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—Eres un imbécil. Un completo y descuidado imbécil. ¿Qué crees que hubiera pasado conmigo si despertaba por la mañana y no estabas? Estuviste destrozado cuando no desperté, ¿querías que pasara lo mismo conmigo?
—Nada malo habría pasado, Taehyung —exhala, exasperado—. Todo marchaba de maravilla hasta que apareciste y despertaste al Feráseo.
—Salí porque me preocupé por ti.
Está por decir algo más, pero una mariposa pasa junto al callejón, olfateando como un lobo hambriento. No tarda en notarnos, y suelta un horroroso ruido gutural que hace eco por toda la calle cuando nos ve. Se apresura en correr hacia nosotros y dentro de poco nos tiene acorralados dentro del callejón. Se para erguida y resopla, moviéndose como un depredador a punto de dar caza.
—Mierda —sisea Jungkook.
—Saca al murciélago, Jungkook —le doy un codazo sin separar los ojos de la mariposa—. Dame un conejo, lo utilizaré como distracción. Conviértete y lleva la bolsa al hostal. Iré enseguida.
—¿Piensas que te dejaré solo con esta cosa? —grita en un susurro, sin mirarme—. Estás loco, Kim Taehyung.
—¡Nos matará!
—¡O te matará! ¡Y eres un idiota si crees que dejaré que eso... !
La mariposas, harta de nosotros, profiere otro rugido infernal desde el fondo de su garganta y se abalanza. Jungkook me agarra del brazo y conseguimos hacernos a un lado justo a tiempo para que se estrelle contra la pared. Salimos de callejón con la mariposa bramando detrás. Esta es más pequeña que la del bosque, pero mucho más rápida, y no tarda en alcanzarnos. Suelto un grito cuando uno de sus zarpazos me alcanza y rasga mi camiseta, rozando mi piel.
El ruido pone en alerta a Jungkook, que se detiene de golpe y en cuestión de tres segundos le han emergido alas enormes de murciélago, orejas puntiagudas y vellos hasta las patillas. Me empuja detrás de él y suelta un chillido hacia la mariposa, que se lo devuelve y vuelve a lanzar zarpazos.
Jungkook emprende vuelo, sacándole varios metros de ventaja a la bestia, y empieza a lanzar golpes con las garras negras que reemplazaron a sus uñas tras la transformación. Me alejo y observo el enfrentamiento escondiéndome detrás de un contenedor de basura. Me arrimo demasiado al contenedor, y me doy cuenta por el hedor que el basurero está lleno hasta el borde de cadáveres putrefactos de gatos y perros. Doy un respingo hacia atrás y tropiezo con otro cuerpo inerte, golpeándome la cabeza con otro tacho de basura, que cae al suelo y resuena con un golpe metálico.
La mariposa me escucha y deja de prestarle atención a Jungkook para abalanzarse sobre mí. Pongo las manos frente al rostro y cierro los ojos, listo para el impacto con el corazón latiéndome en la garganta, pero este nunca llega. Cuando vuelvo a abrirlos, veo los enormes colmillos de Jungkook (que han triplicado su tamaño) incrustados en el cuello viscoso de la bestia y sus garras clavándose a ambos lados de su cabeza, jalando hacia atrás.
Con la boca, Jungkook arranca un trozo de carne negra, pero con las garras y una fuerza sobrehumana consigue desprender la cabeza del Feráseo de su cuerpo.
Ambos caen al suelo, el Feráseo claramente muerto y Jungkook sobre él, con la monstruosa cabeza colgando de su mano. La agarra por los cuernos y la tira al contenedor. Se limpia con el dorso de la mano los restos de baba de la boca, mezclándose con la sangre de los conejos, y se levanta. Su mirada de ojos ámbar brillantes está ensombrecida, y se acerca a mí con pasos lentos. Se ve tan amenazante que me muevo impulsivamente hacia atrás cuando me ofrece su mano.
Contrae las alas, que empiezan a desaparecer en su espalda. El brillo de sus ojos se apaga, el vello extra en su rostro desaparece, al igual que las garras, a la vez que sus orejas regresan a su forma natural. Aunque parece ofendido y herido por verme atemorizado, se esfuerza por aparentar no estarlo y sonríe entre sangre, roja y negra. Esa sonrisa descuidada que me recuerda que solo se trata de Jeon Jungkook.
Está así porque acaba de matar a un monstruo, por mí.
Por mí.
Tomo su mano y limpio con el pulgar una mancha de la sustancia negra y viscosa de su mejilla. Me miro el dedo manchado, y le devuelvo la sonrisa cansina.
