebota contra las paredes y regresa a mí. Me cubro los oídos y me alejo. Mi cabeza empieza a palpitar y me duele el pecho. Cuando vuelvo a mirar a Jay, sus ojos brillan de un amarillo un poco más oscuro que los de Jungkook, y un resplandor también surge de las raíces negras en su rostro. El pecho le sube y le baja con frenesí y tiene las cejas fruncidas— No quieres esto, y yo tampoco lo quiero. Ve a dormir, deja que el vampiro piense bien las cosas y hazlo tú también. Saldremos en dos días, Kim Taehyung —sus cejas descienden en lo que ahora parece una mueca triste. Se gira dispuesto a marcharse, pero me mira de reojo—. Solo sobrevive un poco más, ¿sí? Aguántame un poco más, Taehyung.
Y, por segunda vez en una noche, me abandonan en un bar desolado y silencioso.
Maldigo en voz baja y me agacho, escondiendo mi rostro entre mis piernas.
¡Mierda!
:)
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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