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—Vas a fingir que no lo entiendes ahora, claro. ¿Los dos días de vacaciones te fundieron el cerebro o algo? —me da unos golpecitos en la frente y yo hago a un lado su mano. Suspira—. Tu cosa se comunicó con nosotros. Apareció en los sueños de Sunoo y Yeonjun, y nos dejó mensajes a Jeonghan y a mí. Creímos que era un fantasma, pero Jungkook nos explicó.
—Jungkook les explicó —repito incrédulo—, ¿qué cosa?
—Que tienes un fantasma demoníaco personal. Sigue sonando... bastante sacado de una película, ¿sabes? Pero fue difícil de ignorar cuando empezó a darnos información útil.
Jay baja las escaleras con aire despreocupado y una expresión tranquila. Joshua dice algo más, algo sobre que Yeonjun mencionó que Jay no era un chico mal parecido en su sueño, y que Sunoo concordó en que era un demonio con buenos rasgos, pero dejo de prestarle atención. Mi entorno se ralentiza y mi visión se vuelve borrosa en los bordes, como intentando enfocarlo únicamente a él.
Imaginé muchas veces cómo sería; contarle a mis amigos sobre Jay. Siempre fue un tema que intenté evitar, como un pensamiento intrusivo. Sabía lo que dirían, cómo me despreciarían por ser un descerebrado, me apartarían. Ya tenían suficientes razones para tacharme de mal amigo, ¿y encima tenían que aguantar que estuviera maldito (literalmente)?
Pero ahora lo saben. No tuve que decírselos de frente, y lo saben. Lo peor (¿mejor?) de todo es que lo creen.
O Joshua lo cree, porque no parece escéptico cuando empiezo a hablarle a la nada. No es un chico presenciando el brote psicótico de su amigo, sino que es un niño emocionado viendo de primer plano un suceso paranormal. Está fascinado.
—Hablaste con ellos —le digo a Jay. Joshua pasa la mirada desde el espacio vacío en el que está Jay a mí con asombro. Jay mira a Joshua y resopla, como si todo esto fuera algo tonto que no vale la pena ser discutido.
—¿Está aquí? Oh, mierda, ¿está aquí? Jay, hola. Oye, amigo, ¿podrías dejar de susurrarme cosas cuando estoy usando el baño? Es incómodo.
—Estuviste ausente por mucho tiempo, Taehyung —dice Jay, deteniéndose a una distancia considerable. Contempla el metro que nos separa como si le doliera no cruzarlo—. No puedo lastimarlos, si es lo que te preocupa.
—Pero les hablaste, ¿cómo... ? —me agarro el cabello y tomo aire en una bocanada agitada— ¿Por qué? Esto es entre tú y yo. No tenías por qué involucrarlos.
—Involucraste al Natálido, ¿no es cierto? —el aire se queda atrapado en mi garganta. No puedo responderle sin mentir. Jay se quita una pelusa de la ropa, la observa y la tira—. Tú esparciste el secreto primero. Pensaste que no lo notaría, pero tengo ojos en todas partes, ¿por qué no puedo hacerlo también?
—Oye, Taehyung —Joshua intenta tocar a Jay, pero su mano lo atraviesa como si no estuviera ahí. Joshua mueve los dedos como intentando agarrarlo, pero falla otra vez. Se voltea hacia mí—, ¿te dejo solo? Parece que necesitas privacidad con el demonio.
—No, espera. Por Dios —le digo a Joshua, empezando a perder los estribos—, ¿de verdad lo crees? Cuando te digo que a tu lado está un jodido demonio invisible que solo yo puedo ver... —me arden las mejillas. Lo que digo se convierte en una súplica desesperada— ¿De verdad me crees?
—Sí. Bueno, es verdad que estuviste raro desde que... nos distanciamos. Pensé que era por las cosas que pasaban en tu casa. Nunca fuiste del tipo que saca lo que tiene dentro, ¿sabes? Te guardabas mucho las cosas. Vivimos en una ciudad con monstruos, nuestros amigos son novios de vampiros, Taehyung —se ríe. Es un sonido cálido que me abraza el alma, que agarra todos mis miedos más profundos y los convierte en cosas pequeñas y manejables—. Que tengas un demonio que se mete con tu cabeza no es tan difícil de creer. Además, hay pruebas. Y es un chico bastante útil, ahora que no te hace la vida imposible.
—Útil —repito, con un inconsciente tinte de burla en mi voz. Jay se cruza de brazos y mira hacia un lado, claramente ofendido, y Joshua se acerca y pasa un brazo sobre mis hombros, arrastrándome hacia la mesa.
—Él nos dijo todo esto —señala las anotaciones en los cuadernos. Hay suposiciones tontas como lo de los ajos, pero también hay datos que parecen más afirmaciones que otra cosa. Los Quirópteros mueren si les quitan sus dos alas. Los Feráseos son, en su mayoría, ciegos y se guían por los sonidos. Hay una en específico que me hela la sangre: Es Santalan quien los envía. Quiere un ejército—. Ha intentado decirnos la fecha exacta de la llegada del Gran Demonio desde ayer, pero ninguno lo entiende. Está aquí ahora, ¿no? Pregúntale.
Le echo un vistazo inseguro a Jay, que también caminó hacia la mesa y observa todo desde el otro lado. Roza las páginas con los dedos negros, dejando un rastro de manchas que probablemente solo yo puedo ver. Señala un dibujo de una entidad enorme y huesuda. A su alrededor hay una ciudad dibujada, y la comparación de tamaños indica que el ser mide más que un edificio entero. Tiene el cráneo de un alce como cabeza y dos cuernos enormes y gruesos. Abajo, con letra gruesa y descuidada, dicta Santalan.
—Tres días —dice Jay. Sus ojos amarillos están cargados de una emoción oscura difícil de discernir—. Santalan vendrá en tres días.
—Tres días —repito, sin despegar la vista de él. Joshua asiente con la cabeza, toma un bolígrafo y escribe en una de las hojas, una que tiene como título Juicio final en letras rojas. Saca la tapa con los dientes y pone 3 días.
—Ahora que estás despierto, esto será mucho más fácil —dice Joshua, mirando con orgullo la amalgama de papelitos—. Taehyung —añade, con un tono más serio, pero delicado al mismo tiempo. Está sonriendo, aunque es un gesto triste—, debiste... Debiste decirnos antes. Sobre Jay. Te hubiéramos ayudado.
—No quería —parpadeo muy rápido. Siento que me arden los ojos y no quiero llorar otra vez. Joshua ve como empiezo a quebrarme y se adelanta para abrazarme—. No quería molestarlos, no pensé que me creerían.
—Es algo bastante jodido, es verdad —acaricia mi espalda y suelta una risa ronca—. Pero todo en Tearscolm es un poco jodido, ¿no crees?
—Lo siento —murmuro, sorbiéndome la nariz.
—No te disculpes, más bien... Lo lamento, Taehyung. Lo digo en nombre de todos. Lamento hacer que creyeras que tenías que soportar toda la mierda solo. La mierda está para compartirla, por eso somos amigos. Somos amigos, Taehyung. No olvides eso.
¡Nos leemos luego!
[ Noduru, 2024 ]
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