—Volvamos a casa, estoy muerto.
Se echa la bolsa a la espalda y corremos hacia el hostal antes de que otro demonio, alertado por los gritos del último, despierte y venga por nosotros. Nuestros corazones se acostumbraron a la adrenalina de la persecución y ahora, por lo menos el mío, se siente tranquilo. O quizás es el hecho de que Jungkook ha entrelazado su mano con la mía y no me ha soltado desde que iniciamos el camino de vuelta. O tal vez porque no dejo de pensar que mató a una mariposa por mí, y eso me transmite una seguridad difícil de igualar.
Advertimos el Black Owl más rápido de lo esperado, y ambos ralentizamos el paso al notar las luces de la cocina encendidas a través de las cortinas. Intercambiamos una mirada curiosa antes de acercarnos con pasos más cuidadosos al hostal. Jungkook me suelta y me pasa la bolsa de conejos (de verdad que apesta, y además es pesada) para abrir la puerta y asomarse.
—Solo es Namgil. Creo que está bebiendo té —me dice en un susurro. Entrecierra los ojos en un gesto concentrado y se inclina más hacia el interior del hostal—. Puedo escuchar... música.
—Es una hora un poco rara para beber té, ¿no crees?
—Namgil es así cuando tiene mucho trabajo pendiente —se encoge de hombros—. Entremos rápido. Estar afuera me da escalofríos.
—La próxima vez procura salir con algo —antes de darme cuenta, estoy sosteniendo la bolsa contra el pecho usando una mano mientras la otra toca sin el más mínimo pudor el brazo descubierto de Jungkook. No me avergüenzo, ni siquiera cuando lo veo estupefacto— más abrigado.
—Espero que no haya una próxima vez, siendo honesto.
Entramos y cerramos la puerta tras nosotros lentamente. Dejamos la bolsa de conejos junto a la entrada y nos escondemos en la oficina del señor Choi hasta que él abandone la cocina y nos deje el terreno libre para... no lo sé. Salir y subir a la habitación... No, ya habríamos subido a nuestro cuarto si lo hubiésemos querido. ¿Por qué nos escondemos?
Le toco el hombro a Jungkook para sugerirle que aprovechemos que Choi está distraído para subir las escaleras, pero está concentrado mirando por la abertura de la puerta de la oficina y no me hace caso. Con un suspiro, doy media vuelta y empiezo a merodear. Es un despacho pequeño, y estoy seguro de que el diario era lo más interesante de este lugar. Me acerco al escritorio, repleto de cartas desparramadas, y me abstengo de echar un vistazo. Incluso cuando noto que la caligrafía de la mitad de cartas es de mamá.
Es algo que no me corresponde, no tengo el derecho de ojear.
Un interruptor a la lejanía, un bostezo poco contenido y unos pasos arrastrados suben escaleras arriba y nos indican que Choi se ha ido. Jungkook espera un momento antes de abrir la puerta y ambos salimos de la oficina. Podemos respirar por primera vez desde que empezó esta noche infernal.
La radio sigue encendida. Bernadette Carrol canta sobre como ríe por fuera mientras llora por dentro, y la canción me recuerda a mamá planchando mi uniforme escolar con el umidificador encendido y un olor a lavanda extendiéndose por el cuarto. Antes, cuando era más pequeño, me encantaba pasar noches enteras despierto y mirando por la ventana en busca de un Quiróptero. Me parece increíble que ahora mismo tengo a un vampiro tomándome la mano y jalándome hacia la cocina. Ese niño estaría encantado de escucharme hablar de todas las cosas que le pasarán cuando crezca.
Las luces están apagadas y lo único que escuchamos, además de nuestras risas silenciosas, es la radio a un volumen muy bajo. La canción da paso a I Only Have Eyes for You de The Flamingos. El recuerdo fugaz de mamá y papá bailando en la sala con canciones de este estilo sonando de fondo mientras yo los espiaba desde la puerta se siente agridulce. Ellos se carcajeaban y papá besaba las mejillas de mamá mientras ella le decía que pare y bailaban. Yo debía tener unos siete años en ese entonces. Les encantaba esa canción, la ponían todo el tiempo.
Me trago la sensación extraña y, en un arrebato de valentía, le extiendo una mano a Jungkook. Casi morimos hoy, y ya es mi tercer encuentro cercano con la muerte en la última semana, ¿qué más da un riesgo más? Él mira mi mano con ansias y precaución. Yo le sonrío como nunca antes le había sonreído a alguien.
¡Nos leemos luego! ♡
[ Noduru, 2024 ]
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